Capítulo 2

Llevaba un par de horas mirando un punto fijo en el precioso atardecer que dejaba ver el paisaje cuando Evelyn llamó mi atención dándome un suave toque en el brazo

―Perdona que no os esté dando mucho tema de conversación es que estoy muy nerviosa

Ella sonrió con dulzura y negó con la cabeza―No tenéis que disculparos, el día que yo conocí a vuestro hermano también estaba así pero se pasa en el momento del encuentro

―Mi hermano está loco por vos desde el momento en el que os vio así que supongo que no fue muy difícil― se ruborizó y asintió con una pequeña sonrisa 

―Y mi primo lo estará en cuanto os vea a vos no tengáis ninguna duda― el silencio retornó y yo volví a posar la vista en el paisaje que a medida que avanzábamos se volvía más verde lo que me hacía intuir que las lluvias allí eran muy pero que muy frecuentes 

―Me sorprende que no me hayáis preguntado nada de él

Me encogí de hombros―Eso es por qué ya se todo―Evelyn alzó una ceja sin entender el trasfondo de mis palabras  y comprendí que nadie le había contado nada sobre mi educación

―Al saber desde tan pequeña la unión, mis padres decidieron criarme por y para él y eso incluía aprender todo sobre su familia y su persona― o bueno casi todo 

Me dedicó una mirada confusa―Pero una cosa es que te dijeran algo sobre él y otra muy distinta es saberlo todo

―Evan Frederick Howland futuro duque de Wellington, hijo de John Frederick Howland duque de Wellington y lady Katheryn Meredith Warwick. Alto, ojos azules, cabello castaño claro, gusta de montar a caballo, jugar al ajedrez y salir de caza cada dos domingos. Se encarga de las finanzas de su padre,  maneja sus negocios en las colonias y...― comencé a recitar como se me había enseñado pero al ver la cara de sorpresa de Evelyn decidí callar ―Esto que acabo de decir es sólo un mínima parte de todo lo que tuve que estudiar de niña, cuando os dije que mis padres se encargaron de que fuera por y para él no exageraba y por ello si esta unión fracasa no sabré que hacer 

―No seáis pesimista, seréis feliz, ya lo veréis. Las tierras del norte os encantarán creedme y mi familia os hará sentir como en vuestro hogar 

Asentí y sonreí no muy convencida― Así será

―Los nervios son normales, no todos los días se conoce a aquel con el que compartirás el resto de tu vida, pero hazme caso cuando os digo que una vez que crucéis dos palabras con él no querréis separaros.

―Si que hay algo en lo que nunca han entrado en detalles― Evelyn me miró esperando la pregunta― ¿Cómo es? No me digáis ni sus aficiones, ni su físico, ni su familia, sólo él, su personalidad― sonrió

―Es tranquilo, muy inteligente, revisa varias veces lo que va a decir antes de soltarlo para asegurarse de que no comete un error, muy educado, pero a la vez está lleno de vigor si el honor de alguien que le importa está en duda será el primero en salir en vuestra defendensa― comencé a procesar la información y ella siguió― También es muy elocuente y un gran orador, con un sentido del deber muy inculcado y sabedor de que ha nacido con una gran responsabilidad que cumplirá sin rechistar. 

Me gustaba esa descripción, se adaptaba muy bien a mi. Tal vez debería moderar mi efusividad para no incomodarle en exceso pero por lo general si era tal y como Evelyn decía no tendría complicaciones.

―¿Qué sentisteis cuando visteis por primera vez a mi hermano?― volví a preguntar arriesgándome a que se cansara de mi constantes interrogatorios

Se mordió el labio y una sonrisa traviesa se abrió paso en su rostro―Me crie en Berwick con la familia de Evan así que nunca había salido de esos valles  y la sola idea de visitar Londres ya me tenía maravillada de por sí. Pero a medida que nos acercábamos tenía más miedo a que no le gustase y me mandase de vuelta, tanto fue así que el mismo día momentos antes de ser presentados me oriné encima de los nervios―me eché a reír y ella se tapó la cara con las manos

