Introducción

Remo. Peculiar y absurdo, así lo sentí la primera vez que lo oí. Decirlo me producía un roce incómodo: la lengua golpeaba el paladar con torpeza, los labios se unían en un beso lanzado al aire, y el sonido terminaba en un suspiro que me dejaba muda... Remo, cuánto te extraño en este momento.

Remo, mi último aliento de muerte, el tizón encendido que arde en mis venas y que jamás podré arrancar. La sombra que aún baila conmigo, atrapada en un sueño que nació en mi cabeza y murió en la almohada. Su fantasma me seduce por las mañanas, ofreciéndome una taza de café en vajilla barata, y por las noches, deslizándose entre mis sábanas heladas para hacerme cosquillas.

Compositor anónimo para las masas, un desacato maldito desde su nacimiento para su padre y un vagabundo marcado por la fatalidad en las calles. Pero, a mi lado... con los latidos de su corazón acariciando mi oído, casi como un susurro... será siempre mi Remi. Podría decir que fue el amor de mi vida, pero eso suena demasiado gastado. Prefiero llamarlo el amor de mi muerte, porque sé que, donde quiera que esté, él me espera. Y allí, nuestro amor será eterno.

Confío en que quien lea esto sepa en lo que se está adentrando. No solo está desentrañando la prosa elegante de una periodista frustrada, sino que está siendo testigo del eco que retumba desde pasados lejanos. Una melodía sutil que, tal vez, ya hayas olvidado, pero que sigue resonando en algún rincón.

Al escribir esto, siento un nudo en la garganta que quiebra mi voz, temblorosa ante el dolor de una ausencia que, en el fondo, nunca fue una partida.

Me entrego a ustedes, juzguen mis acciones con objetividad, pero sepan que este amor sigue vivo, ardiendo con una furia homicida que desobedece las leyes del espacio y el tiempo.

Desde mi tumba, sepultada bajo terrones de azúcar, les dejo la última canción de Remi... la que encontró su ritmo entre suspiros y escribió sobre mi piel. Tómenlo todo y consúmanlo con la pasión de un vicio; arrasen mi carne y embriáguense de mis sentidos.

Para ustedes, para los demonios que me acechan y los ángeles de alas inmensas que me insultan, ofrezco esta maraña de amor, sangre y locura.

Y, como siempre, empiezo por el final.

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N/A: Holi, volví.

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