Capítulo 1
1623, Inglaterra
―Me asfixio―susurré. A cada apretón del corsé que hacía Anne yo notaba que el aire me iba abandonando y se me hacía más difícil respirar
―Aguanta un poco, Elisabeth―otro tirón que me oprimió más el pecho―hoy tienes que estar deslumbrante para tu futuro esposo
―De poco valdré si he muerto antes y si sigues apretando más no tardaré mucho en hacerlo
Anne frunció el ceño y suspiró
―Eres una exagerada―puse mirada apenada y abrí los ojos intentando que se apiadase de mí―No me pongas esa mirada, sabes que no me puedo resistir―yo seguí hasta que un gesto de su cara me indicó que había conseguido ablandarla―Está bien, pero sólo un poco
Soltó un poco el corsé y el aire volvió a fluir por mis pulmones con normalidad―Gracias, no podía respirar
―Para estar hermosa hay qué......―me miró esperando a que yo terminase la frase
―Sufrir, lo sé, pero eso no lo hace menos doloroso ―me hizo un gesto para que subiese los brazos y poder ponerme el cancán
―¿Estás nerviosa?―preguntó mientras me lo ajustaba
―Es algo que sé desde muy pequeña así que una parte de mí lo tenía muy asumido pero ahora me resulta aterrador ― dije tímidamente
―Todo será algo difícil al principio pero en cuanto te acomodes y conozcas al que será tu marido todo se facilitará
Mi futuro marido, Evan Howland, próximo duque de Wellington y el garante de mi ascenso social y la perpetuación de la influencia de mi familia en el país . Sus padres llegaron hasta nosotros años atrás movidos por la inmensa fortuna que los míos consiguieron con sus negocios en América para hacer frente a los intentos de los bárbaros escoceses de apropiarse sus tierras. En unas condiciones normales un duque no se rebajaría a una familia de condes, pero sus padres querían dinero y los míos seguir manteniendo su poder mientras ascendían posiciones hasta emparentarse con uno de los duques más influyentes en la corte
Yo apenas contaba con un año y su hijo tres: el pacto ya estaba sellado y yo ya estaba prometida. Al saberlo desde tan temprana edad fue algo con lo que había aprendido a crecer, soportando oír hablar de los duques de Wellington constantemente mientras estudiaba los gustos del futuro duque a la perfección esperando por mis padres llegar a ser exactamente lo que su Excelencia querría en una mujer.
Recuerdo las horas con mis institutrices estudiando todos sus títulos, propiedades, árbol genealógico, negocios, alianzas y enemistades. He llegado a creer muchas veces que probablemente yo sé más de él y su familia qué el mismo aunque siempre he sido consciente de qué mi futuro esposo sólo sabe de mí mi nombre y dos datos sin importancia.
Pero no todo fue negativo, al querer transformarme en la esposa ideal para un duque de Wellington mis padres se esmeraron en transformarme en la regente perfecta, encargándose de que aprendiera finanzas, leyes y política hasta el punto de ser mejor que mi hermano en esos campos, superando las expectativas de aquellos que dudaban que alguien de mi género pudiese dedicarse a ello.
Soy una dama afortunada, mi futuro esposo tenía una edad similar a la mía ,según fuentes cercanas era un muchacho apuesto y perteneciente a la familia más importante de toda Inglaterra, todo ello lo transforma en todo a lo que una mujer querría aspirar.
Mi lado más infantil quiere pensar que será cómo en los cuentos que Anne me leía de niña, en el que la dama se enamora del apuesto caballero, se casan y son felices para siempre; una historia cómo la que tuvo mi hermano que pronto se casaría con Evelyn, en las que por medios de matrimonios de conveniencia encontraron el amor.
Pero la sombra de la duda esta ahí generando miedo, convenciéndome de que lo que yo viviría sería algo parecido a la relación de madre y padre. Ambos se toleraron lo justo y necesario cómo para tener dos hijos y empezaron a vivir vidas independientes a pesar de tener que aprender a convivir. La sola de idea de que eso me pasase a mi me atemorizaba. Imaginarme a Evan Howland como mi padre, con sus amantes, sus cacerías y salidas constantes y a mi cómo madre dando paseos, leyendo y cosiendo indiferente a la vida de un esposo que nunca amó pero completamente sumisa a sus deseos y sumida en una perpetua melancolía, era una idea que me había estado robándome el sueño las últimas noches.
