Capítulo 7
Tomé una bocana de aire y me incorporé, como volviendo a la vida. El dolor de cabeza era tan punzante que apenas podía oír mis propios pensamientos, cómo si tuviera mil agujas clavándose a cada vago intento de recordar algo. La visión borrosa impedía que pudiese distinguir algo más que sombras y un malestar general me estaba generando ganas de vomitar . Con movimientos torpes intenté ponerme en pie pero al no ver no conseguí apoyarme bien y caí.
Hice una mueca de dolor y volví a intentar levantarme pero me fue imposible. Palpé intentando localizar algo que me ayudase y noté el borde de algo suave y blanco, probablemente una manta, me aferré con fuerza y conseguí levantarme un poco. Seguí tocando la manta y me di cuenta de que estaba encima de algo firme, me apoyé y vi que al lado tenía un par de almohadas y rápidamente caí en que estaba una cama, así que me deje caer encima intentando aclararme.
No tenía ni idea de donde estaba, lo último que recordaba era a ese bárbaro escoces obligándome a tomar aquel veneno. Poco a poco empecé a recordar todo, el secuestro, el líquido del champán, los gritos de Evelyn, esos ojos ámbares... Tal vez todo había sido un mal sueño, una maldita pesadilla que había parecido real, muchas veces de niña las padecía y Anne tenía que contarme cuentos para calmarme.
El dolor de cabeza fue disminuyendo a medida que pasaban los minutos y gradualmente la visión fue retornando. Abrí los ojos con dificultad y tuve que volver a cerrarlos cuando una intensa luz me deslumbró. Inspiré, armándome de paciencia y volví a hacer un segundo intento esta vez más despacio. Esta vez me fui acostumbrando lentamente y cuando los abrí por completo comprendí que no había sido un sueño.
Estaba en una habitación ruda, con una decoración tosca y prácticamente inexistente. La austeridad era extrema y sólo había una cama, un cubo y un pequeño escritorio, cómo si todo lo demás hubiese sido sacado, dando una gran sensación de vacío. De las frías paredes de piedra colgaban varios tapices con un escudo de armas: la cabeza de león coronado entre dos ramas de laurel y todo ello rodeado de lo que parecía un cinturón, en el se leía Creag an Tuirc
―La roca del jabalí― susurré traduciéndolo. Era real, los escoceses me había apresado y convertido en su prisionera. No tenía ni idea de para qué me querían, cuanto tiempo llevaba allí o que harían conmigo si es que no lo habían hecho ya mientras estaba inconsciente.
Me levanté, me acerqué a la puerta y empecé a golpearla con fuerza
―¡Sacadme de aquí!―oí un pequeño ronquido muy cercano y supe que me había puesto un carcelero así que le pegué una patada a la puerta y oí un quejido de dolor― ¡No permitiré que me encerréis cómo si fuera una maldita prisionera!
La puerta se abrió y el hombre que ayer nos vigilaba en la carreta me arrastró por el suelo una bandeja― Me temo que eso es lo que sois, al menos por el momento y ahora callad y comed
Mi estómago rugió con hambre pero al ver la pasta blanca que contenía la bandeja hice una mueca― Prefiero morir de hambre a probar vuestra vulgar comida
Él suspiró y negó con la cabeza― Entiendo que estéis asustada, pero nosotros no os vamos a hacer daño. Seguramente estéis aterrorizada y os entiendo pero no debéis temernos― me dedicó una sonrisa amable
La melena que en algún momento fue pelirroja toda canosa. Tenía una altura considerable aunque no alcanzaba la de su laird y una barriga tal vez de beber tanta cerveza se asomaba por sus ropajes. En su sonrisa faltaban algunos dientes pero notaba que no intentaba hacerme daño.
Los ojos con arrugas alrededor y me tendió una mano maloliente que yo no acepté.
―¡Me dan igual vuestras intenciones! Si no queréis que os tema libéradme, mi familia es muy poderosa, puede daros todas las riquezas que soñéis ― Dije desesperada esperando que él aceptara el soborno pero la duda no cruzó su rostro en ningún momento y negó con la cabeza
―Lo siento pero tengo ordenes claras y tenéis que quedaros aquí, Alistair ha dicho que si os portas bien dejaremos que...
―¿Si me porto bien?― solté una carcajada sarcástica― dile a tu maldito laird que no soy ningún perro
―Aquí tienes todo lo que necesitas no creo que estéis en malas condiciones
Me sentía insultada. Me encontraba en una alcoba nada acorde a mi posición, vigilada por un carcelero y presa por unos escoceses de intenciones dudosas
Miré a mi alrededor y señalé el cubo― ¿Eso para que se supone que es?
