Capítulo 28
Una horrible sensación me recorrió el cuerpo.
Tenía que enfrentarme a las consecuencias de mis actos y a la decepción de mi hermano, que me abrazaba con ilusión, convencido de que estaba poniendo fin a un cautiverio lleno de sufrimiento y mis lágrimas no ayudaban a convencerle de lo contrario.
―¿William como has entrado aquí?―pregunté intentando averiguar cuántos hombres había dentro del castillo y como podía proteger a los miembros del servicio. La fortaleza de Balquhidder era prácticamente impenetrable.
―Los MacLaren tienen sus topos en la corte y yo tengo los míos aquí― me revolvió el pelo― no podía esperar a más reuniones, así que he venido a llevarte a casa yo mismo
Alguien le había abierto las puertas desde dentro.
Alguien que sabía que Alistair y Keith marchaban.
―¿Cuántos hombres habéis venido?
―Una veintena pero mañana si todo sale bien nos esperan en un pueblo cercano otra veintena para escoltaros― sonrió orgulloso y se apoyó en el escritorio― hemos esperado a que esos...bárbaros partieran. Dios mío― me volvió a abrazar― pensaba que nunca volvería a verte
No dejé que el pánico me consumiera, tenía que pensar rápido para sacarles de allí lo antes posible, pero todo se complicaría si no daba con la persona que les había facilitado la entrada.
―Cómo saldremos de aquí― fingí interés en el plan
William sonrió― Al anochecer para levantar menos sorpresa, por la puerta trasera de la primera torre, allí nos esperarán el resto de hombre...― miró alrededor― ¿Está Evelyn? Necesito verla. Quiero...necesito ver que se encuentra bien.
Observé con dolor la ilusión de mi hermano, pues aunque no lo supiese, nos había perdido a las dos.
―Ella...está bien William no tienes de que preocuparte
―¿Os han hecho algún daño a las dos? No te imaginas que horribles historias han llegado a Londres.
Tragué saliva y asentí― Por que tiene la corta esa obsesión con inventar...― resoplé y él alzó una ceja confundido mientras señalaba mis marcas rojas en el cuello
― ¿Quién os ha hecho eso?
Me rocé nerviosa la zona― Me pica horrores, debe de ser algun tipo de rozadura― mentí y él las observó con más detenimiento
― Estos meses...nadie os ha forzado ¿cierto?...
No quiso ni acabar la frase pues ambos sabíamos a que se refería. La imagen de Alistair bombardeo mi cabeza, sus besos, sus caricias, todas las noches que me había entregado a él...
― Nadie ― No había hecho falta yo sola me había dejado.
Suspiró aliviado y asintió volviendo a respirar con tranquilidad
―Estás distinta― sentenció
Resoplé sabiendo que tenía razón y nada quedaba en mí de aquella dama que llegó a esas tierras― Han sido unos meses...intensos― le rocé el pelo― pero te he echado mucho de menos
Sonrió― En breve volverás con nosotros. Madre está deseando veros de nuevo. Te casarás por fin con Evan y podremos olvidar todo esto
La simplicidad de sus palabras me dieron cierta ternura, verle completamente ajeno a lo que había sido mi vida. Obligado a tener que hacer pervivir el recuerdo de una vida que ni quería ni esperaba tener.
Y ahora, yo, enamorada de otro hombre, prometida y encita iba a romper todo ello.
Entendí rápido que por mucho que se lo intentase explicar no lo iba a entender. Ni mis ansias de libertad, ni mi amor por Alistair ni por esas tierras, ni el que mi corazón ya no fuera ingles. Así que la única manera de acabar con aquello sería que los hombres escoceses que estuviesen en la fortaleza se enfrentaran a aquel grupo de ingleses y venciesen, pero yo necesitaba encontrar la manera de proteger a William.
―Esta noche nos abrirán las puertas de la torre y podréis escapar, allí os esperaremos, sino entraremos nosotros aquí y acabaremos con cuantos escoceses encontremos
―William, la gente de este lugar no tiene la culpa
Frunció el ceño― Han secuestrado a mi hermana y a mi prometida, durante meses había pensando que nunca os volvería a ver con vida a las dos. Han estado a punto de arruinarme la vida, pues si algo te hubiese pasado...― suspiró― da gracias de que no prenda fuego al castillo. Si no os dejan salir, echaré la puerta abajó y juro que entraré.
Llamaron a la puerta y la voz de Evelyn nos interrumpió
―Elizabeth has encontrado la...― su rostro palideció al encontrase con el de mi hermano― William...
