Capitulo 2
Tres años después
(POV de Alucard)
Caminé por un pasillo oscuro vacío. Yo no sé a dónde me dirigía, y no me importaba. La mayoría de las noches eran aburridas como ésta. Supongo que podría ir a la biblioteca, pero ya he leído todos los libros de mi colección personal. Mis pensamientos fueron interrumpidos por unas risitas molestas. Levante la mirada para ver a dos vampiresas frescas caminando hacia mi. Eran altas, delgadas y muy pálidas. Una tenía el pelo largo y castaño con grandes ojos verdes. La otra tenía el pelo rubio corto con ojos azules tristes. Los brazos de las chicas estaban entrelazadas, ya que susurraban y se reían.
-Vamos- La morena dijo. -El As Azul es un excelente lugar! No puedo creer que nunca hayas ido- Fruncí el ceño. El As Azul había sido el club favorito de Seras –Vamos, la pasaremos bien! Podemos bailar, beber, y tal vez incluso conocer algunos hombres- La amiga le dijo con un guiño y una sonrisa sexy. La rubia tímida dio una risita y se sonrojó.
-Ha pasado un tiempo desde la última vez que me puse en contacto con alguien- Ella admitió en un susurro. La morena chocó accidentalmente conmigo. Las dos chicas me miraron. Tan pronto como se dieron cuenta con quién se toparon, inmediatamente retrocedieron hacia atrás con los ojos muy abiertos.
-¡Oh! Lo siento mucho, Lord Alucard!- La morena se disculpó. -Yo no lo vi! Lo siento!- Ella repitió, y luego las chicas inclinaron la cabeza hacia mí.
-Continúen- Me quejé con un gesto de la mano. Ambas chicas prácticamente volaron lejos de mí, ninguna de ellas querían estar en mi presencia ni un minuto más. Miré detrás de ellas por encima de mi hombro. Corrieron por el pasillo lejos de mí. No me sorprendió que me temiera. Fue muy difícil encontrar una vampiresa que no lo hiciera.
-Esa no es una mala idea- Alguien habló detrás de mí. Gire mi cabeza y entrecerré los ojos sobre Sebastián. Estaba de pie en medio del pasillo con una sonrisa en su rostro y sus manos detrás de su espalda. Arqueé una ceja.
-¿Qué?- r03;r03;Le pregunté, preguntándome de qué demonios estaba hablando.
-Debemos salir a conocer- El explicó aun más con una risita. -Después de todo, ha pasado un tiempo desde que nosotros tuvimos un amante- Me reí de esto.
-¿Tú no pierdes de vista mi vida sexual?- Le bromeé con una sonrisa.
-No- El dijo con un movimiento de cabeza. -Simplemente me he dado cuenta de que no has tenido un amante a tu lado desde hace bastante tiempo, es todo- El demonio caminó por el pasillo hacia mí. -Estoy seguro de que hay algunos humano por ahí en la necesidad de una buena cogida- Él ronroneó con la lujuria en sus ojos.
-Como tú te preocupa por sus necesidades; lo que deseas es un alma- Le respondí. Sebastián se rió y miró por una ventana cercana.
-¿Cuándo fue la última vez que tuviste una joven de sangre pura?- El demonio preguntó. Suspiré. Había pasado un par de años. Y la última vez que tuve un amante fue hace tres meses. Pero desde la muerte de Seras, todas mis amantes eran un desperdicio de espacio. Las usaba y abusaba de ellas y nunca volverían a satisfacer mi hambre; ese hambre de algo más. Quería sangre única; Yo quería una mujer que podía satisfacer mis necesidades sin tener que verse obligada a no temerme. Quería a Seras. Pero nunca voy a tenerla, ni nadie otro de nuevo. Me pareció inútil salir a conocer alguien, pero era lo único que me impide pensar en mi Childe.
-Bien- gruñí en respuesta. La sonrisa del demonio se ensanchó.
-En el As azul tiene una gran cantidad de jóvenes mujeres humanas y vampiresas- Sebastián me dijo. -Estoy seguro de que encontrarás una a tu gusto- Chasque la lengua. Dudo mucho de que iba a encontrar, pero si voy a buscar. Los dos nos materializamos en un callejón oscuro en la calle de nuestro club elegido. El edificio estaba oscuro excepto por el signo de neón azul, que cuelga sobre la puerta principal. Las hermosas luces en cursiva se leía -The Ace Azul con una tarjeta del as que sale de un sombrero de copa. La música tronó desde el edificio. Sabíamos que estaría a todo volumen una vez que entramos con fuertes y cegadoras luces de colores, con personas desagradables. Estos clubes de los humanos jóvenes que nos dirigimos eran realmente ridículos.