―Para vuestras....necesidades― respondió en un titubeo
―¡Que clase de infamia es esta!― cogí el cubo y se lo lancé con furia― No pienso hacer nada ahí
Se encogió de hombros, recogió la bandeja y se acercó a mi― Esto es complicado para vos pero tenéis que comer
Ante la insistencia del hombre, analicé la bandeja intentando dar con algo que me pudiese servir de ayuda más adelante, pero eran inteligentes, y lo único que había era el plato con la plasta que él llamaba comida
―¿Pensáis que comeré sin cubiertos?
―No os puedo dar un cuchillo tengo órdenes muy estrictas
―Pues dadme un tenedor― insistí ― Dios mío no os estoy pidiendo nada comparado con lo que vosotros me habéis hecho
―Pero....― Le vi dudar y en mi se encendió la esperanza
―Por favor...― susurré y dejé caer un par de lágrimas intentando convencerle
―Vale, pero dejad de protestar, en un segundo vuelvo― asentí y salió cerrando tras él.
Había obtenido una pequeña victoria y eso me dio unas ligeras esperanzas. Un tenedor no sería un arma segura y menos en un lugar lleno de brutos entrenados pero si era lo suficientemente rápida tendría alguna pequeña posibilidad.
Me acerqué a la única ventana, bloqueada con barrotes de hierro intentando ver los alrededores para hacerme a la idea de dónde me encontraba pero una espesa niebla hizo imposible que percibiera nada.
―Ya estoy, tomad tu tenedor― me lo lanzó por el suelo― pero luego me lo tendréis que dar
Asentí y volvió a cerrar la puerta. Miré la bandeja con asco, pinché un poco esa especie de masa grumosa y me dio una arcada pero necesitaba comer algo o no podría con la carrera que me esperaba en breve. Me tapé la nariz, cogí un poco y me lo metí en la boca. Me duró poco y al segundo lo eché otra vez en el plato, acostumbrada a la comida inglesa aquello no tenía sabor pero lo peor era la extraña textura que hizo que mi cuerpo se negara a tragarlo así que tendría que correr sin alimento en el cuerpo.
Me levanté y tiré todo el contenido en un cajón del escritorio vacío mientras comprobaba lo afilado que estaba el tenedor y miré con satisfacción como aunque no podría matar con él si que dejaría una buena herida
―Ya he acabado― dije con la voz temblorosa y la puerta se abrió
―Veo que os han gustado las gachas de avena, que rapidez, estoy seguro de que os sentarán bien― respondió con una gran sonrisa
―Sí una autentica delicia― seguí con sarcasmo― ojalá lo hubiese descubierto antes
―En breve seréis llevada ante nuestro Laird, él os explicará con más detalle vuestra función aquí― la idea de volver a tener que estar en presencia de Alistair MacLaren me aterrorizaba y más con mi arrebato de la última vez que le vi
―¿Cuántos días he estado dormida?― pregunté
―Dos, hemos sido my veloces llegando aquí, de normal ― Se sentó en la puerta ― Se tardan más jornadas pero Alistair quería que cuándo os despertaseis ya estuvieramos aquí, así que tuvimos que apremiarnos.
Se volvió a poner de pie para recogerme la bandeja y me tendió la palma―dadme el tenedor con cuidado no quiero movimientos bruscos lady Elisabeth
Asentí y me acerqué a él con ademán de dárselo. Justo cuando ya estaba rozando su mano lo levanté y se lo clavé con todas mis fuerzas. Soltó un alarido y yo se lo saqué para llevármelo por si acaso.
Salí de la habitación y cerré para evitar que pudiese seguirme. En el momento en el que me aseguré de que no podría salir y perseguirme , eché a correr. A pesar de ir descalza, no haber comido en lo que sentí días y la fuerza que tuve que hacer para asegurarme de que le causaba una herida, corrí como nunca. No tenía ni idea de dónde estaba ni conocía ese castillo pero dejándome guiar por mis instintos fui avanzando por los pasillos sin un rumbo fijo.
El frío de la tarde era helador y yo iba sin calzado alguno. El suelo de piedra bajo mis pies se sentía como hielo y me froté los brazos para intentar coger algo de calor.
Evité a ciertos miembros servicio, ocultándome en las esquina, mientras oía como los gritos de mi carcelero apresado inundaban el lugar, siendo consciente de que en poco tiempo todo el mundo allí me estaría buscando. Me perdí un par de veces, todos los pasillos eran iguales y toda mi adrenalina y motivación anterior se fueron apagando.