Todo el mundo me habla sin parar de su porte, lo atractivo que es, de su mirada, su altura....como si eso fuera lo único debiera importarme, cuando a pesar de quedar complacida con su apariencia física, necesito saber más de él; cierto sabía sus aficiones a la perfección, técnicamente se me crió para que también fueran las mías, pero yo quería saber como era. Su personalidad era un interrogante perpetuo y eso me hacía esperarme en ocasiones lo peor. Nadie me lo escondía deliberadamente, simplemente tenían la creencia de que a mi no me importaba.
―Mi niña...―siguió Anne―te conozco cómo si hubiese sido tu propia madre y te digo que no debes tener miedo, el joven Howland es un caballero en toda regla, apuesto, gentil, inteligente y educado, que se enamorará de ti nada más verte
―¿Estás segura?―susurré
Asintió con una gran sonrisa―Por su puesto que sí, además ni tus padres ni tu hermano hubiesen consentido que te tomase un hombre que no se hubiesen asegurado previamente de que te iba a tratar como mereces.
Me encogí de hombros y ella acabó de vestirme, me sentó en una silla y comenzó a cepillarme el pelo―No tienes de que preocuparte esta noche cuando llegues a sus tierras será amor a primera vista
―¿Y si no soy de su agrado?―pregunté temerosa y Anne se echó a reír
―Elisabeth― empezó mientras peinaba mi cabello en un medio recogido― No tienes que tener miedo por eso, quedará encantado ya lo verás
Me giré y me mordí el labio―¿Y si a mi él no me gusta?― paró y me dedicó una mirada triste
― En ese caso tienes que aprender a amarle o al menos a aguantarle si quieres un poco de paz en ese matrimonio. Los hombres son fuertes físicamente pero débiles en intelecto, sabrás manejar la manera de encontrar un equilibrio con él.
Mi ilusión inicial se entristeció y al notarlo Anne me apretó el hombro intentando reconfortarme―Pero no puedes ir con esas perspectivas esta noche, llevas esperando esto mucho tiempo y ten por seguro que serás muy feliz, ya lo verás.
A pesar de los nervios y los miedos, estaba conforme con este matrimonio y llevaba soñando con poder cumplir mi destino de unir a los Wellington con mi familia: los Wessex; alianza que se completaría cuando William se casase con lady Evelyn Warwick, prima de mi prometido en un par de semanas. La alianza de la triple "W", así era conocido popularmente el sistema de matrimonios que había firmado mis padres con la intención de mantener su hegemonía.
El hecho de ser parte de algo tan importante cómo la unión de las tres familias me hacía sentir un orgullo profundo, no sólo por la satisfacción de saber que iba a pertenecer a uno de los linajes más importantes de Inglaterra que junto con la mía formaría una coalición que se impondría entre los duques del reino sino también por poder servir a mis progenitores en tan glorioso fin.
Miré distraída un punto fijo en la pared y reuní valor para formular la pregunta que tanto tiempo llevaba pensando y que a nadie me había atrevido a decir seguramente por miedo a escandalizar―¿Sabes si él....―hice un parón y volví a empezar― se sabe algo de si ha estado con otras mujeres?
Anne me miró con dulzura― Nada ha llegado a nuestros oídos pero ten en cuenta que es un hombre
―¿Y esa que clase de excusa es?―rechisté ofuscada cruzándome de brazos
―Los hombres son lujuriosos por naturaleza, así que es muy probable que tu futuro esposo haya yacido con alguna muchacha, pero no le debes dar ninguna importancia
Eso me generó cierto nerviosismo y a la vez una rabia que intenté disimular mordiéndome el labio―No es justo
―No lo es―afirmó para mi sorpresa―pero Dios los hizo así y entre tú y yo en cuanto te conozca estoy segura de que sólo querrá estar en vuestro lecho
―¿Y si no es así? ¿Y si estoy condenada a vivir como mi madre?― Anne suspiró y me rozó la mejilla
―Ninguna estamos libres de que nuestros esposos abandonen nuestra cama alguna vez pero tú, hoy debes cautivarle. Enamórale, pon en práctica los años de educación que lleváis a vuestras espaldas y estoy segura de que no tendrás ningún problema. Con el tiempo aprenderéis a sacar provecho a otras dotes que aprenderéis junto a vuestro esposo
―¿Otras dotes?― pregunté confusa―No entiendo, yo...
―Ya me entenderéis en vuestro debido momento ―me interrumpió
Apreté los labios frustrada. Esa es la única lección que jamás quisieron darme, todo el mundo habla de la noche de bodas, pero nadie quiere explicarme que pasa. Sí, se yace con el esposo pero...¿Qué es yacer y por qué todo el mundo me lo oculta? ¿Tan malo es?