―¡Sólo fue un poco!―intentó defenderse mientras yo seguía riendo― pero―comenzó cambiando de tono―en el momento en el que le vi todos mis miedos se esfumaron y supe que él era el hombre de mi vida. Era tan apuesto y hubo algo en su mirada que me dio toda la tranquilidad que había perdido por el viaje. Tiendo a ser una persona muy extrovertida y sé que eso a veces puede molestar pero William me entendió a la perfección desde el primer momento― enrojeció y yo le cogí la mano

―¿Os puedo hacer una confidencia?―murmuré y Evelyn asintió― William estaba tan nervioso ese día que se puso la ropa del revés al despertarse, no nos dimos cuenta hasta minutos antes de que llegases y se tuvo que meter a las caballerizas a cambiarse―empezó a reír― con lo que creo que estáis empate

―Supongo que sí―volvió a mirar por la ventana y señaló un castillo que se veía a en la distancia aunque no muy lejos de la ciudad que acabábamos de cruzar

―¿Y vuestro primo...?― frené no sabiendo muy bien cómo formular la pregunta que más me preocupaba―¿Ha tenido....ya sabéis?

―¿Amantes?―asentí y ella suspiró―al igual que todos los hombres pero te aseguro que nada tienen que hacer a tu lado. Creo que ninguna dama podemos competir con vuestros ojos. 

Que el tema de mis ojos salía incluso en esta situación me parecía curioso pero solía pasar. Para alegría de mis padres, yo había heredado el bonito tono azul que a la luz parecía violeta, exactamente igual que mi abuela paterna. Siempre fue un rasgo que trataron de resaltar por todos los medios, eligiendo vestidos, peinados y joyas que hicieran destacar mis ojos.

―William tenía amantes antes de mí― siguió Evelyn― y ahora no me preocupa lo más mínimo aunque sigo pensando que Lady Genevive no ha entendido muy bien que ahora está comprometido conmigo

―Esa descarada no tiene nada que hacer con mi hermano y lo sabe

―Puede, pero es mejor que a mi regreso se lo vuelva a repetir un par de veces por si acaso― murmuró algo ofuscada

Vi con horror como nos acercábamos cada vez a nuestro destino y aferré la mano en torno a mi vestido, arrugándolo ligeramente, mientras todos mis miedos comenzaron a escaparse de mi boca sin que yo intentara evitarlo

―Temo no agradarle y tener un matrimonio desdichado―susurré― intentaré agradar a vuestro primo en todo lo que esté en mi mano pero aún así― me rocé los hombros al notar un descenso de la temperatura― no quiero echar por tierra todo el trabajo de estos años al no gustarle

―No tienes de que preocuparte, créeme, conozco a Evan y en cuanto os conocí a vos no tuve ninguna duda de que seríais muy dichosos en esta unión. 

―¿Y si...?― intenté seguir pero Evelyn me interrumpió 

―Y si nada. Si pensais negativamente atraeréis lo malo, seréis felices, punto.

Sonreí y me volví a centrar en mirar cómo el castillo antes tan lejano ahora se encontraba ante mi

El carruaje paró y mi corazón comenzó a latir frenético. Cerré los ojos intentando tranquilizarme pero mi respiración agitada parecía no querer calmarse y cuando el cochero abrió la puerta me quedé paralizada sin querer salir. 

Ojalá poder parar el tiempo en aquel momento, hacerle eterno, no tener que bajar del carruaje o al menos que me diera el tiempo suficiente para tranquilizarme.

Evelyn salió y se estiró mientras yo miraba inmóvil la mano del cochero con autentico pánico

―Lady Wessex, ¿se encuentra bien?―asentí sin mucho convencimiento y poco a poco fui bajando. Un frío helador me hizo arrepentirme de haberme quejado en aquella aldea. Mi vestido sin mangas no ayudarme a taparme y sentí que me congelaría de un momento a otro

Evelyn sonrió y respiró profundamente―Echaba mucho de menos esto―se giró y al ver mi cara de terror  me cogió del brazo―Elisabeth escúchame, no tenéis nada que temer

Sin mucha confianza y temblando comencé a andar ignorando el frío y sin apenas tiempo para analizar el lugar en el que me encontraba, fui avanzando hasta el interior de aquella impresionante construcción que contrastaba con el verde de la llanura haciendo de él una vista impresionante

