Capítulo 17

No tenía ni idea de quien sería el hombre pero desde que Sienna había mencionado su nombre Alistair se pasaba los días inquieto, no comía bien, no era capaz de concentrarse en las mil tareas que Keith le repetía a cada momento y su semblante había cambiado de esa neutralidad perpetua, su constante nada me turba, en una preocupación y nerviosismo singular.

Se estimaba que mañana llegaría a estas tierras y los tres MacLaren ordenaron que el mayor banquete que se hubiera organizado en aquel castillo se prepara e invitaron a miembros de todos los clanes a acudir a Balquhidder.

Evelyn al igual que yo, desconocía la identidad de aquel hombre, sabía que había oído su nombre alguna vez pero no sabía que tenía de relación con los MacLaren a ciencia cierta.

Brochan MacKenzie.

 Brochan MacKenzie.

 Brochan McKenzie.

Aquel era el único nombre que se escuchaba por cada esquina de aquel lugar. Todos los miembros del servicio, los hombres de Alistair, los campesinos que de vez en cuando entraban al castillo...todos tenían grabados a fuego ese nombre en su boca

―¿Estás segura de que no te acuerdas de quien es?― pregunté a Evelyn mientras seguía cerraba el libro que estaba intentando terminar

Ella negó mientras le rozaba el pelo a Aila que reposaba en su regazo adormilada. ― Mi tío le ha mencionado alguna vez, si no me falla la memoria el fue el emisario escocés que  se envió para negociar con los ingleses en la guerra pero no recuerdo más.

¿Si de verdad se trataba del hombre que se encargó de negociar en aquellos tiempos por que ahora estaba apartado de las actuales?

Frustrada volví a intentar centrar mi atención en el libro. Me duró cinco segundos.

― Tiene que ser más que un emisario, conoces a Alistair, mira como ha actuado los últimos días...

― ¿Y por qué no le preguntas a él?―  sugirió con suavidad 

Me escurrí un poco en el sillón de la biblioteca y suspiré―  Hace un par de días que no...acude a su alcoba

En mi voz se notó un poco de molestia y Evelyn alzó una ceja―  ¿Eso te disgusta? Pareces una esposa despechada

A mi estómago le recorrió un flechado de nervios y negué

― Lo que haga con su vida privada no es de mi incumbencia ― fingí indiferencia mientras con el libro intenté tapar la extraña mueca que se había quedado en mi rostro

Evelyn sonrió―  ¿Celosa?

― Claro que no, con quien esté decidiendo pasar sus noches me es indiferente, más espacio para mi en la cama

No entendía que me pasaba. No podía parar de pensar en él. Una y otra vez. Me preguntaba si estaba bien, con quien estaría pasando las últimas noches que no había dormido junto a mi, en que era lo que le preocupaba, en si le vería o pasaría otro día fuera del castillo gestionando la llegada de aquel hombre. 

De repente sin que yo quisiera Alistair MacLaren parecía haberse colado en mi mente y no parecía querer salir de ahí. En el momento en el que me cruzaba por algún pasillo u oía su voz, mi corazón se aceleraba y una sonrisa tonta se instauraba en mi cara.

Y aquello era horrible. No podía sentir eso, no sabía que significaba pero nada bueno desde luego. Nunca me había sentido así, esa sensación nerviosa colándose por cara centímetro de mi cuerpo si le veía, si le oía, si pensaba en él. Ese brillo que captaba en el espejo que habían estrenado mis ojos. 

Observé como el guardia que nos seguía de habitual a Evelyn y a mi,  permanecía en la puerta con la cabeza ladeada, como si aquel tema le interesara en especial

― ¿No pensáis que escuchar conversaciones de damas es algo descortés?― espeté

Él se encogió de hombros ― Yo solo cumplo lo que me mandan

Resoplé y miré a Evelyn que se encogió de hombros resignada y seguía acunando a Aila― ¿No vas a extrañar nada de esto cuando marchemos?

