🦋ausente de emociones.

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- Esto es demasiado aburridoo-.
Sus quejas sonaban fuertes ante las ventanas cerradas que provocaban una ausencia de paz auditiva.
- aburridoooo-.
Por más que tapara sus oidos y encogiera su abdomen hacía adelante era imposible remplazar esos alérgicos gritos por el sonar de un motor en aumento.

- ¿podrías por favor guardar silencio, Nezuko? Intento que tu hermano no despierte-.
Los regaños de la madre tan solo subían más el volúmen en el interior del vehículo que avanzaba a altas velocidades, era más complicado encontrar silencio.
Por si eso fuera poco, el objetivo de una madre estresada se extinguia luego de que un sollozado quejido aumentara drásticamente su ruido convirtiéndolo en llantos y gritos desesperados, un bebé estaba despierto.

- ¡¿estás feliz ahora?! ¡Has despertado a tu hermano!-.
Combatir fuego contra fuego desde siempre había sido una mala idea, más en esta família que ahora no tenían como bajar sus decibeles. El llanto del bebe eran tan fuertes que competían a la par de los regaños de una mujer mayor sacada de quicio y los reclamos de una infante inquieta por tocar tierra firme sin ser sujeta a un asiento incómodo.
- ¡solo quiero orinar! ¡Ni siquiera me dejan orinar!-.
Argumentaba una chica entre rabietas mientras golpeaba los asientos y alzaba la voz como dictador en rebaño. La madre no se quedaba atrás y alzaba más sus regaños mientras mecía a su bebé entre sus brazos como si esto fuera a compensar el ruido tan alto que llevaban.

Tan fuerte sonaba todo que comenzaba a generar mareos en la más olvidada víctima, un jóven de cabellera rojiza que temblaba ante cada grito asustado, presionando su estómago contra sus rodillas y apretando tanto sus ojos como si fueran interruptores que acabarían con el ruido una vez activados. Sentía como el auto en el que viajaban comenzaba a mecerse de un lado a otro tal cual barco en medio de tormentas, el desayuno recién tragado comenzaba a devolverse con fuertes golpes que no le dejaban blanquear sus pensamientos.

- ¡¿pueden cerrar la maldita boca de una vez por todas?!-.
El volúmen de una voz gruesa y autoritaria superaba por mucho a las anteriores oídas, se trataba del conductor del vehículo quien compartía el mismo color de cabellera con el pasajero a sus espaldas y seguramente un parentesco familiar.
- ¡quédate en tu condenado asiento y cállate!-.
Se hizo presente con más fuego esperando convertir en cenizas todo a su paso, pero no pasó.

- ¡no me digas nada y frena el maldito auto!-.
Las ganas de ir al baño solo generaban irritación en la mujer que alegaba sin césar.
- ¡has caso a tu padre por una vez siquiera! ¡Mira como esta el bebé-.
La madre se ponía del lugar del conductor para combatir al principal villano de esta discusión.
- ¡me importa un carajo el bebé! ¡¡Quiero ir al baño!!-.

Siempre se trataba del bebé, de papá, de mamá o de Nezuko, siempre era su comodidad, nunca la del callado pasajero escondido entre sus piernas. La falta de voz provocaba una fuerte desconsideración a la hora de tomar en cuenta el sentir, y esto provocaba crisis que eran para "llamar la atención" según ellos, más no según expertos.

Y justo ahora estaba tomando lugar una de esas mencionadas crisis, en medio del griterío comenzaba a espesar el aire haciendo poca la cantidad ingresada a sus pulmones, lo que hacía un descontrol en sus pensamientos y una perdida excesiva de la paciencia. Sus manos se entrelazaron entre sus cabellos y presionaron con fuerzas hacía abajo como si quisiera ser tragado por esos incómodos asientos, apretaba sus dientes con tantas fuerzas que sentía el rechinar agudos ante los ligeros movimientos de su mandíbula producto a bruscos maniobras del vehículo.

Nezuko comenzó a perder el control lanzando patadas al asiento de delante y gritando descontrolada, provocaba aun más llanto y griterío. El hombre mayor desviaba su mirada del frente para gritar y regañar a la menor que solo tenía una idea en su cabeza.

Parar...

Parar...

Parar...

