3 •El lamento de la infame•
―¿Por qué continuas en este mundo? ―interrogó Morte con frialdad―. ¿Por qué te apegas al sufrimiento? Desaste de tu cuerpo, se libre, libérate de tu enfermedad...
―Un cuerpo enfermo no es derivado de debilidad, si no, de fuerza ―intervino Vita encentrándose a su adversario–. Los humanos son capaces de sobrellevar las enfermedades, son fuertes en cuerpo y alma, así que no lo escuches Caeli, quiere desmotivarte para llevarte con él.
―Te invito a La Ciudad Del Lamento, Caeli. Allí podrás ver la verdad ―invitó Morte extendiendo su esquelética mano hacia mí.
―La Ciudad Del Lamento es un desvío hacia el Limbo, Caeli ―aclaró Vita intentando advertirme―. Si vas, tal vez no logres regresar y terminaras vagando en terreno desconocido donde no nos tendrás a ninguno de los dos.
La idea de vagar por una dimensión desconocida me intrigó, experimentar el desdoblamiento cuando me inducían al coma era una experiencia realmente deslumbrante, lograba atravesar paredes y recorrer todo el terreno del hospital con facilidad, sin que nadie notara mi presencia o al menos los humanos no lograban verme pero si los animales que al pasar a su lado reaccionaban como si fuese un espectro del mal.
Lo mismo pasaba con Morte y Vita, nadie conseguía verlos y dotaban de la habilidad de conservar un cuerpo de carne y hueso en el mundo de los humanos. Sin embargo, el peso de la gravedad en sus cuerpos los inducía a desistir y volver a su forma original: el de un espíritu.
La primera vez que vi a Morte con su rostro cayéndose a pedazos, su pálida piel producto de que no corría sangre por sus venas, de cabello negro como el tizón al igual que sus vacíos ojos que reflejaban el más profundo abismo, mi reacción fue de serenidad, su apacible y gruesa voz me invitó a caminar a su lado, por un largo y oscuro túnel que me alejaba de la luz.
En ese momento, apareció Vita y me jaló de vuelta al inicio del túnel donde la excesiva luz me cegó, sin antes lograr visualizarlo a él, quien me dirigió una amble sonrisa, su rostro reflejaba vitalidad y sus relucientes ojos azules era como contemplar el cielo despejado, su rubio cabello caía sobre sus hombros, parecía que brillara con la incesante luz que se extendió por todo la zona hasta que desperté de la muerte, había estado un minuto muerta mientras los paramédico hacían todo lo posible por mantenerme con vida.
Desde ese entonces he estado acompañada de Vita y Morte.
―Quiero ir a La Ciudad Del Lamento ―acepté acercando mi débil y temblorosa mano a la de Morte―. Quiero dejar de sufrir.
Morte sonrió ante mi respuesta, nunca lo había visto sonreír en su inexpresivo rostro y en el instante en que tomé su mano el cansancio invadió mi espíritu dando lugar a un inexplicable sueño que se alojó en mi cabeza evitando que escuchara parte de una conversación que tenía que quedar inexistente.
―Morte, me prometiste que no intentarías enviar a Caeli a La Ciudad Del Lamento... ―gritó Vita enfurecido tras mi decisión.
Nunca había visto a Vita encolerizado, no de aquella manera con cierto miedo a que callera en las redes de una ciudad enigmática y vagara por las calles en la agonía de encontrar un sendero que me llevara a un lugar lastimero.
Desde ya hace cinco años que no me quedaba completamente sola y olvidada como todo enfermo en una fría cama de hospital donde habitan los espectros más oscuros del ser humano, debilitando las fuerzas de continuar con vida y con la efímera esperanza de ser visitado por algún familiar que desechó la posibilidad de estar en contacto con un cuerpo cuya alma está a punto de marcharse al cielo o al infierno.
¿Cuál es mi propósito en esta vida? tal vez no tuviera un propósito estando con vida pero podría tenerlo si me adentrara al mundo de los muertos, así me familiarizaría con ese mundo y pueda entregarme en su totalidad para no volver jamás a la vida, quiero conseguir dormir eternamente y no despertar de mi sueño aunque Vita me jale de regreso.
Deseo arrebatar esa angustia en el rostro de mi madre y que me deje marchar, no, ella ya acepto mi muerte hace mucho tiempo. Sin embargo su rostro demacrado refleja su dolor y desilusión a la ver a su única hija en el lecho de la muerte, la cual le ha arrebatado parte de sus fuerzas al trabajar el doble para mantenerme un día más con vida.
Siento lastima por ella.
―Bienvenida seas, Caeli, la protegida por los cielos ―anunció una potente voz que me despertó de golpe frente a unas grandes rejas de metal―. Hemos esperado pacientemente por su venida a La Ciudad Del Lamento.
Las sonoras carcajadas del espectro con apariencia humana y piel derretida me advirtió que fue un error el haber aceptado la invitación de Morte
¿Protegida por los cielos?
¿Han esperado mi venida?
¿Por qué siento una presión en mi pecho?
¿Estoy muriendo?
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