Inspirado por el fin
Creía no estar cansado, pero sentía pesadez en sus párpados e interpretó tener sueño. Pasó de la hora a la que debería dormir, y en su lugar, se quedó escribiendo hasta que su cuerpo pidiera parar; haciéndolo a la luz de la luna, con una lámpara que brindaba luz tenue y acompañando con música suave a bajo volumen, la cual irónicamente, se utiliza popularmente para ayudar a dormir. Escribió un último punto, se sintió satisfecho, y cerró el libro para permitirse ir a su cama; y así, cerrar sus ojos también, a pesar de preferir que la noche fuera eterna antes que empezar un día como cualquier otro.
Transcurrió el día y efectivamente fue uno del montón, tan agotador en todos los aspectos como de costumbre; pero con cada día, su cansancio general aumentaba por acumulación, y eso le introdujo miedo, porque a pesar de que su familia viera normal su falta de energía, que sus amigos estuvieran acostumbrados a verlo distante y que no necesitara fuerza de voluntad para asistir a la escuela, sí la necesitaba para escribir y no quería rendirse ni dejar de moverse hasta que terminara su obra, porque le desesperaba la idea de no lograrlo.
Conociéndose, sabía que en cualquier momento se le interrumpiría tanto que terminaría por perder gran parte de su motivación, y por ende, dejaría de escribir; por lo que se decidió a terminar y dejar este medio hasta que las circunstancias sean aptas para retomarlo. Fue afortunado, porque se enteró de que en cuestión de días, llegaría un fin de semana largo. Además, ya tenía el dinero suficiente como para conseguir auriculares, los cuales adquirió después de clase y fueron capaces, como él había previsto, de darle tanto el espacio tranquilo de estudio y creatividad que no tenía, como una nueva manera de consentir las emociones que muchos inducían y solo él atendía... o al menos, lo más parecido a ambos. Pero de todas formas, no utilizó sus nuevos auriculares para escribir en horario escolar, sino para poder reflexionar con más claridad, anotar sin problemas cada idea que se posaba en su mente, y planificar de manera precisa cómo le gustaría proceder el próximo fin de semana; y nada de esto podría lograrlo sin el intercambio de ruido por música que realizan. Usarlos de esta manera, dio frutos cuando llegó el momento de crear.
No se resistió, y si bien era un viernes previo a un fin de semana largo, se negó a invertir su tiempo en un lugar del que volvía con dolor de cabeza cada día, y a invertir su esfuerzo en sentirse lo mejor posible; por lo que sin pensarlo dos veces, se dirigió a la estación de tren en lugar de a la parada de colectivo, y abordó el primero en pasar, ya que el recorrido era el mismo para cada tren. El viaje fue relajante, aunque no lo suficiente como para calmar su ansiedad ante la incertidumbre de lo que procediera, ni su preocupación por sentir que nada de lo que podía decidir era correcto; pero se tomó el tiempo de hablarse a sí mismo para recordarse y volver a comprender el por qué de todo lo que le afligía, y tanto su capacidad para comunicarse consigo, como su búsqueda por mantener la verdad, fueron capaces de ayudarlo a mantener la calma. Al bajar del tren, se encaminó al lugar que se había puesto como objetivo, pero no sin antes comprar algo de comer y beber para las pausas del proceso creativo.
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