Capítulo O1. Todo el oro
Había algo especial en Rebecca.
Sanji pensaba que era realmente una princesa encantadora. Su suave cabello rosa que caía en gajos sobre sus ojos y aquella sonrisa era lindísima. Su vestimenta no dejaba de ser sencilla y...
Y Luffy creía que Leo se veía increíble en ese bicho volador.
— ¡Leo apártate yo también quiero montarlo!
Chopper a su lado no paraba de aplastarle la cara. Por supuesto pensó que su capitán no era más que un egoísta. Aquella cosa voladora era increíble y quería montarlo.
— Luffy yo quiero... ¡Quiero probarlo también! —con todas sus fuerzas intentaba apartarselo — ¡Usopp a qué es genial para jugar!
Luffy se lo tomó como un reto y sonrió. Luego de varias horas anclados en el mismo lugar su aburrimiento se había disparado a mil y ahora que Rebecca haba aparecido en un gran Céfiro con Leo y algunas sirvientas había estirado los labios y sonreído ampliamente.
En la cubierta del Sunny, toda la tripulación de Sombrero de Paja recibían cálidamente a la princesa. Exepto Zoro que dormía sin complicaciones en la torre de vigía.
Rebecca pensó un poco, recordaba algunas caras; al tipo de la tanga, el espadachín, la mujer de las manos y a Usopp. Pero ahora también había una bonita mujer de cabello naranja, ese hombre rubio extraño que ahora revoloteaba a su alrededor y el mapache de ojos adorables. Había observado los carteles de se busca y no era nada comparado a la realidad. Si que algunos lucían más misteriosos y fuertes que otros.
Lucy no había cambiado, era quizá un poco más alto y su figura más imponente sin embargo, mantenía todavía la misma sonrisa impecable y el sombrero de paja que colgaba de sus hombros.
— ¡Lucy! Pensé que no los volvería a ver —dijo sincera y lo tomo del cuello en un furtivo abrazo — Ahora eres un hombre importante pero sigues de aventura ¡Que guay!
Sanji le dió una mirada impertinente al momento en que se le cayó el cigarrillo y se desplomó al suelo como muñeco.
Robin río entre dientes.
El Rey Pirata, que comía desinteresado el panqueque del desayuno asintió. A su lado Nami, un poco más inteligente, observó con atención el gigantesco barco, nada comparado con el Sunny y sus ojos se desviaron a un lugar en específico.
Preguntó con total inocencia — ¿Por qué el casco de su barco luce tan hundido?
Leo hizo presencia y con una sonricilla había dicho — La princesa Rebecca lleva algunos tesoros ahí dentro.
Y eso fue todo para que Nami pateara lejos a Luffy de la mujer.
— Rebecca-chan ¿de verdad que llevas todo eso en el barco? — absolutamente sin nada de escrúpulos pregunta con ojos de berry. Si eran tesoros legendarios ¡seguro que costaban muchísimo!
Rebecca asintió confundida, la mujer de cabello naranja tomaba sus manos. No entendía mucho pero de todos modos le sonrió. Luffy a su lado convulsionaba y minutos después ser reircoporo sobándose la cabeza.
— ¡Nami-swaaan luce tan linda cuando es ambiciosa! —masculló Sanji mordiendose el labio.
Luffy se levantó en un segundo y con ojos de diablo apretó los dientes.
— OI NAMI ESO DOLIÓ
— ¿Entonces esos tesoros fueron un regalo? —preguntó ignorando olímpicamente al pelinegro, cosa que molesto a Luffy y este le gritó más de cerca que por qué le había pegado— ¿Que tal si me los regalas y...
— NAMI
— ESTATE QUIETO ESTÚPIDO —Nami le gritó echa una furia. Tomó de las solapas de la chaqueta al hombre más temido de los mares y lo sacudió como muñeca de trapo — ESTOY NEGOCIADO MI TESORO Y TU NO PARAS DE HABLAR
Nariz con nariz, gruñendose como perros Luffy le contestó— ¡No es mi culpa que seas tan tacaña!
