44. Desiciones desesperantes
Hermes Connor y Lynn Devinson habían compartido muchas aventuras con Kendall Clapton desde el momento que los tres habían sido asignados como un equipo en la academia de aurores. A pesar de que para los dos hombres solamente existía Melissa como una mejor amiga, Lynn se había ganado un puesto para ellos muy especial.
Los tres podían pasar horas peleando y luego moviéndose sincronizados como si hubiesen sido cortados con la misma tijera en el campo. Ellos habían soñado con compartir puestos también como profesores en la academia o incluso en Hogwarts, siguiendo siempre una misma línea.
Sin embargo todos sus sueños se habían terminado cuando Kendall había sido asesinado.
Para los otros dos jamás existiría un día peor que cuando llegó a ellos la noticia de que su compañero de vida había sido asesinado. Ni cuando Hermes estuvo delirando de fiebre un mes entero por el veneno de una acromantula evolucionada o incluso cuando Lynn se había enfrentado a un vampiro y este le había casi desangrado solo por placer.
Aquellos eran dolores físicos incomparables con el dolor emocional que habían tenido que vivir.
Y todo el dolor se esfumaba, quedando en la nada, cuando Valerie aparecía allí, ordenando, imponiendo respeto ante los aurores de alto rango, ondeando su cabellera rubia y jamás utilizando su apellido como forma de arma.
Valerie podía no ser una auror todavía e incluso le faltaba cumplir los tres años reglamentarios para graduarse, pero era obvio que el espíritu de Kendall estaba en ella.
-¿¡Quieres decirme que no pueden encontrar a una chica siendo ustedes los mejores aurores de toda Europa!?- gritaba la rubia, mirando seriamente al grupo de hombres que estaba del otro lado de la mesa donde ella había golpeando los puños hace solo unos segundos- ¡Pues a la mierda su título entonces!
Sí, sin duda también tenía el carácter de su madre.
-¿Acaso no crees que eres un poco insolente con nosotros?
-Tengo diecinueve años, no cuatro, así que no me vengas con una clase de modales elaborada, señor, eso no quita que seáis unos incompetentes en su materia.
-Valerie, cariño, ven conmigo un segundo- Hermes sujetó con fuerza la cintura de la rubia y la jaló hacía el pasillo, lejos de la oficina donde todo estaban refunfuñando en dirección a la chica. El hombre conocía perfectamente cómo manejar el carácter Clapton, después de todo había vivido gran parte de su vida con el primer señor Clapton, luego con Kendall y más tarde había malcriado a la última Clapton en llevar aquel nombre- Siéntate, cariño, debes calmarte un poco.
Valerie dejó escapar un gruñido y pegó la cabeza a sus rodillas, doblándose como si fuera una muñeca de trapo.
-Estoy agotada.
-Claro que lo estás, cielo- murmuró rascándole la coronilla como cuando era niña y estaba frustrada porque no podía hacer pases tan largos con la quaffle como Hestia- Te estás consumiendo, pequeña. Has dormido poco tiempo...
-¡Valerie!- la figura rubia de Johanna apareció recorriendo el pasillo de aquel sector del ministerio con una total familiaridad. Aquello era restringido. Pero estábamos hablando de Johanna y en sus genes estaba no conocer la palabra prohibido- No sabes lo que me acabo de enterar.
-Ella no está para tus chismes ahora, Joha.
La irlandesa miró al hombre que le había dado la vida con molestia y paso de él antes de arrodillarse ante Valerie y alzarle la cabeza para que sus ojos azules entraran en un profundo canal de contacto.
El sentimiento que llenó el cuerpo de la joven Clapton tras aquella mirada fue uno muy fuerte y casi doloroso.
-Se han llevado a Skylar- murmuró Johanna con pesar. Y en verdad no le importaba, pero de cierto modo tenía un profundo respeto hacía Valerie por la enorme paciencia que siempre invertía en ella- Vi el informe esta mañana. Fue en la madrugada. Todo su vecindario fue prendido fuego e hicieron explotar su casa.... Mataron a todos los muggles que estaba allí.
-Santo Merlín- se horrorizó Hermes furioso- Nadie me puso al tanto de esto.
