Capítulo 12
- No digas nada. Si te preguntan debes negarlo todo
Asentí en silencio mientras la abuela y yo avanzábamos hacia el pozo.
Sophia, Tommy y Ben nos habían adelantado.
- Abuela... - dije intentando buscar las palabras más correctas para disculparme
- Siempre has sido muy testaruda. No me sorprende que no lo hubieses destruido cuando te lo dije pero tú error se puede pagar muy caro
Si algo odiaba era tener que dar la razón pero esta situación la había generado yo sola.
Como Tommy nos había dicho, todos estaban reunidos en el Pozo. El manzano coronaba el centro del mismo. Trague saliva. Estaba expuesto a todo el mundo y eso me hacía sentir indefensa, como si yo fuese la que estuviese en el medio de todo, observada por todos.
Desde donde estaba y si ponía todo mi empeño en ello, podía hacer que desapareciese a la vista de todos. Sus ramas se secarían con tanta rapidez que no les daría tiempo, ni a los más cercanos, a llegar hasta él. Pero no podía hacerlo. Sería exponerme y tal y como estaban las cosas en el Pozo, no era la mejor opción.
- Un milagro dirían algunos – dijo el alcalde desde su sección. Muchos levantaron la mirada hacia él; otros no podían despegar la vista del manzano. Lo observaban como hace años observarían un saco de billetes de 500.
El dinero había dejado de tener valor hacía tiempo.
- Tenemos entre nosotros a alguien que ha sido capaz de mantener vivo un manzano con la edad suficiente para dar manzanas. Algo inverosímil, dadas las circunstancias – se rio nervioso – Es injusto tener que anunciar que un mes más el sol no entrará por esa compuerta – dijo señalando hacia arriba.
Justo hoy el día en que las compuertas se abrirían para dejar entrar la luz del sol después de dos meses sin hacerlo, el alcalde anunciaba que corríamos peligro dentro del Pozo.
La gente comenzó a cuchichear y otros a mostrar enfado y descontento. El alcalde había jugado bien sus cartas al culpar al intruso como el causante de un mes más sin sol cuando muchos sabíamos que no pensaba volver a abrir esas compuertas.
Intenté obviar los cuchicheos y miré hacia abajo. Le habían quitado las manzanas. Eso no era lo que me mosqueaba. Me mosqueaba que las manzanas nunca llegarían a todos los habitantes del Pozo. Posiblemente el alcalde y sus amigos más cercanos ya se las habrían comido.
Los murmullos comenzaron a inundar el Pozo. Me moví nerviosa
- Recordad las historias que ya nos contaban nuestros abuelos. De aquellos... seres que poseían poderes especiales. – dijo la palabra seres con todo el desprecio que pudo. – Capaces de controlar el agua a su antojo, de hacer arder bosques, de hechizar con sus palabras.
Estaba asustando a la gente pero él también lo estaba. Se podía notar en su manera de hablar y gesticular. Esto era una situación que se le iba de las manos. El supuesto peligro que había fuera ahora estaba dentro y era difícil de erradicar.
Sin embargo, usaba su miedo para infundirlo en los demás. Podías notar como la gente se movía nerviosa y susurraban entre ellos. Deseaba que papá y mamá no dijeran nada sobre aquel manzano que guardábamos en la habitación. La abuela pensó lo mismo. Vi que los buscaba entre la gente.
Siempre creí que había sido una suerte que el manzano sobreviviese, a pesar de la ausencia de luz y la escasez de agua hasta que tuve aquella conversación con la abuela justo el ultimo día que un rayo de sol entró en el Pozo. Ya habían pasado
- Hemos permitido que alguien así viviese con nosotros todo este tiempo así que si alguien, por el más mínimo detalle, sabe algo, que lo diga ahora.
Todo comenzaron a susurrar pero nadie se pronunció. Todos oímos suspirar al alcalde. Vi como Samantha se aproximaba a él y le susurraba algo. Lo vi asentir pero durante un rato no dijo nada y nos siguió mirando, a la espera de alguna información.
Sentía que con solo mirarme, descubriría mi secreto. Noté a alguien moverse a nuestro lado y vi que era Sophia. Pero estaba sola. Ben y Tommy se habían marchado, posiblemente para reunirse con los otros satidores.
Aquí en el Pozo, tu familia no podía ayudarte. Si eras una amenaza para la sobrevivencia en el Pozo, actuarían como tal. Sin juicio, sin poder defenderte.
Las normas que tantas veces habían importunado en la otra vida, ahora eran vitales si querías vivir.
