Capítulo 24
Salí de la mansión Dark tomando una mochila que encontre por ahí, comida y agua de la cocina, y por supuesto le deje un pequeño recuerdo a Nicolás, pinche las llantas de su ostentosa pero ridícula camioneta.
Okey, no era ridícula, pero el tipo me caía mal, solo por eso dire que lo era.
Me sorprendió que por las noches esa casa parecía un desierto, pero es que claro, el tipo estaba re confiado porque yo estaba bajo llave.
Cuantas ganas tenía de decirle en la cara que era un tonto.
Por supuesto que en las grandes fortalezas debía haber una caseta y unos guardias en la entrada, ustedes saben, el típico panorama de campo de concentración para torturar personas y no dejar que nadie escape.
Justo era asi en esa casa, y por segunda vez me dieron unas ganas de reirme diciéndole a Nicolás que era un tonto, porque los tipos estaban dormidos.
Nunca hubiera llegado a creer que iba a ser tan fácil escapar de ahí.
14 horas después.
Terminé tragandome mis pensamientos.
Había caminado durante toda la noche, y gran parte del día, según mis conocimientos de chica exploradora de esas que saben la hora solo por la ubicación del sol y de los cuales casi no tenía idea, eran ¿las tres de tarde?
Estaba cansada, mis pies palpitaban de tanto caminar, y lo único que seguía habiendo a mi alrededor eran árboles, árboles y más árboles.
De pronto algo empezó a sonar, era un móvil, pero no entendía de donde provenía el sonido.
Casi parecía Jenna Rink cuando su móvil empezó a sonar después de escapar de su novio, es decir: como una loca buscando de donde provenía el ringtone, solo que ahí no estaba Lucy para decirme, es tu móvil.
Pero me di cuenta de inmediato que provenía de la mochila. —¡Claro!— Lo busque y re busque hasta que me di cuenta que estaba en una pequeña bolsa "invisible" de la parte trasera.
En la pantalla aparecía: "Contesta el maldito teléfono".
Obvio que no iba a responder, colgué la llamada y empecé a marcar el número de Carlos, él era mi lugar seguro, hasta que recordé que a lo mejor era otro que deseaba destruirme gracias a Nicolás, asi que procedí a marcar el número de Lucy, pero solo me apareció una enorme "x" acompañada de un: "llamada restringida". De inmediato otra llamada de Nicolás entro y la rechace de nuevo.
Entonces se me ocurrió una mejor idea, marcar el 911 no se pueden restringir las llamadas de emergencias ¿verdad? y acerté porque empezó a llamar.
—Dime ¿ya te cansaste de dar vueltas en medio del bosque o quieres seguir caminando sin rumbo? —fue lo primero que escuché desde el otro lado.
¡Esa voz! ¡Esa maldita voz!
¿Como carajos hacia? ¿Como lograba ser el ser mas irritante sobre la faz de la tierra?
Aleje el móvil de mi oído para asegurarme si había marcado bien y pues si, ahí aparecía claro el número: 911
—¿Nunca te cansas de ser un maldito grano en el culo Nicolás?
—Se pasa muy bien siendo un grano en tu culo tan perfecto —bromeó mientras reía.
Aunque no lo tenía frente a mí, sabía que esa risa de superioridad por creerse el todo poderoso estaba plantada en su maldita cara.
Asi que colgué la llamada.
Y ahí en medio de la nada hice lo que venía deseando hacer hace mucho: una rabieta, brincando sobre el suelo bajo mis pies como si pudiera romperlo para ser tragada por el y que me llevase cuatro años atrás, donde estaba igual de jodida que ahora, pero tenía a papá y a mamá cerca de mí.
—¡Mierda, mierda, mierda! —me permití gritar—. ¡¿Que mierda pasa conmigo? ¿Por que carajos no puedo librarme de una?!