Valerie dejó de contener la respiración.
-¿Encontraron algún signo de pelea?
-Al parecer ella estaba sola en la casa- murmuró Johanna pesadamente- Simón fue el que llegó y encontró todo...
-¡Simón!- Valerie sintió la sangre írsele del cuerpo. Ella en verdad últimamente odiaba un poco al chico con toda su poso ególatra y arrogante, pero lo había visto crecer, había cubierto sus travesuras a los ojos de Skylar y de la propia Hestia- Merlín, ¿dónde está él?
-Estaba en San Mungo hasta hace solo unas horas, pero Evans o Potter, como carajos se apellide ahora la pelirroja, fue a buscarlo apenas se enteró de la noticia. Supongo que no se han podido comunicar contigo porque has estado encerrada aquí maldiciendo a todos los que dijeran algo que no te gusta.
Valerie se levantó de su lugar echa una furia.
Desde que Andrómeda le había devuelto de la locura momentánea en la que se había sumido gracias a la fatal noticia de que tal vez no volvería a ver a Hestia sana y salva como la había dejado en la conferencia de prensa la noche del sábado, había comenzado a dar vuelta el mundo mágico para que devolvieran la única cosa constante que había estado en su vida por mucho tiempo: Hestia Robinson.
Sirius le había escuchado llorar durante horas por sentirse culpable.
Para Valerie, la ausencia de Hestia en esos casi cuatro días sin que nadie se diese cuenta eran su total culpa. Ella debería haber sabido que su mejor amiga no simplemente se había tomado un tiempo lejos de todos, que ella verdaderamente había sido secuestrada por mortifagos para hacer sufrir a la rubia ya que Sally y Oliver estaban en un confinamiento especial gracias al encantamiento fidelio y al hecho de que Gin Sanders jamás diría donde estaba la nueva casa por mucho que fuesen a torturarle.
Y ahora se sumaba el hecho de Skylar.
Pasara lo que pasara, fuese como fuese, Valerie estaba segura de que só se habían llevado a la morena era por el hecho de quede alguna forma estaban enterados de su don e iban a obligarle a usarlo para su gusto propio.
Skylar apenas había comenzando a usarlo con reales ganas, lo que significaba que no tenía un verdadero control. Pero obviamente esa clase de cosas jamás importaban a la hora de secuestrar de mala manera a una chica que no podía defenderse y matar a todos sus vecinos solamente para hacerle sentir obligada de marcharse de allí. Estaba segura que iban a torturarle más para aprovechar todo de ella sin importar como fuese su verdadero estado. Y eso significaba una sola cosa: alguien había delatado a la morena.
Valerie estaba comenzando a rozar la desesperación.
-Voy a por ellos ahora.
-¿Qué?- Johanna abrió los ojos como platos. Se esperaba más una escena de gritos de rabia, pataletas y lloriqueos, no una Valerie decidida a matar a alguien y el rostro más serio que nunca- ¿Acaso has enloquecido?
-Ellos están yendo por mis mejores amigos- espetó, furiosa- Primero iban a envenenar a los Potter y a Rachel. Incluso a mi novio. Y con Rach tuvieron efecto. Se han llevado a Hestia y ahora a Skylar... ¿Quién sigue? ¿Remus? ¿Donovan? Ellos me quieren a mí ahora, al parecer, dejaré que ellos me tengan y cuando menos lo piensen, los mataré a todos.
-¿Acaso te estás escuchando?- Hermes abrió los ojos como platos. "Complejo suicida, impulsividad... Carácter de mierda. Está chica era una verdadera heredera de Kendall"- Además de que sea una locura, es un plan sin sentido, Valerie. ¿Quieres caminar a tu propia muerte?
-No le tengo miedo a la muerte, Hermes- sentenció, fría como un tempano- Esos jodidos hijos de puta tienen a mi mejor amiga. Me robaron una de las cosas más importantes en mí vida y no voy a soportarlo de nuevo. Ellos me quitaron a mis padres, el placer de poder jugar con Oliver en la calle y ver sonreír a Sally en cada oportunidad del día. Voy a ir por ellos. Voy a matarlos. Y si es necesario, moriré con la cabeza en alto.
