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 Retrocedí alarmado y alcé la mirilla del arma.

 Era una chica, pero eso lo descubrí después de un buen tiempo mirándola asombrado porque estaba cubierta de barro seco y lodo fresco y llevaba una máscara purificadora de oxígeno en el rostro. Su ropa era de un opaco color plateado, oxidado, y luego comprendí que se había cubierto con tierra para neutralizar el olor. Su máscara la hacía verse como un robot, pero sobre ella había colocado una coronilla de plumas erizadas y varias ramas como si fueran su cornamenta.

Estaba vestida como una salvaje, llevaba un extraño taparrabos de plata, una remera desgarrada del mismo material y en su cuerpo tenía cargado un arsenal, desde dardos atados con hilos plateados en sus hombros, navajas enfundadas alrededor de sus gemelos y collares de cuentas sobre su pecho, pero en lugar de cuentas tenía balas para una extraña arma que cargaba en su espalda.

En su mano llevaba desenfundada una alabarda de plata pulida con el extremo curvo. Me pareció muy tonto de su parte decidir apuntarme con ello, pero de un movimiento veloz, enganchó el cañón de mi arma con la punta de su alabarda y la bajó. Se inclinó y caminó en cuatro patas sigilosamente hacia mí.

Cuando se acercó lo suficiente se incorporó, acercó su máscara a mi cara.

You are Hydra Lerna? We told you, without any companions.

Comencé a retroceder preguntándome cómo hacer ruido para despertar a mis amigos, su voz sonaba joven del otro lado de la máscara, su piel se veía muy pálida como si nunca hubiera tocado el sol.

—Eehh —Enfundé el rifle que recuperé de un tirón—. No entiendo lo que dices, ese idioma murió. El inglés ya no sirve ¿Entiendes?

Shut up and quit —susurró molesta.

Comenzó a avanzar sigilosamente hacia el corredor alfombrado, flanqueado por butacas que te conducía hacia el foso donde ellos dormían, cargaba la lanza con ella.

Me adelanté y le bloqueé el paso, mirándola a, donde creí, estarían sus ojos, debajo del cristal cubierto de tierra. Vislumbre unos ojos azules como agua marina.

—¿A dónde demonios te crees que vas con eso? —pregunté agarrándole la alabarda y arrebatándosela, pero ella cerró sus puños con resistencia para que no se la quitara.

Forcejeamos. Sorprendentemente, por primera vez en mi maldita vida, tuve más fuerza que alguien. Se la quité con facilidad, traté de no mostrarme demasiado sorprendido.

What are you doing, idiot? —espetó atropelladamente, susurrando—. We have to kill the wolves.

No sabía lo que decía, pero por su tono cargado de miedo supe que se refería a que no quería enfrentarse con ellos cuando estuvieran despiertos.

—Son mi hermano, mi novia y mi mejor amigo, las personas más importantes para mí en todo el mundo y están roncando tranquilos como monstruos en ese foso y si les haces algo te mato —amenacé, usé un tono cargado de determinación y la señalé para que supiera que no me andaba con titubeos.

Ella guardó silencio unos segundos, aunque estaba erguida en toda su altura me llegaba al hombro.

—Dijimos sin compañía —contestó con dificultad, hablando arrastradamente, que pudiera hablar mi idioma y no lo hubiera hecho antes me hizo encabronarme más—. No puedo llevarlos a la ciudad, eran las reglas.

—Ellos entran conmigo o no entro —dicté tratando de sonar totalmente convencido.

Pero lo cierto era que creía encontrarme en un sueño, hablando con una humana que estaba a punto de llevarme a la ciudad protagonista del cuento que Rudy siempre me leía para dormir cuando yo era un cachorro.

—Pero...

—Hablo en serio.

I know. But... —titubeó, hizo un ruidito como si algo le doliera—. Tus amigos. La ciudad is venenosa for them. The people...

—Pueden usar trajes —propuse, miré su atuendo—. ¿Me estás diciendo que no tienen cosas que no son de plata guardadas en algún lado de las ruinas?

Ella me arrebató la alabarda de las manos, aunque llevaba una máscara sabía que me estaba fulminando con la mirada. Estaba rígida como un relámpago. Se dio la media vuelta y se fue corriendo a toda velocidad, pero era una rapidez demasiado lenta, como la mía.

Regresé corriendo hacia el foso de orquesta, bajé de un salto y comencé a sacudirlos o darle matadas.

—Acaba de venir alguien.

Verlos con el entusiasmo que se pusieron de pie me provocó lástima porque ellos estaban encantados por conocer a los humanos, pero la chica que había venido quería acercarse a ellos cuando dormían para matarlos. De repente pensé, por milésima vez, si era buena idea llevarlos conmigo a la ciudad, tal vez los repudiarían o los tratarían como bestias. No podía fiarme de la cordura de los humanos ¿Y si ver licántropos los sacaba de sus cabales?

Ellos creían en la paz, querían hacerla entre ambas razas, no existían las guerras en la nueva sociedad, pero en la vieja... Yo no pensaba que se pudiera lograr algo como la paz con humanos, había leído suficiente de esa especie y hacer las paces no era uno de sus mejores atributos.

Titubeé, mi energía fue esfumándose de a poco.

—¿Qué pasó?

—¿Pasa algo malo?

—¡Saca esa cara de colapso mental y dinos qué pasa! —exigió Mirlo.

Les conté brevemente mi encuentro con la humana.

—¿Ella? ¿Estás segura de que era una chica? —preguntó Mirlo con un tono raro en la voz que nunca le había escuchado.

—Sí, una joven —Asentí recargándome tenso contra la pared de la fosa—. Diablos, son reales.