Caminé por la calle hasta la puerta principal. La última vez que estuve aquí fue cuando nos encontramos con toda esa sangre en el cuarto trasero... la sangre de Seras. Aparté ese pensamiento a un lado cuando abrí la puerta y entré. Sebastián y yo fuimos recibidos por luces estroboscopias y música fuerte, que causaba dolor a nuestros oídos sensible. A pocos pies de distancia de nosotros había una multitud de humanos jóvenes bailando, algunos ya sea de manera inapropiada. Detrás de la multitud, que bailaba, había un mini bar decorado con luces de neón. Las pequeñas mesas y bancos estaban dispersos por la habitación. Fruncí el ceño en que todos en conjunto aman esto.
-Nunca entenderé por qué los seres humanos les gusta este lugar. Huele a sudor, lujuria, vergüenza y alcohol- Gruñí. No hubo respuesta del demonio. Miré por encima del hombro con curiosidad para ver si todavía estaba aquí. Sebastián se quedó inmóvil, con la boca ligeramente abierta y una expresión de dolor en sus ojos. Arqueé una ceja ante su extraño comportamiento y miré en la dirección que el estaba mirando. Mis ojos se posaron en la solitaria puerta de atrás, en el lado opuesto de la habitación. Entonces yo sabía lo que estaba pensando. -¿Ves alguna mujer aquí que quieras violar?- Le pregunté con una amplia sonrisa. Mi pregunta lo sacó de sus pensamientos y miró a su alrededor con curiosidad, con una pequeña sonrisa en su rostro.
-Ninguna, todavía- Él respondió. -¿Tú?- Preguntó y me miró. Busqué en la multitud que bailaba y las pocas mesas ocupadas, pero no vi a nadie que realmente me atraiga. Justo cuando estaba revisando el club por segunda vez, Sebastián golpeó suavemente mi brazo e hizo un gesto con la cabeza.-¿Qué pasa con ella?- Me preguntó en un estado de ensueño. Fruncí mis cejas y miré a donde él estaba mirando. Inmediatamente ambos fuimos atraídos a esta chica. Era bajita y delgada. Tenía una cara redonda y piel pálida. La chica tenía el pelo rojo hasta los hombros. Era como una llama de color rojo y naranja corría por su cuello y deslizándose en sus hombros. Sus ojos eran grandes, azul, y prácticamente brillaban con esa hermosa sonrisa suya. Llevaba una blusa de color azul oscuro, y pantalones blancos ajustados que dieron forma a su perfecto culo. Mientras estudiaba a la chica, era capaz de detectar que ella era un vampiro.
-Sí- le susurré de acuerdo y poco a poco empecé a caminar hacia ella. La chica baila en el centro con el resto de la multitud. Ella parecía pasándola muy bien. El demonio seguía de cerca detrás de mí mientras caminábamos hacia la pista de baile. La pequeña vampiresa no fue consciente de nuestra presencia a medida que nos acercábamos a ella. Ella no se dio cuenta hasta que pase un brazo alrededor de su cintura y la atraje más hacia mí.
La chica se detuvo de inmediato de bailar y jadeó mientras sus grandes pechos deliciosos chocaron con mis pectorales duro. En lugar de asustarse, la chica se rió de una manera infantil y sonrió hacia mí. Jadeé de desconcierto. Esa mirada de ella parecía muy familiar. Conocía esos ojos y esa pequeña sonrisa taimada. Sebastián se acercó por detrás a la chica y puso sus manos en sus muñecas. La chica miró por encima de su hombro al demonio con el ceño fruncido, pero su sonrisa nunca se fue.
-Huelo problemas- Ella dijo en un acento británico perfecto. Me sorprendí un poco, pero no pensé mucho de ello cuando me inclinaba hacia abajo. Le acaricie con mis labios su suave yugular cálida. La chica gimió y voluntariamente movió la cabeza hacia atrás, para que tuviera mas acceso. Mi demonio ronroneó a su aroma encantador. Mis colmillos dolían y pude sentir que me estaba empezando a excitarme. Envolví mis brazos alrededor de su pequeño forma antes de morder profundamente en su garganta. El cuerpo de la chica tembló en mis brazos, pero ella gritó de puro éxtasis.
