Epílogo
La música suena ensordecedora en el club, me he pedido un whisky en las rocas, el cuál finjo beber pero solo llega a mojar mis labios.
La primera en aparecer por el club es Valeria, he tenido práctica y tiempo suficiente para ahora llamarla por su verdadero nombre. Así como he tenido tiempo suficiente para atar cabos y recordar que el pie de aquellas gradas en la mansión en medio del bosque, ella le pidió a Nicolás que me hablase con la verdad.
Ahora entiendo que esa verdad me convertía en una ficha en el tablero. Después de unos minutos entran también al lugar Will y Nicolás, llevan sus antifaces al igual que todos en el club, y aunque Nicolás se esmera por ocultar sus rizos y ahora tiene un cuerpo un poco más fornido por las horas de ejercicio, lo podría reconocer a kilómetros.
No puedo evitar reír al verlo. Ese ha sido el chico que me ha inspirado a escribir un libro y nunca he estado tan segura como en este momento, que el nombre de ese libro le hace mucha justicia aquien él siempre ha sido.
Veo como mi ayudante se va abriendo paso entre las personas en el club.
—Un lugar un poco ruidoso ¿no crees? —dice sentandose a mi lado.
—¿Qué? ¿Te molesta? Antes era uno de tus lugares favoritos.
—Supongo que la edad ha empezado a pasarme factura.
—Pues para tu edad te conservas bastante bien. —Lo veo directamente.
—Privilegios de ser un padre joven. —Se encoge de hombros—. Más dos horas diarias de ejercicio y una dieta rigurosa y balanceada.
Regreso mi mirada de nuevo a Nicolás, quien no sabe que lo estoy observando.
—Siempre supe que solo quería usarte.
Al parecer ha notado a quien estoy viendo.
Yo me permito recordar el dolor en el pecho de hace un año, cuando Valeria decidio confesarme que siempre había sido solo un señuelo.
—¿Por qué me dices esto ahora? —le había preguntado.
—Porque yo nunca estuve de acuerdo en mentirte Nat, siempre creí que si decidias jugar este juego tendría que ser por voluntad propia y no por una verdad a medias, asi que no sé que haras después de saber esto pero quiero que sepas que mi lealtad le pertenece a Nicolás y si decides irte y él me envia por ti, yo iré por ti.
—¿Por qué piensas que me iré?
—Porque no creo que quieras convertirte en la cómplice de la destrucción de tu padre.
Envío de nuevo ese recuerdo a las profundidades de mi mente.
—Y ahora tengo claro que tu también lo sabías.
Esta vez olvido que odio el whisky, también que podría estar adulterado incluso por mi propio padre y le doy un trago.
—Eso ahora, es lo de menos Dante.
—No lo es, porque si no, no estuviéramos aquí. Decías amarlo y nunca confiaste en él. —Despega la mirada de Nicolás y la lleva a mí—. Al fin y al cabo eres la hija de tu padre.
—No me parezco en nada a ti. —Le sostengo la mirada.
—¿Ah no, y entonces que hacemos aquí? Porque estas haciendo lo mismo que yo, cuando empecé todo esto.
—A diferencia que yo si lo haré bien.
—Lo peor de todo es que aún lo amas, lo puedo ver en tus ojos deseosos de venganza que brillan con rencor. —Él intenta ignorar mi provocación, provocandome.
Pongo en blanco los ojos.
—Veinticinco años de ser padre y aún no conoces a tu hija.
—Te conozco Natalia, te conozco tanto como para saber que aquel día luego de creer que mis hombres habían acabado con Nicolás, cuando los Sandoval nos interceptaron y me mantuvieron prisionero revelando mis planes, la única razón que me permitió revelarlos era porque estabas ahí y sabía que nunca permitirias que me hicieran daño.
—Deja de regodearte si te salve fue porque sabía que en algún momento me podías servir.
—Pues tu fiel sirviente aguarda.
Lo dice con tanta franquesa, una que sé, es falsa, lo cual me produce náuseas.
—Fiel solo si te doy lo que necesitas.
—Tu mejor que nadie sabe que es asi como funciona.
Sonrio con amargura.
—Te ves bien de pelirroja.
—Lo sé.
—La modestia nunca ha sido tu fuerte.
—Ni la lealtad el tuyo.
—Y aún asi estoy aquí, o tal vez solo soy el menor de dos males.
Por más que la discusión con mi padre sea entretenida prefiero ir directo al punto.
—¿Has hecho lo que te pedí?
—Al pie de la letra.