Acabó de peinarme y un par de lágrimas rodaron por sus mejillas―No sabes lo mucho que te voy a echar de menos― sacó un pañuelo y se sonó
―Te he prometido que te escribiré― respondí levantándome y ella asintió
―Cómo no lo hagas yo misma iré a las tierras de los Wellington a reñirte
―Entonces no lo haré para que me puedas visitar ―dije riendo
―¡Elisabeth!―irrumpió emocionada en la habitación Evelyn, que se había instalado con nosotros hace un mes. Aquella muchacha de brillantes ojos azules y melena rubia estaba siendo la causa de la felicidad de mi hermano y yo no podía ser más dichosa de verle así ―ya está todo preparado para el traslado
Cuando llegó tardaron en hacerse el uno al otro apenas un par de días, a partir de ahí no se separon ni un instante y están tan desesperados por casarse que he llegado a temer que lo hicieran en secreto.
Pero el trato era ese, su boda debería celebrarse después de la mía, así se firmó y así a de hacerse
Le di un último abrazo a Anne― Lady Warwick― mi futura cuñada se giró y sonrió― por favor aseguraros de que una vez allí esté bien
―Por supuesto que sí Anne, os prometo que a Elisabeth no le va a faltar nada― me separé y seguí a Evelyn por los pasillos de ese oscuro castillo al que no acababa de acostumbrarme
―No entiendo cómo tus tíos son capaces de tener tanta influencia viviendo tan lejos
―Precisamente por qué están en la frontera manteniendo a raya a los escoceses son tan importantes, además con lo que les costó conseguir ese trozo de tierras no se irán de ahí ni aunque el mismísimo rey se lo mandase―bromeó
―Muy importante debían ser sí por ello tuvieron que recurrir al dinero de mis padres
―Yo no sé mucho del tema, sólo que los escoceses invadieron sus propiedades y al final gracias a Dios consiguieron echarles pero todo esto te lo contarán mejor cuando llegues, créeme a mis tíos les encanta contar la anécdota de como les vencieron, te la relataran tantas veces que desearás no haber preguntado nunca- reí y aquello rebajó un poco mi grado de nerviosismo
Me froté un poco los brazos ante la helada corriente de aire frío que invadía todo. En general no soy muy amante del frío y aunque en Londres los días de sol son escasos, las bajas temperatura se notan menos que en este castillo en medio del bosque.
Mi viaje a la frontera había sido planeada en dos partes, una de Londres a un castillo de nuestra propiedad en una pequeña aldea dónde habíamos pasado un par de días y desde él cual parte del cortejo regresaría a casa entre ellos mis padres y mi hermano; y el segundo tramo que lo iba a comenzar en escasos minutos y que me iba a llevar directamente a la frontera.
―Mi único alivio es que vos me acompañáis por qué no se que sería de mi yendo sola
―No te preocupes, es normal que estéis nerviosa pero en cuanto conozcáis a mi primo todo pasará―fui a abrir la boca para preguntar más sobre él pero me di cuenta de que casi sin quererlo había acabado en el salón, dónde mi madre con ojos llorosos me abrazó en cuanto me vio
―Dios mío no me puedo creer que mi pequeña me vaya a dejar para siempre
―Madre, no estés triste, William se queda contigo
―Lo sé, pero desprenderme de ti es cómo si una parte de mi alma fuese a partirse e irse contigo al viaje―un par de lágrimas cayeron sobre mis mejillas y volví a abrazarla― hoy por fin me doy cuenta de que mi niñita es una mujer
―No seas exagerada mujer, la veremos en poco y no es conveniente que llegue con gesto triste y el duque piense qué es una melancólica así que deja de intentar amargarla― interrumpió padre.
Madre cómo siempre obedeció, se separó y se colocó detrás de él. Allí estaba, la imagen que atormentaba mis pesadillas. Padre con su gesto severo, su gran altura, los ojos azules, fríos y su abundante cabellera canosa que un día fue negra perfectamente peinada. Todo en el gritaba respeto, distancia, frialdad, ambición....en cambio mi madre, detrás de él, relegada siempre a un segundo plano, con su pelo castaño peinado en un modesto recogido que contrastaba con la abundante joyería que decoraba su cuello. Los ojos verdes rodeados de unas profundas ojeras, resultado de los días, puede que años sin dormir bien, esperando a un esposo que nunca llegará a su lecho y ahora, viendo partir a uno de sus pocas fuentes de alegría, que la hacía no caer en la melancolía.
