Capítulo 8

Caminamos a toda prisa hacia la zona central del Pozo. Me cuesta seguirle el ritmo a Tommy y a Ben. Parecen estar acostumbrados a caminar con agilidad, producto posiblemente de los largos días que pasan en el exterior cruzando la ciudad destruida, huyendo y ocultándose del enemigo desconocido. 

Llegamos a la zona central y toca separarnos. Ben le pidió a Tommy que me acompañase hasta mi sección.

Ben se marchó a toda prisa sin despedirse, accediendo por las escaleras a la sección A mientras Tommy y yo bajamos las escaleras con cuidado pero sin pausa para llegar cuanto antes a mi pequeña aula. Tommy también siente curiosidad y en cuanto está seguro de dejarme sana y salva se dirige a toda prisa en busca de respuestas a sus preguntas.

Durante el trascurso de la mañana, mi mente permanece en otro lugar, lejos de mis obligaciones y de mis propios problemas personales. Desde que llegué con mi familia al Pozo, solo dos personas llegaron tras nosotros, y eso fue muy al principio. Tras casi tres años bajo tierra, el hecho de que encontrasen a una persona en el exterior podía significar muchas cosas y la que más me emocionaba era que tal vez si se pudiera volver a vivir arriba. El problema estaba en que no sería la única que contemplaría esa posibilidad.

Tras entregar a los niños a sus padres, me encaminé al comedor con la esperanza de encontrarme a Tommy y a Ben para poder descubrir algo. Sin embargo, no se encontraban allí.

Todo el mundo ocupaba su habitual sitio pero se notaba una agitación en el ambiente. Hablaban al mismo tiempo: unos tenían conversaciones tranquilas, incluso hablaban entre cuchicheos; pero otros parecían estar a punto de saltar los unos sobre los otros.

Todos estaban enterados de la llegada de lo satidores y, si no te lo habían contado, lo podías ver por el pequeño pero notable  aumento de la comida. Me senté junto a mis padres. Sophia se veía emocionada y la abuela preocupada.

- Parecen que ya todo el mundo lo sabe – dije 

- Yo lo supe por la mañana, un poco después de que te marcharas – dice mi madre – Me vinieron a buscar para arreglarles los trajes

- El problema es que no avisaron como lo hacen habitualmente – dice mi padre que miraba las mesas más alejadas – Cada uno se lo ha tomado de manera distinta.

Mi padre tiene razón, pero no creo que nadie se enterase de peor forma que yo, cuando estuvieron a punto de matarme y Ben me salvó. En aquel momento, decidí callarme. Si se lo decía a mis padres, se tomarían la justicia a su manera. Mi padre no esperaría ni cinco minutos para declararle la guerra a la persona que casi me mata.

Cuando mis padres y mi abuela se marcharon, y me quedé a solas con Sophia, se lo conté. No podía permitir que ella viviese una situación similar a la mía y debía saber con quien no debía cruzarse y evitar a toda costa a eses hombres.

- Es una suerte que Ben estuviese por ahí – dice. Sophia siempre alaba a Ben

- Sí... ha sido una casualidad – respondo pensativa. Ahora que lo decía con la mente más despejada, resultó una casualidad que Ben nos encontrase en aquel pasillo. El único motivo que encuentro es que bajase para buscarme.

Los guardias nos hicieron saber que debíamos volver a nuestras habitaciones. Mientras caminábamos, recordé que aquí no estábamos seguras. Vivir en una sección baja, te exponía más al peligro. Cualquiera podía acceder así que cualquiera podría matarte.

Cuando vimos a alguien al final del pasillo, donde nuestra habitación se encontraba, tragué saliva. No fue hasta que vi de quien se trataba cuando respiré más tranquila.

- Te estaba buscando – dice Tommy mirándome para después saludar a mi hermana - ¿Estás ocupada? – dice

- No – pero miré un segundo a mi hermana. Tommy recordó algo y sacó del interior de su chaqueta un libro

- Pensé que te gustaría – dice Tommy y mi hermana lo abrazó agradecida.