Sabía que ninguno de los seres humanos nos molestaría. Ellos podrían pensar que estaba besando el cuello o algo así, además estaban demasiados ocupados bailando para percatarse. Los humanos eran tan ajenos a su entorno. Me reí de esto y enterré mis colmillos más profundos en su garganta. Gemí del exquisito sabor de su sangre. No había probado nada igual hace mucho tiempo. Cerré los ojos y enrede mis dedos en su pelo suave. La pequeña vampiresa apretó las mangas de mi abrigo y gimió suavemente en mi oído. Gruñí y presione mis labios a la de ella. Ella jadeó cuando sintió mi duro bulto apoyado en su estómago.
¿Por qué estaba tan atraído por su sangre? ¿Por qué el sabor era tan familiar? ¿Era una de mis viejas amantes de mi pasado tácito? Sentí como si la conociera, pero no sabía quién era. Retiré mis colmillos de su cuello magullado y me aparte. Su sangre manchaba mi labio inferior hasta mi barbilla. La chica me miró con diversión y lujuria en sus ojos. Ella utilizó su pulgar para limpiar la gota de sangre fuera de mi barbilla. Me aparté de su contacto con un gruñido. Mis colmillos se alargaron y mis ojos brillaron de un rojo brillante cuando agarré su muñeca con fuerza. Yo no estaba acostumbrado a este tipo de afecto. La chica no parecía tener miedo de mi reacción. Ella me miró un poco confundida y dolida. Yo no quería que me temiera, así que agarre su barbilla y la obligué a mirar mis ojos. Antes de que pudiera hipnotizarla, la chica se rió suavemente y tomó mi cara. Jadeé y la mire con los ojos ligeramente abiertos. ¿Que estaba haciendo ella?
-No es necesario que me obligues- Ella susurró y comenzó a inclinarse hacia arriba. -Estoy más que dispuesta- Luego me dio un suave beso en los labios antes de alejarse. Mi demonio gruñó en el hambre. Quería tirar de ella hacia mi y besarla con fuerza, pero ella empezó a hablar de nuevo. -Es decir, si ustedes me pueden atraparme- La pequeña vampiresa ronroneó con un guiño. A continuación, se separó de nuestros brazos y salió corriendo en algún lugar entre la multitud que bailaba los seres humanos. La vimos sorprendidos y excitados. El demonio se rió y me miró por el rabillo del ojo.
-Bueno, parece que nos encontramos una amante- Sebastián ronroneó con una amplia sonrisa en su rostro. Sonreí maliciosamente y asentí con la cabeza en acuerdo.
-Sí, efectivamente lo hicimos, y no puedo esperar para jugar con ella- Ronroneé deseándola. Envié una pequeña ola de mi poder para encontrar a nuestra nueva amante. Sonreí y me reí como un loco. -Ella acaba de salir del club- Le dije al demonio. Me materialice en la calle fuera del club. Mis orbes rojos brillaban en la oscuridad mientras buscaba en la calle la pequeña pelirroja. Una mirada loca en mis ojos pasó de la caza al juego. ¿Dónde estaba ella?¿Cómo se nos escapo tan rápido? Sebastián apareció en la calle junto a mí. Miró a su alrededor, casi con impaciencia. Entonces vi a un pequeño murciélago negro, colgado de un poste de luz cercano. Yo arqueé una ceja.
¿Era la pequeña vampiresa que estábamos buscando? No sabía que ella era capaz de transformarse. ¿Qué tan poderosa era esta pequeña criatura? El pequeño murciélago se agito y abrió sus ojos revelando un color azul oscuro brillante. Tan pronto como nos vio chillo y envolvió sus alas alrededor de su cuerpo. Antes de que pudiera transformarse en murciélago, el murciélago comenzó a transformarse. Pronto la pequeña pelirroja que buscábamos había tomado lugar del murciélago. Ella colgaba del poste de luz por la parte posterior de sus rodillas. Ella sonrió brillantemente hacia nosotros y se balanceo hacia tras y a delante.
-¿Eres capaz de transformarte?- Sebastián hizo la pregunta que estaba a punto de preguntarle. Ella frunció el ceño y se detuvo de balancearse.