—¿Y crees que quiso matarnos? —trató de averiguar Cet, colgándose la mochila—. Tal vez sea un saludo ¿O no? Después de todo, dijiste que a ti también te apuntó con su lanza de plata.

—No sé, se fue por algo para que se cubran —expliqué señalando la entrada y meneando la cabeza—. Miren, creo que no lo pensamos bien. Si entran a ese lugar, les tendrán miedo, irán a una ciudad de plata ¡O sea, es real!

Los tres me miraron en silencio, una sonrisa débil se les formó en el rostro, luego una risa temblorosa como si se esforzaran por contenerla y finalmente reventaron en una carcajada atronadora. Cet se agarraba de Mirlo, partiéndose de la risa y sosteniéndose el estómago como si fuera a explotar.

—¿Qué? —pregunté sin comprender.

—¿Escucharon lo que dijo? —inquirió Yun, riendo también—. Que no pensamos bien que iríamos a una ciudad de plata...

—Se llama La ciudad de Plata —Mirlo buscó aire y se burló entre risillas—. ¡Pero no pensamos que por ahí podía estar hecha TODA de plata!

Ceto continuaba desternillándose de la risa, incapaz de habar. Puse los ojos en blanco, exasperado.

—Es verdad. Insisto. Cada cosa de allí está fabricada con ese material, tendrán que estar completamente cubiertos, todo el tiempo, no podrán siquiera respirar, todo los quemará, será como caminar en una casa en llamas, seguro que hay luces blancas, los volverán agresivos. La gente de allí les temerá porque son la razón por la que se escondieron tantos años. Se los estuve tratando de decir todos estos días.

Nunca había pensado en todas esas posibilidades, eran horrorosas y me ponía la piel de gallina el tan solo pensarlas, tal vez era porque en el fondo, no esperaba toparme con ningún bunker metálico repleto de una raza extinta. No hasta que encontré a la humana y ahora no podía dejar de preocuparme. Me hacía sentir desquiciado el saber que era el único que no se lo tomaba a la ligera.

Estudié sus rostros y los tres parecían compadecerse de mí, como si todo el tiempo hubieran estado al tanto de eso.

—Lo sabemos —dijo Yun con seriedad, rascándose la barba—. No nos importa, queremos hacer el esfuerzo.

—Podrían lastimarse —insistí más preocupado en su seguridad que ellos mismos.

Siempre había sido al revés, toda la manada me insistía en que acudiera a doctores y hospitales y yo siempre desatendía mi salud, me fastidiaba lo insistentes que eran y no comprendía por qué no podían dejarme en paz. Ahora lo entendía, había veces en que se quería tanto a alguien que comenzabas a temer por él más que por ti. Había veces en que el amor se hinchaba tanto que se volvía miedo.

—Sabemos que nos odiarán un poquito o desconfiarán, pero no vamos a dejarte solo —explicó Cet cruzándose de brazos, sonriendo un poco y enjugándose los ojos húmedos—. Lo hablamos ayer, cuando nos fuimos a vigilar la ciudad, aunque eres el único humano que se crio entre licántropos eres asqueroso con las acciones sociales. Nos necesitas, aunque te moleste admitirlo. De verdad, no te abandonaremos cuando más nos necesitas.

—Es que puedo entrar solo —insistí dejando caer mis manos entre mis piernas —. No los necesito.

Mialo rodó los ojos y agitó su lanza de un lado a otro.

—Es lo mismo que cuando tenías doce años, me decías que no te daba miedo la oscuridad...

—No me daba miedo —negué.

—Y dormías con una linterna.

—La linterna siempre estaba apagada —excusé.

—Además, queremos limpiar el nombre de todos los licántropos. Seremos como unos embajadores de paz —explicó Mirlo—. Es lo mínimo que podemos hacer por un mal entendido que perduró tanto tiempo. Hydra, esa gente estuvo encerrada por generaciones. Debemos demostrarles a todas esas personas que podemos ser amigables.

—Además, si algo sale mal —Cet me imitó encogiéndose de hombros desgarbadamente, recibió risas de apoyo—, nos vamos y ya. Después de todo, somos tres licántropos jóvenes, no podrán con nosotros.

—Bueno —dijo Yun levantando las manos, peinando su cabello ralo y rubio, comprobando su aliento y restregándose la cara para despabilarse—. Cuando lleguen no finjamos mucha sorpresa, actuemos con onda, como si fuera algo que hiciéramos todos los días —Soltó un ruido gutural de cansancio—. Oh, de seguro voy a arruinarlo.

Empacamos todo rápidamente y trepamos el foso hacia el corredor que desembocaba de la entrada. Esperamos a la humana en fila, pero antes de salir del rincón de la orquesta le susurré a Mirlo.

—Te quemas un poco, tan solo un poco y nos vamos de la ciudad —dije agarrándole la cara con las manos para que no me la desviara, porque siempre hacía eso cuando no quería escucharme.

—Antes decías que un bronceado me sentaría bien.

—Mirlo —pronuncié en modo de advertencia.

Ella sonrió, sus mejillas estaban sonrosadas e hirviendo, su vigoroso corazón, al igual que siempre, palpitaba el doble de rápido que el mío, me gustaba sentirlo, a veces.

—Te escuché, loco. Y lo prometo, cuando quieras que me vaya, me voy. Y si quieres que me quede, me quedo.

Le di un beso en la frente.





 Este libro tendrá algunos diálogos en inglés que si no entienden no pasa nada, tampoco hace a la historia y además ni el protagonista los comprende; al igual que él yo sé poco y nada del idioma y en google no confío así que si ven que expresé mal alguna oración no duden en corregirme. Besos ;)

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