-No estás pensando con claridad...- murmuró Johanna absorta- Nadie quiere tu culo en un ataúd tan pronto, Valerie. Tienes diecinueve años e incluso Hermes no está preparado a morir todavía.
Su padre le miró con una vaga sonrisa en los labios.
-Me importa una mierda que quieran mí culo en un ataúd o no. Ellos van a vérselas conmigo.
-Tarde o temprano pasara, cariño, te lo aseguro. Pero lo mejor que podes hacer en este momento es demostrarles que no te estás viniendo abajo y que puedes contra todo lo que te tiren...
-Yo puedo contra todo, Hermes- espetó la rubia, molesta- Pero no voy a tolerar que se metan con lo que es mío. Con personas a las que amo.
-Ellos quieren una jodida guerra- gruñó Johanna.
-Pues van a tenerla.
***_***_***
-Chicas, tenemos visitas- Terry irrumpió en la cafetería del estadio, donde las Arpías estaban relajándose de una extensa practica durante toda la tarde.
El ambiente entre las chicas estaba más allá de tenso. Ese día a A Julia le faltaba la fusta y sería una completa ama sobre ellas. Hayley y Calista debían que ser frenadas varias veces por Kitty e Ilina, ya que estaban muy convencidas de que la mejor opción era partirle la cabeza. Rouxie, por su parte, había considerado apropiada la ausencia de Hestia para esa práctica, ya que estaba segura que si la ex leona hubiese estado por allí, Julia en ese instante estaría desaparecida.
Las seis chicas, que estaban sentadas en el mismo rincón, pero lo bastante lejos de Julia para que esta no escuchara a Hayley gritar improperios sobre ella, alzaron la cabeza. Rouxie, que hasta ese momento se encontraba tranquilamente sentada en una mesa aparte leyendo uno de sus libros y tomando un té de menta, sintió su cuerpo entrar en combustión y arder allí mismo.
Johanna iba al lado de Terry siguiendo a otro chico que ellas no reconocieron. La irlandesa tenía una sonrisa juguetona en el rostro y cuando se encontró con la mirada sulfurada de Levy sobre ella, le guiñó un ojo descaradamente.
Ilina atajo el cuerpó de Rouxie antes de que esta se alzara dispuesta a arrastrar a la rubia por toda la cafetería.
-Buenos días- saludó el chico. Era alto y de gran porte, con un rostro perfecto para entrar en la locura. Su semblante era serio- Mi nombre es Owen Lincoln, soy auror y estoy aquí para darles un mensaje de parte de Hermes Connor.
-¿Hermes?- preguntó Julia alzando una ceja- No conocemos a ningún Hermes.
-¿Acaso no ves los diarios?- espetó Johanna inmediatamente. Luego relajó la expresión- Connor es un hombre que ha hecho mucho por el mundo mágico.
-Es el padrino de Valerie- dijo Rouxie automáticamente y Calista le miró. La castaña había estado tensa desde el domingo que se había enterado sobre lo ocurrido con Rachel. Desde ese momento, todos habían entrado en una crisis de nervios, suponiendo quien iba a ser el siguiente de ellos. Rouxie no tenía miedo por ella, pero sí por sus amigas. Rachel estaba embarazada y no habían tenido miedo de envenenarle, eso significaba que podían atacar a Ainara y a Leah sin ningún problema de conciencia. Minna iba a ser lo suficientemente dura y problemática como para no dejarse agarrar y Madison estaba con Drew en Bulgaria bajo la protección que Durmstrang ejercía sobre la familia de sus profesores, por lo que ambas estaban libres de problemas. Pero también estaba Remus y ese era un tema que Rouxie no podía soportar incluir con sus preocupaciones. El chico podía ser uno de los más tranquilos del mundo pero era un merodeador y eso significaba que si algo intentaba írsele en contra o siquiera golpear a sus amigos cercanos, él iba a reaccionar y ella no estaba segura de poder soportar ver a alguien tan importante caído- La chica rubia con el golpeador Wood de Puddlemore United, ¿recuerdan?
-¡Oh, sí!- dijo Hayley asintiendo- ¿Ha pasado algo con ella?