-Sí, ¿Tú no puedes?- Ella preguntó
-Por supuesto que puedo- Le respondí.
-¿Cuántos años tienes?- Preguntó el demonio.
-La edad no importa- La pequeña vampiresa respondió inmediatamente y luego se transformó de nuevo en su forma de murciélago. Ella se abalanzó desde el poste de luz y se perdió en la noche. Sonreí con malicia y me transforme en mi grande murciélago negro. Fije mis pequeños brillantes ojos rojos en la pequeña vampiresa que volaba cerca y feliz. Aparté mis alas y volé hacia arriba en el aire. Volé hacia ella a tal velocidad que cuando nos chocamos fuimos volando. Envolví mis alas alrededor de su pequeño cuerpo y la acerque más. La pequeña vampiresa chilló cuando se estrelló en una azotea. Nos transformamos de nuevo a nuestras formas humanas. El accidente había destrozado por completo mis brazos y ella estaba tumbada sobre ellos, pero no me importaba. Hice lo que quería hacer más.
Me agaché y capture sus labios en un apasionado beso. Sus labios eran suaves y cálidos, y el sabor de ella era familiar. Salí de mis pensamientos cuando la chica envolvió sus brazos alrededor de mi cuello y me besó. Gruñí en señal de aprobación y envolví mis brazos rotos alrededor de su cintura. Justo cuando moví mi cabeza para profundizar el beso, la pequeña vampiresa nos dio la vuelta, así yo estaba debajo y ella estaba arriba. La chica se aparto de nuestro beso con una risita.
-Eres un buen besador- La pequeña vampiresa me felicitó mientras jugaba con los mechones de mi pelo. -¿Pero eres bueno en besos francés?- Sonreí mientras me inclinaba la cabeza en alto con la intención de besarla. Antes de que nuestros labios pudieran unirse, la chica se rió y saltó hacia atrás fuera de mí. –Vamos- Ella ronroneó y sostuvo sus manos detrás de su espalda inocentemente. -¿No que ustedes querían jugar conmigo?- La chica parpadeo sus pestañas hacia mí. Parpadeé estúpidamente a ella. Ahora estaba seguro de que la conocía a ciencia cierta. Debo haberla visto antes. Todas sus acciones y expresiones fueron más allá que familiares. Entonces vi algo de pie detrás de ella. Entrecerré los ojos sobre Sebastián. Él sonrió a la pequeña vampiresa que no sabía que el estaba allí.
"Ella es como Seras" El demonio respondió a mi pregunta no formulada. Mis ojos se abrieron. ¿Es por eso que ella era tan familiar para mí?!
"Pero ella no lo es, Seras está muerta" Le recordé. El demonio frunció el ceño ante esto, pero asintió con la cabeza en acuerdo silencioso.
-E ¿estás bien?- Preguntó la chica. Mis ojos parpadearon de nuevo a su cara para ver que ella se veía preocupada. -Yo...no arruine esto, ¿verdad?- Preguntó con el ceño fruncido. Me reí de la pequeña vampiresa. -Si quieres, yo puedo ser más sumisa-
-No, no te sometas a nosotros. Todavía no- Dije. La lujuria brillaba en sus ojos azules y se mordió el labio inferior. Antes de que ella pudiera responder, Sebastián se acercó por detrás y envolvió sus brazos alrededor de su esbelta figura. La chica se quedó sin aliento y miró por encima del hombro al demonio.
-Oh, ahí estás- Ella ronroneó con una sonrisa brillante. El demonio se rió y besó la yugular de su cuello mientras sus manos se deslizaron por su figura. Hábilmente desabrochó sus pantalones con una mano. Deslizó su mano izquierda en sus bombachas y le tocó suavemente. La pequeña vampiresa cerró los ojos y gimió suavemente, mientras el se burlaba de su clítoris. Sonreí mientras la miraba y me levanté. Moví mis brazos frente a mí. Escuche un ruido, de una grieta gratificante y sentí mis huesos que comenzaron a sanar.
Caminé por el techo de donde el demonio estaba dando placer a nuestra nueva amante. Extendí una mano para acariciar su mejilla, pero de repente ella se desvaneció de los brazos de Sebastián. El se quedó sin aliento y bajó la mirada hacia sus brazos con los ojos ligeramente abiertos. Entonces ambos nos reímos y miramos a nuestro alrededor con curiosidad por ella. Encontramos a la chica de pie detrás de mí, con las manos en las caderas y una sonrisa descarada en su rostro.