Pero un ruido me detuvo en seco, el ruido de una motocicleta se acercaba, era muy claro como poco a poco se distinguía a menos distancia.
Tenía dos opciones: correr y parecer más estupida, porque en algún momento me iba a alcanzar o esperarlo.
Asi que elegí la segunda, me senté sobre una roca, crucé mi pierna, super casual.
Ya se me ocurriría algo para librarla.
Cuando la motocicleta fue visible desde donde yo estaba.
Observé como se acercaba a gran velocidad esquivando los árboles, me puse de pie en mi lugar, desde donde lo único que deseaba era tomar una piedra, lanzarcela a la cabeza esperando que se desmayara y poder llevarme la motocicleta, pero nunca habia conducido una, aunque, ¿Qué tan dificil podría ser?
El de los rizos freno bruscamente logrando que la motocicleta girará deslizando su llanta trasera, y puso su pie derecho sobre las hojas secas que reposaban sobre el suelo.
Llevaba casco pero sabía que me estaba observando, tal vez con lástima por no lograr mi objetivo de escapar o con respeto, porque sé que lograba descolocarlo quizás tanto como él a mí. Dandome sorpresa tras sorpresa, dejando al descubierto toda su inteligencia al tener controlado hasta como iba a salir mi próxima respiración, si agitada o tranquila.
Debía aceptarlo Nicolás era un villano digno de admirar.
Y yo debía ser digna de tal villano.
Después de su actuación de: "mirenme, soy experto haciendo un drift con la motocicleta". Se giró para tomar el casco que llevaba sujeto en la parte de atrás y me lo extendió.
—Ni creas que voy a regresar contigo.
No dijo nada, no hubo respuesta ante mi forma de actuar que parecía de una niña pequeña caprichosa.
Solo se bajo de la motocicleta, se quitó el casco, lo puso en el asiento, y se giró, para plantarse frente a mí.
—Tuve que esperar 15 dias por esto —musito, observandome directo a los ojos, yo que era unos 20 centímetros mas baja que él debía verlo hacía arriba—. No sabes cuanto deseaba que te escaparas, te lleve al limite, te hostigue tanto para desesperarte, para que por fin intentaras escapar, cuando robaste mi llave, dí por hecho que eso era lo que harías y era lo que tanto deseaba, para poder demostrarte que de quien quieres huir, es del villano equivocado.
Lo observé con detenimiento, no sabia si estaba mintiendo, si queria volverme loca o solo disfrutaba mucho descolocarme con el suspenso que le brindaba a ese: "te estoy cuidando la vida". Pero si era cierto que me cuidaba, era por algo, por algo que seguro a él también le convenía.
Saco de uno de sus bolsillos un móvil, para luego estirar su mano entregandomelo.
Yo intente tomarlo, aunque con exactitud aún no sabía para que, solo sabía que un nuevo plan rondaba en su retorcida cabeza.
Pero al momento de intentar tomarlo él lo alejo.
—Quiero que te queden dos cosas en claro después de esto Natalia: Una —dijo levantando su dedo indice—, que a mí nadie me gana a menos que yo quiera, y dos... —Esta vez levanto su dedo corazón para acompañar al anterior—, que aunque me haya presentado como tu enemigo no lo soy.
Me descoloque un poco, no por sus palabras, que si lo ameritaban, claramente me estaba diciendo que si estaba afuera de aquella mansión era porque él lo habia permitido, pero también me asombro su voz, su cambio de tono, de expresión, de parecer el mismo diablo, a luego parecer un misterio, que igual seguía siendo malo, pero que insitaba descubrir lo que escondía.
Tomo mi mano, para levantarla y él mismo coloco el móvil en la palma de mi mano.
—Llama a la persona que crees que puede rescatarte. —intente hacer lo que me ordenó, pero no soltó mi mano— ¡No a la policía! —advirtió—, a quién llames dile que estamos en la Laguna Verde.
—Pero si no estamos ahí —proteste.