-No con ella- negó Owen- Ha sucedido algo con Hestia.
La sorpresa recorrió el rostro de las seis Arpías, incluso de Julia, y enseguida todas comenzaron a exigir saber que había sucedido con su compañera de equipo.
-¿Cómo es posible que nos enteremos de que algo le ha sucedido a Hestia un martes cuando la última vez que le vimos fue un sábado?- gruñó Ilina.
-La noticia oficial es que ella ha desaparecido.
-¿Desaparecido?- tartamudeó Rouxie sin poder creérselo. Hacía solo unas horas estaba sentada junto a los merodeadores y los Potter, ellos no habían mostrado signosd e dolor. Pero Valerie no estaba- ¿Dónde está Clapton?
-Ella es la que ha hecho pública su desaparición- contestó Johanna antes de que Owen pudiera tener tiempo de abrir la boca- Como sabrás, ella ha envejecido diez años recientemente y al parecer sabe hacer cosas y mover contactos que ni el propio ministerio puede hacer.
-Ella es una Clapton- dijo Kitty- Su padre era muy reconocido en el mundo mágico.
-Lo sé- murmuró la irlandesa rodando los ojos- Ella es capaz de tener gente que le limpie el culo porque le deben favores a su padre fallecido.
-McCurdy- espetó Owen mirándole severamente. La rubia rodó los ojos. El chico devolvió su atención a las Arpías- Estamos intentando ver si ha algún vinculo con la desaparición de Skylar Momsem...
-¡Skylar!- se horrorizó Rouxie llevándose las manos a la boca. Si bien ella no era consciente del don de la morena, sabía que no iba a poder defenderse como pudo haber hecho Hestia de los mortifagos. Sí, ella estaba plenamente segura de que ellos se habían llevado a las dos chicas. Enseguida pensó en Félix, su ex compañero de casa, y sintió un extraño dolor en el pecho. El chico debería estar destrozado- Oh, por Merlín. Esto es muy grave. ¿Hay algún vínculo?
-Las amistades- contestó Johanna como si fuera lo más obvio del mundo. Owen le fulminó con la mirada. Estaba rompiendo cualquier protocolo existente que los aurores habían empleado desde añares para informar de los hechos a los conocidos.
Terry ladeó la cabeza, sorprendido de la agresividad que tenía la rubia para hablar de temas que resultaban ser sumamente delicados.
-Entonces... ¿Qué vamos a hacer el viernes? Tenemos un partido que jugar- preguntó Julia, mirando a su representante como si no fuese obvio.
-¿¡Qué!?- chilló Calista y comenzó a insultarla en un portugués fluido- ¿Cómo se te ocurre pensar que vamos a jugar con Hestia desaparecida?
-No estamos hablando de una lesión, Julia, estamos hablando de que una de nuestras compañeras ha desaparecido de la nada- atacó Hayley, mordaz.
-Es nuestro primer partido del año- contestó la capitana, estoica- ¿Qué vamos a hacer con esto?
-Aplazaremos el partido hasta nuevo aviso- avisó Terry con el ceño fruncido.
-¡No! Terréense piensa en el equipo. Vamos a perder muchos puntos.
-La tabla aún no ha iniciado- murmuró Ilina, molesta.
-Hablando fríamente y pensando ciegamente en el equipo...- Terry clavó sus ojos claros en Julia- No podemos tener una suplente ahora. Las jugadas contra los Cannons estaban previstas con Hestia dentro de la formación con Kitty y Calista. No hay nada que podamos hacer más que aplazar el partido.
-¡Carajo!- espetó King empujándose fuera de la silla- ¿Es que acaso esa chica no puede hacer otra cosa que meterse en problemas?
Hayley saltó sobre la mesa y aterrizó clavando las uñas en el buzo grueso de lana que la cobriza llevaba en ese momento. Cuando sus cuerpos chocaron secamente contra el piso, la gringa se montó a horcajadas del pecho de la inglesa y le propino una cachetada mortífera, con toda la fuerza necesaria que utilizaba para ser una de las mejores golpeadoras dentro de la cancha.