-Yo no vivo lejos de aquí- Ella susurró tímidamente. La pequeña vampiresa se rió y saltó del edificio. Al caer, se transformó en un murciélago y voló. Sonreí y me transforme en un murciélago. Rápidamente seguí a la chica. Sebastián nos siguió detrás en su forma de cuervo. La pelirroja se arremolinaba y se abalanzaba con gracia; disfrutando de la sensación del viento que sopla a través de su piel y sobre sus alas. Esta joven vampiresa estaba tan animada, era amable y dulce. ¿Qué estaba haciendo aquí con nosotros? ¿Era una recién nacido y no podía sentir que somos antiguo y poderoso? ¿O es que ella no le importa? No sabía qué creer. No, no podía ser una recién nacida; se había transformado en frente de nosotros. La chica era, obviamente, de pleno derecho y ha existido por lo menos durante una década o dos. Por lo tanto, tuve que asumir este último, que ella simplemente no le importaba. Sólo espero que no averigüe quiénes éramos y nos temiera. Que no la hiciéramos volar lejos. Ella vivía a sólo unas cuadras del club.
La pequeña vampiresa se abalanzó a un edificio de apartamentos de veinte pisos, y traspaso a través de una de las ventanas del piso trece. Seguí detrás de ella y pronto me encontré en un pequeño dormitorio. La pelirroja se puso de pie en medio de su habitación con una tímida sonrisa en su rostro. A mi izquierda había una cama de matrimonio con una pequeña mesita de noche al lado de él. Detrás de ella había puertas dobles que conducen a un pequeño armario. Sebastián se arrodilló en su alféizar de la ventana mientras miraba alrededor de la habitación con el ceño fruncido.
-¿Dónde guardas tu ataúd?- El le preguntó con curiosidad.
-Yo no tengo una- Ella le dijo mientras caminaba por la habitación hacia nosotros. Ella envolvió sus brazos alrededor de mi cintura y me sonrió. -Mi piel es capaz de tolerar el sol- La pelirroja susurró al ponerse de pie en puntillas y se inclinó. Arqueé una ceja.
-¿Puedes tolerar el sol?- Le pregunté, muy impresionado. ¿Qué tan poderosa era ella? -¿Quién es tu maestro?- La chica retrocedió lejos de mí cuando me negué a su encanto. Ella parpadeó estúpidamente a nosotros.
-Ustedes dos hacen muchas preguntas- Ella señalo.
-¿Quién es tu maestro?- Le pregunté de nuevo. Ella negó con la cabeza y me aparte.
-¿Por qué te importa?- Me preguntó y entonces me agarró por la parte de atrás de mi cuello. La pequeña vampiresa me jaló hacia abajo en un beso caliente. Mis ojos se ampliaron con desconcierto. Gruñí en el hambre y envolví mis brazos alrededor de ella. La atraje más cerca de mí y la bese. Todas mis preguntas se desviaron hacia la parte trasera de mi mente, como nuestro momento íntimo nos llevo a su cama.
Más tarde esa noche
(POV de Alucard)
Me senté en el borde de la cama medio desnudo mientras miraba hacia abajo a la pelirroja desnuda. Ella dormía profundamente y ronroneaba de la satisfacción con una sonrisa adornando sus labios. La pequeña pelirroja había sido... excepcional. Ella había aceptado todos nuestros deseos oscuros y los cumplió maravillosamente. La hubiera tomado como un amante, pero no creo que ella quisiera estar entrelazada con un oscuro ser de una cierta cantidad de años; es por eso que Sebastián y yo decidimos irnos mientras ella dormía. Aparté la vista de la pequeña vampiresa, y me acomode el cuello antes de abotonar mi camisa blanca.
-¿Vas a tomar su alma?- Le pregunté a Sebastián que estaba al otro lado de la habitación. Él estaba a medio de ponerse el chaleco negro. El demonio miró a la chica y considero mi pregunta. Una sonrisa juguetona en sus labios mientras el la miraba.