Mi boca se abrió para intentar decir un...no, que nunca llegó. En cambio en mi estómago se formó un nudo al pensar en olvidar el verde de esas tierras, el no volver a probar nunca más esos bollitos azucarados, no volver a despertar por aquel amanecer escocés oyendo la respiración de Alistair a mi lado, que nunca más sus manos me ayudarán a vestirme, o jamás volvería a sentir mariposas en el estómago si fijaba sus ojos en mi mucho tiempo. Que Keith nunca me haría volver a reír hasta que me doliera el estómago o no volvería a contarle cuentos a Aila en la biblioteca.

Y mi corazón se resistió a pensar en marcha, como si se hubiera anclado a aquel lugar y sintiera que el partir sería arrancarlo.

―Yo....― susurré mientras mis ojos se humedecían. Pensé en Alistair una y mil veces...no volver a verle jamás. Puede que con los nuevos acuerdos a los que llegará no tenga que regresar a tierras de los Wellington como hacía antes. ― n-no sé que decir...

Evelyn sonrió― Ya lo has dicho todo Elizabeth 

Sienna entró en la habitación y miró con fastidio al guardia― ¿Tú por aquí otra vez?

―Solo cumpl....

―Sí, sí, que solo cumples órdenes, entendido― le puso un dedo en el pecho― pues cumple esta. Márchate.

―Con todo el respeto del mundo, no son las tuyas las que debo seguir

Sienna con calma suspiró y se encaró lentamente― Créeme no quieres tentar a la suerte y desobedecer a Sienna MacLaren. ¿Tú sabes cual es mi apodo verdad?

El muchacho tragó saliva y asintió― La dama de hierro

―La dama de hierro exacto, y créeme, me lo he ganado a pulso, así que ahora...déjanos

Ahí estaba la fiereza de los MacLaren, esa falsa neutralidad, ese pasivo agresivo que te hace entrar en un estado de tensión en el que te preguntas si realmente son capaces de cumplir sus amenazas pero a mirar a sus ojos no tienes ninguna duda de que lo harán. 

―Es un fastidio que mi hermano os haya puesto un perro guardián― entró sonriendo y se sentó en el sofá al lado del mío

―¿Aquí es donde pasáis las tardes? ¿En la biblioteca?

Evelyn asintió― Es mejor que pasarlo fuera, hace un frío helador 

Sienna rio― ¿Frío? No sabes lo que es un invierno aquí...ahora a finales de abril las temperaturas son más que agradables

Abril. 

―¿Qué día es?

―Veintisiete 

Hacía dos meses y medio que llevaba en Escocia. Pero eso no era lo que me había consternado sino el hecho de que mi cumpleaños era en una semana. Había perdido la noción del tiempo de tal manera que no era consciente de que tal día estaba próximo. Y era la primera vez que lo celebraba fuera de casa, aunque eso ya lo sabía, nunca esperaba que lo fuera a celebrar tan lejos.

―¿No es tu cumpleaños por estas fechas?― preguntó Evelyn

―En unos días

―¿Bromeas?― Sienna se levantó del sillón emocionada― tenemos que celebrarlo

―No creo que sean unas circunstancias muy adecuadas― murmuré un poco apenada pero los ojos de Sienna brillaron

―Entiendo que estáis en cautiverio, pero esa no es razón para que no sea especial ¿Cuántos años cumplís?

―Veintiuno

Parecía surrealista decirlo. Supuestamente a esa edad ya debía estar casada. 

―Voy a avisar a Alistair y....

―¡No!― la interrumpí― no quiero que Alistair lo sepa

Sienna y Evelyn alzaron una ceja― ¿por qué?

―No me parece importante

―Alistair odia olvidar cumpleaños, si se entera de que ha sido el tuyo y no lo sabía...