El alcalde se alejó un poco pero pude ver como Ben se acercaba a susurrarle algo. Tommy se había unido a los demás satidores pero Ben había sido el único que había subido hasta allí arriba.
Pensé en mi relación con él y aunque hubiese dejado el pasado atrás, y nos hubiésemos llevado bien, en una situación así, tampoco podría ayudarme. Tendría que ver cómo me pegan un tiro en el centro del Pozo o verme exiliada y sin protección frente a los peligros del exterior.
- Viendo que nadie sabe ni dice nada, supondré que la persona en cuestión se ha mantenido lo suficientemente oculta como para no desvelar su identidad. Le aconsejaría que se fuese por propia voluntad o se entregase aquí mismo, de lo contrario, las consecuencias serán aún peores
¿Peor que matarte o que te exilien? Miré a mi abuela, que parecía pensativa.
Los satidores comenzaron a disipar a la gente tras la orden del alcalde de que todo el mundo volviese a sus habitaciones pero mi abuela fue lo suficientemente rápida como para llevarme con ella lejos del alcance de los satidores.
Cuando se aseguró de que nadie nos seguía y que ninguna persona escucharía nuestra conversación, habló lo suficientemente bajo y justo para que yo la escuchase a duras penas.
- El alcalde no bromea. Si las consecuencias son peores, creo que sería capaz hasta de usarte como trueque entre lo que haya ahí fuera. Esa tal Meryl puede saber más de lo que dice. Debemos descubrir a que le tienen tanto miedo como para no abrir ni las compuertas. Han visto tu don como una oportunidad, pero nosotras jugamos con ventaja
- ¿Y qué sugieres? – inquirí
- Solo hay una persona que pueda darte esa información.
No pude evitar poner los ojos en blanco. Hacía cinco minutos que había pensado en la hipotética realidad de ser su amiga pero estaba muy lejos de querer cumplirla.
- ¿Y si lo convenzo de que me lleve afuera con él?
- No pasaste las pruebas – me recordó mi abuela y el sentimiento de rabia y el recuerdo de las burlas volvió a mi mente
- Meryl no es una satidora y puedo ofrecerle algo que no pueda rechazar
- Ni se te ocurra por la mente contarle quien eres – me advirtió con voz severa
- Todos vosotros siempre me recordáis lo maravilloso que es y que soy una tonta por no verlo – digo claramente enfadada
- Aun así, no creo que sea tan confiable como para contarle que eres. Hizo un juramento. Y por mucho que le importes, no puede guardar ese secreto.
Guardé silencio. La desesperación hizo que creyese oportuno contarle mi secreto a Ben. El deseo por salir afuera y la ausencia de sol me estaba afectando gravemente.
- No saben lo que puedes hacer. Habrán hecho especulaciones, muchas de ellas erróneas. Recuerda que jugamos con ventaja
Después de acompañar a mi abuela hasta su sección y encaminarme a la mía, me planteé las posibles jugadas para proteger mi vida y la de mi familia pero todas tenían algún fallo.
Iba bajando las escaleras cuando escuché voces. No fue complicado distinguirlas. Di dos pasos hacia atrás procurando quedar escondida pero a la vez lo suficientemente cerca para escuchar lo que decían.
- Estaba claro que la persona no se iba entregar – dijo Brais con tono molesto – Sam siempre le hace caso a Ben y ¿Qué resultó de su plan? Nada. Tendríamos que haber ido uno por uno y obligarlos a confesar.
- Sam nunca apoyaría eso – susurró Samantha. – Debemos actuar sin que ellos se enteren
- ¿Y qué sugieres? Por mucho que tengas el favor del alcalde, necesitas también el de Sam – le explicó Brais
- O el de Ben – sugirió ella
- Ya lo has intentado otras veces y no ha surtido efecto. Ben no se deja manipular tan fácil
- Pues tendremos que tocar su punto débil
- ¿Su punto débil? ¿Hablas de ella? – preguntó Brais
Escuché pasos y me di cuenta de que ellos también debieron de escucharlos porque la conversación cesó y cuando tuve que resignarme a bajar los escalones, no los encontré por el camino.
Siempre había pensado que era Brais quien llevaba la batuta en los satidores pero no llegué a pensar que Ben fuese tan importante para Sam. Desde que llegué al Pozo, Sam siempre había sido el jefe de los satidores y sus decisiones y opiniones a veces eran incluso más importantes que las del alcalde, al fin y al cabo eran ellos quienes se enfrentaban al peligro y traían víveres al Pozo. Saber que Ben tenía influencia sobre él, podría beneficiarme pero, ni aunque mi vida pendiera de un hilo, no sería capaz de manipular a Ben.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top