-¿Por qué no?- El murmuró. Mientras ataba mi pañuelo, Sebastián volvió a la cama y comenzó a inclinarse hacia abajo. Supuse que estaba haciendo lo que mejor sabe hacer, hasta que habló. –Alucard- El susurró. Miré por encima mi hombro. La espalda de la chica estaba frente a él cuando se inclino sobre su pequeño cuerpo. El pasó su mano sobre la espalda de ella, con los ojos ligeramente abiertos.
-¿Qué?- Le pregunté, preguntándome qué pasaba. Me puse mi chaleco negro y me lo abotone.
-Tienes que ver esto- El susurró con incredulidad. Suspiré con fastidio; me puse mi abrigo rojo, y me levanté de la cama.
-¿Qué?- Le pregunté de nuevo mientras caminaba alrededor de la cama a su lado. Mis ojos se posaron en su espalda desnuda, donde el acariciaba suavemente las viejas cicatrices. Fruncí mis cejas y me incliné más cerca para ver mejor. El aparto mi mano sobre una de las pequeñas cicatrices. Hubo ocho cicatrices en su espalda, cada uno de la misma longitud, pero en diferentes áreas. El demonio me miró para ver mi reacción. -No puede ser- Susurré y sacudí la cabeza.
-Seras tenía estas mismas cicatrices exactas!- El trató de convencerme. Una visión apareció ante mis ojos, vi como bayonetas aparecieron de la nada y apuñalaron a mi Childe en la espalda antes de que pudiera saborear su primera gota de sangre. Aparte esa imagen lejos, pero uno nuevo empezó a formarse. Recordé acostado en una cama con ella. Ella estaría profundamente dormida mientras acariciaba su espalda y el cabello. Recuerdo sentir los pequeños bultos de sus cicatrices en la espalda mientras la tuve entre mis brazos. -¿Por qué crees que nos sentimos atraídos por esta chica ?!- Aparte mi mano de su carne suave cálida y la mirada de ella.
-Pero Seras está muerta- Le recordé con los dientes apretados.
-Pero lo sabemos a ciencia cierta? No había cuerpos, sólo su sangre y sus atacantes- Él continuo.
-Entonces, ¿por qué no volvió a nosotros? ¿Por qué no nos reconoció?- Le pregunté. El demonio apretó la mandíbula y miró a la chica en la angustia. -Ella no es Seras- Le dije.
-¿En serio?- Preguntó Sebastián sarcásticamente. -Entonces explica esto- Lo vi moverla suavemente sobre su espalda. La chica se agito con un suave gemido, pero no despertó completamente. Mis ojos se abrieron al ver una vieja cicatriz en su estómago plano, uno pequeño a través de su garganta, y otras ocho cicatrices que hacían juego con la espalda. Seras tenía las mismas. Ella había recibido un disparo en el estómago cuando tenía 9 años. Las otras fueron cuando el Padre Alexander Anderson la atacó. Por supuesto, fue cuando ella no había estado bebiendo su sangre, que le impedía sanar correctamente. Por lo tanto, todas sus cicatrices permanecieron desde aquella noche en que el sacerdote Judas casi mata a mi Childe.
-Ella no puede ser...- susurré mientras acariciaba su estómago. Entonces, de repente la chica comenzó a despertar. Ella estiró los brazos por encima de la cabeza y gimió como Seras hacia cuando se despertaba de un buen sueño. Ella entreabrió sus hermosos ojos azules y nos miró con una pequeña sonrisa.
-Sinceramente, no creí que los encontraría todavía aquí- La pelirroja nos dijo mientras se sentaba en la cama y agarró su blusa azul oscura. La miramos atentamente, esperando a que ella revelara su verdadera identidad a nosotros. La pequeña vampiresa no dijo una palabra. Se puso la camisa en silencio y tomó sus bombachas. Cuando nos quedamos en silencio, la chica levantó la vista hacia nosotros con una ceja arqueada.-¿Ustedes están bien?-
-¿Cuál es tu nombre?- Preguntó Sebastián rápidamente. Los ojos de la chica se agrandaron y luego ella se rio.
-¿Por qué? Sexo anónimo es divertido- Ella ronroneó mientras se levantaba.
-¿Cuál es tu nombre?!- Le gruñí. Yo no estaba de humor para juegos. La chica se nos quedó mirando levemente al escuchar mi tono. Cuando vio que estábamos hablando en serio y no íbamos a dejar pasar esto, ella me frunció el ceño y cruzó los brazos. Después de varios segundos, ella se burló y apartó la mirada de nosotros, y rodeo de los ojos.