Guardo silencio mientras observo como dos chicas le coquetean a Nicolás.
—¿Como están Carol y mi nieto?
—Vaya, ahora te importan.
Dante parece exasperado con mi respuesta, como si estuviera cansado de ellas, quizás por eso decide cambiar de tema.
—Sé que quieres que Nicolás sufra, ¿sabes que lo haria sufrir y cabrearse al mismo tiempo?
No sé si espera alguna señal de entusiasmo de mi parte al escucharlo, pero la verdad es que no me importa lo que esta a punto de decir, asi que solo aguardo silencio.
—Que descubra que has tenido un hijo de Enrique, ¿por qué él es el padre no? —Veo como presta demasiada atención a mi reacción como si con observarme lo suficiente le de su tan esperada respuesta—. Estaría muy decepcionado que el padre del pequeño fuera Nicolás.
—Quizás no sea ninguno de los anteriores —me limito a decir y mi padre sonríe con sorna.
Cuando finalmente una de las chicas que le estaban coqueteando a Nicolás decide acercarse, sé que ha llegado el momento de actuar.
—Ha llegado el momento de irnos, padre.
Este asiente, y es el primero en encaminarse a la salida, yo voy a una distancia pertinente tras de él. A pesar que sé que llegaría a perder mucho si Nicolás me reconoce, juego con la suerte y paso muy cerca de él, atisbo una señal de atención pero quizás se convence que es su mente haciéndole una mala jugada.
Cuando llegamos al auto le propongo a mi padre un brindis con mi hip flask, el gustoso lo acepta.
—Por ser el padre de la chica que ha doblegado a un Monterrosa. —Brinda él y bebe un largo trago luego me lo pasa a mí.
—A nuestra salud. —Finjo beber.
Observo por última vez el club y me imagino como mi padre hasta hace unos minutos ha entrado a través del cuarto oscuro a la oficina de Nicolás, dejando un pequeño recuerdo de mi parte, por ejemplo: el video de la cámara de seguridad de mi tienda cuando Nicolás Monterrosa llegó a amenazarme, un video de las cámaras de vigilancia, donde Carlos Sandoval en un estacionamiento besa a su bella esposa, la que después de unos días apareció golpeada. Y el mejor de todos, el video con la fecha de hace un año en un bar donde se ve a Will y a Nicolás jugando al billar, un hombre que se supone esta muerto hace tres años, pero quizás solo ha fingido su muerte. ¿Por qué?
Pues la respuesta podría ser que Natalia García descubrió que Nicolás Monterrosa golpeaba a su mejor amiga Abigail Murcia, y Nicolás teniendo mucho que perder desapareció a Natalia, por miedo a ser descubierto fingió su muerte dejando todo en manos de su hermano Will y luego desapareció a su esposa, eso o cualquier interpretación que le de la policía a esas pruebas, sea cual sea, Nicolás y Will son los únicos que quedan mal.
Un leve balbuceo me saca de mis pensamientos.
—¿Qué le pusiste a ese trago? —pregunta Dante.
—Nada que pueda matarte. —Le sonrió.
A lo mejor él no me escucha porque se desvanece a mi lado.
Mañana mi padre despertara con el botín que le he prometido a su lado, pero sin mí en su vida.
Y dentro de dos horas una chica muy bien pagada se acercará a Nicolás, le entregará una copa de mi parte, y confío que en el shock del momento, ni si quiera le preste atención a la chica. Asi que dentro de dos horas Nicolás sabra que estuve aquí, dentro de dos días sabrá que las sumas ofensivas de dinero que guarda en sus cajas fuertes para atraerme han sido robadas.
Descubrirá como Dante García se paseaba a su merced frente a sus narices y en ese mismo instante me descubrirá a mi junto a él. Sabrá que la única razón por la cual nunca lo encontró es por que yo lo ayude a escapar, y cuando eso pase también descubrirá que esos videos que le he dejado solo son una advertencia, de una de las tantas formas en las que puedo destruir su imperio, porque si durante todo su juego el fue el gato, en el mío le tocará ser el ratón, porque yo también puedo ir una vuelta delante de él.
Pero eso será dentro de dos horas. Cuando Nick reciba mi copa y me busque entre la gente en el club yo ya estaré en el aeropuerto y dentro de dos días cuando descubra todo lo demás yo ya estaré en la ciudad menos pensada con mi madre y mi hijo.
Mientras tanto yo me escondere dentro de las sombras que él me ayudo a inventar, donde solo me encontrará si yo quiero que me encuentre.
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