Solo había alguien que supiera la obsesión de mi hermana con los libros. Ben. Pero no dije nada. Sophia se encerró en la habitación y yo seguí a Tommy de cerca.

- ¿Crees que en tu aula estaremos tranquilos?

- Desde que vi a Samantha en ella, ya no me parece un lugar seguro

- ¿Samantha? ¿Qué hacia ella ahí? - pregunta sorprendido

- Eso también me pregunto yo – no supe más que decir. Tommy parecía absorto en sus pensamientos pero no pude evitar interrumpirlo – La gente está muy alterada. Vuestro regreso los ha tomado por sorpresa. Algunos no se tomaron a bien que el alcalde no comunicase que habíais vuelto.

- ¿Te preocupa? – me pregunta. Pensé en lo que había pasado esta mañana, pero Tommy parecía no estar enterado

- Me preocupa que algunos hagan estupideces

Lo que me preocupaban eran los muertos. No que a mí me matasen pero si que otros sufrieran la maldad de los resignados a obedecer órdenes. La democracia en el Pozo nunca ha estado presente, al menos entre toda la comunidad que vive en el Pozo. Tal vez entre los satidores funcione. Tal vez. 

Cuando llegamos a la pequeña aula, me alegra verme lejos del peligro que supone estar ahí fuera,  lejos de los pasillos desconocidos y de la oscuridad que algunos de ellos alberga.

- ¿De qué querías hablar? – le pregunto a Tommy.

Tommy, que lleva su habitual chaqueta verde, se apoya en la única mesa para adultos que hay. Agradezco que la haya limpiado antes de irme esta mañana y que no piense que soy una desordenada, porque lo soy. Ni siquiera aquí, que mis pertenencias son pocas, consigo tenerlas recogidas, haciendo alterar siempre a mi madre.

Oigo la puerta abrirse y veo a entrar a Natalie, con su sonrisa, seguida de Ben, que se asegura de que nadie los haya visto entrar antes de cerrar la puerta. Natalie me saluda y se dirige a Tommy, al cual le da un beso en los labios, haciéndome sentir incomoda.

Ben carraspea y Natalie se coloca al lado de su novio, con una pequeña sonrisa tímida.

- Seré rápido – informa Ben – Sé que Tommy no guardará el secreto – dice mirando primero a Tommy, que asiente, y luego a Natalie – y después de lo que te ocurrió esta mañana y lo que oíste después, tampoco tiene sentido ocultártelo – dice mirándome

- ¿Qué te ocurrió a la mañana? – me pregunta Natalie preocupada

- No tiene importancia – digo intentando parecer tranquila pero el nerviosismo es claro en mi voz

- Si la tiene – dice Ben con seriedad – Edd Anderson intentó herirla esta mañana cuando los pilló observando los controles de la luz de la sección F, posiblemente con la intención de sabotearlos.

- ¡Es terrible! – exclamó Natalie asustada. Tommy puso su brazo en los hombros de Natalie, intentando calmarla – Ya no estamos seguros aquí abajo

- Nunca hemos estado seguros aquí abajo – murmura Ben en respuesta – Pero arriba no es mucho mejor – dice mirándome, adelantándose a mis pensamientos. - Ahora se nos ha presentado un problema peor.

- La llegada de la chica – añade Tommy a lo que Ben asiente

- ¿Una chica? – dice Natalie, que nos observa a los tres, dándose cuenta de que ya lo sabíamos - ¿y cómo se encuentra? ¿está bien?

- Sí, está bien. Un poco desnutrida pero sé pondrá bien. Estamos escasos de medicamentos. El hecho de su llegada va a provocar cambios. No podemos tenerla oculta. Lo que más me preocupa es la reacción de la gente. Algunos lo verán como algo bueno y otros el sentimiento contrario. Verán que tienen posibilidades de salir fuera. Otros verán que los pocos suministros que nos quedan serán menos con una persona más que alimentar. – Ben se pasa la mano por el pelo en señal de desesperación.

