-N U E V E-
Izuku estaba cubierto desde sus pies, hasta el último cabello en su cabeza por las cálidas sábanas de su lecho. Con las luces apagadas y las cortinas cerradas, trataba de esconderse en la abrazadora oscuridad de cualquier fuerza que quisiera alcanzarlo. Su cuerpo adolorido era como una tortura que no le permitía siquiera rodar en la cama.
¡¿Qué hiciste?! ¡¿Qué hiciste?! ¡¿Qué hiciste?!
Le gritaron sus voces una y otra vez. Y él mismo quería saber eso: ¿Qué había hecho?
Tratando de sacar brillo a sus recuerdos, percibió el temor irrumpir en su cuerpo. Aún peor, sintió arrepentimiento de haber dicho algo crucial.
—¡Conozco el punto débil de All Might!
La agresora lo devoró con una mirada llena de recelo, aquello era tan tentador en creer. Estaba interesada, y sabía quién más lo estaría. Sin más suspiró.
—Sígueme —ordenó—. Si veo que tratas de hacer algo, te mataré. ¿Escuchaste bien, Quirkless de pacotilla?
Izuku pasó saliva y asintió. Fue guiado a través de los callejones oscuros y descuidados hasta llegar a un barrio que, por lo descuidado que estaba, no le sorprendería que fueran los lugares más bajos de la ciudad.
La chica se acercó a la metálica puerta de un edificio. La tocó con poca delicadeza y la ventanilla se abrió. Midoriya pudo captar que quien estaba detrás de ella usaba unas gafas negras que impedían divisar sus ojos. Ambos intercambiaron algunas palabras en susurros, volteando a verlo de soslayo con el rabillo del ojo.
¡Sal de aquí! ¡Corre! ¡Huye!
Le dijeron sus voces en sus débiles susurros, indicando que ya era momento de tomar el siguiente psicotrópico antes de que tomaran más fuerza.
Izuku no se movió, ni un poco.
Sus piernas flaquearon cuando la ventanilla se cerró y la puerta se abrió. El hombre salió de ésta y le hizo una seña con la mano para que entrara. Las voces del joven suplicaron escapar, pero Izuku sabía que el momento para poner fin a lo que estaba por venir ya había pasado.
Comenzó a seguir al hombre y detrás de él iba su agresora. Miró con recelo las paredes de aquel estrecho pasillo que sencillamente delataban los años transcurridos desde su última mano de pintura. Pasó saliva y percibió sus palmas humedeserce. Sentía que estaba entrando a la boca del lobo.
Al final del pasillo habían otras puertas. Entre todas destacaba una por conservar buen estado. El sujeto frente a él la abrió y asomó su cabeza.
—Hay alguien que quiere hablar contigo, Shigaraki.
—¿Quién? —inquirió una áspera voz.
El hombre sonrió de lado y le dejó paso a Izuku. Los músculos del joven se tensaron impidiendo su movilidad. La chica detrás de él lo empujó hacia adentro, sacándolo de su trance. Izuku miró que la habitación parecía un bar demasiado pequeño. Dentro habían dos personas que le veían fijamente.
—Carletti, ¿Por qué me has traído a un mocoso? —quiso saber un hombre delgado que llevaba una mano en su rostro para cubrirlo.
La castaña guardó silencio cruzada de brazos. Miró a Izuku fijamente logrando que se incomodara. Midoriya creyó que esa mirada era una indicación para que abriese la boca.
—Quisiera unirme a la Liga de villanos, por favor —titubeó.
Entonces el hombre de la mano comenzó a reírse de él.
—¿Oíste eso, Kurogiri? —le habló al sujeto cubierto de niebla oscura que le miraba detrás de la barra—, el niño quiere unirse a la liga de villanos, por favor —río con más fuerza resaltando la inocencia que aún poseía Midoriya—. Escucha esto niño: regresa a casa. Ve con tu madre y abrazala, no sabes cuándo podremos alejarla de tu lado.
Izuku apretó los puños. Otra vez le estaban negando una oportunidad. Se había prometido que eso nunca volvería a pasar. ¿Pero qué podía hacer?
—Creo que no quieres hacer eso, Shigaraki —habló la castaña que estaba apoyada en la pared—, él dice que conoce el punto débil de All Might.
En ese momento, justo al terminar aquella oración, fue como si el tiempo se hubiera detenido. Y al igual que en sus pesadillas, los sonidos de desconectaron de sus oídos. Apretó sus puños salpicados de sudor y pasó saliva. El ruido de su palpitante corazón era el único autorizado para resonar en sus tímpanos.
—¿El punto débil de, All Might? —rió el sujeto de cabellos celestes. Después adoptó una voz y postura seria y espeluznante—: ¡No me digas tonterías! —le gritó a la chica, después se giró a Izuku quién deseó por un momento haber permanecido ignorado—. Dime una cosa, niño; ¿crees que si no conociera el punto débil de All Might, habría ido a USJ?
—B-bueno... ¿Entonces por qué su plan no funcionó?
Carletti se rió con burla. Su risa le hizo percatarse a Izuku de que había metido la pata. Sus voces le advirtieron que lo que había dicho era peligroso. Podría hacerlos enojar.
—¡Te mataré! —gritó el sujeto y se puso de pie. El hombre de niebla empleó su Quirk, y creando un portal, impidió que las manos de su compañero alcanzaran al joven que se había encogido hasta el suelo.
—Por favor tranquilícese, Shigaraki —pidió con galantería.