El mareo había bajado su intensidad de forma educada y suave sin razón aparente, era como si de un momento a otro todo se hubiera configurado a un ambiente más amigable.
De pronto, comenzó a sentir ese bacilar del auto nuevamente, como si fuera este impactado por oleajes suaves y calmados, todo dejaba de tener sentido y al parecer, por fin había logrado adentrarse en los asientos, pues todo parecía diferente.

Seguía presionando con fuerzas su cabeza contra sus rodillas y sorbeteando los mocos que se mostraban producto del llanto que nadie había oído. En cierta parte esa rara sensación de movimiento le hizo abrir su ojo para observar lo que a su lado acontecía, y solo encontró confusión, al ver el cuerpo de su hermana elevarse y flotar lentamente del asiento, pues no llevaba cinturón.

De pronto y como si hubiera roto el silencio y hubiera salido de vuelta a la realidad, una mezcla de sonidos violentos y explosivos se hicieron presentes en lo más profundo de los sensibles tímpanos del jóven. El llanto del bebe, los gritos de su madre, hermana y padre, bocinas, vidrios, metales fracturados... Un cierre tan ruidoso que dejaría pegado a cualquiera a su silla, menos, a quiénes no tuvieran su cinturón.

Un fuerte ruido chocó contra el chico mientras sus ojos eran acosados por una intrusiva iluminación blanca, que hizo callar y apagar todo, como si fuera un interruptor...

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El volúmen poco a poco iba subiendo, esta vez eran nuevos y ninguno era como los anteriores escuchados. Sus sentidos estaban volviendo de formas lentas y torpes haciendo que algunos ni siquiera volvieran a la normalidad. Su olfato se infectaba de monóxido de carbono que penetraba en sus narices y le impedía respirar el aire puro. Su cabeza estaba pegada al suelo haciendo que su mirada estuviera fijada hacía arriba, un paisaje borroso y abstracto.

Su audición poco a poco comenzaba a entregar sonidos de cosas romperse y fuegos que se encendían con violencia, entre bocinas y sirenas que hacían del ambiente un lugar muy incómodo.
Comenzó a mirar a los lados una vez recupero aunque sea un poco de movilidad en su cuello, pero un simple movimiento le invadia de dolor. Logró reunir las fuerzas para girar su cabeza hacía la derecha para entender mejor el caluroso paisaje que en momentos le hacía sentir tanto calor como los peores días de verano. Una vez observo lo borroso de su paisaje forzó sus ojos para entender lo que había, sentía un intenso dolor por hacer fuerzas y comenzaba a sentir como un extraño calor brotaba desde su cabellera hasta sus cejas abriendo paso por su frente, sería sangre.

Poco a poco sus ojos cansados enfocaban ese paisaje anaranjado y caluroso, un espectáculo de aceites y sangre que manchaban los metales y abrían paso a un ardiente fuego que consumía casi todo lo que le rodeaba. Frente a él, yacía estampado en el hormigón un cuerpo cuya expresión era de horror y tragedia, le miraba fijamente como si le culpara de su presente, era un cadáver, y esa mirada se encarnaba en lo más profundo de su cerebro.

Era tanto el dolor que ni siquiera podía mirar a otro lado o siquiera cerrar los ojos, frente a la horrible imágen de su hermana sin vida que le miraba como si pidiera ayuda desesperada, aunque desde luego; era muy tarde.
Nuevamente comenzaba a perder claridad en el paisaje, se reducía el campo de visión hasta que solo quedaba el hormigón que estaba a centímetros de su rostro, el color rojo de la sangre hirviendo por las llamas combinaba casi a la perfección con su cabello.

Y fue todo...

Las luces...

Se apagaron...

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- ¿puedes explicarme ésto?-.

Una fría sala de luz blanca mostraba tres mesas metálicas cubiertas por mantas pálidas y limpias que se acomodaban a siluetas humanas reposando.
Dos hombres de pies rodeaban una de estás frías mesas para levantar la manta y revelar lo que debajo se encontraba.
- lesiones en la cabeza, cuello, costillas. Recibió gran parte del impacto; sus órganos se destruyeron por completo-. Decía uno de los doctores que mostraba girando lentamente de izquierda a derecha la cabeza, o al menos lo que quedaba de la cabeza de la víctima.

- era el conductor, las bolsas de aíre no funcionaban y murió casi al instante-. Cubrieron nuevamente el cadáver y pasaron a la siguiente mesa.
Al descubrirla, pudieron ver como era casi igual que la anterior.
- intentó proteger a su bebé, latigazo cervical al igual que el conductor, pero quedo en su lugar al tener una mejor posición de agarre-.
- y eso fue mejor?-.
Preguntó con dudas el segundo hombre.