— ¡Si no fuera por mi seguiríamos siendo piratas pobres!
Leo que estaba a lado de la princesa, se desencajo por completo. ¿Piratas pobres? Esa mujer llevaba tanto oro encima que era un ensueño verla; tenía una cantidad ridícula de anillos y algunos collares que se veían tan caros y preciosos a la vista. Pendientes gruesos y un brazalete.
— Y qué ¡Si necesitas más estúpido oro te lo consigo y ya! — le gritó Luffy hostigado con una mirada más rebelde.
— Tú... ¡Tú... Tú eres un idiota insufrible! —echa una furia, Nami se volteo alzando la quijada — Nos vamos Zeus — sacudió los brazos y huyó a su cuarto junto a Zeus en búsqueda de consuelo dorado.
— ¡Que genial tiene una nube voladora! —Leo saltó en su lugar muy emocionado, sus ojos tenían chispa.
Luffy al verla solo apretó los dientes y luego, le sacó la lengua y le estiró el ojo — Tonta.
— ¿Nami-san estará bien? —Rebecca preguntó con ojos grandes. Él ladeó la cabeza hacia ella, como si no hubiera hecho nada malo para justificar el golpe de Nami.
— Shishishi, es una odiosa. Ya se le pasará
Sanji de manera altanera tomo una bocanada de aire — Este no sabe tratar a las señoritas —Sanji comentó sin más preámbulo— Rebecca-san no esté junto al gomoso de mierda por favor
Robin totalmente relajada sonrió en silencio acostumbrada a ese tipo de interacciones y Franky a su lado llevaba una conversación civilizada con Brook.
Luffy comprendió la situación y la encontraba divertida. Olvidándose de todo y con el estómago rugiendole sugirió a Sanji que vaya a prepararle el almuerzo cosa que molesto al rubio y terminó propinandole otra patada que lo dejó estampando en el suelo porque recién había terminado su desayuno.
— ¿Se van quedar verdad? —preguntó Luffy con genuino interés. Era una invitación súbita para que se quedarán en su barco. Además, todavía quería jugar con Leo a las escondites.
Chopper de la manera más tierna también le sonrió a la princesa — Sanji prepara comida deliciosa... —le dijo.
— Creo que estaremos a salvó si nos quedamos aquí, Leo.
Por otro lado, Nami que tenía una mirada odiosa, bufó cuando vio a su capitán siendo tan infantil como siempre. A pasos elegantes se alejó de la ventana y se echó en la cama como un gato.
— ¿Es que no le importa nada? —tenía un tic en el ojo.
— Namiii hace mucho calor quiero salir —Zeus se quejó con la lengua afuera. Era divertido pasar en la cubierta y era mucho más cierto que deseaba salir a jugar con Luffy y los demás pero Nami estaba molesta y no le dejaba.
Tenía fruncido el ceño, no ayudaba que Zeus sea un escándaloso y su furia empezó a aumentar. Si Luffy no hubiera interrumpido quizá hubiera logrado convencer a Rebecca que le ceda su tesoro. Se estiró y de un solo movimiento se colocó aquella tiara de diamante y volviéndose hacia el espejo, murmuró entre dientes.
— Yo quiero todos los tesoros —pausó un poco y sonrió de la forma mas ambiciosa y avara que tenía— Zeus ¿a qué sí me los merezco? —dijo Nami quejosamente por milésima vez, sonriendo con ansia.
Tragó un poco bajando los ojos, y una mueca apareció en su rostro — Luffy tenía razón — susurró quedamente y lo que supo después fue que Nami lo empujaba afuera de su camarote muy molesta.
— ¡Entonces vete con ese traidor!
Y Luffy se partía de la risa en el suelo. No le sorprendía que Nami a veces era muy enérgica con él o con los otros.
Pero está bien porque es Nami.
¡Mucho amor para ustedes!
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