Capitulo 3
(POV Seras)
Yo estaba más que sorprendida cuando ambos hombres repentinamente se abalanzaron sobre mí. Caí hacia a tras sobre mi espalda. Ambos se sentaron a horcajadas cada uno en una de mis piernas, y agarraron una de mis manos. El viejo vampiro me besó con cautela en mi cuello. Mientras que el demonio capturó mis labios en un apasionado beso. Mis ojos se abrieron de par en par del asombro. ¿Por qué repentinamente eran tan cariñosos? ¿No podían ver que estaba molesta? Yo no estaba de humor para el sexo. Sólo quería que se fueran. Ellos arruinaron mi noche haciéndome todas esas preguntas personales que no tenía las respuestas.
-Podemos responder todas y cada una que tengas- El viejo vampiro ronroneó. Mis ojos se abrieron y me aparte del beso del demonio.
-¡¿Qué?!- Exclame. ¿Cómo demonios podían responder a mis preguntas?
-Porque- El viejo vampiro susurró y se aparto de mi cuello mirándome fijamente. Ambos hombres me sonrieron con una mirada maliciosa en sus ojos. -Somos tus amantes y compañeros destinados- En este momento mis ojos se desorbitaron prácticamente fuera de mi cabeza.
-Mi... Q-qué?-Le susurré con incredulidad.
-Fuimos tus amantes antes de tu pequeño accidente. Pensamos que moriste, hasta esta noche- El me dijo.
-Y... mi c-compañeros?- Repetí con un rubor en mis mejillas.
-Su ausencia nos hizo darnos cuenta de algunas cosas- El demonio habló.
-¿Cómo qué?-Le pregunté en un susurro.
-Como que, nosotros no queremos pasar un minuto más sin ti- El vampiro más viejo ronroneó.
-O lo mucho que deseábamos tenerte de vuelta- El demonio susurró mientras rosaba sus cálidos labios sobre los míos. Gemí suavemente y trague saliva.
-Y... ¿Tú tienes todas las respuestas que estoy buscando?- Le pregunte al viejo vampiro. Su sonrisa se ensanchó y él asintió con la cabeza.
-Sí- Él ronroneó.
-¿Qué te gustaría saber?- El demonio preguntó.
-Bueno, supongo que... ¿cuál es mi nombre?- Le pregunté con timidez, con una pequeña sonrisa y sonrojada. Los dos se rieron de mí. El demonio pasó el pulgar por encima de mi rubor.
-Seras Victoria- El viejo vampiro ronroneó mi nombre.
-Seras?- Repetí en un susurro. El nombre era tan ajeno a mí. No siento que ese sea mi nombre, y estaba muy acostumbrada al nombre Red.
-Sí- El viejo vampiro ronroneó mientras acariciaba mechones del pelo detrás de mi oreja. Me sonrojé y aparte la mirada de ellos en la vergüenza.
-Y... eh... ¿Cuáles son... sus nombres?- Les pregunté. Me sentía culpable de no poder recordar los nombres de mis compañeros. Hice que les doliera? El viejo vampiro rió de nuevo, y el demonio me dio una pequeña sonrisa en la decepción.
-Yo soy tu Señor, Alucard- El viejo vampiro se presentó. Mis ojos se abrieron y parpadee estúpidamente a él. ¿Él fue mi maestro, mi creador?
-Y yo soy Sebastián Michaelis- El demonio susurró y luego besó la palma de mi mano ligeramente. Él rozó sus labios fríos sobre cada uno de mis nudillos.
-¿Qué edad tengo?- Seguí haciendo preguntas. El demonio miró a Alucard.
-Esto podría tomar más tiempo de lo que esperábamos- Sebastián murmuró. Alucard me miró con una amplia sonrisa.
-Esto podría tomar más tiempo de lo que esperábamos- Sebastián murmuró. Alucard me miró con una amplia sonrisa.
-Podría existir una manera- Él dijo -Yo podría hacer que lo recuerdes-
-¡¿Cómo?!- Grité y parpadeó a él.
-Puedo forzar tu mente y tratar de desbloquear todos esos recuerdos que has encerrado- Hablaba en voz baja mientras masajeaba con sus dedos mi sien. Fruncí mis cejas y el ceño.
