09
Me puse a brincar de felicidad en mi cuarto cuando no se lo diste.
Pero estuve una semana enojada con ella, sólo que me confesó que te lo había pedido para mí.
Si supieras lo difícil que fue tragarme mi orgullo e ir a su casa y pedirle perdón.
Me perdonó sí, pero después de prometerle que te diría lo que siento.
Sólo que ella no sabía que tenía los dedos cruzados en mi espalda.
Aún no era el momento de que supieras.
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