20. Antes del amanecer

Nara

Otra vez me había despertado en una celda. Cuatro paredes de cemento lizo me rodeaban. No había ventanas, solo una gruesa puerta de meta con dos pequeñas rendijas, una para ver hacia dentro y otra para dejar la comida, como en las películas. Me preguntaba si a usarían o simplemente me dejarían morir aquí.

Al menos debía admitir que el lugar era más limpio y luminoso que el palacio Sans Souci donde me habían mantenido cautiva los nocturnos. Demasiado luminoso, diría yo. Desde el altísimo techo llegaba una luz enceguecedora, seguramente pensada para aturdir los sentidos de los arcanos de la noche. También había un fuerte olor a ruda y acónito en el aire, tan fuerte que me daba arqueadas.

La otra diferencia era que esta vez estaba sola.

Pero me negué a pensar en mi madre y su muerte. O en Aaron y su traición.

El dolor no me ayudaría a salir de aquí. La lógica sí. Debía pensar en una forma de salir de aquella prisión. Aunque mi magia y mi cuerpo no pudieran responderme como deseaba. Tenía que encontrar la manera de salir. De llegar a Sofi y los demás. De detener a Nocta.

Necesitaba pensar.

—¿Nara estás ahí? —dijo una voz molestamente familiar.

O quizás solo necesitaba a mi vieja enemiga de la escuela.

—¿Nara? —volvió a preguntar, dando unos golpecitos en la puerta.

—Cintia —dije y me sorprendí escuchar el alivio en mi propia voz.

—¡Al fin! —exclamó permitiéndose sonar realmente aliviada y hasta feliz—. Tenía miedo de no encontrarte antes de que el programa de Evan se detuviera. ¿Estás bien? ¿Te hicieron daño?

—Estoy bien —respondí. No mencioné que lo único que tenía herido era el orgullo—. ¿Dónde estoy?

—En el Cuartel de Buenos Aires. Es algo así como una base secreta, la central de los cazadores. Estás en el subsuelo, en las celdas de prisioneros —susurró, temerosa de dar tanta información.

—Genial —rezongué con sarcasmo.

—Nara, escuchá. No tengo mucho tiempo —dijo con palabas apresuradas—. Evan desactivó las cámaras de seguridad solo por unos minutos. Vine a decirte que mañana al amanecer te sacrificaran.

—Ahora me siento como un perro en una perrera.

—No te preocupes... No mucho. Evan y yo haremos lo imposible por sacarte de acá. Tenemos que liberar a Aaron antes, así que tené un poco de paciencia.

—¿Liberar al idiota? —pregunte y creí escuchar a Cintia tomar una bocanada de aire como si se sorprendiera de que insultara al idiota.

—Aaron también fue puesto en reclusión. Aunque en su residencia —respondió—. Él también será juzgado al amanecer. Nunca creí que mandarían a juicio un Archer.

¿Por qué lo tenían recluido si él había cumplido órdenes? ¿Él en verdad había sido parte de ese dichoso plan? Y si eso no era así, ¿eso significaba que...?

—¿Acaso son especiales? —pregunté en cambio, esperando que el sarcasmo oculte mi curiosidad.

—Son importantes. Un familia muy antigua y poderosa de cazadores. Aunque ahora su línea de sangre solo está compuesta por Aaron y sus hermanos—respondió, sus palabras chocándose una con otras en su apuro—. Su hermano mayor... Él será tu juez mañana.

—El hijo de puta llamado Caleb.

—Sí, Caleb es el líder de este Cuartel —confirmó. Entonces sonó un pequeño bep—. Lo siento, Nara. Tengo que irme, se me acaba el tiempo.

—Entiendo.

—Vendremos a buscarte, te lo juro por mi sangre —prometió antes desaparecer.

—¿Qué hacés acá? —escuché de pronto del otro lado de la puerta.

—Señor Archer, le traje la comida a la bruja —respondió Cintia, con voz plana y serena. Totalmente segura y honesta.

—¿Comida? ¿Desde cuándo se les da de comer a los arcanos? —preguntó con arrogancia la otra voz. Cintia le había dicho señor, pero su voz tenía el tono agudo de un niño atravesando la pubertad.

—Yo solo hago lo que se me ordenó —respondió ella. Solo alguien que se había pasado toda la secundaria peleando con ella hubiera reconocido el filo de su voz aparentemente cortés.

Un momento después, una bandeja con un pan y un vaso de plástico con agua se deslizó por la endeuda que la puerta tenía al nivel del piso.

—Si me disculpa —escuché a Cintia despedirse.