-¿Estás seguro de que va a funcionar?- Le pregunté.
-Es posible- Dijo con un encogimiento de hombros. -Sólo relájate- Él susurró cuando él tomó mi cabeza entre sus manos. Respiré hondo y cerré los ojos. Esto fue todo. Yo iba a recordar todo. Sentí cuando Alucard forzó mi mente y profundizaba en mis recuerdos. Me estremecí con un pequeño silbido como la sien comenzaba a palpitar. Cerré los ojos con más fuerza como mi cuerpo se tensó. –Relájate- Alucard repitió mientras iba más profundo. A medida fue iba más lejos en mi mente, arqueaba mi espalda con un suave gemido.
-Alucard- Le susurre. Quería pedirle que se detuviera, pero no lo hice, yo estaba desesperada por recordar. Un zumbido llegó a mis oídos. Moví mi cabeza con otro gemido. He intentado alejarme de las manos de Alucard, pero él tenía un sólido agarre de mi cabeza.
-Alucard- Sebastián susurró cuando se dio cuenta de que me estaba doliendo.
-Ella puede soportar un poco más- Murmuró y mantuvo la búsqueda de mis recuerdos olvidados. Apreté los dientes y temblaba como mi cabeza palpitaba. Sentía como si mi cráneo estaba dividiéndose en dos, como si se inyectara con múltiples agujas. Una sola lágrima de sangre se deslizó por el rabillo de mi ojo antes de que me desmayé del dolor.
A la noche siguiente
(POV Seras)
Di un grito ahogado mientras mis ojos se abrieron de par en par. Yo estaba más que sorprendida al no encontrarme en los brazos de mis amantes, pero en algún lugar oscuro y pequeño. Parpadeé y miré alrededor. ¿Donde estaba? Me sentí extrañamente cómoda en estar en un pequeño punto oscuro, pero quería saber dónde estaba. Mi cabeza me estaba matando! Hice una mueca como me masajeaba con los dedos la sien. Y tenía una dicha migraña. Me froté la sien, con la esperanza de que me calmara. Mi iris azul registró la oscuridad. Curiosamente olfatee el aire y atrape un aroma agradable, pero familiar. Mi demonio interno ronroneó y respire el olor de nuevo con una pequeña sonrisa. El aroma sin duda me tranquilizó. Levanté una de mis brazos y extendió la mano. Mis dedos rozaron la madera fría y elegante. Di un grito ahogado cuando me di cuenta de que estaba en un ataúd. No podía recordar la última vez que estuve en un ataúd. No es de extrañar por qué me sentía tan cómoda aquí.
Suavemente abrí la tapa hasta que una habitación se me reveló. Me quedé mirando un techo blanco oscuro. Me di cuenta de que era de noche, la forma en que las sombras bailaban en el techo a la luz de la luna. Me senté en el largo ataúd negro y miré alrededor de la enorme habitación. A mi derecha había una cama tamaño rey con una mesita de noche en cada lado. Delante de mí había una puerta blanca que supuse que conducía al baño. Eché un vistazo a las puertas del balcón de mi derecha de que estaba junto de la mesita de noche. Mi punto de vista era del cielo nocturno y un árbol de gran altura. Sus hojas volaron con el viento. Me quedé mirando la luna llena en un estado de trance. La esfera brillante era hermosa. Yo no sabía acerca de mi propio pasado, pero desde el día en que me desperté en el Ace Azul, sentí una conexión hacia la noche. Disfruté de la oscuridad que me cubría como una manta y con las estrellas parpadeantes encima de mí.
-Por fin estas despierta- Una voz familiar resonó a través de la habitación he interrumpió mis pensamientos. Jadee y moví la cabeza hacia la izquierda. Me asomé por la tapa del ataúd para ver a Sebastián y Alucard de pie al otro lado de la habitación. El demonio estaba sentado en un escritorio, con un libro que había estado leyendo recientemente hace un mintió olvidado en su regazo. El vampiro más viejo estaba en la puerta abierta de la habitación sosteniendo algo en la mano. Parpadeé a los dos varias veces antes de que saliera del ataúd con un rubor en mis mejillas. Sostuve mis manos detrás de mi espalda y bajé la cabeza un poco.