Dos completos extraños forzados a convivir, completamente incompatibles, como dos piezas de dos puzzles distintos forzadas a encajar. ¿Lo peor? Sé que mi madre si sintió amor por mi padre alguna vez, aunque los desplantes, sus amantes y sus desprecios hicieron que enterrara ese sentimiento en lo más profundo de su ser.
La sombra de que eso pudiera pasarme a mí, me atemorizaba como nada había hecho antes. No podría aguantar esa vida y no quería ni imaginar que haría si al llegar a la frontera esa era la vida que me esperaba.
―Ni siquiera ahora que me marcho actúas como un padre―le recriminé y él hizo una mueca de dolor
―Elisabeth no pienses eso nunca, eres lo primero para mí y esto es por tu bien― me acerqué un poco a él y le desafié con la mirada, arriesgándome a una reprimenda
―Si fuera lo primero para ti no tratarías con tan poco respeto a mi madre― madre me apretó un poco la mano a modo de agradecimiento y padre puso los ojos en blanco
Me alejé de ellos y me lancé a los brazos de William entre lágrimas―No te pongas así, iré a visitarte tras mi boda te lo prometo―me dijo cariñosamente mientras acariciaba mi pelo suavemente―Elisabeth...tranquila, no te vas a librar de mi tan fácilmente
Mi risa se mezcló con mi llanto―Te voy a echar mucho de menos― susurré. Era la primera vez que me separaba de él en diecinueve años. William era mi mayor apoyo desde pequeños, juntos habíamos pasado por las discusiones de mis padres, los ratos de soledad por la ausencia de los mismos, las aburridas clases aprendiendo más sobre nuestra nueva familia...y aquí estaba a punto de dejarle por primera vez. Mi pequeño mundo se derrumbaba poco a poco, mientras veía como los pilares que lo componían se iban alejando de mí
―Y yo también a ti pero hemos sido llamados para esto y sabíamos que en algún momento, tú te marcharías― dejé que más lágrimas fluyeran y lo apreté más contra mí
―No dejes sola a madre, estos días serán difíciles para ella. Convence a padre de que no salga mucho.
―Lo serán para todos pero descuida, me aseguraré de que la melancolía no vuelva a ella― una diminuta lágrima le resbaló por la mejilla y yo sonreí
―¿A quién se supone que le voy a ganar ahora montando?―bromeé mientras rozaba sus rizos castaños
William rió ―¿A quién se supone que le voy a dejar ganar ahora montando?― su respuesta me hizo reír a la vez que no cesé en el lloro y le abracé más fuerte
―Elisabeth, tenemos que marcharnos― musitó Evelyn desde un segundo plano y yo asentí separándome un poco de él
―¿Cuidarás de ella mientras esté contigo?―preguntó refiriéndose a Evelyn y yo esbocé una suave sonrisa― es la primera vez que me separaré de ella en un mes y no se lo digas pero se me va a hacer un poco difícil
―Tú prometida querido hermano creo que se puede cuidar sola pero tranquilo, me aseguraré de que regrese a tu lado― William se acercó a Evelyn y le dio un suave beso mientras ella enrojecía al notar que estaba delante de mis padres los cuales permanecieron indiferentes.
Una punzada de envidia me atravesó el pecho. Yo quiero eso, esa felicidad, esas ganas de comerse el mundo junto a la persona con la que estabas destinada a compartir tú vida y el temor a que lo que yo reciba sólo sea la sombra de lo que ha conseguido mi hermano me genera una sensación agridulce entre una inmensa alegría por verle tan dichoso y los celos.
Evelyn me hizo un gesto y salí fuera dónde el carruaje estaba listo para llevarme al lugar dónde resolvería de una vez por todas esas preguntas que tanto me atormentaban. Aunque una parte de mi quería quedarse allí, pues mejor lo malo conocido que lo bueno por conocer
―¡Elisabeth recuerda!―dijo mi padre desde la puerta―Todo está en tu mano, lleva bien alto el título de los condes de Wessex― suspiré y me monté en el carruaje
¡He vuelto! Supongo que esta es mi entrada triunfal de nuevo tras mi gran bloqueo. Volver a publicar se siente bien, no recordaba los nervios y la emoción de sacar un capítulo al mundo mientras piensas en tu casa si la gente lo odia o lo ama. De todas maneras ya está, lo he soltado. Espero que disfrutéis leyendo tanto como yo lo hago escribiendo, sabéis que os leo. ¡Nos vemos en el próximo capítulo!
Pd: Estoy motivada así que dependerá de la semana, habrá semanas en las que subiré un cap otras dos, y serán los martes y los viernes
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