-Mis amigos me llaman Red- Ella nos dijo. Arqueé una ceja ante el inusual nombre.
-¿Red?- Repetí en un tono burlón y frío.
-A causa de mi cabello-Ella me gruñó mientras estiraba un mechón de su pelo rojo.
-Gracias, pero no somos ciegos o estúpidos- Sebastián intervino.
-¿Cuál es tu verdadero nombre?- Gruñí con furia. La pequeña vampiresa nos fulminó con la mirada, con esos magníficos ojos carmesí. Ella tamborileó los dedos sobre su brazo con agravación. Ella se mordió la lengua y miró al suelo como si estuviera tratando de mantener el llanto.
-Eso no importa- Ella murmuró. -Tal vez es mejor que ambos se vayan- La pequeña vampiresa paso por delante de nosotros, pero yo perdió el control. La furia por completo se hizo cargo. La agarré por el cuello y la tire contra la pared. La pequeña vampiresa enseñó los colmillos con un gemido de dolor.
-¿Quién eres?!- Le pregunté mientras mis manos presionaba su cuello. -¿Quién es tu maestro?!- Grite en su cara. La pelirroja me fulmino con la mirada cuando agarró mis muñecas con fuerza. -¿Por qué tienes esas cicatrices?!- continué haciéndole preguntas. -¡¿Cuantos años tienes?!-
-Yo no lo sé!- La chica finalmente gritó una respuesta. Todo quedo muy tranquilo. La pequeña vampiresa respiro profundamente en mis manos mientras las lágrimas de ira y dolor corrían por su rostro. La solté y ella cayó arrodillada y sus manos. Sebastián dio un par de pasos hacia adelante, y miró a la chica con desconcierto.
-¿Tú no lo sabes?- El repitió. Me arrodillé frente a ella y la mire.
-¿Qué quieres decir con: "no lo sé"?- Le pregunté en un gruñido. Ella trató de controlar su respiración mientras se limpiaba las lágrimas de sangre. La pequeña vampiresa movió la cabeza hacia atrás y me dio una mirada tan oscura. Sabía que ella quería pegarme o matarme por ponerle una mano encima.
-No puedo recordar nada de mi pasado- Ella susurró. -No puedo recordar mi nombre, mi Señor, o incluso la edad que tengo. Mi primer recuerdo es despertar en una habitación, cubierta de sangre. Eso es todo lo que recuerdo- Ella bajó la cabeza y la sacudió al verse obligada a recordar esa noche. Levante la mirada hacia el demonio que se veía tan sorprendido como yo. Ambos volvimos a miramos a la pequeña vampiresa que sollozaba en voz baja. Extendí la mano y moví unos mechones de pelo detrás de su oreja.
-¿Dónde fue eso, hija?- Le pregunté muy suavemente. Ella resopló y se limpió las lágrimas con la palma de su mano. La miré fijamente, esperando con impaciencia una respuesta. ¿Podría ser que esta pequeña vampiresa fuera mi Seras Victoria? ¿Ella sobrevivió aquella noche, pero había perdido misteriosamente sus recuerdos? Por favor, deja que esta sea mi pequeña. Sebastián se arrodilló lentamente a mi lado, mientras él también esperó con impaciencia una respuesta.
-¿Dónde?- El demonio le preguntó de nuevo. La chica se estremeció y clavó las uñas en sus rodillas.
-Pero esa noche... había tanta sangre. No quiero recordar- Ella sollozó y sacudió la cabeza. -Tanta sangre... ¿Qué pasa si mi pasado es tan sangriento? No quiero recordar lo que era o lo que voy a llegar a ser si me acuerdo quién soy. No quiero recordar- Agarré la barbilla y la obligué a levantar la mirada hacia nosotros. Le sonreí suavemente hacia ella y le acaricie el cabello.
-Por favor, haznos saber dónde te has despertado- Le susurré. Usé mis poderes para calmar su mente. La joven vampiresa respiró lentamente y comenzó a calmarse, cuando caía más a mi agarre. El miedo en sus ojos se desvaneció lentamente y sus orbes carmesí volvieron de nuevo a su iris azules naturales. Hubo un momento en que ella nos miraba insegura de lo que debía hacer. Pero luego se lamió los labios y respiró hondo antes de responder a nuestra pregunta.
-En el Blue Ace - Ella susurró
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