Intenté escuchar sus pasos para saber por dónde se había ido, pero me fue imposible. Todo el lugar debía estar insonorizado.

—¿Qué le hiciste a mi hermano? —dijo el niño y supuse que se dirigía a mí—. ¿Qué le hiciste? —repitió, sin conseguir una respuesta.

Entonces su pie pateó la bandeja, volcando el agua y lanzando el pan al suelo.

—Sé que estás ahí y que estás viva, bruja. Respondeme. ¿Qué le hiciste a Aaron?

Así que este era un hermano de Aaron. Menor que él suponía. Si era tan obstinado como el idiota, supuse que no se rendiría con solo mi silencio. Además, debía despacharlo lo más pronto posible. Si Cintia no había mentido, debía estar lista para huir en cualquier momento.

—No le hice nada —respondí con calma.

—Mentís —rugió él, golpeando la puerta—. Tuviste que hacerle algo a Aaron. Mi hermano no dejaría La Orden, no traicionaría a su familia. No por una sucia arcana.

Mi mente se había llenado de insultos y hechizos que hubiera podio lanzarle a ese crío. Solo una pequeña vocecita se repetía "dejar La Orden". Pero no dije nada de eso.

—No le hice nada. No existe magia para obligar a la gente a hacer algo que no quiera —respondí. Y de existir tampoco podría usarla, pensé, pero no lo dije.

—No te creo. Algo tuviste que hacerle. Él no es así. Vos tuviste que hacerle algo —siguió negando con terquedad.

—Escúchame, pibito —dije con voz cansina—. Yo no le hice nada al id... A Aaron. Él me protegió y acompañó porque quiso. Cuáles son sus motivos, tampoco sé. ¿Te sentís traicionado por él? Yo también. Así que no vengas a lloriquearme y pidiéndome explicaciones a mí.

—Sos una bruja —dijo, molesto.

—Chocolate por la noticia —respondí, permitiéndome ser un poco infantil. Sabía que no había cosa más inútil que discutir con un niño o un ebrio.

—Sos una bruja. Sea cual sea el embrujo que pusiste en mi hermano se desvanecerá mañana cuando te corten la cabeza.

Luego de eso no lo escuché más. Supuse que también se había ido.

Tomé el pan que había caído y me esforcé en comerlo de a mordiscos pequeños. Hasta ese momento no me había dado cuenta de qué tan hambrienta estaba.

Me senté con la espalda contra la pared, inspeccionando cada detalle de mi celda, desbandándome los sesos intentando pensar en algún plan de escape. Confiaba en que Cintia vendría. Nosotros le habíamos salvado a vida en aquel palacio donde despertó Nocta y su honor de cazadora la dejaba en deuda con nosotros.

Solo podía rezarle a los Señores para que su plan funcionara.


Sofi

Había aparecido en una habitación desconocida y austera, y él seguía mirándome como si fuera un fantasma.

—¿Dónde está Nara? —exigí saber, el miedo y la furia hirviendo en mi interior—. Si le hiciste algo...

—Mi hermano y otros cazadores nos atraparon —respondió Aaron. Estaba sentado en su cama con los codos sobre las rodillas y algo pequeño dando vueltas en sus dedos. Una venda coronaba su cabeza y su expresión era sombría. Se veía sucio, magullado y derrotado—. Lo siento. No pude protegerla.

Cuando habíamos llegado al establo de aquella casa solariega, no encontramos nada más que algunos rastros de lucha y huellas recientes de vehículos, pero el rastro de Nara y Aaron se perdía demasiado lejos como para seguirlo. Pero no había nada de aquel olor acre que distinguía a los nocturnos. Todos lo supimos, los cazadores habían llegado antes que nosotros.

Sin esperar una objeción de Nahuel o Alfonsina, desaparecí. No podía llegar a Nara así, pero al menos podía encontrar al cazador que la había acompañado. Si alguien tenía que darme una respuesta era él.

—¿Dónde está ella? ¿Qué le hicieron? —exclamé, aterrada.

—Apartaron a Nara de mí en cuanto nos encontraron —me explicó, pero no me miraba. Tenía la vista fija en sus manos—. Estoy seguro que está bien, viva al menos. La llevaron a los calabozos, pero a mí me encerraron en mi habitación.

—¿Podrías ser más específico?

—Estamos en el Cuartel de Buenos Aires, una de las bases de los cazadores. Es un edificio enorme de varios pisos. En el subsuelo hay calabozos donde encerramos... encierran a los arcanos hasta su sacrificio.

—¿Sacrificio?

—Asesinato. Uno de mis hermanos me dijo que mañana al amanecer sacrificarán a Nara.

