Capítulo 9

El secreto de la misteriosa chica solo duró un día. Cuando subí a trabajar al día siguiente todo el mundo hablaba de ello. La escasez de alimentos había pasado a un segundo plano.

La esperanza se había vuelto a instalar en los habitantes del Pozo.

Justo antes de la hora de comer, el alcalde hizo el anuncio. Aseguró que la chica estaba bien pero que permanecería en la enfermería, vigilada y bajo atención sanitaria a la espera de recuperarse por completo.

Solo dos satidores presenciaron la reunión del alcalde y ninguno de ellos era Ben. Me preguntaba que los mantenía tan ocupados, si supuestamente la chica estaba en enfermería.

Decidí pasar el resto de la tarde en aquel pequeño y oscuro cuarto, junto al manzano. Era el único ser del Pozo al que le resultaba útil.

Cuando comenzó a entrarme el sueño, decidí que era hora de volver a mi cuarto. En el momento en que abrí la puerta, casi tropiezo con mi hermana.

- Tommy vino a buscarte pero le dije que no sabía dónde estabas

- ¿Cuándo vino? – le pregunté

- Calculo que hace una hora.

El tiempo era relativo en el Pozo. La presencia de relojes había disminuido con el tiempo y muchas veces nos guiábamos por las horas de comer.

- ¿Te dijo algo? – pregunté acostándome en mi cama

- No – dijo pensativa

Decidí no preguntar. Cuando venía de aquel cuarto, notaba como si toda mi fuerza se quedara allí junto al árbol así que decidí no salir a buscarlo. Si lo que tenia que decirme era importante, volvería a buscarme.

- Después de comer fui a buscar a la abuela, para preguntarle por la chica. Ni siquiera me dejaron acceder.

- ¿Quién?

- Los satidores. Estaban en la zona de la enfermería y cuando me vieron, me ordenaron que me fuera. Son muy desagradables. Cada vez me caen peor.

- ¿Ben estaba allí?

- No, pero Sam sí – recordó Sophia. – Sí que es verdad que los noté tensos.

La habitación se sumió en el silencio pero no pasó ni dos minutos cuando comenzamos a escuchar voces afuera, que se convirtieron en protestas y gritos. La puerta se abrió bruscamente y un sátidor interrumpió en nuestra habitación. Llevaba puesto el traje que solían usar cuando salían al exterior y si lo llevaba dentro, la situación no era buena. No sabía el nombre del sartidor pero si sabía que era tan repulsivo como Brais.

- Fuera – nos gritó

- ¿Con que derecho? – le dije incorporándome. Sophia se puso tras de mi

- Te conviene no protestar Elisa – dijo escupiendo cada palabra – Fuera – dijo apuntándonos con el arma

Sophia tiró de mí. En el pasillo había dos satidores más, con sus armas cargadas apuntando a dos familias que se encontraban arrinconados. La sección I era la que menos personas había así que no entendía la manera brusca con la que los estaban tratando.

El satiror me empujó hacia delante y nos llevaron hacia la zona central del Pozo donde observamos que no éramos los únicos que estábamos siendo empujados hasta allí.

- ¿Qué es lo que ocurre? – preguntó Tom, un señor de unos sesenta años que vivía en la sección I con su hermana y su sobrina. Era el fabricante de papel del Pozo.

- Callase – le escupió uno de los satidores, empujándolo con su arma, haciendo que el pobre hombre se cállese al suelo.

- ¿Estás loco? – le grité acercándome a ayudarle al señor.

- No la toques – la voz de Tommy hizo que mirase hacia arriba y pude ver como el satidor retiraba su arma. Iba a pegarme con ella. – Los tres, tenéis trabajo – les ordenó Tommy ¿Desde cuándo había ganado poder entre los satidores?

- ¿Está bien? – le pregunté al hombre que aún seguía en el suelo

- Sí, gracias guapa – me dijo amablemente mientras lo ayudaba a ponerse en pie. Su hermana y su sobrina se acercaron y lo ayudaron a llegar al centro del Pozo

- Pensé que esperarían a mañana – masculló Tommy

- ¿Qué ocurre? ¿Por qué nos están sacando de nuestras habitaciones? – le pregunté

- Tenéis que ir al centro del Pozo y, por favor, no te enfrentes a ellos. Hoy no – me pidió Tommy y esperó a que yo asintiese para irse.

SOphia y yo caminamos hasta el centro del Pozo donde estaban reteniendo a la mayoría de los habitantes. Hacía mucho tiempo que no veía a tanta gente junta en el Pozo. Todos lucíamos asustados y los pocos que se atrevían a enfrentarse a los satidores, acaban siendo golpeados por ellos.