-¡Perra!- gritó volviendo a propinarle una cachetada.
Kitty gritó y empujó fuera de sus lugares a Ilina y Calista para que corrieran a ayudar.
La búlgara puso los ojos en blanco y se movió rápidamente cuando Hayley amenazó con dibujar otra forma roja en el rostro de una histérica Julia. Por su parte la brasilera simplemente se quedó allí, mirando el acto solemnemente.
-¡Calista!- gritó Rouxie porque la azabache estaba prohibiéndole el paso.
-No te muevas de ahí Levy- contestó ella mordazmente- Quieras o no, tú perteneces al bando pro Hestia y está perra tiene que pagarlo.
-¡Terry!- gritó Julia cuando finalmente Hayley había sido detenida por Ilina y estaba pataleando en el otro rincón de la cafetería- ¡Descalifícala!
-No puedo hacer eso- negó el hombre poniendo los ojos en blanco- No están en las canchas y no ha presentado una actitud ante deportiva.
-¿Anti deportiva dices?- espetó furiosa- ¡Vete a la mierda! Quiero presentar una queja.
-Nosotros no vamos a hacer eso- negó Johanna agarrando el brazo de Owen y comenzando a jalarlo lejos- Tienes todo el derecho de ser golpeada. Se le llama actitud de perra.
-¿Qué clase de auror eres?
-No soy una auror- negó Johanna riendo- Al menos no todavía, así que no te molestes en insultarme. De todos modos no me importaría. Las chicas que hablar mierda solo reciben un poquito de más mierda.
-¿Tú sabes de eso?- siseó Rouxie, mordaz, y la rubia le miró con una sonrisa.
-Es necesario que si saben alguna cosa del paradero de Hestia Robinson, se comuniquen con nosotros- dijo Owen seriamente, ignorando la fulminante mirada que Julia estaba dejado sobre él.
-¡Claro que lo sabrás!- gritó Hayley- ¿Acaso nos crees que te diríamos? Estás hablando de un tema súper serio.
-Lincoln sería bueno que nos mantuvieras informados- dijo Terry seriamente, mirando al joven auror que en ese momento estaba concentrado en no dejar que Johanna se enfrentara a las Arpías.
-Lo haré, no se preocupe- asintió él, antes de jalar a la irlandesa fuera con él.
***_***_***
Valerie parpadeó absorta y apresuró el paso por Oxford Street hacía la entrada del edificio. Londres esa tarde se presentaba demasiado frío.
Después de haber estado toda la tarde fuera de casa y corriendo de un lado al otro, la rubia solo quería meter los pies debajo de las frazadas, tomar un chocolate caliente mientras esperaba a Sirius y salir en la noche, a seguir haciendo lo que estaba haciendo después de haberse enterado lo de Hestia.
Jamás se hubiese esperado que Brandon Macavoy estuviese allí, mirando la puerta del edificio con molestia.
-No puedes entrar- dijo ella mientras se acercaba a él con paso decidido- Con Hestia hemos creado una lista de las personas no gratas y tú estás a la cabeza.
Brandon giró sobre sus talones y enfrentó el delgado cuerpo de Valerie a solo unos metros de él. Ambos tenías las mejillas rojas por el frío, pero la chica estaba segura de que él estaría pasándola peor con la poca ropa que llevaba.
-He venido lo más rápido posible...- tartamudeó y le quedó mirando.
-¿A sí?- preguntó ella, metiendo las manos enguantadas dentro de su abrigo. Era imposible que Macavoy solamente llevara una camiseta y una sudadera deportiva con aquel frío- Parece que has sido arrastrado fuera de donde estuvieses.
-He visto la noticia en el Profeta...- gimió, tartamudeando de nuevo- Joder, no pensé que hiciera tanto frío.
-No pensaste que no te dejarían pasar- corrigió sonriendo con malicia- Ahora dime...¿De qué te has enterado?
-Hestia...- dijo seriamente y sus ojos azules se pusieron severos- ¿Es verdad?
Valerie le miró unos segundos en silencio, resoplando al final.
-Vamos adentro, Macavoy, o vas a congelarte- dijo, comenzando a caminar.
