Capítulo 3: Un carnaval aterrador.
Sonó el despertador de campana, y me levanté de un susto para luego intentar desesperadamente apagar el despertador. Recordé el carnaval de hoy -A las 8 y media... Pufff, que vagancia por Dios...- Me preparé para ir a trabajar y antes de salir, miré la carta que había dejado anoche en la mesa del comedor... Tantas preguntas me corren por la cabeza desde ayer ¿Cómo me escribió Máximo si está muerto? ¿Cómo sabía que me amenazaban? ¿Quién o qué era esa cosa que me amenazaba? Me desperté del trance y me centré en coger el autobús, sin revisar el buzón, aunque me apostaría lo que fuera que al menos una carta del tipo raro que me estaba amenazando había.
Ya en el trabajo, empecé a atender pacientes, esta vez me tocaron pacientes más o menos normales, a excepción de uno. Él decía que veía a un tal "Jesucristo" en sus sueños, y que se había vuelto cristiano o algo así. La verdad, es que no creo mucho en Jesús y todo eso, ni siquiera creo que haya un más allá, aunque con lo que me estuvo pasando y con esa visión del túnel, estoy empezando a creer que al menos algo hay después de la muerte. Llámalo reencarnación, llámalo vida en el más allá, pero algo hay.
Ya siendo las 7 en punto y con el último paciente atendido, me fui corriendo al autobús, ya que sino me van a dar más pacientes, y realmente no quiero perderme el carnaval con Charlie, aunque me dé una pereza tremenda ir. Llegué a casa, me preparé y esperé a Charlie en el portal de mi casa. Ya a las 8:25 estaba Charlie aquí, con coche y todo, y nada más verme en el portal me empezó a saludar y me hizo señas para que entrara en el coche, me puse en el asiento del copiloto y nos fuimos al carnaval.
No tardamos mucho en llegar al carnaval, estaba bastante cerca, claro, si vas en coche, sino te esperaba mínimo una hora de caminata y media hora de autobús. Ya allí, Charlie aparcó y salimos del coche, yendo hasta la entrada del carnaval, todo estaba muy iluminado, tanto que mis ojos se tardaron en acostumbrarse a la luz y estuve un buen rato agarrándome de la mano de Charlie para que me guiara y no me diera con ningún cartel o persona, y también estaba todo muy colorido, jamás había visto tanto color en un sitio. Eso sí, había mucho ruido, y apenas podía escuchar lo que Charlie decía, además de que esos ruidos altos me estaban molestando mucho los oídos. No es por ser quejica, pero no suelo estar en sitios con mucha luz o con mucho ruido, o que siquiera tengan colores vivos como los del carnaval,así que era normal que me molestara, aunque después de unos minutos me acostumbré, ¡y me lo pasé genial! ¡Comí un gran algodón de azúcar (que era tan grande que tuve que comerlo junto a Charlie para poder acabarlo, nos hicimos muchas fotos y vimos las carrozas mientras bailábamos al ritmo de la batucada! No nos paramos de mover hasta que las carrozas pasaron y la multitud se hizo más pequeña, permitiéndonos por fin coger algún banco libre. Ya cuando nos sentamos, soltamos al unísono un suspiro para luego mirarnos y reírnos a carcajadas ¡Sin duda alguna, estábamos hechos polvo, sudados y aún con algo de confetti que habían tirado las carrozas en nuestra ropa y pelo! Luego miré hacia arriba y respiré hondo, ya calmando mi euforia de tanto baile y diversión -Sabes, Charlie...- Charlie me miró -Jamás me lo había pasado tan bien como hoy... Gracias.- La miré y le dediqué una sonrisa, ella se limitó a sonreírme y decirme -¡De nada!-.
Nos quedamos en el banco en silencio un buen rato. La multitud ya había bajado casi del todo, al punto que había máximo 3 o 4 personas en la calle. En el fondo, empezó a sonar un órgano, como estos típicos que tocan en el circo, y Charlie y yo dirigimos inmediatamente la mirada hacia donde provenía ese sonido, para luego mirarnos -En el papel del carnaval no ponía nada de que había un circo- Me dijo Charlie, yo, con curiosidad por ver qué había ahí, le dije -Vayamos a ver, aún queda una hora para que cierren- Charlie se encogió de hombros en señal de que estaba de acuerdo y nos dirigimos hasta ese sonido. De repente, ante nuestros ojos, se alzó una enorme carpa de colores amarillos y rojos. Emanaba mucha luz de su interior ¿Cómo es posible que no lo hubiésemos visto antes? Nos paramos enfrente de la entrada. No me gustaban mucho los circos, y más por los payasos, esas bestias de sonrisas pintadas me daban miedo, no soportaba verlas. Charlie vio que estaba un poco asustado de entrar y con la voz más tranquila del mundo me dijo -¿Pasa algo?- La miré, aún no le había dicho que le tenía pavor a los payasos, y viendo que esto era un circo, ya me suponía que debían haber payasos, pero de todas formas no le quería aguar la fiesta a Charlie, así que intentando sonar lo más tranquilo posible, le dije -No, no pasa nada. Entremos...- Charlie, aún preocupada me dijo -No hace falta que entres si no quieres...- -Estoy bien, vamos, entremos- Charlie se paró a pensar unos segundos, mirando al circo y después a mí, y después de sopesar qué hacer, me cogió ligeramente de la muñeca y fuimos adentro.
