Capítulo 2: Un viejo mejor amigo.

Ya habían pasado dos semanas de aquel extraño incidente, el cual, tengo que admitir, me dio un gran susto.
Las cartas extrañas no han parado de aparecer. Siempre vienen con un poema pequeño, pero al menos no me desean la muerte (un puntazo por parte del escritor), pero si que me ha dejado bastante de qué pensar...

Aún recuerdo ese túnel, esa sensación de libertad increíblemente acogedora, de esa sombra... Esa sombra... Me suena. No sé de dónde, pero me crea en mí una sensación de que esa sombra es de alguien que conocí en el pasado. A saber quién, pero de alguien conocido es, tal vez será por eso que me devolvió a la oscuridad para después revivirme... No lo sé, lo único que sé con certeza, es que me están tocando pacientes cada vez más raros, pero interesantes al menos.
La otra vez me tocó un hombre de unos 50 años, el cual no paraba de hablar del más allá. Que su esposa está en el más allá, que si su perro Rufus está en el más allá... cosas así, aunque me dio pena que su esposa y perro hayan muerto de golpe y seguidos uno del otro...

En fin, de vuelta a la Tierra, me centré en tomar notas del último paciente que había atendido hace menos de 5 minutos. -Alucinaciones continuas... Ataques de ansiedad... Y...-*Knock, knock* Levanté la vista hacia la puerta, sin levantar la cabeza del papel -Pase, está abierto- Dirigí mi mirada al papel de nuevo y escuché la puerta abrirse un poco -¡Hola Jack, espero que no te moleste mi visita!- Charlie entró, inmediatamente dejé de tomar notas y levanté la vista ¡Por fin, una alegría entre tantas desgracias que había escuchado hoy! - ¡Hey Charlie! ¿Cómo estás?- -¡Bien gracias, solo vine a traerte esto!- Sacó de su bolso unas galletas caseras -¡Las hice yo, espero que te gusten!- -¡Gracias!- Cogí la bolsa de galletas y tan rápido como abrí la bolsa de galletas, cogí una y me la metí a la boca, realmente estaba hambriento de tanto trabajar hoy.

Y puede que os estéis preguntando lo que está pasando aquí. Pues veréis, después del susto de muerte (literal), pues fui a casa, y me dieron de baja al menos 5 días, así que al día siguiente, fui a comprar, y me encontré a Charlie, y nos pusimos a hablar. Es una mujer de lo más divertida y habladora, tiene unas grandes ganas de vivir y siempre levanta el ánimo a cualquiera, sin duda, una persona muy agradable. Después de ese encuentro, empezamos a hablarnos más, y me enteré de que no vive tan lejos de mi casa, solo a un par de cuadras, así que todos esos 5 días la estuve visitando, por una vez que tengo una amiga, voy a aprovechar para hablar con ella.

Pues bien, volviendo al tema, mientras me comía las galletas con ganas, empezamos a hablar de un carnaval que estaba muy cerca de nuestro barrio -¡Deberíamos ir Jack, dicen que será el carnaval más grande que haya habido en nuestra ciudad!- -Charlie, ese día traba...- -Es a las 9, tu sales de trabajar a las 7, así que puedes ir sin problema- Me miró fijamente con una sonrisa, me quedé pensando por un rato. Nunca había ido a un carnaval ya que lo solían hacer a las 6 de la tarde, y yo no podía salir hasta las 7, e incluso aún teniendo que salir a las 7, me solía quedar media hora más o incluso una hora para tener todo en orden y atender a algún paciente más -¡Y, el carnaval termina a las 2 de la noche, tendrás tiempo de sobra para dormir! Así que... ¿Qué? ¿Te vienes?- Me siguió mirando, pero esta vez con ojos de cachorro, no podía resistirme cuando me ponía esa cara, una especie de pena me invadía si le decía que no, así que suspiré, bajé la cabeza y asentí ligeramente, lo cual hizo que se pusiera contentísima y diera un pequeño chillido de emoción, para luego abrazarme bien fuerte y dirijirse a la puerta -¡Pues te espero mañana a las 8 en tu casa, chaooo~!- -Adiós Charlie- Le esbozé una sonrisa y me despedía con la mano, cosa que ella imitó de forma enérgica y cerró la puerta, dando un suspiro y diciendo por lo bajo -Solo yo me meto en este tipo de cosas...-Miré el reloj, ya eran las 8, debía irme a casa, aunque pensé que podría ser peligroso para Charlie salir sola a esta hora, así que rápidamente me levanté de la silla y corrí hacia ella, haciendo caer algún que otro papel en el camino, hasta que di con ella y le dije, -¡Espera!- se volteó y me miró confundida, a lo que yo aproveché para tomar aliento, no es que estuviese en la mejor forma posible, me dirigí jadeando hacia ella -Espera... es... pufff... peligroso si vas sola... uf... por ahí... *Tose* Yo te acompaño...- Me miró de arriba abajo, viendo que por unos pocos metros de carrera ya estaba muerto y soltó una pequeña risita -Pues será que vayas cogiendo tus cosas rápido, señor atleta, porque el próximo autobús llega dentro de nada- -Jeje... Ya voy...- Eché otra carrera a la oficina mientras Charlie me esperaba en la puerta del centro. Ya recogidas mis cosas, fui a su lado y le hice una seña con la mano para que fuésemos juntos a casa. En el camino me puse a hablar con ella de cosas de la vida mientras nos reíamos juntos.

