Sé valiente
Dedicado a una gran amiga y una gran escritora. Nunca olvides de soñar, pero sobre todo, de convertir esos sueños en realidad. Te quiero mucho, Feer.
Pasamos lo largo de nuestras vidas esperando aquello que lo cambie todo, que nos de un propósito, un destino, nos aclare el acertijo de la vida y lo que debemos hacer en ella. Lo esperamos sentados, como si fuera a caer del cielo a nuestros pies. Vivimos esperando que el momento perfecto suceda, en vez de tomar nuestro momento y hacerlo perfecto a nuestro modo.
Y la vida sigue, el planeta sigue girando, las flores se marchitan y las estrellas siguen brillando. Perdemos lo que nunca podrá recuperarse, tiempo.
Perdemos años viviendo en la conformidad; no somos infelices, pero tampoco felices. Nos estancamos en una monotonía agonizante, nos quedamos de brazos cruzados como si no pudiéramos hacer nada para cambiar nuestra vida.
Por temer a un cambio, por temer a lo desconocido, regalamos nuestro tiempo a brazos que no pueden calentarnos; a sonrisas que no iluminan nuestra alma, a miradas que no aceleran nuestro corazón, y besos que dejan un sabor amargo en la boca.
Los días pasan rápido, y las noches se alargan. De repente te das cuenta que el placer sin amor no complace, y las caricias falsas no llenan, que la belleza física de nada sirve si estas podrido por dentro, que el dinero no compra la felicidad, y lo brutal que puede ser la soledad a pesar de estar rodeados de personas.
Aprendes a disfrutar de los pequeños placeres de la vida, y valoras la compañía de alguien con quien puedes ser tú mismo.
Lo mas irónico es que tenemos el poder de cambiarlo todo, con una simple palabra, una acción, un paso. Pero dejamos que el temor nos ciegue y nos haga dudar.
¿Para qué cambiar algo seguro? ¿Por qué arriesgarse a algo que no sé cómo terminará? ¿Y si es un error?
Nos aterra equivocarnos, dar un mal paso y que todo se venga abajo. Decidimos quedarnos con una vida segura pero vacía, que con una vida insegura pero libre.
Lo que muchos no saben es que hay cierta belleza en lo errores, en el recuerdo que dejan. Incluso en el dolor que te estruja el pecho luego de actuar sin medir las consecuencias, ese es el único dolor que vale la pena. Es el que te incita a volver a equivocarte una y otra vez, por el mero deseo de repetir ese momento en que te sentías vivo.
Debemos arriesgarnos, vivir.
Vivir como si fuera la última vez.
Dar un viaje sin retorno a la aventura.
Me cansé de ver como la vida pasa delante de mis ojos, de no tomar riesgos. Decido vivir, con valentía, con fuerza, con intrepidez.
Decido que voy a hacer todas esas cosas que no pude.
Reír a carcajadas hasta que me duela el estomago, durar abrazada a alguien que revolotea mi corazón, hacer un viaje sin rumbo, desafinar en la ducha, poder robar besos en publico y gritar libremente cuando quiera.
Cosas tan sencillas como poner música a todo volumen y bailar como si nadie viera; relatar cuentos de terror a altas horas de la noche en compañía de alguien importante, o comer comida grasienta y nada saludable sin remordimiento. Dar un beso con amor, tomar de la mano sin vergüenza e ir a la playa en bikini sin pudor para sentarme en la arena y escuchar el sonido de las olas. Esas pequeñeces son placeres que me encantaría disfrutar, parecen insignificantes, pero para alguien que ha vivido encerrada en cuatro paredes con solo la compañía de los libros y de si misma, es un grito de libertad.
Quiero caminar junto a los soñadores, aquellos que tienen coraje, valentía, alegría. Que realizan planes sin miedo y se ríen de tonterías, con la cabeza en las nubes pero los pies en la tierra. Que son felices con poco, y van por lo que quieren, que encienden su espíritu y caminan con pasos decididos por el mundo.
Ellos no temen equivocarse; pues el miedo a equivocarse es lo que evita que las cosas mas bonitas pasen. La ilusión de miradas furtivas, sonrisas sinceras y palabras reconfortantes. Hay veces que hay que saltar al vacío, sin medir las consecuencias, a sabiendas que caeremos con ímpetu.
Es inevitable que caigamos, pero ese pequeño momento en que el viento golpea nuestro rostro, en que la adrenalina corre por nuestras venas; como si las estrellas se alinearan, y hasta el cielo respetara el silencio entre los espacios, donde pareciera que todo fuera posible. Es justo en ese instante que te das cuenta que vivir puede rozar lo infinito.
-- Daniela Umbria.
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