-¿Te acuerdas de algo?- Preguntó Alucard, sonando muy esperanzado. Yo chasquee la lengua y desplome mis hombros en la desilusión.
-No- Dije en voz baja con un movimiento de cabeza. Los dos frunció el ceño en la desilusión también. Entonces miré alrededor de la habitación. A mi izquierda había una muy grande amplio armario. Al lado había un tocador blanco de tamaño mediano con un espejo ovalado. Había diferentes tipos de perfumes y maquillaje que estaban dispersos en el tocador. Junto a él estaba el escritorio donde el demonio se levantó. El coloco el libro sobre la mesa y me miró con una pequeña sonrisa. -¿Dónde estamos?- Le pregunté.
-En mi castillo, en las montañas- Alucard me dijo. Mis ojos se abrieron. ¿Su castillo?! ¿Quién era mi amante?
-Y... ¿ese es tu ataúd?- Le pregunté con un rubor más brillante. Miré el ataúd negro con el rabillo de mi ojo. Alucard se rió con una amplia sonrisa que se extendió por su cara.
-Sí, este es mi ataúd, pero eso no te detuvo de tomarlo- Él respondió. Volví a mirar a mi Señor con el ceño fruncido. -Siempre encontraste la comodidad de dormir en mi ataúd; así que por las mañanas lo ocupabas antes de que me acostara, o venias para acostarte a mi lado- El explicó. Sonrió suavemente, deseando que yo pudiera recordar esos preciosos recuerdos como él lo hacía.
-¿Tengo un ataúd propio?- Le pregunte. No quería robar su ataúd; sobre todo porque no me acuerdo de la relación que tenia con él. Esto pareció alterar al viejo vampiro. El frunció el ceño y suspiró antes de contestar.
-Sí- le susurró. -Está en tu habitación si lo deseas utilizarlo, pero no tienes que hacerlo. Puedes permanecer en mi habitación; después de todo, vamos a compartir una habitación una vez que seamos compañeros-
-Creo que sería mejor si me quedo en mi habitación, hasta que todo esto esté resuelto- Susurré.
-Muy bien- Alucard respondió después de varios largos segundos. La habitación quedó en silencio por un rato. Sabía que estaban molestos porque me estaba alejándome de ellos, pero quería llegar a conocerlos o recordarlos antes de ir más lejos en nuestra relación. -Traje esto para ti. Supuse que estarías hambrienta una vez que te despiertes- Miré a Alucard que sostenía una bolsa de sangre. Mis cejas se unieron en la confusión y estudié a mis amantes durante un momento.
-¿Qué pasa?- Sebastián preguntó con la ceja arqueada.
-Es que... no me esperaba esto- Admití. Ellos me miraron como si yo hubiera dicho algo erróneo.
-¿Esperar qué?- Preguntó Alucard.
-Esperar que cuidemos de ti?- Preguntó Sebastián. Me reí y negué con la cabeza.
-No, no es eso- Le respondí. -Sólo pensé que... ustedes serían más... orgánicos-
-¿Orgánicos?- Sebastián repitió, ahora me miraban como si yo estuviera completamente loca. Suspiré con molestia.
-hay algunos vampiros, incluso algunos demonios, que no les gusta tomar vidas humanas, y piensan que está mal. Por lo general, prefieren beben sangre donada o tomar la vida de los animales- Les expliqué. -Lo que quiero decirles de lo orgánico es que esperaba que beban directamente de la vena de un ser humano- Mis ojos parpadearon de nuevo a la bolsa de sangre. -Pero obviamente me equivoqué sobre ustedes- Alucard negó con la cabeza en la confusión y frunció el ceño mientras trataba de unir todas las piezas de lo que dije.
-¿Nos está diciendo que no te gusta la sangre donada?- Alucard preguntó con incredulidad.