El castillo estaba en lo alto de un acantilado que dejaba ver de manera impresionante el mar. El olor a sal me inundó y cerré los ojos para disfrutar del sonido de las olas rompiendo contra la colina que lo alzaba. Aquella vista me sobrecogió el corazón y quise desviarme para observarlo con más detenimiento para el cortejo me indicó el portón abierto de la propiedad y no me quedó otra que avanzar en esa dirección 

En cuanto puse un pie dentro de aquel imponente castillo el nudo en el estómago se hizo más grande y pensé que me quedaría quieta sin poder avanzar pero Evelyn me dio una sonrisa tranquilizadora y yo me armé de valor y con toda la seguridad que pude recopilar y a paso firme fui avanzando.

El servicio, dividido en dos filas a los lados de los pasillos fue agachando la cabeza a medida que recorríamos los pasillos y yo intenté dejar mi mejor sonrisa en señal de agradecimiento. El escudo de los Wellington estaba por todas partes, en banderas, tapices y alfombras, fuera donde fuese tu mirada se podía leer el lema Virtutis fortuna comes como queriendo remarcar que aquello era su posesión

Cuando quedé frente a una gran puerta de madera tallada con tres leones sujetando la bandera de Inglaterra, tragué saliva y al abrirse contuve el aliento. Un gran salón se abrió ante mis ojos y mi mirada fue directa en busca del muchacho que cuadrase con la descripción de Evan Howland futuro duque de Wellington. Me aseguré de que iba erguida y reflejando confianza, quería dar una buena impresión y reflejar seguridad era primordial. 

Rápidamente les distinguí a los tres: Padre, madre e hijo y al ver a mi futuro esposo mi corazón quiso salirse del pecho. Le miré fijamente hasta que el pensamiento de que quizá iba a sentirse incómodo me forzó a desviar la vista hasta sus progenitores

El duque de Wellington era un hombre de negros ojos y cabeza despoblada, de menor estatura que su esposa y en general un físico no muy agradable. Tenía una postura bonachona que cierto modo lo diferenciaba de todos los demás nobles que yo había conocido y es que a él no le rodeaba ese aire regio y solemne sino que su modo de estar se asemejaba a un niño emocionado e impaciente lleno de ilusión

Todo lo contrario que su cónyuge que permanecía a su lado mirándome de arriba a abajo, la tía de Evelyn, Lady Katheryn Warwick con la que guardaba un gran parecido. Ambas con el mismo pelo rubio y ojos azules característico de la familia Warwick. De mayor altura que su esposo, con un porte serio e imponente que hacía que desearas inclinarte ante ella. Su mirada no era para nada amigable pero al notar el nerviosismo que había en mi, la compasión cruzó sus ojos 

Mi mirada se desvió rápidamente hacia mi prometido que se notaba que había sacado toda su belleza de su madre, era incluso más apuesto de lo que pude haber imaginado y rápidamente una inesperada timidez me inundó: Alto, con el pelo castaño ligeramente ondulado, los ojos azul celeste destelleaban no sé si de nervios o de ilusión pero buscaron los míos rápidamente. Se mordió el labio inferior y su mirada bajó hasta mi escote pero rápidamente cerró los ojos, suspiró y volvió a centrase en fijar la vista en mi rostro 

Decidí no darle importancia y rápidamente noté cierta inseguridad en él aunque mejor disimulada que la mía, al fin y al cabo él también estaba a punto de casarse con una extraña. Ahí estábamos, dos completos desconocidos a punto de dedicarse sus primera palabras. 

Cuando llegué frente a ellos, hice una reverencia en señal de respeto y dejé asomarse una pequeña sonrisa. Un ligero temblor cruzó mi cuerpo y el tener a mi futuro esposo a escasos metros de mí no ayudaba con el estado de nervios y vergüenza en el que estaba empezando a entrar 

―Excelencia― saludé intentando que mi voz no temblara y el duque sonrió

―Querida, os damos la bienvenida a nuestra familia. 