- su muerte fue más lenta, fracturas en el cráneo le hicieron desangrarse por cada orificio-.
Dijo finalizando con esta mesa y tapando nuevamente el cadáver.
- ¿y qué hay del bebé?-.
Volvió a preguntar el hombre mientras miraba la ya cubierta mesa.
Ante la ausencia de respuesta, elevó su mirada para ver como el principal relator guardaba silencio mirando al suelo, sin soltar una sola palabra, el desenlace era obvio.

- no sobrevivió-.
Dijo de forma fría y seca para destapar la última mesa, dejando en claro que no tocaría de vuelta el tema.
- esta es el peor de todos-.
Guardando silencio en esa silenciosa habitación, tragaron en seco para destapar el siguiente cadáver.
- no llevaba cinturon, y mencionar alguna fractura craneal sería poco. Voló medio cuerpo fuera del auto y la otra mitad quedo dentro, su columna esta completamente destruida, no existen huesos, solo astillas-.
Finalizó para tapar rapidamente el cadáver y retirarse a un escritorio de oficina, de donde tomo un pequeño cuaderno.

- entonces, ¿no hubieron sobrevivientes?-.
Preguntó con obviedad el hombre que caminaba hacía su compañero yacido en lectura de ese cuaderno.
- si, lamentablemente-.
Ante esta respuesta tan extraña, el entrevistador frunció el seño exigiendo mayor información sobre la anterior pregunta.
- milagrosamente solo recibió impactos mayores en las piernas y brazos, algunos en la espalda, pero su columna esta sana en comparación a los demás. Heridas abiertas en la cabeza y casi todo el cuerpo, pero no perdió el conocimiento hasta minutos de ser rescatado-.

- ¿observó todo eso...?-.

- y sin poder siquiera pestañear, lleva semanas en coma, finalmente el vehículo aplasto su cabeza hasta hacerle perder el conocimiento, algunas quemaduras leves, ¡pero no se asó como los demás!-.
Dijo soltando una pequeña broma al final el hombre que cerraba su cuaderno, pero al levantar la vista y ver al entrevistador, tosió hacía dentro y agregó.
- perdón-.

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Las luces pegaban como boxeadores sin guantes, desplomaban los parpados y te obligaban a observar una ardiente verdad de la cual tratabas de ocultarte en la oscuridad.
Debían otorgar calor y seguridad, pero solo provocaban frío y temblores de inseguridad. Pestañear era algo lento y seco, lo que lo hacía doloroso y tardío, tics en los músculos provocaban demasiada inconformidad en su zona de confort.

Terminó inhalando hondo solo para comenzar a toser con fuerza desmedida y sentir un dolor punzante en sus pulmones, sentía como si una gran piedra reposara sobre su cuerpo. Su garganta estaba seca como un desierto, y sus labios partidos como fronteras rivales.

El sonar distintivo de una puerta le hizo tomar atención a lo que había a su alrededor, movió lentamente su cuello hacía su izquierda y miró lo que acontecía.
Una jóven de cabellos dorados le miraba desde la entrada de la habitación, cerró una puerta a sus espaldas y se encaminó a la dirección del lisiado.
- eres muy fuerte-.
Fue lo que salió de la boca de esta mujer junto a una sonrisa cálida que entregaba sinceros pésames.

Intentaba responder "¿por qué?" o tal vez "¿qué pasó?" eran tantas dudas que su lengua se enredaba y quedaba inútil ante tantas dudas, pero la mujer notó ésto y se apresuró a llenar de agua la seca boca del jóven que intentaba levantarse como si de una competencia se tratara.
Un vaso de agua tibia, ¿recomendación médica? Solamente era por el calor del sol que la calentaba desde hace días, agua añeja en otras palabras, pero servía para humectar los interiores dañados y saturados del chico.

Era inexperta, eso quedo demostrado al darle un fuerte empujón de agua al chico que tan solo respondió escupiendo el agua por sus narices al verse atorado con tanta de esta, sus sentidos estaban dormidos aun.
- ¡perdón!-.
Le levantó y sentó en esa camilla incómoda, para sentir como el agua derramada bajaba por su cuello hacía su pecho por debajo de ropas delgadas, ropas como harapos, harapos limpios.