-Por supuesto, eso es lo que estoy diciendo. No puedo soportar la sangre donada. Esta frío y rancia- Le contesté. Sinceramente, no sé cómo los vampiros podían soportarlo. -Beber directamente de la vena, es cálida, fresca, y sólo se puede sentir el poder que se dispersa a través de ti más rápido. Es una sensación increíble- De repente, la habitación se llenó de carcajadas oscuras. Miré a mis amantes. Alucard se quedó allí riéndose de alegría; sus ojos ardían brillantemente en el orgullo mientras me miraba. Sebastián estaba de pie junto a el con una amplia sonrisa en su rostro y una mirada casi oscura en sus ojos. Fruncí el ceño hacia ellos, preguntándome qué demonios estaba mal. ¿Se estaban riendo de lo apasionada que sonaba hacia la sangre? ¿O se estaban riendo de de otra cosa?
-Oh, qué ironía- Sebastián ronroneó. Mis ojos se agrandaron un poco.
-¿Ironía...?- Susurré. Oh Dios, tenía la sensación de que no me iba a gustar la respuesta.
-Estas bolsas de sangre no son nuestras, como tu supones, son tuyas- Alucard me explicó. Mi boca se abrió un poco y me lo quede mirandolo fijamente, con incredulidad y desconcierto.
-¡Oh vamos! Yo era uno de esos vampiros?!- Le grité. Los dos se rieron suavemente en mi pequeño arrebato. -¡¿Por qué?!-
-Esa es la misma pregunta que te he estado preguntándote desde hace un siglo- Alucard se rió entre dientes. Me pare firme al oír esto.
-¿Un siglo?!- Repetí. -¿Tengo cien años?!-
-Tienes ciento treinta y tres años- Sebastián me dijo.
-Wow- Susurré en shock puro. No creía que haya vivido durante tanto tiempo. He estado en esta tierra desde hace un siglo, pero no puedo recordar nada de mi pasado anterior de los últimos tres años. Realmente quiero recordar. Quería recordar a mis padres y si tenía algún hermano. Quería recordar a todos mis amigos. Quería recordar a mis amantes, así poder realmente amarlos de nuevo. ¿Voy a ser capaz de recordarlos? -¿Cuánto tiempo hemos sido amantes?- Les pregunté al volver a mirar a Sebastián y a Alucard.
-Siempre íbamos y veníamos- El demonio me dijo. Fruncí el ceño ante esta información.
-¿Por qué?- Les pregunté en un susurro.
-No lo tomes como algo personal, Seras- Alucard susurró. Al oír ese nombre salir de sus labios, sabiendo que se dirigía a mí, se sentía muy inusual. No me gustaba realmente escucharlo, pero no dije nada. -Eres una buena Incipiente-
-Y disfrutamos de tu compañía- Agregó Sebastián.
-Pero nosotros no mantenemos un amante por más de unas pocas semanas- El me dijo. -Además, eras joven y todavía explorabas todos tus antojos, y el lado más oscuro. Querías hacer algunos amantes, y crear algunos novatos-
-¿Tengo algunos novatos?- Les pregunté con curiosidad.
-No, eras demasiado miedosa para tomar la vida de alguien y obligándola a esta "terrible, sangrienta" vida sobre ellos- Alucard me citó. Yo chasque la lengua y mire hacia otro lado.
-Por lo menos ¿tengo otros amantes que no sean ustedes dos?- Les pregunte cuando crucé los brazos. Ambos me fruncieron el ceño.
-Por desgracia, sí- Alucard gruñó.
-Pero ninguno podía satisfacerte, te gustaba que podíamos- El demonio ronroneó con una risita. Me sonrojé y miré hacia otro lado, al recordar lo de anoche. Ambos sabían lo que estaban haciendo, a diferencia de algunos de mis amantes de los últimos tres años. Entonces sonreí y los miré.
-Oigan, no pueden estar celosos. Ustedes fueron los que me dejaron ir, y apuesto a que tenían muchas otras amantes antes y después de mí- Les dije. Alucard frunció el ceño, pero él sabía que yo tenía razón. -¿Cómo es que decidieron tomarme como amante de nuevo?- Les pregunté con curiosidad.