―Me siento muy agradecida Excelencia 

―Lady Elisabeth, te acogemos en nuestra familia con gran júbilo, a partir de hoy dejáis de ser una Wessex para convertiros en una Wellington.― asentí mientras volvía a mirar a Evan el cual dio un par de pasos hacía mi y me tomó la mano

―Sois la criatura más hermosa que he visto en mi vida―dijo sin dejar de mirarme a los ojos y yo enrojecí mientras apretaba un poco mi vestido― y yo soy el hombre más afortunado de todo Inglaterra por haber sido el elegido por el destino para unirme a vos―le dio un suave beso a mi mano y el calor de mis mejillas se disparó por todo mi cuerpo, embelesada por sus palabras

―Gracias, lord Wellington― musité con la respiración entrecortada 

―Lady Elisabeth hemos esperado este momento por largo tiempo y por fin podremos sellar esta unión que abrirá una nueva etapa de oro para ambas familias― siguió el duque― tengo los brazos abiertos como padre tuyo que pronto seré. Hoy se materializa aquello que tantos años hemos esperado y estamos muy dichosos de poder, por fin, acogerte como una más entre nosotros. Y ahora ¿Por qué no subís a acomodaros en vuestro cuarto temporal hasta la boda y dejáis que Evan os enseñe los alrededores? Hemos oído que sois toda una amazona 

―Me siento muy honrada por vuestro recibimiento y espero cumplir con mi deber con mi mayor empeño― dije con voz firme sin poder levantar la vista de Evan 

―Acompañadme lady Wessex― murmuró una sirvienta. Miré a Evelyn y ella asintió así que tras lanzarle una última fugaz mirada al joven Wellington seguí a la mujer a través de los pasillos y al salir de aquella sala pude volver a respirar con normalidad notando cómo todos los nervios anteriores desaparecían un poco

―De un viaje tan largo debéis estar agotada

Asentí―Si os soy sincera dormir un poco no me vendrá mal pero supongo que tendrá que ser para después del paseo― me volvió a llamar la atención la cantidad de escudos y cuadros de los duques de Wellington que había por el castillo y fui a preguntar pero escuché algo que me hizo callar

El sonido del mar. Se oía por todos los pasillos y sonreí emocionada al notar aquellos suaves susurros de las olas. Una inmensa sensación de paz me llenó y solté una pequeña sonrisa

La mujer paró ante una de las puertas―Ya han dejado todo su equipaje dentro, la habitación de lady Evelyn es la de al lado pero si tiene algún problema no dude en consultármelo

―Muchas gracias― abrí y supe de inmediato que alguien les había informado sobre mí ya que el interior era prácticamente idéntica a mi alcoba en Londres. Las mismas ganas de colores pastel inundaban la habitación, la cama del mismo tamaño, incluso las mismas cortinas...era como si siguiera en casa. Una extraña sensación de melancolía me inundó y comencé a extrañar Londres, el olor dulce del perfume de madre, esconderme de mis institutrices e incluso las peleas con William

Había tenido tiempo para extrañar todo aquello, pero fue en ese momento, tras haber pasado el primer tramo cuando todos los recuerdos volvieron de golpe. Un par de lágrimas rodaron por mis mejillas y las aparté rápidamente.

Todo esto había sido tan sumamente rápido que apenas había podido asimilarlo. Ya está le he conocido, todas esas noches sin dormir para este momento que ha durado un minuto. La primera impresión no había sido mala, con esas palabras tan dulces y ese porte, definitivamente podría transformarse en el amado que tanto había esperado encontrar, al menos de primeras es atractivo físicamente, tener hijos con él no será algo desagradable.

 Intenté apartar esa idea de mi cabeza clasificándolo como pensamientos pecaminoso, me senté  en la cama unos minutos intentando coger algo de fuerzas y me miré en el espejo de enfrente. El peinado se mantenía impoluto desde que Anne me lo hizo y para milagro divino no me había manchado el vestido, pero no sabía si estaba preparada para conocerle. 