—¿Qué? —jadeé, intentando calmarme. Sabía que, si me ponía demasiado nerviosa, mi proyección podría desvanecerse.

—Sofía, necesito tu ayuda —dijo de pronto, mirándome a los ojos por primera vez. Sus ojos eran del color del cielo antes de la lluvia—. Sos la única que puede ayudarme ahora. Yo no puedo salir de acá, pero vos sí. Tenés que sacarla de acá. Te lo ruego.

Me quedé mirando a Aaron. Ya no quedaba nada de aquel cazador con rostro de ángel vengador que había visto por primera vez en el cementerio. Ahora veía reflejado en él todo el miedo que yo sentía ante la idea de que algo le pase a Nara. Él no me había pedido que lo libere. Él solo estaba pensando en Nara.

Estaba a punto de decirle que aceptaría ayudarlo cuando la puerta se abrió, sin darme tiempo a desaparecer.

—So-Sofi —dijo, su voz apenas una exhalación.

Cintia había entrado por la puerta llevando una bandeja con comida e hizo un esfuerzo sobrehumano por no dejarla caer por la sorpresa. Sus ojos claros estaban abiertos como platos, enormes en su pequeño rostro.

—No te asustes. No soy un fantasma —susurré estirando las manos hacia Cintia como si quisiera congelarla—. No grites, por favor.

Ella no lo hizo.

—¿Cómo? —logró preguntar con un hilo de voz.

—Es una aparición, algo así como un viaje astral —intenté explicarle con voz suave, tranquilizadora—. Mi cuerpo está durmiendo en un lugar seguro. Es algo de las banshees.

—Banshees —repitió ella, parpadeando como si quisiera ver si podía desaparecer ante sus ojos. Comprobando que yo no era una alucinación. Entonces se volvió hacia Aaron—. ¿Usted también la ve?

—¿El holograma mágico de Sofía Nardelli? Sí —dijo él con una absurda calma.

Entonces Cintia pareció recordar algo. Sacudió la cabeza y se dirigió hacia el escritorio para depositar la comida allí. La puerta se había cerrado detrás de ella con un sonido eléctrico. Ahora los tres estábamos solos en la habitación de un cazador.

—Señor Archer, si una arcana está en su habitación después de haber sido apresado junto a una bruja, he de suponer que está confabulando en contra de La Orden —dijo con repentina formalidad.

—Así es —respondió Aaron con firmeza y Cintia dejó ver una sonrisa.

—Eso es bueno —suspiró Cintia, claramente aliviada, antes de volverse hacia mí, su rostro era pura determinación—. Si viniste por Nara, no tenemos mucho tiempo. Planean sacrificarla al amanecer.

—Lo sé —respondí.

—Pero si te tenemos a vos significa un par de manos más —dijo la cazadora—. Los cuatro liberaremos a Nara.

—¿Cuatro? —preguntó Aaron.

—Nosotros y Evan, por supuesto. Mi hermano es la pieza fundamental de nuestro plan. Ha sido parte del equipo seguridad desde que ascendió.

—Él...

—Ha sido un nocturno que atacó a unas mujeres, alguien claramente culpable —aclaró deprisa—. Él puede hackear las cámaras y sensores de seguridad mientras nosotros sacamos a Nara de los calabozos.

—Sí que ya lo estaban planeando todo —exclamó Aaron sorprendido.

—Parece que yo no voy a ser la única que te va a ayudar —le sonreí.

—El problema es que el subsuelo tiene sistemas que no permiten hacer ningún tipo de magia. Tendremos que salir de allí sí o sí —explicó Cintia.

—Y una vez que hayamos subido seremos blanco de todos —completó Aaron—. No tendremos escapatoria. Ellos son demasiado.

—Yo puedo hacerlo —dije—. Puedo hacer un viaje sombra y llevarlos a un lugar seguro. Pero solo a una o dos personas como máximo.

—Eso bastará —dijo Aaron—. Lo importante hacer que Nara llegue al eclipse lo antes posible.

Ambos miramos a Cintia y ella asintió con decisión.

—Esto es lo que vamos a hacer —dijo y comenzó a explicarnos el plan que había pensado con su hermano.

Cintia era astuta y lógica a un nivel aterrador. Nos incluyó a Aaron y a mí en su plan sin problemas, como si nos hubiera tenido en cuenta desde un inicio.

Era verdad que ella no se veía como un cazador, era apenas más alta que yo y su cabello lacio del color de la manteca enmarcaba un rostro delicado de grandes ojos azules. Pero sabía que era más valiente, noble y aguerrida que mucho de los hombres que la subestimaban. Ni a Aaron ni a mí nos pareció extraño que ella liderara este plan. Ella había pensado en rescatar a Nara aún antes de vernos. Ella conocía los recovecos y secretos del Cuartel mejor que nadie.