-Bueno, te hemos tomado como amante unas cuantas veces a lo largo de los años- Respondió Sebastián. -No es de sorprender que te tomemos de nuevo-
-Pero antes de tu pequeño percance, viniste a nosotros con el tipo de idea en la cabeza- Alucard habló. -Se suponía que regresarías a nosotros después de ir a bailar, pero nunca volviste- Fruncí mis cejas.
-¿Ustedes fueron a buscarme?- Le pregunté con curiosidad.
-Por supuesto que sí- Sebastián alzó la voz, un poco molesto y ofendido por haber preguntado eso.
-Pero todo lo que encontramos, en la habitación que te despertaste, fue sangre. No estabas allí. ¿A dónde fuiste?- El vampiro anciano me preguntó con el ceño fruncido. Cerré los ojos, mientras trataba de recordar esa noche.
-Yo... deambulaba por la ciudad en un estado de aturdimiento- Susurré. -Y luego me desmayé en algún lugar oscuro... y húmedo. Creo que fue en el viejo cementerio- Me estremecí y me abracé a mí misma al recordar. Esa fue la primera y única noche que quería olvidar. Brazos largos de repente me abrasaron y me acercaron a una figura cálida y fuerte. Abrí mis ojos y mire hacia riba para ver a Sebastián, dándome una suave sonrisa antes de que él empuje mi cabeza hacia adelante. Apoye mi cara en su pecho y me relajé más en su abrazo. Él acarició mi cabello y me sostuvo cerca de él.
-No tienes que preocuparte o tener miedo de nuevo, Seras, estamos aquí ahora- Me susurró con dulzura. Un sollozo salió de mis labios y acaricie su pecho mientras apretaba su abrigo negro. El demonio apoyo su rostro en mi hombro y suspiró en paz. -No vamos a dejar que te pase algo- Lágrimas de sangre caliente corrían por mi cara. Negué con la cabeza y trate de controlarme, pero no pude. -Te prometo que voy a mantenerte a salvo-
-¿Por qué?!- Grite y temblé en sus brazos. -¿Por qué de repente parecen preocuparse por mí?! ¿Por qué de repente quieren aparearse conmigo?!-
-Parece que entendido mal algo, querida- El vampiro más viejo susurró mientras acariciaba mechones de mi cabello detrás de la oreja.
-¿Qué malinterprete?! Me empujaron lejos!- Les grité. Antes de que pudiera continuar, Alucard me interrumpió.
-Ahí es donde te equivocas. Tú nos dejaste- Me dijo.
-¡¿Qué?!- exclamé, y mis ojos se abrieron de par en par. Lentamente moví mi cabeza hacia ellos mirándolos con asombro. -Pero ustedes dijeron que no mantenían un amante por más de unas pocas semanas. Me dijiste que me dejaste ir!-
-En realidad, tú has dicho que te dejamos ir- Sebastián me corrigió.
-Y no fuimos nosotros los que termino la relación, lo hiciste tú- Respondió Alucard.
-Pero... ¿por qué hice terminar la relación con ustedes?- Les pregunté.
-Por un lado, para herir a nuestro orgullo- El viejo vampiro se quejó con el ceño fruncido en su rostro.
-Pero la razón principal es porque no queríamos que los otros hombres te molestaran. Si ellos sabían que terminaste la relación con nosotros, después de semanas de interminable placer- El demonio hizo hincapié, tratando de hacerme sentir culpable. -Ellos podrían pensar que tú eres un laico fácil-
-Pero ¿por qué termine la relación con ustedes?- Les pregunté mientras miraba de Sebastián a Alucard repetidamente.
-Tú eras joven, Seras- Alucard habló en voz baja. -Tu hambre de sangre joven fresca y lujuria; tu simplemente no estabas preparada para nosotros en ese momento. Pero la forma en que viniste a nosotros anoche, adivino que esa fase tuya por fin ha terminado- Él ronroneó de placer cuando él tomó el lado de mi cara. Me sonroje y les dio una pequeña sonrisa. Últimamente me he sentido atraída a estos dos hombres muy viejos.
-Me gustaría poder recordarlos- Susurré y aparte la mirada de ellos. Sebastián se inclinó y acarició el costado de mi cara con un suave ronroneo. Paso su lengua sobre mi mejilla, limpiando mis lágrimas de sangre. Él los lamió con una sonrisa en su rostro. Mi sonrisa se ensanchó un poco y mi estómago dio vueltas.