Mi hermano corrió hacia ella con pura adoración y la besó con dulzura mientras Evelyn se quedaba petrificada
―Gracias a Dios...― la rozó el pelo― pensé que nunca volvería a veros, he temido tanto por vuestra vida― besó su frente y ella no reaccionó simplemente fijo la mirada en mi
La pasó las manos por el pelo como si quisiese convencerse de que era real.
―Q-qué haces aquí...
―He venido a sacaros se acabó vuestra prisión, todos estamos meses pensando lo peor...se acabó todo, volvemos a Londres y en cuanto lleguemos pienso desposaros ― volvió a besarla y el estómago se me revolvió. No quería ver sufrir a mi hermano, no sé lo merecía.
Su único delito había sido enamorarse de la mujer que debía desposar, sin saber que el corazón de ella ya pertenecía a otro.
―Pero yo no...― quiso revolverse Evelyn y yo la corté
―Nos vemos al anochecer William, danos tiempo para prepararnos
Evelyn me miró con pánico y yo la susurré que confiara en mí.
Él volvió a besarla y se acercó a la puerta― Cuando volváis a Inglaterra, no pienso separarme de vos ni un segundo. No sabéis lo mucho que os amo.― y desapareció de nuevo entre las sombras
― Elizabeth...― murmuró con puro terror― Yo no puedo...no quiero regresar― su respiración se alteró y yo corrí a abrazarla― hay que explicárselo, puedo que él lo entienda
―Escúchame, conozco a mi hermano, se convencerá de que tu voluntad ha sido anulada...nos sacará a la fuerza. Hay que convocar una junta
Evelyn asintió― Voy a buscar a Bernlack
―Necesito que todos los guerreros que queden en el castillo acudan. La única manera es acabando con los ingleses que han venido.
De repente lo comprendí. Yo ya no me sentía inglesa y mi máxima preocupación era la gente de Balquhidder. No sabía si era por todos los meses que lleva allí o tal vez por que la criatura de mi vientre tenía esa sangre, pero mi instinto de protección se volcó con los escoceses
―Por que no blindamos el castillo que no puedan entrar y tengan que marchar
―Por que alguien desde dentro les ha facilitado el acceso. Y aunque cerremos una puerta, quien sea que esté intentando que los ingleses entren, les volverá a dejar entrar.
―No podemos enfrentarnos a esto solas, hay que avisar a Alistair y a Keith
―No les va a dar tiempo a regresar antes del anochecer. Hay que arreglarnoslas nosotras.
Salí de la estancia en busca de Bernlack que localicé hablando con Morrison.
―Necesito que convoqueis a cuantos hombres queden con los que Alistair y Keith organizan las juntas ― dije con seguridad
Morrison soltó una carcajada ― Los preparativos de la comida, se hablan con las cocineras
Bernlack puso los ojos en blanco ― ¿Sucede algo?
― Es urgente, por favor
Asintió sin contradecirme ― Esperad en la sala de reuniones en unos minutos. Allí estaremos
― ¿Le vas a hacer caso? Bernlack ella no está autorizada
Bernlack le lanzó una mirada amenazante ― Ambos sabemos lo que ha dicho Alistair antes de partir. Si ella pide que se convoque una junta, se convocará pues.
―Pero...Bernlack...― quiso rechistar
―Sabes bien lo que Alistair hará si se entera de que te has negado. ― dijo Bernlack antes de alejarse por el pasillo dando órdenes
Morrison resopló ― Alistair con su capricho con vos― me señaló ―nos está avocando al desastre. A penas le hemos visto durante dos meses...Es teneros cerca y olvidarse de que es laird. No voy a dejar que hagáis lo mismo con el resto de nosotros.
Comencé a impacientarme, no tenía tiempo para discutir.
―Podéis creerme o no, pero mi prioridad ahora no es ganarme vuestro cariño, sino la protección de este castillo y cuantos viven aquí.
― ¿Vais a protegernos vos? ― soltó una carcajada― ¿De qué? ¿De el desabastecimiento de pan? Estoy deseando ver cómo.
Tuve que hacer varias respiración para no abofetearle― No. De los ingleses.
La mueca divertida de su rostro se borró y dejo paso un gran desconcierto― Si ese fuera el caso, vos no os podéis encargar, hay que avisar a Alistair― murmuró― maldita sea
―Creedme cuando os digo que no hay tiempo
Vi ir entrando en la sala a unos diez hombres que supe que junto con los diez que habían partido formaban el consejo del clan MacLaren.