—Pero ahí es donde estaremos.
Asi que repetí la acción de hace unos minutos llame a Lucy, era el único número telefónico que me sabía de memoria.
—Hola —contestó desde el otro lado.
Al escuchar su voz mis angustias se volvieron menos pesadas, no estaba a salvo aún, pero su voz fue una pequeña esperanza.
—Soy Natalia...
—¡Natalia! —me interrumpió con la euforia de siempre en su voz, pero que ahora sonaba como sorprendida de escucharme después de mucho—. ¿Donde estás?
—Lucy no puedo explicarte todo por móvil, pero necesito que nos encontremos en la Laguna Verde.
—Pero son dos horas de camino.
—Lucy te necesito —dije en un susurro deseando que a través de la desesperación de mi voz, notara que algo no estaba bien—. Lleva a Enrique —le pedí, pero eso solo fue una forma indirecta de indagar si Enrique estaba bien.
—¿Natalia te sientes bien? Desapareciste de repente y...
—Lucy por favor solo has lo que te pido.
—Te vemos allí entonces —dijo algo extrañada por mi pedido.
Colgué y sentí un enorme alivio, si Enrique hubiera estado mal, desaparecido o muerto, Lucy me lo hubiera dicho. Asi que eso no era una posibilidad.
Fueron dos horas mas o menos de viaje por una carretera que no conocía, ¡y en motocicleta! El de los rizos había recalcado que si yo no hubiera tomado la tonta decisión de dejarle como souvenir las llantas pinchadas, iríamos en la comodidad de su camioneta.
Luego yo intenté hostigarlo un poco, diciéndole que a lo mejor quería parecerse a Enrique por su motocicleta y el contraataco diciendo que Enrique queria parecerse a él.
El tipo era infumable.
Cuando llegamos al lugar la noche empezaba a caer y por supuesto estaba desolado, nadie en su sano juicio podía estar a esa hora ahí.
—¿Y? —inquirí.
Nicolás me observó por un pequeño instante, pero no dijo nada, a veces prefería que soltara mil comentarios absurdos de como quería...
¿Someterme?
Bueno, cualquier comentario, pero no que me atormentara con su silencio.
Una camioneta negra llegando al lugar me saco de mis pensamientos.
—Aquí estan tus respuestas querida, Nat
—me susurró cerca del oído Nicolás.
Su aliento cerca de mi piel, produjo que me erizara, sobre todo porque sentía que una gran revelación estaba apunto de mostrarseme.
Lucy bajo de la camioneta, iba vestida diferente, un jeans casi pintado de lo pegado que le quedaba, una camisa manga larga negra con cuello de tortuga y unas botas muy poco glamurosas par ella, pero no podía alarmarme eso, no podía estar con un vestido y enormes tacones en la laguna.
Corrí a su encuentro para abrazarla, sentí consuelo cuando la sentí, era como un rayo de luz su presencia en medio de tanta oscuridad.
Pero Lucy jamas correspondió al abrazo.
Tenía un poco menos de dos años de conocerla, pero cuando la observé más a detalle, intentando entender porque estaba tan fria, podría haber jurado que no era ella. Su mirada era extraña, su sonrisa era una simple linea en los labios que no llegaba hasta sus ojos.
—Pero miren aquien tenemos aquí... —sonó la voz de Aby, desde atras de Lucy, su típica voz dulce y un poco chillant—. A mi estúpida amiga y a mi patético esposo —en esa última frase su voz dejo de ser dulce y terminó convirtiendose en una amarga, con un tono aspero y desconocido para mí.
Lucy se aparto de enfrente de mí, para dejar a Aby liderar, mi mirada viajaba de una a la otra sin entender lo que realmente pasaba, y sin entender por que iban vestidas exactamente iguales.
—Lo ves Lucy —dijo volteando hacia ella en una risa cínica—, te dije que se quedaría así.
Y Lucy se rió, se rió de mí.