La llegada de una persona al Pozo debería suponer algo positivo, un motivo más de esperanza dentro del caos en el que nos encontramos pero, en lugar de eso, parece que solo hará desequilibrar la balanza.

- Pasaran unos días antes de comunicar su llegada – dice Tommy, intentando ayudar a su amigo – Sam ya está pensando en volver a salir

- ¿Ya? – responde Natalie indignada – Acabáis de llegar. Ni siquiera os habéis recuperado - dice preocupada por la salud mental y física de su novio.

- Dentro de poco no tendréis nada que llevaros a la boca - dice Ben

Es ahora, cuando de verdad, el miedo se hace presente en nuestras miradas. El hambre, la desesperación... eso será nuestra perdición. No el miedo a lo desconocido ahí fuera, al enemigo. Sino el miedo de saber que, por mucho que lo intentes, no lograrás cambiar nada.

Pero yo si. Miro mis manos por un largo momento. Estas manos que tienen el poder de crear vida, de ayudar a muchas personas. Regresan a mi mente las palabras de mi abuela y guardo las manos en los bolsillos de mi chaqueta. No confió en Tommy y Natalie, y mucho menos en Ben. Si les contase lo que soy, lo que puedo hacer... si alguien que no fuese ellos se enterase, sería mi perdición.

- Debemos partir lo antes posible – dice Ben aunque en su voz muestra que no es lo que quiere. Ni siquiera han podido recuperarse de su última expedición.

- ¿No es eso en lo único que estás pensando? – Ben me escucha, y alza una ceja en calidad de muda pregunta – Estás pensando en que si esa chica logró seguiros y encontrar el Pozo, el enemigo también podría estar cerca. - Ben asiente en completo silencio. – Y la chica también implica que si logró seguiros y permanecer este tiempo fuera, sin morir, podría ayudaros a los satidores a moveros fuera, a encontrar suministros.

- Eso ultimo aún es pronto para llevarlo a cabo, pero sí. Eso es lo que piensa Sam.

Por un momento, siento celos de no ser ella. De no ser la chica que ayude al Pozo a sobrevivir. Ben habla de ella con esperanza. Como si ella fuese nuestra última carta a jugar.

Tommy y Natalie son los primeros en salir. Yo me quedo en el aula, pensativa. Le doy la espalda a la puerta. Ben apoya una mano en mi brazo y siento sus dedos a través de la tela de mi manga.

- Hoy ha sido un día difícil para ti – me dice Ben en un intento por consolarme. – Me gustaría protegerte pero...

- Tienes tus obligaciones – termino su frase mientras me giro para mirarlo – Nunca te he pedido que me protejas, y no lo voy a hacer ahora.

Sé que mis palabras hieren a Ben. Lo hacen desde hace mucho tiempo, desde que llegamos al Pozo. No confió en él porque nunca supo mirarme, antes de que el mundo fuera un escombro de vidas perdidas y ciudades desaparecidas. Solo sabía mirar a los que eran como él: populares, inteligentes, con poder.

Ahora, el mundo en el que vivimos le hizo darse cuenta de que, aunque hay gente que no es como él, incluso pueden ser mejores. Desde que llegamos aquí, ha intentado hacerse un hueco en mi familia y ganarse su confianza. Lo ha hecho. Pero no conmigo.

No quiero que me consideren rencorosa. Pero no olvido. Hay que saber a quien tienes a tu lado y actuar en consecuencia. Es algo que mi madre y yo siempre decimos. Conocía a Ben antes, cuando mi vida se resumía en estudiar, salir con mis amigos y estar con mi familia.

Ben era de los que te miraban por encima del hombro, que solo conocían tu nombre porque teníamos amigos en común pero que, cuando estabas a su lado, te hacia el vacío, como si no te conociese. Y ahora, solo quiere conocerme.

Sin embargo, toda esa rabia que siento por él, por como era antes, no evita que me dé cuenta de lo que hace por mí y hasta qué punto debo agradecérselo.

- Gracias – digo con sinceridad. Ben asiente, agradecido por mi franqueza.

Siempre espera más de mí, que algún día confié en él. Pero yo no puedo prometerle nada.

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