Su plan funcionaría, lo sabía.

Cuando volví a mi cuerpo, seguía en aquella casa solariega. El lugar estaba a oscuras y en total silencio. Nahuel y los demás se habían movido al granero y habían dejado mi cuerpo sobre un montón mullido de paja. Freya estaba recostada a mi lado en su forma gatuna.

Al verme abrir mis ojos, todos se acercaron, ansiosos por saber qué había pasado con Nara. Excepto Franco que estaba cerca de la puerta cerrada, haciendo guardia.

—Nara y Aaron fueron atrapados por los cazadores. Los dos están prisioneros en lo que llamaron Cuartel, en Buenos Aires —dije, ante la pegunta que nadie alcanzó a formular.

Entonces todo comenzaron a hablar a la vez.

—¿Buenos Aires? ¿Cómo se supone que iremos hasta allá? ¿Cómo sabemos que no es una trampa? ¿Podemos confiar en él?

—Confío en Aaron porque sé ama tanto a Nara como yo —dije, sin saber bien a quien le había respondido.

—Si hubiera querido entregarla a La Orden ya lo habría hecho hace tiempo —supuso Nahuel y dejó escapar un pesado suspiro.—. Entonces, ¿cómo cruzaremos el país de ancho a ancho en menos de un día?

—Es media tarde, podríamos llegar —opinó Alfonsina.

—No sin encontrarse con cazadores a cada paso —le dijo Alina—. Cuánto más te acerques a la capital más y peores cazadores habrá.

Nahuel lanzó una sarta de malas palabras. Él había comenzado a caminar de un lado a otro con nerviosismo.

—Yo lo voy a hacer... —dije.

—Sofi, no —me cortó Nahuel, deteniéndose frente a mí—. Has estado usando demasiado tus poderes últimamente. Un viaje sombra tan largo podría matarte.

—No tenemos un día. Tenemos solo una noche. La ejecutarán al amanecer —respondí, mis palabras atropellándose unas con otras.

—Mierda —gruñó.

—Esta es la única forma —insistí, poniéndome de pie.

—Aun así, es demasiado peligroso que vayas sola —agregó Alfonsina.

—No voy a estar sola. Voy a llevarme a Freya y Homero. Y allá van a estar Cintia y Evan —respondí y comencé a explicarle el plan de Cintia.

—¿Estás segura de esto? —preguntó Nahuel cuando terminé de explicarle—. ¿Completamente segura de esto?

—Sí.

—Está bien —aceptó derrotado.

—Tenemos un poco de tiempo antes de que se sea medianoche —dijo Alfonsina tirando la muñeca de Nahuel y mirando el reloj que él llevaba. Con Cintia habíamos acordado que actuaríamos a medianoche, antes del cambio de turno, cuando los guardias estén más cansados—. Deberías descansar y comer un poco, los familiares también. Todos necesitarán fuerzas para lo que se vendrá.

—Necesitaran un lugar seguro al que volver. Este lugar no es seguro —dijo Alina mirando hacia el gran portón del galón.

—El Santuario en pie más cercano es el de Capilla del Monte. Queda a unas tres horas a motor de aquí —dijo Franco, hablando por primera vez. Él se acercó y sacó un mapa de su mochila, señalando una ciudad al norte de donde estábamos.

—Deberíamos partir de inmediato para allá —dijo Nahuel mirando el mapa, y se volvió a mí—. ¿Podrás hacer el viaje hacia allí?

Tomé el mapa de las manos del centauro y visualicé el lugar y cómo llegar desde buenos aires. Era más difícil ir a un lugar que no conocía, pero había una línea ley que iba directo de un punto a otro. Si podía usarla como camino, podría hacer el viaje con alguien más. Lo familiares también ayudarían, podría tomar un poco de su esencia si me quedaba sin reservas.

—Puedo hacerlo —respondí. 


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Curiosidad n°20: La Orden del Cazador suele tener poderosos benefactores que aportan dinero para equipos, armas y vehículos, muchos son empresarios de familias de cazadores, políticos y otros son incluso coleccionistas de especies arcanas o vendedores del mercado negro (lo sé, horrible).

───⋆*✦ NOTITA ✦*⋆ ───

Nos volvemos a encontrar con los hermanos Tourner. Ahora todos deberán trabajar en equipo otra vez para salvar a Nara y Aaron. ¡Solo tienen hasta el amanecer! D:

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