Mis ojos se cristalizaron, de inmediato, aún no entendía lo que pasaba, pero mi mejor amiga, la chica a la que quería y le tenía tanta confianza, se estaba riendo de mí. Eso en el contexto que fuese no podía ser bueno.
Pero él tomó mi mano, era una mano fría, no supe detectar si por el clima del lugar o porque ocultaba nerviosismo, pero que a lo mejor quería reconfortarme.
La densa oscuridad ya empezaba a matar la luz del día, pero a pesar de eso Aby se percato inmediatamente de aquel acercamiento que tuvo Nicolás conmigo e hizo una mueca de disguto observando nuestras manos unidas
—Eres tan predecible Nicolás —ironizó viendo su toque en mi mano—, pero bueno no es por lo que he venido aquí, ya superé mi etapa de celos —dijo centrándose y cambiando la expresión de su rostro—. Te tengo una enorme sorpresa querida Naty. —Esa risa que se formó en su boca no era nada bueno.
La puerta del copiloto de la camioneta se abrió, vi unos zapatos de militar pisar el suelo, si Enrique aparecía ahí y se reía de mí también iba a soltar el llanto que estaba conteniendo.
Pero cuando tuve un mejor panorama, vi la silueta del tipo que no podía ser Enrique porque su complexión no era tan robusta, era mas delgado, un poco más alto y reconocí el caminar elegante de un tipo refinado, Era Adán.
—¿Has escuchado esa frase de: los enemigos de mis enemigos son mis amigos? —se burlo Aby.
—Tal vez después de esto pienses dos veces antes de intentar chantajearme —me advirtió Adán—, claro si es que sales viva.
—Fue fácil encontrar un nuevo aliado luego de contarle una de las posibles razones por la cual te has enterado de sus negocios.
—Quien diría que la pequeña Natalia nos ha estado viendo la cara a todos desde hace mucho —dijo Adán.
Al parecer Adán ya sabía que yo le había robado, que al intentar robar sus cuentas me enteré que solo tenía acceso a las cuentas de fundaciones reconocidas y de las cuales despilfaraba dinero.
—Pues yo se la he estado viendo a ella también —dijo Aby con burla.
Aby y Adán se rieron, se rieron por la ventaja que tenían por encima de mí.
—Imagino que deseas conocer al tipo que salvo tu trasero hace unos años de ir a la cárcel ¿no? Pues yo fui quien lo envío.
—¿Mi ángel de la guarda? -Mi palabras salieron sin permitir que mi cerebro las filtrara, sobre todo porque aún no entendía lo que pasaba. Me hacía unas cuantas ideas, pero todas terminaban mal.
—¿Tu que? —rió—. Puedes llamarme como desees, porque quien estaba detras de todo esto era yo —dijo muy orgullosa con su risa de chica dulce, que en ese momento me parecía la de una bruja malvada.
Aby sabía todo de mi pasado, bueno, todo eso que yo creía que escondia muy bien.
Las lágrimas empezaron a recorrer mis mejillas, ella se acercó más a mí, con su aire de altivez, que nunca me percate que estaba ahí, pero que en ese momento estaba sacando a flote.
—No llores Naty —volvió a fingir su voz dulce—, si lo peor esta por venir, guarda tus lágrimas para entonces. —levanto su mano para tomarme por mis mejillas y apretujarlas—. Además como que ya no te ves tan atractiva llorando.
—¡No la toques! —advirtió Nicolás, tomando su muñeca y apartando su mano de mi rostro.
—¿O que mi amor? ¿Me golpearas de nuevo? —lo retó.
—Sabes bien que sería incapaz de golpear a una mujer, aunque sea la misma encarnación de Erzsébet Báthory.
—Tomar baños de sangre no es mucho mi estilo querido —dijo tomando su cabello trensado que caía por su hombro para tirarlo a su espalda—. Y si, lo sé, sé que no eres capaz de golpear a nadie. —Una línea se formó en sus labios—. Pero todos los idiotas a mi alrededor no, ¿y sabes a quien le creyeron? A mí.
