Ghost in the Shell


Reseña hecha por Nozomi7

Ghost in the Shell es una película de animación japonesa, basada en el manga homónimo de Shirow Masamune. Esta es la primera de una serie de películas y de anime cyberpunk, que nos relata la historia de la mayor Motoko Kusanagi, una cyborg que forma parte de un equipo de la sección 9, encargado de combatir el ciberterrorismo y demás.

En un mundo futurista del año 2029, la humanidad ha llegado a niveles tecnológicos actualmente imposibles, como es el otorgar a alguien en su totalidad, de un cuerpo tecnológico, conservando únicamente el cerebro humano, como es el caso de Motoko. A su vez, puede modificar partes del cuerpo humano para maximizar sus funciones, como puede ser una mejor visión (como mejor ejemplo tenemos a Batou, el compañero de Motoko), o dividir los dedos de una mano para mejorar exponencialmente la digitación en una persona, etc.

El avance tecnológico más importante de los mencionados es el que, tanto los cyborgs como los humanos pueden conectarse a una vasta red informática a través de nódulos detrás de sus nucas (¿una visión más avanzada de lo que es la actual internet quizá?). A través de esta conexión las personas pueden comunicarse entre sí, acceder a información privilegiada por medio de permisos especiales, y lo más importante, acceder a su ghost, o espíritu, de otro, un concepto mucho mayor al que tenemos de alma en Occidente, porque como tal puede ser hackeado, tal cual una computadora, a tal punto de que los recuerdos pueden ser implantados, confundiéndose estos con la realidad (idea base que sería tomada por las Hermanas Wachoswki en su saga Matrix, entre otras más).

En este escenario, Japón se alza como un país avanzado y tiene al equipo de Motoko para hacerles el trabajo sucio en varios aspectos, como puede ser para salir limpios en temas diplomáticos. Es justo cuando el gobierno quiere oponerse al asilo político de un programador, de parte del diplomático de la nación de Gavel, que Motoko entra en escena al matar a aquel, sin escrúpulo alguno, y sin involucrar de manera directa al gobierno nipón.

Luego de lo acontecido, se descubre que un hacker, el Puppet Master, está a punto de entrar en el ghost de una intérprete del Ministerio de Relaciones Exteriores, poniendo en peligro las negociaciones que el gobierno japonés tiene con el de Gavel. Es aquí en donde Motoko y compañía deberán averiguar quién está detrás de este ciberterrorismo y detenerlo, y a lo largo de la película seremos testigos de las múltiples jugarretas del hacker, y si ella y su equipo conseguirán su objetivo, junto con muchas intrigas y secretos que develar.

No obstante, lo que parecería ser otra película futurista más de acción, inspirada en Blade Runner, por sus escenarios y su trama principal ciberpunk, recoge y mejora en extremo aquella.

Mamoru Oshii le deja su impronta personal, en escenarios bella y detalladamente expuestos, en los cuales podemos vislumbrar altos edificios luminosos junto con mercadillos ambulantes tradicionales, que contrastan el Japón futurista con el antiguo, en un hermosa puesta en escena de lugares que se te quedarán en la retina. A su vez, este gran avance se contrapone con los restos de una ciudad destruida a las afueras (¿de una Tercera Guerra Mundial quizá?). Mención especial cabe decir que hay que prestar atención cuando aparece un perro de raza Basset Hound, el cual me hizo rememorar al de la niña con abrigo rojo en La lista de Schindler de Steven Spielberg.

Si hay algo que caracteriza a Ghost in the Shell es su gran carga filosófica, mucho más que la que se aprecia en Blade Runner. Podemos escuchar diálogos llenos de frases existencialistas, sobre todo porque Motoko, a pesar de ser un cyborg, comienza a cuestionarse si sus diferentes características la hacen humana o no y las conversaciones que el Puppet Master tiene con los demás al cuestionar la naturaleza de la humanidad misma.

‹‹Nadie ha visto nunca su propio cerebro. Solamente creo que existo basándome en lo que el entorno me dice. ¿Qué pasaría si un cerebro electrónico pudiera generar su propio ghost y albergar en él a un alma? ¿Sobre qué base puedo creer en mí misma entonces?››.

‹‹¿Y tú puedes ofrecerme pruebas de tu existencia? Si ni siquiera la ciencia moderna o la filosofía puede definir lo que es la vida››..

‹‹Pero el ser humano está en constante evolución. El deseo de permanecer en su forma actual es lo que lo limita últimamente››..

Estas referencias filosóficas y existencialistas de lo que se considera humano y la evolución de la humanidad se muestran a través de metáforas a lo largo de la película, ya sea en los escenarios en donde aparece Motoko (cuando despierta en su habitación o en el epílogo), sino cuando es fabricada, o cuando surge a la superficie luego de bucear, o en la escena final de su batalla, en lo que serían los restos de un museo antropológico. Y es que sí, es más que latente que Mamoru Oshii bebe mucho de la filosofía y religión de Occidente para darle ese enfoque tan maduro a su película (¡y por lo cual nos ha encantado tanto!).

No quiero terminar esta reseña sin hacer mención a su excelente banda sonora, en especial el opening, Making a Cyborg, de tintes tribales y religiosos, que te transmiten la sensación de observar la fabricación de algo más que un cyborg como Motoko... A fin de cuentas, eres testigo de cómo se crea un alma... un espíritu... un ghost, el cual trasciende a su propio cuerpo, sintético o no, su shell. Y es que nuestra identidad va más allá de eso, más allá de un Ghost in the Shell.

https://youtu.be/-u77XdL8_B4

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