- No veo a papá y a mamá – me dijo Sophia.

Asentí, preocupada. Espero que no les pase nada.

De repente, de la sección A comenzaron a bajar los satidores. Desde donde nos encontrábamos solo los veíamos caminar hacia las escaleras para ir bajando pero cada vez que descendían un piso, había menos de ellos. Eso significaban que, por grupos, accedían a las diferentes secciones, pero ¿con qué fin?

Nos retuvieron tres horas allí. Al final habíamos optado por sentarnos en el frio suelo que desde hacía meses no había sido bañado por el sol.

La voz de Sam retumbó en el Pozo indicándonos que debíamos regresar a nuestras habitaciones sin la posibilidad de salir de ellas hasta el día siguiente. Muchos protestaron al comprobar que nos habían quitado el derecho de cenar. Sin embargo, cuando intentaron acercarse a los satidores a protestar, estos mostraron sus armas, haciendo que las protestas disminuyesen y el silencio se hiciese en el lugar y tods volviésemos a nuestras secciones.

Caminamos a la habitación con la esperanza de encontrar a nuestros padres en ella pero lo único que encontramos fue todo puesto patas arriba. Los colchones estaban mal colocados, las sabanas tiradas por el suelo. Nuestra ropa estaba esparcida por la habitación y las pocas pertenencias que teníamos, estaban tiradas o rotas.

Sophia cogió el último libro que había conseguido. Le habían arrancado algunas páginas.

- No entiendo la necesidad de hacer esto - dijo mirando con tristeza su libro

La puerta sonó tras nosotras y nos giramos con la esperanza de ver a nuestros padres pero solo era Tommy. Nuestros rostros volvieron a entristecerse y Tommy comprobó cual era el motivo.

- Lo siento – se disculpó

- ¿Por esto era tanto revuelo? – pregunté molesta

Tommy no contestó mientras observaba a Sophia colocar su cama de nuevo.

- ¿Sabes dónde están nuestros padres? – le pregunté

- Están bien, pero no les dejaron salir de sus puestos de trabajo. – dijo colocando su arma a la espalda. – Me odiaras por esto – dijo mirando a Sophia – pero necesito llevarme a tu hermana

- No te preocupes – dijo Sophia, que levantaba el colchón de la cama de nuestra madre.

Tommy cerró la puerta y lo seguí. Ambos debíamos tener cuidado de que nadie nos viese a esas horas. Cuando llegamos a mi aula, me sorprendió ver que los satidores también había pasado por allí. Todo estaba tirado por el suelo, e incluso habían roto algunos juguetes de los niños.

- ¿Qué significa esto Tommy? – gritó Natalie al ver a su novio - ¿Por qué han hecho esto? – dijo al borde de las lágrimas – No es justo – dijo acercándose a su novio para llorar en su pecho.

- Han destrozado su clase también – dijo Ben a nuestras espaldas. Cerró la puerta y se apoyó en la pared.

Ben lucia cansado, como si no hubiese dormido nada esa noche. Llevaba puesto el traje especial, al igual que Tommy. Se notaba en su cara la preocupación por lo ocurrido o por lo que estaba por ocurrir.

- Brais se ha aprovechado de la situación para imponer miedo y autoridad. Lo destrozos no tiene justificación.

- Es que no entiendo nada – dijo Natalie que seguía desolada

- La chica se llama Meryl. Entre los muchos datos que nos ha dado, uno de ellos sucedió hace unos meses. En resumen, os diré que hay más como nosotros ahí fuera y hacen tiempo que buscan civilizaciones ocultas, como la nuestra. Meryl no sabe con qué intenciones pero les escuchó decir que buscaban algo valioso y que no pararían hasta encontrarlo.

- ¿Me estás diciendo que lo que hicisteis hoy fue para buscar un algo que no sabéis ni qué es? – preguntó Natalie incrédula

Ben asintió. Y en un segundo el miedo me invadió. Habían registrado los cuartos en busca de algo ¿y si habían registrado el cuarto donde ocultaba mi secreto?

Mis manos comenzaron a sudar e intenté disimular lo mejor que pude.

- ¿Y cómo sabéis que ella no es uno de ellos? ¿y si lo que dice no es cierto? – me atreví a preguntar pero por la mirada de Ben, supe que él también se había hecho esa pregunta.

Deseaba que la chica estuviese mintiendo porque de no ser así, los satidores seguirán buscando ese algo. Y yo estaría perdida.

- No lo sabemos. Por eso han actuado así. Querían comprobar si había algo en el Pozo que valiese la pena pero no hemos encontrado nada. – por dentro, suspiré aliviada. – El problema ahora es que no sabemos si estamos más cerca del peligro o de nuestra salvación. 

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