―No tendrá culpa de nada, por que yo no le he avisado. Por favor...Además no sé por que querría saberlo tal vez ni estemos aquí para entonces

―Creedme― Sienna se volvió a levantar― no deseo nada más que vuestra libertad pero mi hermano es terco, cuando se le mete algo entre ceja y ceja...es complicado hacerle cambiar de parecer―su mirada se desvió a Aila― Pensaba que no os haría gracia lady Evelyn, tener a la hija de Keith cerca

Evelyn se encogió de hombros sin dejar de mirar a la niña― Y no me hacía, pero me he acostumbrado

―Pues en vuestros brazos tenéis a la probable heredera del clan MacLaren así que tratadla con cuidado

―Keith es vuestro primo, claramente Aila no heredará nada― dije mientras Evelyn asentía

―Alistair siempre ha expresado que no tiene ningún interés en ser padre y yo le secundo, así que línea de Keith será la que se quede con estas tierras

Alistair no quería ser padre y a mi por alguna razón me parecía una abominación. Nunca le había visto un hombre familiar, pero estaba segura de que en algún momento querría desposarse. El que no lo quisiera hacer me hacía sentir un sentimiento que me hizo entrar en pánico: me sentí rechazada

―¿No quiere casarse?

Sienna rio― ¿Mi hermano? ¿Casarse? Hace mucho juró que nunca se casaría 

Evelyn rio― Os complacería escuchar, que estuvo casado durante una tarde

Tiré el libro en el sofá al recordar aquella horrible tarde― Ni lo mencionéis

―¿Qué?― gritó riendo Sienna― ¿Enserio? ¿Con quién?―La mirada de Evelyn se posó en mi y yo enrojecí― ¿Por que no me extraña?

―Fingió nuestra boda por que intenté matarle

―¿Intentasteis matarle?― ahora sí, Sienna soltó la mayor carcajada que yo haya escuchado en mi vida― Vuestra osadía lady Elizabeth desde luego es digna de un guerrero

Fui a contestar pero Aila se despertó y Sienna le hizo un gesto cariñoso mientras la niña sonreía

―¿Sus rechazos al matrimonio a que se deben?― pregunté con un tono de falso desinterés― ¿Tiene que ver con...no sé una tal Iona?

―¿Iona? ¿Os ha hablado de Iona?― parecía sorprendida

―Él no...pero Keith...

Sienna dudó, sabía que tenía ganas de contarme la historia por los nervios en sus manos pero su boca se cerraba tensamente como si supiera que si la abriera fuera a hablar más de lo debido.

―Iona es una dama amiga de la infancia con la que Alistair tuvo una relación hace muchos años― una punzada― quiso casarse con ella― otra punzada― pero su padre la desposó con otro hombre que vive lejos de aquí

Mi rostro se tensó y cogí el libro con rabia mientras fingía volver a mi lectura

― La recuerdo― murmuró Evelyn― Keith la mencionó alguna vez

―Alistair trató de convencer a su padre de que no la casara, pero para cuando quiso darse cuenta Iona ya estaba de camino a tierras de los MacLeod

―¿Tiene noticias de ella?― pregunté algo molesta

―Hace años que no sabemos de ella...Alistair a penas tenía los veinte cuando Iona partió

―Y ahora él paga sus frustraciones secuestrando damas inglesas― murmuré

Estaba dolida, estaba enfadada, estaba celosa. De una dama invisible a la que Alistair seguramente seguiría amando. Por eso él sabía tanto del amor, por que él estaba enamorado, eternamente de una mujer que sabía que nunca tendría...parecía una novela.