Ella no volteó para corroborar que él la estuviese siguiendo, aunque era imposible negar su enorme presencia siguiéndola y luego ambos chocaron dentro del elevador. Se precipitaron en el pasillo y Valerie abrió la puerta con un movimiento de varita y un empujón con la bota. La estufa se prendió de manera automática, las cortinas se abrieron y el agua en la cocina comenzó a calentarse sola.
-He venido pocas veces aquí. Incluso me atrevo a decir que ninguna.
El departamento era perfecto para dos chicas que vivían solas y que de vez en cuando tenían compañía. Una sala espaciosa separada de una cocina comedor por una isla donde estaba la cañería, la mesada y la cocina, conectada más allá a un largo pasillo donde estaban las tres habitaciones y el baño. Sí, era perfecto para dos chicas, pero en ese momento, pesé a todos las cosas mágicas que sucedían por sí solas, todo era lúgubre con la ausencia de Hestia.
-No lo dudo- murmuró poniendo el abrigo sobre uno de los sillones de la sala- Hest no es muy de traer gente que no sea los merodeadores a casa y eso ya le llevó mucho tiempo.
-¿Lo decoró Melissa?
Valerie sonrío.
-Claro que sí- asintió invitándole a sentarse- Con la ayuda de Sally, obviamente.
-Aún no puedo creer que al final Sally haya resultado ser tú hermana y que el resto de su grupo se lleve bien contigo y con Hestia.
-Conmigo- corrigió la rubia mientras ponía sobre la isla dos tazas moradas- La relación que llevan con Hest es diferente.
Brandon se retorció las manos y miró en dirección a Valerie mientras ella acortaba la distancia entre ambos y depositaba una taza entre las manos de él.
-¿Ella enserio...?
-Me enteré ayer por la tarde- murmuró antes de beber un poco de chocolate caliente y mirarle. Cualquiera que les mirase pensaría que se trataba de un par de hermanos compartiendo una taza de algo caliente mientras Londres se congelaba fuera de la ventana. Ambos rubios, platinos, de piel blanca y ojos azules, en ese momento, perdidos y algo tristes- Y cuando volví al departamento verifique que era verdad- un sollozó escapo fuera de ella- Soy tan tonta. Sabiendo cómo se están poniendo las cosas no me preocupé por ella pensando que estaba bien, aquí, aislada luego de haber estado peleando con Simón la mitad de la noche- Brandon frunció el ceño y se mordió la lengua para no reclamar sobre que ella mencionara el nombre de aquel chico en ese momento, sin embargo su expresión cambio al ver el dolor atravesando el rostro de la rubia y pasó un brazo sobre los hombros de Valerie, dándole un fuerte apretón en el hombro opuesto- Estuve a punto de morirme de la desesperación, Macavoy. Intenté comunicarme con ella usando un patronus. Nada. Llamé a Melissa y a Lance para ver si ella había viajado a verlos. Tampoco supe nada. Mi vida se puso gris desde que entendí que se habían llevado a Hestia lejos de mí. Y es que no lo entiendo, ¿sabes?- le miró de reojo- Pueden perfectamente entrar aquí mientras estamos durmiendo y matarme, porque jamás duermo con la varita y sin embargo se han decidido a acabar conmigo usando a una de las personas que más me importan en esta vida.
Ella se terminó de derrumbar sollozando y Brandon le atrajó para que se apoyara contra su enorme pecho, para reconfortarle. La sensación era extraña. Entre ellos jamás había existido una buena relación, tal vez hablaban al principio, pero después de la primera pelea entre él y Hestia, las cosas entre los rubios jamás habían vuelto a ser la misma.
Ambos lo sabían. Y allí estaban, dándose fuerza mutuamente. Porque después de todo, Brandon no estaba llorando, pero se sentía muerto por dentro.
-¿Enserio crees que están haciendo esto para lastimarte?- murmuró luego de que Valerie se había calmando un poco. Ella estaba prácticamente acostada sobre el sillón llorando, invadiendo el espacio personal del rubio, pero no importaba. Las tazas con chocolate, ahora frío, descansaban tranquilamente en la mesa.