-Tal vez deberíamos empujarte por las escaleras- Alucard bromeó. Fruncí el ceño y miré hacia el vampiro mayor.
-¿Qué pasa si no recupero mis recuerdos?- Le pregunté con preocupación.
-Entonces vamos a empezar de nuevo- Sebastián susurró antes de que el apoye su boca en la mía. Agarré el hombro con fuerza y automáticamente le devolví el beso. Gemí en su boca y me apoye más cerca en su cuerpo. El demonio envolvió su brazo con fuerza alrededor de mi espalda baja y enredó sus dedos en mi pelo con la otra mano. –Seras- El susurró mi nombre cuando nuestros labios se separaron por una fracción de segundos. El movió la cabeza y profundizó el beso. Abrí mis ojos y miré al demonio. Los ojos de Sebastián estaban abiertos y él había estado mirándome todo este tiempo con diversión y lujuria en sus ojos. Todo mi rostro se sonrojécio, y el sonrió contra mi boca.
Nos miramos profundamente en los ojos del otro, mientras él enredó su lengua alrededor de la mía. Me reí y trate de dominar su lengua, pero fallé. El demonio desenredó sus dedos de mi pelo. Poco a poco movió su mano por mi cuerpo. Sentí como el apretó mi ropa y lentamente comenzó a jalar. Espera... ¿Qué diablos llevaba puesto? Ne aparte de nuestro beso íntimo y miré lo que tenia puesto. Llevaba un corto camisón negro, la falda del camisón llego justo por encima de las rodillas. Sebastián estaba en medio de quitarme la falda para poder deslizar su mano en mi ropa interior y darme placer. Fruncí mis cejas y miré de nuevo hacia mis amantes.
-¿Quién me vistió?- Les pregunté con una voz de desaprobación.
-Fui yo- Sebastián respondió honestamente. -Lo juro, ninguno de los dos te toco- Él me dijo, sabiendo que iba a estar preocupada por eso.
-A pesar de lo mucho que deseamos la sensación de tu piel cálida y suave contra la nuestra- Alucard susurró mientras acariciaba mi mejilla.
-Eso es dulce, pero un poco espeluznante- Murmuré- No pueden cambiarme cuando estoy inconsciente- Les conferencié. Alucard se rió mientras que el demonio me frunció el ceño.
-Tú no confías en nosotros?- El me preguntó.
-Confío en ti, pero es incorrecto- Le dije.
-Pero tú eres nuestra compañera- Sebastián habló en voz baja, cuando puso suavemente su mano en mi barbilla. Suspiré y apoye mi mano en el lado de la cara a cambio. Él sonrió suavemente, y se inclinó más a mi tacto suave.
-Lo sé- le susurré. Luego me puse de puntillas y le dio un ligero beso en los labios. Antes de que pudiera apartarme, él me acercó más y presionó sus sobre los míos. Mis ojos se ampliaron cuando sentí y lo vi que me besaba apasionadamente. Sus labios se movían sobre los míos con habilidad. Me quedé inmóvil y aturdida por el beso. Sebastián gimió suavemente y me lamió el labio inferior antes de alejarse con una sonrisa de satisfacción en su rostro.
-Muy bien- El demonio susurró con una mirada pícara en su rostro. -Nosotros no vamos a cambiarte mientras estás inconsciente- Arqueé una ceja. No me gusta la forma en que él lo dijo. De repente me arrojaron a la cama detrás de mí. Aterricé en forma segura de espalda con los ojos muy abiertos. Mi corazón latía con fuerza en mi pecho, y me estremecí de placer cuando me di cuenta de lo que querían. Jadee cuando vi a los dos seres oscuros acercándose hacia mí. Rápidamente me senté y acerque las piernas a mi pecho.