Evelyn me rozó el brazo y asintió― Tal vez...― susurré― deberías ser tu la que...
―No― dijo rápidamente― tu estás llamada a regentar estas tierras en ausencia de Alistair, y de instruir a vuestro hijo como hacerlo.
Bernlack esperaba fuera con mirada paternalista a que diese el paso de entrar en la sala y me hizo un gesto de apoyo.
―No sé si estoy preparada
―Alistair es un hombre enamorado, sí― se acercó a mi― pero no estúpido. Si os ha dejado al cargo de estas tierras, de su hogar, y su clan, es por algo.
Asentí, tome una respiración profunda y fingí mi mayor seguridad mientras me hacía paso entre los hombres de la estancia que comenzaban a tomar asiento.
Miré a Bernlack unos segundos preguntando con los ojos dónde debía permanecer yo y señaló la gran silla de madera que supe que pertenecía a Alistair. Me senté, lo que genero el murmurllo de toda la sala mientras Evelyn a mi lado tomaba asiento a mi izquierda, en la silla de Keith.
Alistair está loco, una mujer.
Esto es una infamia
El clan MacLaren está perdido
Intenté hacer un esfuerzo e ignorar los comentarios y me puse en pie intentando reconocer todos los rostro que tenía delante de mí. Algunos como Morrison, Lanchlan o Murdoch me eran más que familiares, pero había algunos hombres que aunque conocía de vista, jamás había cruzado ni media palabra
―Sé que para la mayoría seré una abominación.― comencé apreciando con tranquilidad como mi tono de voz expresaba mayor seguridad que mi interior― puede que para algunos por ser inglesa― Murdoch arrugó el rostro― otros por que pensáis que no soy más que la furcia de vuestro laird― Morrison y otro hombre resoplaron― o puede que simplemente por que no me conozcáis lo suficiente― otros hombres asintieron― pero esto no se trata de mí sino de la seguridad de esta fortaleza
Todos los presentes ahogaron un suspiro de sorpresa y comenzaron a murmurar entre ellos ― ¡Escuchad maldita sea!― gritó Bernlack
―Los ingleses han penetrado las murallas de Balquhidder― dije y todos se pusieron en pie gritando en un gaélico tan rápido que a penas era capaz de entenderlo
―¡Qué escuchéis por el amor de Dios!― gritó una voz que me sorprendió hasta a mí. Iona acababa de entrar en la sala y tomo asiento a mi derecha.
―¿Qué hacéis aquí?― murmuré
―Os he escuchado hablar con vuestro hermano, os aconsejo que no mantengáis ese tipo de conversación tan cerca de la puerta, pues retumba en todo el pasillo― susurró para que no escuchasen el resto de hombre
No tenía tiempo de celos.
Iona se había aislado sola del castillo en cuanto Alistair y yo regresamos y la mayoría de los días los pasaba leyendo en la biblioteca.
―Esta mañana― continué― he recibido la visita de mi hermano― más murmullos y miradas inquisitivas. ― y me ha comunicado que hoy al anochecer pretenden sacarnos del castillo y lady Evelyn y a mí, si no es por propia voluntad, a la fuerza y acabando con quien se encuentren en el camino
―Yo no veo el problema, yo mismo os llevaré gratamente hasta Inglaterra si ellos lo requieren― bromeó Morrison pero nadie secundó la risa
―Y esperemos que te quedes ahí, por que ni Alistair ni Keith te dejarían pisar estas tierras sin mataros― apostilló Iona
―Necesito conocer los detalles militares de esta fortaleza ¿Con cuantos hombres contamos?
―En unas circunstancias normales unos doscientos pero ahora que se encuentren en el castillo unos 50, la mayoría se encuentran en tierras de otros clanes o en la ciudad― contestó un joven de pelo rojizo
―¿Vuestro nombre?― pregunté
―Arran, hijo de Sloan Murray, milady.
Sloan Murray, o el guerrero de acero. Así se le conocía el folklore escocés, como otro de los grandes guerreros de los MacLaren que dio su vida por Evander y Jane Wellington. En Inglaterra se le tenía como un asesino que acabó con múltiples víctimas inglesas.