Tomura regresó a su asiento y comenzó a rascar un poco su cuello, para después, aumentar la velocidad y fuerza en sus acciones. Kurogiri se acercó a él para susurrarle al oído:
—Si es verdad lo que este muchacho dice, entonces hagamos que nos confiese cuál es ese punto débil —al terminar su oración, Shigaraki se detuvo en seco. Permaneció en silencio atento a las palabras de su colega—: recuerde que aún no conocemos su Quirk. No podemos atacarlo con la guardia alta. Hagamos que crea que será parte de la Liga De Villanos, y en el momento que nos confiese su secreto, puede encargarse de él, ya ha visto suficiente.
El hombre guardó silencio, después comenzó a relajar su cuerpo y a actuar con más libertad.
—Sí —le dijo—, tienes razón, Kurogiri.
El hombre de niebla asintió y se giró a Izuku.
—Por lo que acaba de ocurrir, le pido disculpas. Usted puede formar parte de la Liga De Villanos. Sólo necesitamos saber algo: ¿Cuál es su Quirk?
—Ese es el problema —intercedió Carletti apartándose de la pared—, es un Quirkless.
—Quirkless —murmuró Tomura sintiendo un bombillo encenderse sobre la coronilla de su cabeza—. ¡Es un Quirkless! —exclamó en un tono animoso. Después encaró a su compañero—. Ey, Kurogiri, ¿Qué te parece? ¿Un Quirkless en la Liga? —se burló—. Basta de formalismos. Le arrancaré el dichoso punto débil de All Might de una vez —se giró a la muchacha. Con simplemente llamarla en aquel imperante tono bastó para que acatara la orden y rodeara firmemente el cuello de Izuku con sus brazos, obstruyendo un poco su respiración—. Dime cuál es el punto —demandó aproximándose a él autoritario.
—N-no —alcanzó a murmurar. Aún en ese estado de forcejeo con la chica, era consciente de que su secreto era lo único que lo mantenía con vida.
—Creo que no estás entendiendo las cosas, niño —contradijo el villano—, si no me lo dices, te mataré —agudizó su voz cuando terminaba su oración. Esbozó una sonrisa enfermiza que nadie notó por la mano en su rostro.
—Lo llevaré a la tumba —declaró sin más.
El villano comenzaba a impacientarse. Le dió la orden a Carletti de proseguir con su acción. La muchacha implementó más fuerza a la presión en el cuello del chico, manteniendo su postura firme con los vanos intentos por safarse de él.
Izuku miró fijamente a Shigaraki, podía escuchar a sus voces susurrarle que le dijera su secreto. Pero si iba a morir, no permitiría que lo despojaran de nada. Lentamente su vista se fue nublando, al grado que le costaba mantener los ojos abiertos, incluso sus voces comenzaban a distorsionarse, llegando al punto de mitigarse. No tenía fuerzas para seguir luchando con su agresora. Sus piernas flaquearon, permanecía en pie por los brazos que rodeaban su cuello. Finalmente, se dispuso a dormir en el momento en que fue liberado. Cayó de rodillas al suelo y tomó todas las bocanadas de aire necesarias para volver en sí.
—Tienes agallas —halagó Black Mist—. Tu convicción es justo lo que necesitamos para la Liga De Villanos, así que puedes formar parte de nosotros.
Izuku no sabía si sentirse feliz o preocupado por eso. Hubiera deseado haber escuchado a sus ausentes susurros cuando le dijeron que huyera, hubiera deseado haber tomado el autobús y volver a casa.
—Se franco con nosotros, mocoso —dijo Shigaraki regresando a su asiento—, ¿qué opinas de All Might?
—Y-yo —murmuró en el suelo. Habían ocurrido tantas cosas en los últimos días donde ni siquiera sabía cómo había llegado hasta ahí. Veía a All Might como un recuerdo demasiado lejano que no despertaba el mismo fervor que al inicio, sino una especie de displicencia—. He pasado por varias cosas, y la verdad... me han hecho dudar de él.
Los presentes no se mostraron complacidos por ello, sin embargo, no dijeron nada. Kurogiri creó un nuevo portal frente a él, Izuku miró confundido al hombre sombra.
—Será mejor que regrese a casa. Le aconsejo que ejercite su cuerpo con regularidad. Carletti se encargará de ayudarlo en eso. Mientras tanto, continúe con su vida, nosotros nos pondremos en contacto con usted.
Izuku permaneció quedo, miró un momento el portal antes de pasar a través de él y llegar al centro comercial donde todo había iniciado. No entendía nada, tenía náuseas, su cuerpo temblaba, se sentía tan ligero como una pluma que era imposible que sus pasos no resultaran trémulos y llamativos. Tomó el autobús que lo llevó a casa. Su madre no estaba, había dejado una nota pegada en el frigorífico que el joven no se molestó en leer.
«Mejor así.» Pensó en todas las preguntas que había evitado responder.
Igual que un animal herido, fue a refugiarse a la oscuridad de su habitación. Se cubrió con las sábanas de su cama hasta la cabeza y abrazó sus rodillas.
¡¿Qué hiciste?! ¡¿Qué hiciste?! ¡¿Qué hiciste?!
Le gritaron sus voces una y otra vez. Y él mismo quería saber eso: ¿Qué había hecho?
Cada poro de su piel, su mente, su cuerpo, todo su ser era consciente de que ya no había vuelta atrás. Y entonces aquella dulce vocecilla hizo nuevamente su aparición y exclamó:
—¡No temas! ¡Sacaremos provecho de esto!
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