-¡Esperen! ¡Esperen! Esperen!- Les grité y agité mis manos frenéticamente. Ambos se detuvieron con una mirada hambrienta en sus ojos. No creo que pudieran controlarse ni un minuto más, de la forma en que sus ojos brillan intensamente, y la mirada tan oscura que me daban. -Yo no quiero tener sexo-
-Eso es una mentira!- Alucard grito y me mostro sus colmillos. -Podemos oler tu excitación!- Me sonrojé y acerque mis piernas más juntas, tratando de sofocar el olor de mi excitación. -Por fin te tenemos de vuelta después de tres largos años ¿Y no nos vas a dejar que te tomemos?!- Sus ojos de color rojo brillaban con furia. Sus puños apretados temblaban mientras controlaba su demonio. Sebastián fue capaz de controlar su ira mejor que Alucard. El se quedó allí con calma, a pesar de que me estaba dando una mirada tan amenazante que en realidad envió escalofríos por mi espina dorsal.
-Ustedes me cogieron hasta que caí inconsciente anoche!- Les recordé.
-Pero no sabíamos que eras tú- ¿Esa es la excusa del viejo vampiro? Rodee mis ojos a el.
-Dije "no"- Les repetí mientras mis ojos brillaban de un rojo oscuro. El vampiro viejo apretó la mandíbula y retrocedió. Yo sabía que él estaba enojado, pero me importa un bledo. No me iba a obligar a tener relaciones sexuales o hacerme sentir culpable por no entregarme a ellos. Suspiré y me arrastré hasta el pie de la cama. Me apoyé sobre mis rodillas y me senté hasta que llegué a nivel de Alucard. Le tome la cara y apoyé mi frente contra la de él. El viejo vampiro se negó a mirarme, ni siquiera tocarme. -¿De verdad vas a enojarte conmigo y lanzar una rabieta porque dije "no"?- Le pregunte. Sus ojos rojos parpadearon a la mía y él suspiró mientras lentamente se calmó.
-No- El susurró y luego envolvió sus brazos alrededor de mi cintura. Le sonreí dulcemente. -Han pasado años desde la última vez que te vi- Él me susurro. -Anhelo sentir tu piel cálida contra la mía. Quiero penetrarte profundamente entre tus piernas y abrazarte con fuerza en mis brazos mientras llegamos al orgasmo juntos. Quiero que te quedes dormida a mi lado y ronronees como solías hacerlo. Te he echado de menos en tenerte aquí conmigo- Él admitió en voz baja mientras acariciaba sus cálidos labios sobre los míos. Me quedé mirándolo fijamente mientras él me decía esto. Este vampiro viejo había perdido su incipiente profunda y probablemente estaba diciendo en voz alta por primera vez. ¿Era porque yo era una mujer y él se sentía casi cómodo compartiendo sus sentimientos conmigo? ¿O era porque realmente me amaba?
-Lo siento, Alucard. No quiero hacerte pasar por este dolor- Le susurré y le acaricié la mejilla con el pulgar. -Pero no te recuerdo. No quiero saltar a una relación que empezamos hace años y que no me acuerdo del inicio. Hasta que mis recuerdos vuelvan, debemos tomar las cosas con calma. Debemos empezar de nuevo, como dijo Sebastián- El viejo vampiro dio al demonio una mirada oscura por poner esa idea en mi cabeza. Moví la cabeza de Alucard hacia mi obligándolo a mirarme de nuevo. -Lo único que te pido es que seas paciente, Alucard- Le dije. El suspiró por la nariz y le di un pequeña inclinación de cabeza. Mi mirada se suavizó mientras lo miraba fijamente. Me pareció ver dolor en sus ojos, pero no estaba segura ya que nunca he visto esa mirada antes en sus ojos. -Les prometo que no voy a ninguna parte. Las cosas posiblemente no podían empeorar, sólo pueden mejorar- Le susurré. Cerró los ojos al oír esto.
-Y ahí es donde te equivocas. El destino puede ser muy astuto, Victoria. Todo puede cambiar en un abrir y cerrar de ojos- Él me dijo en voz baja. -Había caído en la batalla, renuncie a mi vida humana para convertirme en esto, fui obligado a servir a una familia durante más de un siglo, y te había perdido-
-Pero me tienes de regreso- Le recordé con una pequeña sonrisa. Él entreabrió los ojos y me miró. Esta vez estaba segura de que vi dolor en sus ojos.