Evelyn sonrió ― Lo dicho, una esposa despechada

―No hagáis chanzas con eso Evelyn

―Admitdlo Elizabeth― susurró

―No tengo ni idea de que habláis― contesté notando como mi corazón se aceleraba

―Mi hermano no os causa indiferencia lady Elizabeth― interrumpió Sienna

―Vuestro hermano es un bruto que me tiene cautiva desde hace dos meses y medio aquí mientras mi amado me espera en tierras inglesas rezando por mi vuelta

―Yo no le diré nada― respondió― pero el rojo que aparece en las mejillas cada vez que le mencionáis o como se acelera vuestra respiración cuando le tenéis cerca os delata

La miré aterrorizada― Me estáis acusando de algo extremadamente grave 

―¿Acusaros de amar es un delito?― dijo sentándose a mi lado

―¡¿Amar?! ¡No sabéis lo que decís!― fui yo la que me puse en pie

Salí de la estancia apresuradamente, tanto que no me di cuenta de que me iba a chocar con alguien― ¿Pasa algo? ― preguntó Keith y yo negué

―No me encuentro bien...creo que estoy cogiendo un costipado o...― me toqué la cara que me ardía―mejor me voy a mi alcoba yo...estoy indispuesta

Corrí hasta mi cámara y cerré rápidamente mientras observaba en el espejo como mi respiración estaba alterada y mis mejillas de color carmesí. No podía ser verdad. No podía sentir...afecto hacía él. 

Me quité el vestido que ahora me hacía sentir que no podía respirar, me cambié de camisón y me metí en la cama con una mano en el corazón notando como latía frenético.

Oí un golpe seco y como se abría la puerta. Alistair entró con cara de preocupación y yo al verle hundí la cara en la almohada.

―¿Te encuentras bien? Keith me ha dicho que...

El estómago se me llenó de mariposas al escuchar su voz― Pensaba que estabais organizando la llegada de un caballero

Asintió― Y estoy haciéndolo

―¿Habéis parado para comprobar como me encuentro?― susurré y él sin hablar se acercó a mi y me rozó la cara

―Estáis ardiendo

―N-no es nada, yo...estoy segura de que....

―¿Queréis que hoy me quede a dormir aquí?

Una mezcla de sentimientos se arremolinaron en mí y solo pude encogerme de hombros.

―Estos días no habéis venido― Alistair parecía sorprendido por mi preocupación y yo no intenté disimularla

―He acabado tan tarde las reuniones― murmuró sentándose en la cama― que no quería despertarte 

―¿Dónde habéis dormido?― pregunté con nervios

Alistair rio― Con Keith en su sillón

Suspiré con alivio y aparté los dos últimos cojines que faltaban de quitar del fuerte que construí para separar la cama

Alistair soltó una media sonrisa y comenzó a desvestirse 

―He estado hablando con Sienna

Enarcó una ceja― ¿Ah sí? 

―No se parece a vos

―Eso dicen

―Ella es más simpática

―¿Yo no os parezco simpático?― murmuró con sarcasmo mientras se quitaba el kilt y se quedaba en calzas. Intenté no mirar pero le dediqué un vistazo de reojo que hizo que se formara una ola de calor en mi cuerpo

―No en exceso laird

Rio suavemente y se metió en la cama. Echaba de menos la sensación de tenerle cerca.

―No tenéis que quedaros conmigo solo por que penséis que sufro algún mal, estoy bien

Su rostro quedó a escasos centímetros del mío― Creedme, llevo días soñando con dormir aquí―Su cálido aliento rozando mi cara, su mano atrapó un mechón de mi cabello entre sus dedos, tenerle tan cerca, por primera vez sin almohadas entre medias...y no me sentía mal― ¿Os ha contado algo más mi hermana?

Apreté la boca― Bueno...me ha hablado de Iona

Alistair no sacó su lado arisco como era habitual cuando la mencionaba y asintió― ¿Has preguntado tu?

Me encogí de hombros― Me daba curiosidad...he oído hablar de ella y todos os negáis a contármelo

―Ioana es una vieja amiga de la familia...hace años que no sé nada de ella

―¿La extrañáis?― pregunté en un susurro con el corazón en un puño y el rostro de Alistair se encogió en una mueca pensativa

―Antes solía acordarme de ella día y noche, pero desde hace un tiempo su recuerdo no está tan presente en mi mente

―¿Es por ella por quien conocéis tan bien el amor?