Tosió un poco y levantó su mirada, estaba un poco mejor.
- siempre despiertas y vuelves a dormirte, lo has hecho al menos unas dos veces-.
Confirmó mientras la mirada cansada de un chico yacía hambrienta de respuestas por todas las dudas que tenía.
- ¿dónde estoy?-.
Lo soltó sin más, pero se notaba lo mucho que llevaba preparando dicha pregunta.

Escuchó un "oh" que se aplazo hasta perder volúmen, la respuesta de la mujer, esta pensó en como responder a la pregunta, pero no hizo más que recuperar su postura y alejarse de la camilla.
- el Doctor Ubuyashiki podrá responderte a eso, puedes ir a su oficina si lo deseas, bueno... Si es que puedes levantarte-.
Fue lo que dijo antes de retirarse de la habitación cerrando la puerta.

Esperaba que un lisiado caminara hasta una oficina que posiblemente estaba en otro piso como si nada, pero este chico no encontraba conocimiento de fallas aun en su cuerpo, pero si pensamientos de disgusto hacía esa mujer. 
Retiró las blancas sábanas de su cuerpo, miro sus piernas desnudas, algunas vendas por aquí y por allá, realmente le asustaba verse asi, y más dudas tenía por lo acontecido.

Se arrastró a la orilla de la cama y dejo sus piernas colgando ante el suelo, lo siguiente fue soltarse contra el mismo para comenzar a caminar, pero esto resultó en un fracaso. Perdió el equilibrio a los segundos de haberse apoyado, cayó contra el suelo y sintió un profundo dolor en su cabeza que llegaba hasta las más enterradas raíces de su cerebro.
Estaba ahí, en el suelo viendo a los rincones sucios de la blanca habitación, no limpiaban hace mucho.

Antes de que pudiera hacer otro movimiento, la puerta se abrió con rapidez.
- ¡despertaste!-.
Una voz suave provenía de un hombre que corrió hacía él para levantarlo y devolverle a la cama. Se trataba de un hombre de cabellera negra y medianamente larga, ojos violetas como la lavanda y una bata blanca.
- ¡incluso pudiste moverte! Eres tan fuerte-.
Las mismas palabras repetidas, le comenzaban a cansar.
- ¿dónde estoy?-.
Volvió a preguntar este paciente que tocaba su cabeza con un poco de queja por el dolor.

- Tanjiro, mi nombre es Kagaya Ubuyashiki, y soy el doctor a cargo en este hospital-.
Una sonrisa de esperanza le hacía brillos al pelirrojo, pero nuevamente, no respondían su pregunta.
- tuviste un horrible accidente, el auto en el que viajaban perdió el control e impactó contra un corté en la carretera-.
Ésto daba por fin un paréntesis a todo. Tanjiro miró al doctor con dudas y no las guardo.
- ¿y mi família?-.

Un silencio se hizo presenté acompañado de un semblante serio por parte del hombre, quien tomó aire y habló.
- ellos no pudieron sobrevivir-.
Lo soltó con firmeza pero con la mayor delicadeza posible contra un chico que seguramente se derrumbaría ante tal noticia. Le tomó de los hombros y espero a que rompiera en llanto para consolarle, pero el sorprendido fue él al ver la reacción del paciente.

Estaba en completo silencio mirando al pelinegro a los ojos como si hubiera escuchado otra respuesta común, y tan solo bajó la mirada para hablar.
- ya veo-.
Con total frialdad como si fuera parte de sus esperanzas, lo que provocó algo de extrañez en el doctor.
- ¿y por qué yo no?-.
Concluyo preguntando el pelirrojo.
- porque tuviste ayuda de Buda, él quería que tu hora no fuera ahí, milagrosamente hiciste todo lo que debías hacer ante el choqué; tus daños son mínimos considerando la magnitud del accidente-.
Decía el doctor intentando animar al paciente que se mostraba estático, como si quisiera estallar en emociones cerradas bajo candado.
- ¿Buda? ¿Sabe él de mí?-.
Preguntó con total inocencia sintiéndose desconfiado de lo oído.

Kagaya guardo silencio mientras sacaba conclusiones sobre el estado mental del pelirrojo, comenzaba a comprender las consecuencia pre-accidente que el chico cargaba.
- Tanjiro, puedo cuidar de ti; déjame explicarte como, ésto no fue una casualidad-.

- ¿no? ¿Qué fue?-.

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Continuará.
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