Tal vez me llevara una decepción y encontrara que no teníamos nada en común o peor que su personalidad no era compatible con la mía en ningún sentido. Cierto sus palabras habían sido alentadoras pero no quería crearme ilusiones. Me levanté, tomé un par de respiraciones profundas y salí dispuesta a dar el paseo

Encontré a la mujer de antes al final del pasillo y la paré―¿Perdone sabe dónde puedo encontrar a lord Wellington?―asintió

―Sí, milady. Estará en su habitación, pero puede esperarle en las caballerizas― la miré confusa y ella sonrió amablemente

―Yo la llevo Martha no os preocupéis―dijo Evelyn, la mujer agachó la cabeza y se marchó

―¿Y bien?¿Qué tal la primera impresión? 

―Es apuesto― respondí tímidamente― y mucho

Evelyn rio emocionada y me tomó del brazo―Os lo dije y le habéis embelesado lo he visto en su mirada. Estoy tan emocionada que quiero abrazaros 

―No digáis bobadas si apenas hemos hablado― intenté restarle importancia para impedir que las expectativas hicieran mella en mi

―Pues eso es algo que ahora remediaremos, en cuanto os conozcáis mejor no querréis separaros. Veros juntos me hace mucha ilusión, me siento como una madre orgullosa― dijo medio corriendo mientras me guiaba por uno de los pasillos

―Creo que leéis demasiadas novelas de caballerías―respondí riendo ― no quiero crearme ilusiones que luego se puedan ver estropeadas cuando le conozca mejor

―Que más da estoy segura de que...―al pasar por una de las puertas oí su voz y le tapé la boca a Evelyn 

―Jaque 

―Me vas a contar ya que tal con tu prometida o tengo que esperar a que me hagas mate―respondió otra voz masculina

―Es Alexandre , su mejor amigo―susurró Evelyn mientras me arrastraba a un lado de la puerta de la biblioteca desde la que venían las voces 

―No pienso escuchar a escondidas como una...― susurré pero ella se puso un dedo en los labios 

―No la conozco, no puedo juzgar, a penas hemos estado cinco minutos en la misma sala

―Al menos dime cómo es físicamente, ha sido una pena que no haya podido asistir a su llegada

―Por qué estabas entre las faldas de Rose Becher― bromeó 

―Y ha merecido la pena, por fin esa santurrona ha caído y no veas como gritaba pidiendo más. Luego se viste y me dice que se va a confesar y yo le dije, pues si quieres ponte de rodillas y yo te pongo la penitencia ― mi prometido soltó una carcajada que me aceleró el corazón

―Ya sabes lo que dicen, cuanto más inocente de cara más fogosa en el lecho―su respuesta hizo que me mordiese el labio molesta y frunciera el ceño

―Pues dime si tú prometida tiene cara de inocente y luego me dirás lo que hace en tu cama― bromeó su amigo

―Para eso todavía quedan un par de semanas y además no tiene experiencia― Sus palabras hicieron que me mordiera el labio nerviosa y Evelyn alzó una ceja enfadada. No tengo, claro que no, ¿Es que acaso hay que tenerla? 

―Como debe ser la prometida de un duque, además ya la enseñarás tú como tiene que hacerlo para que te plazca― respondió su amigo. Sentí mucha rabia, impotencia y sobre todo vergüenza. No me podía creer que estuvieran hablando de mi de aquella manera.― Aunque si es tan pudorosa como suelen ser las damas de su estatus no creo que os deje levantarla el camisón más allá de las rodillas. 

―Bueno eso será algo que yo tenga que comprobar no tú

―Me habéis dejado con la intriga, ¿Cómo es físicamente? ¿Dan ganas de que llegue la noche de bodas o no?

Quise marcharme, escuchar conversaciones ajenas no está bien y tampoco quería quedarme a saber por cobardía lo que decían de mí pero Evelyn me apretó para impedir que me moviera. Además la desilusión y el descubrir que estaba prometida a alguien que esperaba cosas de mi que obviamente no sabía si podía ofrecer o estar a la altura por que no sabía de que se trataba, me hacía estar bajo un estado de presión inesperado.

