Capítulo 32

Tardé en procesar lo que mis ojos estaban viendo unos segundos y para cuando mi mente entendió lo que iba a ocurrir ya me estaba dando un ataque de pánico.

Me agarré a los barrotes gritando desesperada pero era conscientes de que era imposible que me escuchasen. Corrí a la puerta y la aporreé con todas mis fuerzas gritando hasta que me ardieron los pulmones. 

Golpeé la madera con cada parte de mi cuerpo. Mis manos magulladas se tornaron rojas, mis codos se rasparon y mis pies doloridos seguían intentando echar la puerta abajo.

No tenía ni idea de que había pasado, si había habido algún tipo de pelea, si algo había hecho cambiar la mente de lord Wellington o simplemente todo había sido un engaño y nunca realmente tuvo la intención de dejar salir con vida a los MacLaren.

Nadie contestaba mis plegarias, y nadie atendía mis gritos. Me arrodillé suplicando a Dios un milagro, tal vez me estaba castigando por mis pecados y aquella sería mi penitencia por mi comportamiento en Escocia.

―Por favor...― susurré― no dejes que nada malo le ocurra.....

Seguí gritando intentando que alguien se apiadase de mi. No quería creer que la vida pudiese ser tan cruel de hacerme presenciar la muerte de aquel que yo más amaba. Pues aunque ya había aceptado con dolor que nuestro amor era algo imposible, pensar en que él viviría una vida plácida en sus tierras era mi único consuelo.

Volví a mirar por la ventana con angustia y observé a Lord Wellington exhibiendo un documento en alto: El que yo había firmado y solo pude llegar a escuchar una palabra. 

Violar.

―¡Mentira!― grité lo más alto que pude sacudiendo los barrotes. Las lágrimas ardieron en mis mejillas y quise morir de pensar en presenciar la muerte de Alistair.

Sacudí de nuevo el pomo de la puerta― ¡Dejadme salir!― volví a empujar, chillar, golpear mientras a cada segundo que pasaba mi ansiedad iba creciendo. 

Tenía claro que si Alistair moría yo iba a enloquecer. 

Los recuerdos de todos los meses juntos comenzaron a entrar en mi cabeza a cañonazos, torturándome, mostrándome todo el tiempo que perdí resistiéndome a mis sentimientos, y desperdiciando semanas a su lado. Me arrepentí de cada pelea, cada insulto, para mala palabra y mala actitud, y en esos momentos hubiera sido capaz de dar lo que fuese por poder verle otra vez.

Estaba convencida en cualquier momento mi corazón dejaría de latir del dolor cuando escuché el ruido de unas llaves y tras unos segundos la puerta se abrió.

Evan se encontraba al otro lado y yo desconcertada le miré sin saber muy bien sus intenciones

―Ve a salvarles― dijo Evan en un suspiro 

―Y-yo...

―Os merecéis ser feliz y yo no puedo obligaros a pasar el resto de mi vida conmigo por mucho que quiera―musitó― tu hermano está haciendo lo mismo con mi prima

Quise agradecerle de mil maneras le gesto pero antes de que pudiera hacer nada mis pies ya habían echado a correr y me dirigí lo más rápido posible, descalza y en camisón al patio intentando que mis ojos nublados no me imposibilitaran la carrera.

Aparté miembros del servicio de mi camino y con la respiración entrecortada irrumpí en le patio

―¡Parad!― grité desesperada mientras observaba con horror como Alistair había sido subido a la plataforma para ser colgado.

―¡Vuelve dentro!― gritó Alistair

Pero yo ignoré su comentario y arrebaté de las manos el documento a lord Wellington. A la luz de día pude comprobar como se trataba de una supuesta confesión en la que yo admitía haber sido sometida a todo tipo de vejaciones tales como torturas y violaciones por parte de Alistair y yo delante de la veintena de aldeanos que había reunidos destrocé el documento con las manos

―¡Falso!― grité― ¡Todo falso! 

―Claramente, está dama sufre una grave enajenación mental, no está en sus cabales, deben ser secuelas de lo sufrido en Escocia― dijo lord Wellington con sorna

Ahí estaba la imagen que él quería proyectar de mí. Una loca. Alguien que había sufrido tales males en escocia que había quedado trastornada y defendía a sus captores en un ataque de histeria.