Forcejeo para que Nicolás soltara su muñeca y él no puso resistencia, la soltó de inmediato.
—Muy elaborado tu plan ¿no Naty? pero si tan solo fueran un poco más inteligentes no hubieran mandado a mi infiltrada a robar una prueba que no involucraba para nada a Nicolás. —Hizo un puchero—. Solo bastaron unas cuantas lágrimas y actuar como una estúpida fingiendo que mi malvado marido me golpeaba para ablandarles el corazón y que armaran este show.
»En ese momento no tenía en mente ningún plan, pero pronto tuve una tremenda revelación que ilumino mi camino, mi sexy esposo me había dado indirectamente una gran ventaja. —Llevo su mirada hacia mí—. Hacerte creer que te podía encerrar por mis golpes, la verdad Naty, agradezco que seas la misma estúpida de hace dos años y te hayas indignado por mi sufrimiento, de no ser asi nunca hubieras retado a Nick frente a su madre y él nunca hubiera hecho ese jueguito de hacerse el malvado para lograr intimidarte... Es que me la pusieron tan fácil.
»Jamás nadie a parte de Luciana vio el video, hasta al tonto de mi hermano jamás se le ocurrió. Aún no logro entender como compartimos tantas cosas pero la inteligencia no es una de ellas. —Puso los ojos en blanco, mientras hacía una mueca de ironía de paso—. Pero bueno, deben ser las compañias que los emboban, si no preguntaselo a Nicolás, ahora esta en una encrucijada de la que no podrá salir.
Aby nos había estado viendo la cara, bueno me la había estado viendo a mi y a Enrique.
Admito que en un breve momento dude de sus palabras, de sus lágrimas, de como aseguraba que sufría, pero ese sufrimiento desaparecía después de un par de lágrimas, pero también debo admitir que me negué a aceptarlo, es que no podía, Aby nunca dio una señal de ser ese tipo de chica. Quizás por eso nunca vi la verdad frente a mis ojos, porque siempre creí que las personas que me sonreían y me brindaban un poco de cariño, eran buenas y debía tenerlas en mi vida. Me dejaba engatusar por cada migaja de amor que me daban, quizás por eso caí con Enrique, con Aby, con Lucy, con Carlos... Quizás por eso fui tan ciega, tan tonta, tan manipulable.
—¿Tú fuiste quien público eso en el periódico?
Y se rió, se carcajeo tan fuerte que provoco que las aves en los árboles de aquel solitario lugar empezarán a cantar asustados, o advirtiendo un mal presagio.
—Hasta que al fin pegas una.
Lucy se rió también, pero una risa de labios pegados, mientras que Adán se mantuvo en silencio todo el rato, solo contemplando la escena sin perder de vista a Nicolás.
—Aunque en esa nota nunca se revelo tu nombre, el tonto enamoradiso de Carlos, su recién aparecido y muy sensual hermano, y hasta el tonto de mi hermanito sabrían que esa notícia se refería a ti.
»Y bueno lo que sospeche, lo hiciste, saliste corriendo como una cucaracha. —Pude ver como apreto los dientes al momento de pronunciar la última frase—. Mi plan estaba perfecto y minuciosamente elaborado. Nadie se iba a preocupar por Natalia, porque para ellos ibas a estar siendo una fugitiva. Cuando en realidad ibas a estar tres metros bajo tierra. —Hizo una mueca de disgusto, antes de seguir— ¡Pero claro! Nicolás debía arruinarlo todo como siempre.
»No sé como carajos se entero que nos habíamos citado en el cementerio. Y fue a tu rescate ¡Que patético!... Aunque no dudo que solo es una forma de querer fastidiarme.