Estaba desesperada, intentando encontrar una salida que no aparecía y empezando a oír voces alertando de mi escape. Me encontré a un par de mujeres que parecían dirigirse a la cocina y que al encontrarse conmigo de frente soltaron un gran grito
―Tranquila muchacha, no tengas miedo― dijo una pero ya ya había corrido
Me apoyé en la pared intentando elaborar algún plan y me di cuenta de que a mi lado había una puerta y al escuchar pasos acercándose cada vez más, entré sin pensarlo cerrando tras de mí. Cerré los ojos intentando tranquilizarme siendo completamente consciente de que me iban a encontrar y con un creciente miedo al castigo que me esperaba por desobedecer y herir a mi carcelero.
Abrí un poco los ojos mientras mi respiración se normalizaba y vi con horror que la estancia en la que me había metido intentado huir era una gran sala en la que sentados en una gran mesa se hallaban muchos de los hombres escoceses que me raptaron. Localicé a Keith entre ellos el cual me dedicó una mirada divertida y le pegó un codazo al imponente Alistair MacLaren que permanecía de pie presidiendo la reunión.
Mientras los demás hombres miraban mi cuerpo a penas tapado por el camisón roto, él me mantuvo la mirada directamente a los ojos con dureza y yo me quedé paralizada esperando a que ellos reaccionasen
―Vaya, vaya ¿Pero que tenemos aquí?― empezó uno en gaélico ― ¿Estás perdida, bonita?
―Cierra el pico Morrison― le dijo Keith
―Creía que la tuya era la otra― se burló y Keith se levantó dispuesto a pegarle
―¡Que cierres la boca!
―¡No eres quien para obligarme!― respondió
―¡Basta!― gritó Alistair, ambos callaron y yo volví a reaccionar abriendo de nuevo la puerta y volviendo a correr pero esta vez no fui muy lejos. Todos los hombres de esa sala empezaron a perseguirme y al superarme tanto en número como en velocidad fui agarrada por uno, que me apretó contra la pared y empezó rozar con la punta de su nariz mi cuello.
―Sois muy hermosa
―¡Soltadme asqueroso salvaje!― soltó una carcajada
―Vaya....sois valiente.― Rozó con sus labios mi cuello mientras apretaba mi cintura amenzando con traspasar los límites del camisón ―Me encanta como os resistis―murmuró mientras yo creía morir de repugnancia
― Estarás acostumbrado a que las mujeres lo hagan, estoy segura de que no hallarás ni a una que no se oponga a vuestra asquerosa presencia ― respondí y los hombres que lo escucharon rieron mientras el que me sostenía me pegó un bofetón que me cruzó la cara. Un par de lágrimas cruzaron por mi rostro y presa del pánico comencé a temblar
―Ni se os ocurra hablarme así perra inglesa, no tenéis ni idea de lo que os espera aquí ― le escupí en la cara y aproveché para clavarle el tenedor en el hombro un par de veces
Me dejó caer mientras se apretaba la herida. Yo caí al suelo con una alarido de dolor mientras lloraba desconsoladamente. Al levantarme y darme la vuelta para huir me choqué con el torso de Alistair MacLaren
Otra vez ante mi, imponente con su rostro serio, como si el hecho de que me hubiera escapado no le alterase lo más mínimo. Alzó una ceja sin abandomar esa expresión neutra y dio un paso hacía mi
―¿A mi también me vais a clavar vuestra....― miró el tenedor― arma infalible?
Hasta entonces no me había percatado de su acento al hablar en inglés.
―Por favor dejadme en paz ― supliqué mientras me tocaba el cachete abofeteado en un mar de lágrimas ― No sé que queréis de mí, yo solo quiero irme a casa
Aunque su rostro siguiera frío e inexpresivo en sus ojos pude ver compasión, sabía que no estaba disfrutando con aquello. Dio un paso en mi dirección ―Si os intentáis acercar os lo clavaré y no os hagáis el fuerte por que estoy segura de que a vuestros amigos tampoco me veían capaz de ello
―Por mucho miedo que me de que podáis utilizar semejante arma contra mí― dijo con sarcasmo sin dejarse intimidar― necesito que me lo deis
―No― se mojó los labios muy despacio y se cruzó de brazos
―¿Me vais a obligar a que contar hasta tres?― se mojó los labios muy despacio y se cruzó de brazos
―¿Sólo sabéis contar hasta ahí?― le rete y me arrepentí al segundo. Me mordí la lengua, parece que las mil clases con mis tutores para corregir este tipo de cosas no valen para nada.
―Uno...― se acercó un poco mientras yo retrocedía llorando.
―¡Os odio!― grité con desesperación mientras intentaba limpiarme las lágrimas mientras le apuntaba
―Se os pasará― hizo un parón― dos....