―Cincuenta es suficiente
―¿Cuántos son?― preguntó Lanchlan
―Unos veinte
―Podemos atacarles desde la muralla― propuso otro hombre de espesa barba canosa y fieros ojos verdes― ellas pueden salir a su encuentro y aprovecharemos para atacar
―¿Como blindamos una espada desde la muralla?― preguntó Morrison con sarcasmo
―Usaremos flechas― respondió Bernlack
―Pero eso pone en un riesgo tremendo a las damas― se quejó otro hombre se espesos rizos rubios― al anochecer la luz no es clara y no sabremos distinguir siluetas
―Correremos el riesgo― dijo Evelyn― pero no podemos dejar que entren en la fortaleza
―Elizabeht...es demasiado peligroso― susurró Iona
―En cuanto lluevan las flechas , corred de vuelta a la muralla, será una encerrona perfecta― sugirió Arran
―Pero hay que alejarles lo suficiente de la muralla como para que los arqueros puedan dar con ellos― resopló Murdoch
―La luz no va a ser clara, podemos cargar un escudo a la espalda, cuando se quieran dar cuenta ya estarán a tiro de nuestros hombres.― sentencié sabiendo el riesgo que asumía
―¿Cómo se supone que vuestro hermano ha entrado?― preguntó Bernlack y yo me paseé por las sillas buscando culpabilidad en sus rostros
―Alguien le ha dejado entrar desde dentro
Ahora sí. La sala fue un caos.
Comenzaron a acusarse entre ellos, a nosotras incluso a Iona.
―¡Ha sido ella, celosa de que ahora no ocupa la cama del laird!
Iona se levantó de golpe y se acercó a aquel hombre a la vez que le escupió en los pies.― Escúchame por que esta es la última vez que voy a dirigirte del palabra pero yo, antes que mujer, soy escocesa y preferiría morir que traicionar a mi clan.
La solemnidad de sus palabras nos hizo callar a todos y mis dudas se disiparon sabiendo que habían sido fruto de los celos, por que pocas veces mi intuición tuvo tan claro algo como que Iona no abriría nunca las puertas a un inglés
―Por precaución nadie abandonará esta sala hasta que hayamos ultimados los detalles y sea la hora. Morrison, ve en busca de Alistair y Keith, lo de los MacNab puede esperar pero necesitamos que acudan al castillo por si algo saliese mal― Morrison aceptó mi recado refunfuñando, sabiendo que yo estaba buscando tenerle cerca del castillo por si fuese él quien hubiese abierto las puertas del castillo.
―No llegarán hasta pasada la noche por que ya estarán a medio camino
―Lo sé, pero les necesitamos aquí.
Yo le necesitaba allí. El pensamiento de reencontrarme con Alistair era lo único que me daba fuerzas para afrontar el estar a punto de ser disparada.
Morrison cerró la puerta de un portazo y Evelyn, Iona y yo dedicamos las siguientes horas a organizar cada último detalle de la escaramuza. Evacuamos a los miembros del servicio a los sótanos, dimos claras instrucciones a los arqueros, bloqueamos el resto de entradas del castillo mientras yo buscaba desesperadamente la manera de proteger a mi hermano sin saber como.
Estaba comenzando a desesperarme al darme cuenta de que comenzaba el atardecer cuando Evelyn dio con la idea ganadora― lo haremos como a los escoceses mejor se les da―Alcé una ceja intentando entenderla y ella sonrió― igual que cuando llegamos aquí. Estragón en vino.―Sacó una petaca de cuero y la llenó de vino que mezcló con algo de estragón―en cuanto se adormezca le arrastraremos hasta la muralla
Suspiré aliviada y observé ansiosa como anochecía
Me cambié a ropajes oscuros y me rocé la barriga. Podía perder a mi hijo si algo salía mal. Si tenía una mal caída o me alcanzaba una flecha. Así que tenía que preocuparme de mi, de mi criatura, de mi hermano y de todos los miembros de este castillo.
Las manos me temblaron.
―Todo va a salir bien― susurró Iona― pero por favor tened cuidad
Lanchlan nos acercó los escudos de madera. No muy grandes, escondibles deabajo de una capa.