Adentro parecía ser más grande que afuera. Habían luces y ese órgano de circo no paraba de tocar una melodía alegre, pero que yo en el fondo la encontraba aterradora. Nos sentamos en la fila del medio. No había nadie, cosa que me daba mala espina, pero puede que sea simplemente que hemos entrado los primeros. Luego de lo que parecía eternidad, salió del fondo de la carpa un hombre de largas piernas, largos brazos y una sonrisa que a los demás podría parecer alegre, pero que a mí me parecía siniestra. De repente, el hombre, con voz potente, dijo
-¡Bienvenidos sean ustedes, bienvenidos a nuestro espectáculo,
donde todos ríen y sonríen,
y todos bailan y cantan!
¡La diversión os atrapará en redes,
con payasos,...-
Payasos... Payasos... No, no, no, no, no... ¡Payasos no! Nada más él decir payasos, mi cuerpo sintió como si le cayera un balde de agua fría. Y para colmo, el presentador no paraba de mirarme, a mí, sólo a mí, como si me estuviera intentando intimidar de alguna forma. Miré a Charlie, ella estaba maravillada, tenía una gran sonrisa en su rostro, así que respiré hondo, e intenté en lo posible, aguantarme el espectáculo.
El espectáculo empezó tranquilo, con saltimbanquis, equilibristas, malabaristas, e incluso elefantes, aunque juraría que está totalmente prohibido utilizar animales en el circo. Pero de todas formas, el espectáculo me estaba gustando, me había conseguido relajar, aunque de vez en cuando miraba al presentador, el cual no paraba de sonreír, lo cual, me hacía sentir un ligero miedo. El espectáculo siguió y siguió, miraba mi reloj, teniendo la impresión de que habían pasado horas, pero para mi sorpresa, el tiempo pasaba muy lento, podían estar dando saltos y giros tanto como quieran, que mínimo habían pasado 5 minutos. De repente, el presentador se puso en medio del foco, y extendió sus brazos, que podían medir tranquilamente 10 veces mi tamaño, cosa que no entendía como podía moverlos como si fueran suyos cuando era imposible que esos fueran sus brazos. Después, alto y claro dijo:
¡Y ahora, con todos ustedes,
Los 10 Payasos!
¡¡¡10 PAYASOS!!! ¡No, por el amor de Dios, no! Del fondo salieron los 10 payasos, con sonrisas exageradas y risas que me helaban la sangre. Estaban subiendo las gradas, mientras Charlie se reía de las bobadas que hacían, yo estaba temblando y apunto de llorar del miedo que me estaba causando que esos payasos se estuvieran acercando a nosotros. Cuando llegaron a nuestro lado, empezaron a saltar de asiento a asiento, haciendo tonterías y riéndose a carcajadas. Charlie no paraba de reír, mientras yo empecé a llorar. Intenté ocultar mi cara para que Charlie no se diera cuenta de que estaba aterrorizado. Los payasos empezaban a acercase más y más a mí, intentando que me riera y que dejara de ocultar mi cara, pero cada vez me iba agazapando más, hasta un punto en el que no aguanté más y rompí en el llanto, intentando alejar esos payasos de mí, e intentando escapar de ese infierno -¡¡¡BASTA, ALEJAOS, POR FAVOR, POR FAVOOOOR!!!- Charlie, al darse cuenta de que estaba aterrado, enseguida me cogió de un brazo y me sacó afuera, intentando que los payasos se alejarán de nosotros, cosa que no fue fácil, ya que por alguna extraña razón, no paraban de seguirnos hasta que conseguimos salir del circo, donde ya como mucho, se quedaron en la entrada, mirándonos fijamente.