Miré a mis padres buscando compasión― ¡Por favor! ¡Os lo pido como hija, no dejéis que le maten o juro por Dios que me habéis perdido para siempre!

Evelyn llegó corriendo seguida de William y se fundió en un fuerte abrazo con Keith

―¡Elizabeth, he dicho que te vayas!― volvió a rugir Alistair pero yo busqué la compasión en el rostro de mi padre. Bajó la mirada hasta el suelo y se negó al contacto de mis ojos. ― ¡Vete, ya!

Evan llegó al patio y resopló mirando a su padre― Padre, ya basta

―Vete de aquí Evan, no tienes ni idea de nada, esto lo estoy haciendo por ti

―Madre...― Evan buscó a su madre que parecía concentrada intentando tapar sus propias lágrimas

―¡Lord Wellington, está claro que mi hermana no ha firmado eso por su propia voluntad, nada de lo que se les acusa a estos hombres es cierto, así que dejadles marchar!― intentó frenarlo William pero nadie le antendió.

En ese momento entendí que si quería apelar a la desesperación de los presentes, tenía que hacerles ver la angustia que sentía yo así que robé el puñal del cinturón de lord Wellington y lo coloqué en mi cuello. 

―Os juro por Dios, que si él muere, yo voy detrás, pues no pienso vivir mi vida si Alistair no está― hubo un murmullo generalizado y ahora sí, los asistentes parecieron reaccionar.

―¡Que alguien la quite el puñal!― gritó Alistair intentando deshacerse del agarre de los guardias― ¡Keith!

Pero Keith había sido separado de Evelyn y también atado.

―¡Padre, es suficiente!― gritó Evan intentando llegar hasta mi

―¡Padre!― gritó William al borde del llanto intentando apelar al nuestro― ¡Elizabeth, siento mucho esto, tenías que haber hablado conmigo yo...todo es culpa mía por favor, te lo suplico no te hagas daño!

―¡Wellington si la ocurre algo voy a descuartizarte!― siguió Alistair

Miré a mi madre que ahora sí parecía haber despertado de un trance de veinte años y observaba el filo de la daga en mi cuello― Estoy encinta― susurré y sus ojos se abrieron con horror. Padre contuvo el aliento y observó mi abdomen.

―¡Elizabeth!― gritó Alistair

Lord Wellington rio― A mi me estás ahorrando un problema más, dos pájaros de un tiro. Por que esta vez― se acercó y me agarró del brazo― no voy a permitir que el hijo de un MacLaren se me escape, como me pasó contigo― señaló a Keith y Evan le miró con desconcierto

Hizo ademán de clavarme el cuchillo cuando mi madre dio un paso al frente

―Ni se os ocurra tocar a mi hija bastardo

Lord Wellington sorprendido rio y me soltó― ¿Todo este tiempo sabíais hablar?

Madre avanzó hasta mi y se puso entre el duque y yo― Los dos sabemos que no os conviene que hable John por que te juro por mi vida, que o dejáis a mi hija y estos dos hombres en paz y dejáis que marchen a Escocia o todo Inglaterra lo sabrá. Y creedme yo seré la encargada de extenderlo.

Miré confusa a mi madre sin saber con que exactamente estaba amenazando al duque pero ellos parecieron entenderse a la perfección por que duque dejó de sonreír.

―Podéis marchar― gritó a los aldeanos― vamos a resolver esto en familia

Los espectadores fueron poco a poco abandonando la escena 

―¿No es suficiente chantaje tener que aceptar los matrimonios que me impusisteis vos y el ambicioso de vuestro marido?― murmulló

―Los dos sabemos que como esto vea la luz en la corte, jamás podrás regresar a Inglaterra sin ser la chanza de todo el país y vuestro linaje acaba aquí.

Lord Wellington apretó la boca y masculló insultos que no llegué a escuchar

―¿De que está hablando, padre?― preguntó Evan

―Nada― musitó― de nada― hizo un gesto a los guardias que tenían agarrados a Keith y Alistair y yo solté la daga y corrí hacia él 

Alistair me cogió el rostro entre sus manos y me besó como si pensase que nunca más iba a volver a hacerlo― ¿Cómo has podido hacer esa estupidez?― susurró― volvió a besarme

No podía parar de llorar y me aferré a su pecho asintiendo, siendo del todo consciente de lo cerca que había estado de perderle― Es que...amarte ha sido la gran hazaña de mi vida― repetí sus palabras y volví a posar un suave beso en su boca

―Volvemos a casa― dijo y yo asentí sin dejar de tocarle, como si quisiese autoconvencer de que era real.