-Sólo para encontrar que me he ido de tus recuerdos. Es como si nunca hubiera existido para ti- Alucard me susurró. Mi sonrisa desapareció y me quede en silencio. No sabía qué decirle para tranquilizarlo de que las cosas vana mejor para él, para nosotros. Él parecía estar perdiendo toda esperanza en nuestra relación. -Hay una posibilidad de que tengas razón, las cosas van a mejorar, pero sólo por un corto período de tiempo. Tú puedes ser robada de nosotros por manos codiciosas de la muerte. Tú puedes encontrar el amor en otro lugar y dejarnos. Podrías caer en la locura por vivir esta vida sin fin- Rápidamente me abalance y presioné mis labios en los suyos para que se callara. Cerré los ojos con fuerza y llore en silencio. Prácticamente podía sentir el dolor de mi señor. ¿Fue porque él era mi maestro y compartimos una conexión? ¿O porque él era mi compañero destinado y era capaz de sentir su dolor? ¿O tal vez fue por ambas razones?
-Por favor, para- Le rogué sollozando después de que nuestros labios se separaron. Negué con la cabeza y tome una de sus manos. -Por favor, no me gusta verte así. Solo para. Por favor- Él suspiró y me dio un abrazo cálido. Apoyó la cabeza contra la mía y puso su barbilla en mi hombro. Envolví mis brazos alrededor de él con fuerza y r03;r03;apoye mi cara en sus suaves pelo -Eso no va a suceder! ¡Te lo prometo! Nada malo va a pasarme! Así que, por favor, no digas esas cosas!-
-No era mi intención asustarte, Seras- Alucard habló en voz bajo. -Lo siento- Me aparte de su abrazo cálido y me limpié mis lágrimas. Miré de Alucard a Sebastián que parecía estar tan molesto como yo por lo que Alucard dijo. Acaricie el lado de la cara del demonio. Los ojos de Sebastián parpadearon a los míos y nos miramos fijamente durante algún tiempo. Tomé una respiración profunda para tratar de calmarme. Después me lamí mis labios y hable.
-Los amo- Les dije en un susurro. Esto pareció enfurecerlos. Sus miradas se oscurecieron y me miraron.
-¿Cómo puedes? ni siquiera nos recuerdas- Sebastián me recordó.
-Esas son solas palabras vacías para ti- Alucard gruñó. Chasque la lengua a ellos y miré uno al otro.
-Eso no es cierto, la verdad es que los amo- Les susurré. -Creo que una parte de mí lo sabía, y estoy reconociendo sentimientos que no había sentido en mucho tiempo- Sus miradas se suavizaron y casi parecían sorprendidos.
-¿Significa esto que estás empezando a recordar?- Preguntó Sebastián en voz baja. Me encogí de hombros y negué con la cabeza.
-No estoy segura. Estos sentimientos se despertaron ayer por la noche, cuando los conocí- Admití. Envolví mi brazo alrededor de ambos cuellos y me incliné hasta que mi cuerpo estaba apoyado contra el suyo. Me sentí muy cansada de discutir con ellos, antes y ahora, al compartir nuestros sentimientos. -¿Puedo descansar un rato? Estoy un poco cansada-
-¿Hay algo mal?- Preguntó Sebastián, sonando preocupado. Él pasó un brazo alrededor de mi cintura y me atrajo más acerca a él.
-No, sólo estoy emocionada en este momento- Les dije.
-Puedes descansar aquí- Alucard me concedió el permiso.
-¿Van a descansar conmigo?- Les pregunté con timidez.
-Si tú quieres- El demonio respondió. Afirme con la cabeza. Sebastián me alzo y me acostó en la cabecera de la cama en el centro del colchón. Luego se acostó a mi lado apoyando su cara en mi pelo y nos tomamos de las manos bloqueando los dedos juntos. Alucard se acostó en el otro lado de la cama, a mi lado. El apoyo la cara en el hueco del cuello con un suave ronroneo y pasó el brazo por encima de mi pansa. Sonreí ante la cálida sensación suave de tener a mis amantes a mi lado, y cerré los ojos en paz. Pronto, los tres, caímos en un profundo sueño.
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