»Te dare un consejo Natalia, Nicolás probablemente ya te engatuso, pero temo que te decepcionare, lo único que él desea de ti, es lo que hay en esa caja que tan celosamente has guardado para mí.
Quería revatir, decirle que jamás le entregaría esa caja, pero no podía, solo lágrimas se desbordaban de mis ojos, con un mar de pensamientos confusos, era como estar entre los colmillos de la bestia, sin escape, en medio de dos chicas que creía que eran mis amigas, y un chico que no dudaría dos veces antes de apretar aquel gatillo para librarse de una tonta que tuvo la osadía de creerse mas lista que él.
Y estaba Nicolás, que sin duda solo me estaba cuidando para su propio bien.
—Querida, ¿ya te has dado cuenta que tontamente escapaste de una cárcel para solo caer en otra? Solo espero que hayas disfrutado mucho estos años de libertad, porque hoy te toca la silla eléctrica —dijo Aby, en medio de una risa burlona—. La verdad ya me he cansado de tener como amiga a una prostituta.
—¿Cómo sabes eso? —pregunté entre lágrimas amargas—. ¿Por qué me diste esa caja? ¿Qué mierda tiene esa caja?
—Créeme que te lo diría, me encantaría poder seguirme burlando en tu cara, y que te des cuenta que eres tan estúpida. Pero me fatiga hablar tanto, prefiero ir directo al grano.
Hizo una señal con su manos, En ese momento Lucy y Adán levantaron sus brazos para apuntarnos con su armas.
Mientras Aby no dejaba de verme con una sonrisa soberbia dibujada en su rostro, en ese momento me pareció la misma encarnación de lucifer, como tiempo atrás había descrito a Nicolás, pero quizás fue una ironía refiriéndose a si misma.
—No lo puedo creer —musite observando a Lucy, quien tenía un semblante inexpresivo.
Nicolás tomó mi mano, otra vez, e intento llevarme unos pasos atrás donde él se encontraba, callado, quizás como diciendo: "Te lo dije Natalia".
—¡Ay cositas! —comentó con mucho sarcasmo Aby—. Aún no se han dado cuenta que este es su fin.
Que bueno que la salvaste Nicolás, que bueno que no dejaste que el saco de músculos de mi tonto hermano se diera cuenta que yo era la mala. —Aparto su mirada de Nicolás para llevarla hasta mi—. Y que bueno que tú, te escapaste de donde sea que Nick te haya tenido. Gracias por traerlo hasta aquí.
Aby hizo una señal a Adán con su cabeza hacía donde estabamos Nicolás y yo.
Él se acercó para apuntarme más de cerca con el arma, pero Nicolás se planto en el medio, frente a mí.
—A ella no la vas a tocar —le advirtió.
—¡Tranquilo mi amor! —soltó en tono meloso Aby—. La bala que saldrá de esa arma no sera para Naty, será para ti. Estas apunto de morir por las manos de la chica del vestido negro.
Y tú Natalia pasarás toda tu vida encerrada en la cárcel justo como Nicolás quería.
Es que ya leo los encabezados de los periódicos, ladrona mata a Nicolás Monterrosa frente a su pobre esposa. Luego de no lograr robarle unos cuantos pesos... —Se detuvo para sobar su mejilla con su dedo indice como si pensara—. O mejor te mato igual que a él después que me des mi cajita.
¿Que opinas Lucy?
—Me gusta mas la segunda —acepto Lucy—. Aún debemos guardar apariencias con los Sandoval y Enrique.
—¡Eres la mejor Lucy! Recuérdame darte una jugosa suma cuando sea la dueña y señora del imperio Monterrosa.
Lucy asintió.
Mientras un enorme nudo cargado de colera, dolor, y mil palabras para decir subía a mi garganta.
Mi cuerpo estaba temblando. De pronto nada tenía sentido. Habia vivido engañada toda mi vida.