De repente escuchamos el galopar de caballos y como irrumpían en la escena Lean MacLaren, Brochan MacKenzie y otros treinta guerreros tanto MacLaren como MacKenzie entre ellos Sienna que su rostro dejaba ver que había pasado el viaje llorando.

Brochan descabalgó y señaló la horca― ¡Que se supone que es esto!

Lord Wellington pareció acobardarse en su presencia, ante el imponente porte del guerrero. 

La estatura baja del duque, físico poco cuidado, con un gran barriga, cabeza despoblada y rostro arrugado contrastaba con la gran altura del escocés, sus facciones riegas y atractivas, sus vivaces ojos azules y abundante cabello. 

―¡Acabáis de declarar la guerra a Escocia, como os atrevéis a secuestrar a el laird del clan MacLaren, tenéis suerte de que no...!― su voz se quebró en cuanto sus ojos encontraron los de Katherine Warwick―Katherine...

―¡Quién se supone que sois vos!― dijo Evan extrañado y la expresión del rostro de Brochan cambió por completo cuando su mirada se posó en él. 

Entonces entendí que tenía de familiar, la primera vez que le conocí. Evan compartía la misma mirada que Brochan MacKenzie, los mismos rasgos regios y el mismo porte. Y un pensamiento retumbó en mi cabeza.

Evan era hijo de Brochan MacKenzie. De repente, las palabras de mi padre la dirigió aquella mañana se hicieron paso en mi cabeza.

¿Os resulta familiar?

Y las palabras de Katherine

Por que se de primera mano que no es una situación fácil. Sé que estáis enamorada perdidamente mientras la culpa os carcome por lo que habéis hecho, sé que renunciaríais al mundo por él, sé que estar embarazada empeora la situación

Lo sabía de primera mano, por que ella lo había experimentado.

Brochan se quedó observándole prudentemente― ¿Es Evan?― murmuró en dirección a Katherine y ella asintió con lágrimas en sus ojos

―¿Quien sois?― repitió Evan y nadie contestó su pregunta

―¡Estaba claro Brochan MacKenzie, aceptaste el trato no volver a Berwick hace veinte dos años! ¡Marchad de aquí antes de que te arranque la cabeza!― gritó el duque fuera de sí y en un intervalo de tiempo que no fui capaz de procesar, Katherine Warwick se hizo con la daga que había en el suelo y se la clavó a su marido en el cuello.

 Apreté mi cabeza en el pecho de Alistair para no presenciar la sangre y él me envolvió con su brazo.

―¡Madre!― gritó Evan pero Katherine Warwick soltó una carcajada de alivio y corrió a los brazos de Brochan. Brochan la apretó contra él y ella comenzó a llorar

―Pensaba que nunca volvería a verte― murmuró sollozando

―Shh...estoy aquí Katherine...ya está, todo esta bien, por fin...― el rozó el pelo con cariño y ella se aferró más a él como si tuviese miedo de que en algún momento se fuese a esfumar

―Estos veinte años han sido una tortura....― dijo en medio del llanto

―Ya está, se ha terminado.

Le rozó el rostro y sonrió― No has cambiado nada― dijo sonriendo y por primera vez vi luz en sus ojos azules

Él sonrió ante sus palabras y le dio un beso en la cabeza

Evan parecía no dar crédito a nada de lo que acababa de ocurrir. Observó a su padre desangrado en el suelo con una mezcla de pánico y alivio. Mientras ninguno de los presentes supimos que decir

Sienna llegó a nuestro lado corriendo― Cuando nos dijeron que os habían secuestrado...pensábamos que no volvería a veros nunca

―¿Tu sabías que Brochan...?― preguntó Alistair señalando la escena

―Vuestro padrino― la voz de Lean MacLaren nos irrumpió por detrás― lleva enamorado de esa mujer veinticinco años y Dios sabe que no ha habido día que no se haya acordado de ella. Así que por fin, ambos podrán tener lo que se les fue arrebatado.

Katherine se giró hacia Evan que seguía sin procesar lo ocurrido y le abrazó.

―No sé vosotros― murmuró Keith― pero muero por volver a Escocia

Alistair me miró y sonrió― Volvemos a casa



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