MINUTOS MÁS TARDE

Ya estando en la puerta de su casa, se despidió con la mano y me gritó en medio de la calle -¡Nos vemos mañana, y ni se te ocurra quedarte hasta tarde en el trabajo! ¿Eh? ¡Que yo no espero!- Intenté que bajase el tono de su voz haciéndole muchas señas, pero ella solo se rió -Tranquila, estaré allí a tiempo, no te preocupes ¡Pero deja de gritar, que nos van a oír!- -¡¿¡¿QUÉ!?!? ¡¿¡¿ACASO HABLO DEMASIADO ALTO PARA TI!?!?- -¡Charlie, por favor!- Ella simplemente se rió a carcajadas de mi desesperación, lo cual me hizo enrojecer de rabia -¡Vale, vale, bajaré el tono de voz, jajaja! ¡Es solo que adoro cuando te pones chinchudo!- Se rió un par de veces más mientras que yo suspiraba intentando no matarla. Nos despedimos e inmediatamente me fui a casa. Al llegar, vi que en buzón había no una, sino dos cartas extrañas. Las cogí y me metí en casa. Una era como las anteriores que había recibido, sello dorado con un serafín de estampado, con un ligero tono amarillento y con la carta perfumada y con los bordes delicadamente decorados. La abrí y la leí:

Dos semanas de vida más has tenido,
y en tu vida cotidiana has seguido.
Pues te aviso que no me he ido,
aún sigo ahí contigo...

Esperando pues, mi momento,
en el cual muy contento,
morirás muy lento,
y soltarás por fin, tu último aliento.

Me entraron escalofríos, pero ya me había acostumbrado a las cartas macabras de este autor, pero al mirar la otra, me di cuenta enseguida que eran completamente distintas. La otra era negra, con sello rojo, y con estampado en forma de M... M... Me suena de que un amigo de mi infancia utilizaba una M como firma, pero no estoy seguro de si son el mismo... En el sobre, con letras blancas para resaltar el destinatario y el que lo mandó:

Destinatario: Calle Polvoranca, Piso 8, Puerta D, Nombre y apellidos: Jack Fernández García.

Persona que lo manda: Calle Fuenlabrada, Piso 4, Puerta 3, Nombre y apellidos: Máximo Gutiérrez

-No... ¡Imposible, si te atropellaron!- Máximo... Él había sido un amigo... No... Mi mejor amigo, al que habían atropellado hace mucho ¿Cómo es posible que me haya mandado una carta? Abrí el sobre con extrema rapidez, y saqué la carta de su interior, era un papel normal, ni perfumado, ni decorado, ni nada extraño, solo un papel. Leí lo que ponía:

Él te estará amenazando mucho, pero no es más que un chihuahua que ladra mucho pero poco hace. Aunque aún así, no te confíes, el sigue siendo peligroso, después de todo, tuve que traerte de vuelta por su culpa.

Me quedé helado... Esa sombra era él, ¿pero cómo es posible que me estuviese escribiendo una carta? Tengo ganas de escribirle de vuelta, pero... ¿Y si es una broma? No... Nadie de este barrio me conoce tanto, ni siquiera Charlie, como para saber el nombre y apellidos de mi mejor amigo... La cabeza me empezó a doler, esto fue como si me tirasen un balde de agua fría, le estaba dando demasiadas vueltas a todo, así que decidí irme a la cama directamente sin cenar, dejando la carta dorada en la mesa y llevándome la de mi amigo. Ahora es como un tesoro para mí, no debo dejar que nadie, NADIE, la toque. La metí en el cajón de arriba de mi mesita de noche y me tapé con las sábanas, quitándome las gafas primero antes de acomodarme en dirección a la mesita de noche y cerrar mis ojos. Mañana será un día agotador sin duda.

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