No existía la chica dulce que era mi amiga, ni tampoco la euforica, y salvaje Luciana, menos un dulce Carlos, toda mi vida era una mentira, las personas que me rodeaban lo eran.
—Me alegra que me hayas amenazado Natalia, al parecer me has dado el pase libre de mi quiebra, porque después de terminar con los enemigos de Aby, ella me premiará. —Adán sonrió con triunfo.
—Y a mi me alegra que me hayas brindado un nuevo aliado —Aby se dirigió a mi.
—No sabes como voy a disfrutar ver morir a mi suegrita —se dirigió a Nicolás.
Él que en ningún momento había soltado mi mano después de interponerse entre el arma y yo, me apreto la mano con fuerza, sabía que eso lo había tensado, pero no reaccionó solo escuche su risa, la misma que era capaz de asustarme.
—Desde que me di cuenta que eras una maldita muy inteligente supe que eras capaz de igualarme y quizas hasta superarme. La verdad te has ganado mi respeto Aby.
Aby rió triunfante, como si ese era el mejor cumplido que le habían dedicado.
—Pero hay una cosa que ya deberías saber, que yo nunca pierdo, que aún no ha nacido la persona que pueda ganarme —dio un paso, mas hacía adelante, pero en ningún momento soltó mi mano—. Y que si tu vas dos pasos delante de mí, yo fingire que es asi, pero por que yo, ya llevo una vuelta de ventaja.
La cara de Aby poco a poco se transformó en un total signo de pregunta, la de Adán y la mía quizás también, yo no conocía mucho a Nicolás pero sabía que eso solo era una antesala, para dejar a cualquiera temblando, llorando, o rogando por su vida.
Y lo sabía por experiencia.
Una figura hizo que todos voltearamos para descubrir de quien se trataba, yo la reconocí rápido, era la mucama con zapatos de militar, e iba apuntando con un arma hacia Aby.
¿Recuerdan a Mary? La chica del baño, pues fue su rostro el que quedo al descubierto cuando se quitó el pasamontañas.
—¿Que? ¿Mary? ¿Tu también tenías una infiltrada? —Observó a Mary, e hizo una mueca de "Meh"—. La verdad nunca sospeche, muy buena jugada.
Me parecieron dos locos, queriendose impresionar por demostrarse el uno al otro quien era más malo, mas inteligente, a quien le faltaban mas tornillos
—¡Pero por favor! —siguió Aby— ¿la has traido aquí para que muera también?
—Casi dos años casados y ¿aún no me conoces? —Entonces la sonrisa torcida y siniestra se formó en los labios de Nicolás, y me pareció más malo en ese momento y no en comparación con Aby, si no más malo en comparación a él mismo. Como si cada día lograba superarse en maldad y entrenar esa boca para que cada dia su sonrisa cínica diera mas miedo.
—Esa no es la sorpresa Aby, ¡esta es la sorpresa! —terminó.
En ese momento Adán cayó y la paz en el rostro de Aby acompañada de su sonrisa desapareció.
Mary en ningún momento había apretado el gatillo, lo habia hecho Lucy.
Aby volteo en un microsegundo hacia ella.
—Pero... Creí que eramos amigas Lucy —dijo con su tono de víctima seguramente falso.
—Yo no soy amiga de malditas. —Y acto seguido Lucy le disparo a Aby.
Pude ver como una aguja igual a la que le dispararon a Enrique, estaba en el cuello de cada uno de los tendidos en el suelo.
Nicolás y Mary se apresuraron a acercarce a los cuerpos mientras Lucy, les daba unas sogas para atarlos.
—¿Como va todo? —le preguntó Nicolás a Lucy.
—Anoche recibió una llamada, la dejo muy nerviosa, estoy segura que era él —dijo Lucy.
Parecía totalmente diferente, era la misma chica, pero no actuaba igual.
—¿Y que es lo que quieren? —volvió a cuestionar Nicolás
—Él quiere matarte, Nick.
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