Alistair permaneció en silencio intentando descifrar el tono en mis palabras. Ni yo misma sabía por que estaba tan interesada en el tema, simplemente el mero hecho de la existencia de aquella dama se me hacía incómodo.

―¿Por qué estás tan interesada en Iona?

Le di la espalda fingiendo cambiar de postura para que no pudiera ver el titubeo en mi rostro― Se me hace extraño pensar en que vos hayáis podido amar en algún momento, no parecéis un hombre muy entregado a sentimentalismos

Alistair se mantuvo en silencio y llegué a pesar que se había dormido pero al girarme un poco comprobé que sus ojos estaban fijos en mí― No estás siendo sincera

―¿Qué otro motivo tendría para preguntar por ella? Es una dama de la que todo el mundo pero nadie dice quien es, me ha dado curiosidad, no hay más

Sus ojos que antes brillaban parecieron apagarse un poco de desilusión― El duque ha enviado una carta para ti, mañana recuérdame que te la devuelva

Por primera vez en días me acordé de Evan. Desconcertada me incorporé dándome cuenta de como el duque parecía haber abandonado mi pensamientos y si Alistair no lo hubiera mencionado ni me acordaría de él.

Ahora fue él, el que me dio la espalda. 

―Alistair...― al escuchar su nombre, sorprendido se giró y yo me rocé la boca nerviosa, como si no me acostumbrara a pronunciarlo― ¿Y si vuelvo y....? ― no sabía como poner en palabras mi mayor temor― ¿Y si me repudian?

Alistair se incorporó― Nadie va a repudiarte

―Mi padre se plantea internarme en un convento, mi hermano puede hacer contra eso y...si los Wellington deciden que no merece la pena ceder nada por mi...― me rozó la mejilla y el contacto de su piel gruesa contra la mía me hizo soltar un suspiro

―Si ese caso se diera, siempre tendrás aquí una tierra que te acogerá con los brazos abiertos

―¿En calidad de qué? Aquí no tengo ninguna tierra, ningún título, ningún...

―Como mi protegida y créeme aquí eso vale más que cualquier terreno o noble― dijo mientras mi corazón se encogía al hacer contacto directo visual con sus ojos.

No era capaz de articular ni una palabra.Su protegida. Alistair MacLaren me estaba ofreciendo acogerme bajo su ala en caso se no poder volver a Inglaterra y la idea no se me hacía repulsiva― ¿Qué ganáis con esto? Yo...

―¿Por qué iba a querer algo a cambio?― a pesar de su voz grave, había algo suave en la manera en la que me hablaba, como si intentara no asustarme

―¿Por qué sino os ofreceríais a algo así? Qué más os da a vos cual sea mi destino

―Por que la posibilidad de que tengáis un vida infeliz se me hace insoportable―Mi estómago pareció haberse tragado mil mariposas que revolotearon frenéticas mientras notaba como el rubor volvía a mis mejillas. Alistair dejó de rozar mi rostro que estaba ardiendo y volvió a su habitual seriedad―Que tengáis una buena noche

Se reclinó y cerró los ojos. Yo rocé mi pecho y noté como mi corazón latía a un ritmo hasta entonces desconocido. En el momento en el que su pecho comenzó a subir y bajar profundamente y supe que estaba dormido, me permití como el mayor de los pecados, rozarle. Posé suavemente mi mano en la parte en la que su camisón dejaba un poco al descubierto uno de sus pectorales que tenía alguna cicatriz. 

Observé su rostro majestuoso relajado, el pelo brillante, esos párpados que escondían los ojos más hermosos con los que los míos hayan tenido que cruzarse, sus labios carnosos, su cuello fuerte...

Al posar mi mano, su corazón se aceleró ligeramente a pesar de estar dormido y una lágrima cruzó mi mejilla, pues por alguna razón, la idea de separarme de él, se me hacía también a mi, insoportable. 









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