Nos alejamos del circo, yo aún llorando cascadas, y cuando estuvimos lo suficientemente lejos del circo, Charlie me sentó en un banco y me abrazó fuerte, intentando calmarme. Estaba temblando, el corazón me iba a mil por hora, y aún seguía llorando, con la cara y los enrojecida de tanto llorar. Al cabo de un buen rato, conseguí calmarme al menos lo suficiente como para dejar de llorar y conseguir hablar -Gracias por sacarme de allí... - -De nada, y Jack, lo siento, lo siento muchísimo, no sabía que te iba a dar tanto miedo los payasos, te prometo que no te pienso meter en ningún circo nunca más. Debería haberme dado cuenta antes, lo siento.- Yo me limité a abrazarla fuerte, con mi cabeza descansando en su hombro y mirando fijamente al suelo -No pasa nada, debería habértelo dicho antes de entrar al circo, no fue tu culpa después de todo...- Después de un rato, nos dejamos de abrazar, ya me encontraba mucho más tranquilo. Charlie sacó de su bolsillo un paquete de pañuelos y me limpió las lágrimas, aún con cara de preocupación y sintiendo culpa. Luego de limpiarme las lágrimas, me dijo -Jack, ¿quieres que nos vayamos a casa?- La miré, asentí ligeramente y le susurré -Sí, por favor...- Entonces, Charlie me cogió de la mano y me guió hasta la salida del carnaval. Menos mal que no había nadie, sino habría sido vergonzoso que me vieran llorar en público. Al llegar al coche, me senté en el copiloto y ella al volante, para después arrancar el coche y dirijirse a la carretera. El camino a casa fue muy silencioso, ninguno de los dos hablaba ni miraba al otro, aunque juraría que ella seguía con una expresión triste en su cara por lo que había pasado. Después de un rato, ella, mientras conducía, me miró, esbozó una sonrisa y dijo -¿Quieres que te cuente un chiste?- Yo la miré y me encogí de hombros -Vale- -¿Sabes que le dice una cabra a otra cuandonse aburre?- Me paré a pensar un segundo y contesté -No ¿Qué le dice?- Ella, amplió un poco su sonrisa, e imitando a una cabra dijo -¡Meeeee aburro!- Solté una pequeña risita, ese chiste había sido malo, pero al menos me hizo reír. Se me vino a la cabeza un chiste y le dije -Hey Charlie- -¿Sí?- -¿Sabes que dice un esqueleto enfadado a otro?- -¿Qué dice?- -¡Me tienes hasta los huesos!- Vi como intentaba aguantar la risa, y yo empecé a pincharla con el dedo en un costado -¡Vamos~, sé que te quieres reír~!- La empecé a pinchar más rápido, y después de unos pocos segundos, soltó una risotada que juraría que se escuchó desde Francia. -¡Vale vale, ahí me has pillado, ese estuvo bueno!- Se siguió riendo, y de tanto reír, me contagié y me empecé a reír con ella. Todo el mal trago había pasado, ahora solo éramos nosotros dos riéndonos y disfrutando de la compañía del otro. Ahora sí, sin duda alguna, éste era el mejor momento del carnaval.
Llegamos al portal de mi casa, y antes de salir del coche, la abracé -Gracias por llevarme al carnaval, aunque a la próxima, alejémonos de los circos, porfa- Se rió, me devolvió el abrazo y me dijo -¡Eso tenlo por hecho! Y Jack...- Se alejó de mí un poco y me miró preocupada -¿Ahora estás mejor?- La miré, y mientras sonreía y asentía, respondí -Sí, jamás podría haber estado mejor- Me sonrió aliviada y me dejó ir. Salí del coche, me dirijí al portal, para darme la vuelta, mirar a Charlie y despedirme con la mano -¡Mañana nos vemos!- -¡Eso también tenlo por hecho!- Sonreí y me quedé en el portal hasta que el coche de Charlie había desparecido de mi vista, ya ahí entré, y nada más entrar me dirijí al buzón y lo abrí. Esta vez, solo había un sobre negro con el sello de la M. Lo cogió rápidamente y me subí hasta mi puerta, donde entré y me dirijí a la mesa del comedor para después abrir el sobre con cuidado pero rápido y sacar de ahí la carta.
¡Hey Jack, ya veo que estás mejor! Sé que tienes varias preguntas sobre cómo es que te estoy escribiendo y cómo es que me estoy enterando de todo. Pues bien, si quieres saber las respuestas para tus preguntas, simplemente girate ;)
De inmediato me giré y allí estaba, flotando en mi salón el que hace mucho tiempo fue mi mejor amigo. Nada más verlo me asusté y me caí de la silla del brinco que pegué. Máximo se rió a carcajadas de mí, y se acercó a mí para estar cara a cara conmigo -¿Qué pasa viejo amigo? ¿Qué? ¿Me extrañabas?- Sonrió de forma burlona, y yo simplemente me quedé boquiabierto, intentando emitir una palabra, cosa que el shock que había recibido de verle delante mío me impidió. Él se limitó a reír por lo bajo y a apartarse de mí para que yo al menos pudiera apoyarme en mis antebrazos. Sin duda, era él...
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top