―Tened cuidado― murmuró― Alistair y Keith nos matarán si algo ocurre
―Los arqueros están listos en el torreón de la puerta trasera― avisó Arran
Me odiaba. Odiaba hacerlo esto a mi hermano, que lo único que buscaba era salvarme de lo que él suponía que era mi cárcel. Tal vez si hablaba con él, le hiciese entrar en razón, pero recordé sus palabras
Han estado a punto de arruinarme la vida, pues si algo te hubiese pasado da gracias de que no prenda fuego al castillo
―Si le pasa algo a William...― murmuré mientras caminábamos hasta el lugar indicado rompiendo el silencio funerario que Evelyn y yo habíamos mantenido los últimos minutos― no me lo voy a perdonar en la vida
Evelyn se retiró rápidamente una lágrima del rostro― Ni yo...él no se merece esto
Negué notando como las lágrimas inundaban mis ojos pero las aparté en cuanto vi llegar al resto de hombres
―Os esperamos detrás de las puertas― susurraron― si algo pasara, saldremos
―Todo va a salir bien― Evelyn me dio la mano y en cuanto escuché la voz de mi hermano al otro lado abrí la puerta
Vi como su rostro se llenaba de alegría y se me partió el corazón. ― Dios mío gracias...pensaba que no vendrías y tendríamos que entrar...
Hice como que le daba un trago al vino y mi hermano enarcó una ceja― Necesito algo que me haga liviano la vuelta a caballo― fingí
―¿Es vino?
Asentí y sonrió quitándome la petaca― Déjame robarte un trago
―No, es mío...― intenté quitársela y él frunció el ceño juguetón
―No seas egoísta, no tenemos ocho años
―Igual que de niño― susurré y él rio mientras daba un trago largo
―Mmm es inglés― fue a beber más, se tropezó y tiró la cantimplora
―Ha bebido muy poco, no durará mucho el efecto― susurró Evelyn
Suspiré mientras William me daba la mano invitando a salir
Di un paso al exterior y vi a los veinte hombres ingleses que nos miraban orgullosos, como si fuese héroes. Se abrazaron entre ellos y fue como clavarme un puñal en el estómago.
―Teníamos muchas ganas de volver a veros milady― dijo uno haciendo una reverencia y yo le dediqué mi más falsa sonrisa
Estaba traicionándoles. A ellos. Que solo querían ayudarme.
Comenzamos a andar mientras yo observaba la torre dónde sabía que se escondía los arqueros. Mi hermano frenó y se frotó la frente.
―¿Estáis bien?― fingió Evelyn acercándose a él
―Solo estoy un poco...mareado.
―¿Todo bien lord Wessex?― un hombre se acercó a nosotros
William quiso asentir pero volvió a tambalear.
De pronto una flecha atravesó el rostro de aquel hombre y yo no pude evitar soltar un grito de sorpresa. El cielo pareció abrirse y decenas de flechas comenzaron a volar mientras William se desplomaba. Evelyn y yo sacamos los escudos y nos cargamos a William entre las dos como pudimos mientras llorando dejábamos atrás los gritos de aquellos hombres que acababan de perder la vida intentando devolvernos la nuestra.
William era alto y pesaba, lo que dificultaba nuestro camino. Una flecha se clavó en mi escudo y di un respingo mientras Evelyn intentaba seguir
―¡Más rápido!
Me giré viendo como los soldados miraban como regresábamos al castillo, pero no había sorpresa en su rostro. Simplemente pensaba que nos estábamos poniendo a cubierta, pero yo no iba a ser capaz de olvidar los rostro de cuantos vi ser atravesados.
A penas quedaban tres en pie, algunos gritaban con sus miembros y rostro atravesados y yo a penas veía por que las lágrimas nublaban mi vista.
Ya en la puerta deposité a mi hermano debajo de la muralla, sabiendo que la flechas no le alcanzarían y mientras Evelyn llamaba a la puerta yo le di un beso en la frente
―Lo siento mucho― murmuré entre lágrimas― lo siento
―¡Elizabeth, entra, ya!― gritó Evelyn llorando y yo atravesé la puerta con el corazón roto. Caí al suelo llorando.
―¡Estáis locas! ¡Dios mío! ¡Estáis bien!― la voz de Keith retumbó en el pasillo y corrió a abrazar a Evelyn.
Alistair.
Alcé la mirada para buscarle y le encontré. Hablando con Morrison y otros dos hombres.
Quise gritarle que estaba encinta. Que le amaba. Que acababa de renunciar a todo lo que conocía por él. Incluso a mi propia familia.
Mi corazón olvidó la tristeza durante unos segundos y me puse en pie corriendo a besarle mientras rozaba el abdomen. Se me disiparon las dudas sobre si decirle mi estado.
Pero me encontré el ámbar más frío de este mundo. Odio. Rabia. Decepción. Tristeza. Se mezclaba en sus ojos y al contrario que Keith me soltó la mirada más llena de desprecio que jamás me hubiese dedicado y se marchó.
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