Apreté el tenedor aún más mientras pensé que la tensión me consumiría. Se formó un círculo alrededor de nosotros, pero nadie quiso interceder, cómo si de alguna manera esto fuera un espectáculo y Alistair estuviese intentando domar a una fiera
―Tres― susurró y en una rápida maniobra, me cogió entre sus brazos y con delicadeza y sin casi oposición por mi parte, lo cogió.
―¡Soltadme!― pataleé y el me cargó en su espalda como si fuese un saco― ¡Maldito bárbaro ponedme en el suelo!
Ignorando mis comentarios comenzó a andar y yo seguí intentando bajar sin conseguir nada. Empecé a mentalizarme de lo que muy probablemente iba a ocurrir
―¡Soy lady Elisabeth Camile.....!― Grité en medio del llanto
―Doyle, hija de los condes de Wessex y futura duquesa de Wellington, lo sé.―me cortó― ¿No recuerdas que ya os presentasteis ayer?― siguió divertido
―¡Cuando estéis a punto de ser ahorcado os acordareis de este momento!
―Seguro que sí― respondió en el mismo tono
― ¡Os odio! ¡Ojalá os pudrais en el infierno!
―Supongo que nos encontraremos ahí, atacar a dos hombres no es algo muy cristiano. ― me seguí moviendo y el se paró ante una puerta, entró y me dejó en una cama.
No era la de antes, esta era más grande, los tapices con los escudos que había en la otra se repetían en aquella pero eran más grandes, dotándola de una aire señorial. No tuve más tiempo para observarla por qué rápidamente me di cuenta de a quién le pertenecía.
―¿E-es vuestra alcoba?
Él asintió, cerró la puerta y parte de mi coraza se derrumbó al intuir sus intenciones. Iba a ser violada, ahora mismo por aquel laird, tomaría mi virtud. Toda mi felicidad iba a ser arruinada en ese preciso instante. Me acordé de mis padres, de mi hermano y de Evan, sobre todo de él. De como todas mis posibilidades de volver junto a él se iban a esfumar en el preciso momento en el que ese escocés acabara de utilizar mi cuerpo.
Aquel momento que siempre pensé que tendría con mi esposo, en el calor de una noche de bodas...empecé a mentalizarme de que aquello nunca ocurriría y la realidad era que aquel salvaje iba a tomar tan preciada condición ahora mismo.
Lloré con más fuerza, negué con la cabeza y cerré las piernas.
― Por favor no, os doy mi palabra de que no saldré de la otra alcoba, comeré la plasta esa, no atacaré a nadie más pero por favor os lo suplico no me mancilles.― No podía respirar, tenía un ataque de pánico en directo, me hice un ovillo me tapé la cara con las manos.
Al notar que no se acercaba decidí levantar la mirada para toparme unos segundos con la suya. En sus ojos ya no había compasión había preocupación.
Levantó una ceja y se cruzó de brazos―¿Me creéis capaz de tal aberración?― Al ver mi cara de pánico y como mi llanto no cesaba se alejó un poco para darme espacio y calmarme―Sois hermosa pero no tengo ni la menor intención de utilizaros de esa forma. Yo no necesito forzar a una mujer para saciarme
Asentí más tranquila mientras mi respiración se iba acompasando― ¿Entonces que hago aquí?
―Tengo que admitir que cuando os vi tan educada y recatada en aquel baile con vuestros bonitos e inocentes ojos violetas fijos en mí, no me imaginaba que ocultabais esa lengua afilada como una daga y la capacidad de escapar de varios de mis hombres. ―Ni yo, quise decir pero callé― así que no me queda otra que teneros bien vigilada con lo que dormirás conmigo aquí
―¡¿Qué?! ¡No! ¡Me niego!― Me arrastré hasta el otro extremo de la cama
― No estais en posición de negaros
― ¡Escúchadme, tal vez en estas tierras de igual pero de dónde yo vengo esto es una infamia! ¡Si alguien descubre esto....jamás podré volver! ¡Estáis acabandl con mis oportunidades de recuperar mi vida!
― Pero ahora estáis aquí y tendrás que acostumbraros, dormir con vos tampoco es el deseo más profundo de mi corazón pero ambos tendremos que hacer sacrificios
―¡Os mataré mientras dormís! ― grité fuera de mí
― ¿Veis? Ya os he dado algo que hacer y en lo que pensar ¿contenta?― cogí un jarrón de una mesilla y la tiré contra él, que se apartó sin esfuerzo y esta vez sí, sonrió
― ¡Os odio!
― Podré vivir con ello
― ¡Os voy a destrozar la habitación!― volví a chillar
― Así estaréis entretenida― se dirigió hacia la puerta ― si os tranquilizais y dejáis de intentar escaparos os dejaré libre por el castillo ¿Entendido?
―¡Pudriros en el infierno!― volvió a sonreír y salió mientras yo me caía al suelo medio desmayada.
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