―Vamos a comprobar si lo que te decía yo es cierto o no―susurró Evelyn y me encogí de hombros mientras intentaba con cuidado irme

―Es la muchacha más hermosa que he visto en mi vida. Tiene la piel de porcelana más perfecta que hayas presenciado, la melena castaña rizada en unos bucles preciosos y los ojos―hizo un parón―dios mío sus ojos, son de un tono que parecen violetas―  enrojecí y me mordí el labio nerviosa

―¿Violetas? Jamás he conocido una mujer con ese tono en sus ojos―intenté ahogar una carcajada  

―Ni la verás, por que intuyo que si la ves, tendré que aguantar vuestros asquerosos comentarios sobre como os gustaría tenerla en vuestra cama― respondió lord Wellington riendo 

―Pues tal y cómo lo pones te lo vas a pasar muy pero que muy bien la noche de bodas, aunque que bajo concepto tienes de mí―Evelyn se tapó la boca para no reír y yo abrí la mía ante el descaro de ese joven 

―Y tiene un escote que te juro qué e intentado contenerme pero mis ojos se iban solos ―Suficiente. Intenté darme la vuelta no queriendo escuchar más, muerta de vergüenza, pero choqué con la puerta y los caballeros en el interior callaron ante el ruido

Viendo que darme a la fuga era poco factible pues en cuanto abrieran la puerta me vería correr por el pasillo me levanté, llamé a la puerta y abrí

―Lord Wellington― hice un pequeña reverencia― Una de las criadas me ha indicado dónde estaba y....―Evelyn se seguía riendo a carcajada limpia desde el fondo del pasillo y yo maldije. Me di la vuelta para obligarla a callar pero mi vergüenza iba en aumento y no sabía si podría volver a mirarle

Al volverme a girar, el compañero de Howland  estaba en frente de mi y me dedicó una mirada lasciva

―Alexandre Vane marqués de Salisbury, encantado de conocerla―besó mi mano y yo miré a mi prometido, el cual algo rojo por la duda sobre si yo habría escuchado la conversación se apoyó en la mesa dónde estaban jugando al ajedrez

Su acompañante posó sus ojos disimuladamente en mi escote y se relamió― Marqués creo que mis ojos  se encuentran un poco más arriba― respondí algo enfadada y lord Wellington se frotó la frente maldiciendo la actitud de su amigo.

―Mi amigo es un hombre con suerte, pero si se cansa de él, yo estaré más que dispuesto a enseñarle las tierras―Evan le dio un nada discreto golpe y y yo fruncí el ceño intentado ocultar mi diversión

―No se preocupe mi lord confío en que lord Wellington será un buen guía

―Lady Elisabeth―se aclaró la garganta― que le parece si bajamos a las caballerizas para coger los caballos y poder empezar la ruta.

Me ofreció el brazo y yo lo tomé mientras intentaba imaginar que la conversación que había escuchado nunca había existido o no podría mirarle a los ojos nunca más. Miré mi escote y lo subí discretamente para evitar que este se volviera el centro de su atención.

Mantuvimos el silencio unos minutos, ambos intentando encontrar las palabras que ocultaran la vergonzosa conversación que acababan de tener y yo de escuchar, hasta qué decidí romper la tensión y hablar

―Nunca había visitado el norte, son unas tierras muy hermosas

―Sí que lo son, quizás en un principio os parezcan frías e inhóspitas  pero con el tiempo os acostumbraréis y las encontraréis cómo un hogar

―Eso es espero  lord Wellington aunque ya las encuentro de una belleza extraordinaria 

Sonrió―No sabéis lo mucho que me complace oír eso y por favor llamadme Evan dentro de poco estaremos casados y estas formalidades de desconocidos deben desaparecer poco a poco― dijo suavemente y yo le dediqué una sonrisa― No sé si habréis escuchado algo de lo dicho antes pero....

―No os preocupéis, mi torpeza me ha hecho tropezar con la puerta nada más llegar, nada de vuestra conversación ha llegado a mis oídos― mentí y su rostro se tranquilizó 

Llegamos al establo y me subí rápidamente al caballo que el mozo me indicaba

―Vaya vuestra destreza parece ser cierta―Sonreí y me dispuse a responder pero oí el galopar de decenas de caballos, miré al horizonte y en ese momento les vi. 

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