Ella se sentó, cruzando las piernas asumiendo la posición de loto y se restregó con las palmas de las manos, el rostro. Luego lo miró. Tan intensamente como solo Valerie Clapton podía hacer.
-Ellos quieren matarme porque hay una profecía sobre mi familia- murmuró seriamente- Y lamentablemente yo he sido la elegida para llevarla a cabo.
Brandon le miró seriamente.
-Hestia nunca me dijo nada de eso.
-No es algo que vayas diciendo... Tipo, oye, mi mejor amiga tiene una profecía y seguramente Voldemort quiera matarla por eso.
El rubio ladeó la cabeza, asimilando las palabras.
-Podremos resolver esto, Hestia es fuerte y soportará toda la mierda que le tiren arriba. Aunque solamente estaré tranquilo cuando ella esté aquí gritando ordenes...
-Oye, será mejor que por un tiempo no te involucres- dijo seriamente, mirándole- Las cosas se están poniendo demasiado tensas a nuestro alrededor y aunque en ocasiones te he odiado, no quiero más gente involucrada en esto y si eres una víctima menos, mejor.
-Oye no, ni hablar. Ni siquiera menciones que yo esté lejos de esto. Han tocado algo importante para mí, no soportaré la idea de dejarte sola haciéndote cargo.
Valerie le miré contrariada.
-¿Qué estás insinuando?
-Que puede que no seamos amigos, pero he escuchado historia sobre ti en Hogwarts, Valerie. Siempre tomas venganza cuando alguien hiere a alguien que tú quieres. Cuando unas chicas atacaron a Rachel en la biblioteca, tú hiciste que se arrastraran por todo Hogwarts hasta encontrarle y que le pidieran perdón por todas las lágrimas que derramó. Cuando unos slytherin le gritaron sangre sucia a Evans, hiciste que esos chicos comieran solo jabón hasta que les salieron burbujas por las orejas. Y ahora sé, que si han secuestrado a Hestia, tú harás lo que sea que ellos le hicieron mil veces peor.
-Yo...- sus ojos se encontraron- Pienso matarlos, Brandon. Por muy salvaje que suene. Yo lo voy a hacer.
Brandon esbozó una tímida sonrisa.
-Pues aquí tienes a quien va a enterrar los cadáveres si es necesario.
***_***_***
-¿Precisas algo más?- Lily miró con algo de lástima a Félix mientras este negaba y se volvía a recostar contra el cabezal del sofá, concentrándose en un punto ciego de la pared, ignorando la presencia de la pelirroja delante de él.
Ella se apartó silenciosamente, sabiendo que el chico solamente precisaba recuperar las horas de sueño perdidas antes de volver a dar vueltas por el ministerio hasta recibir una noticia sobre su novia, Skylar.
James atrapó su cuerpo cuando se estaba disponiendo a salir fuera de la sala donde había dejado a Félix, y le abrazó, pegando sus cuerpos, para poder besarle con algo de agresividad. Ambos se separaron jadeando y Lily miró a su esposo sin comprender aquella actitud posesiva.
-No te he visto en todo el día- dijo, adivinando sus pensamientos, mientras le acomodaba un cabello detrás de la oreja y le besaba suavemente en la frente.
-Hemos estado distanciados- dijo ella estirándose sobre sus puntas de pies para poder acercarse al rostro de James y unir sus labios en un casto beso. Ella le sonrío y él enseguida le devolvió el gesto- ¿Cómo estás?
La sonrisa en el rostro de James desapareció y de sus labios escapo un jadeo doloroso mientras todo su rostro de contraía de dolor. La simple idea de pensar en Hestia le destruía. Su mejor amiga había sido secuestrada y algo dentro de él se sentía como si se lo hubiesen arrancado a la fuerza, rompiendo todo a su paso. Estaba levemente quebrado y el recuerdo de ella riéndose de algún comentario de él se veía demasiado lejos y doloroso.
-Voy bien- murmuró cerrando los ojos, dejando su cuerpo caer contra uno de los umbrales de la entrada- Tengo la imperita sensación que querer salir y arrancar cabezas... Pero sé que en este momento no es la mejor opción- agregó, viendo que la pelirroja había fruncido el ceño lentamente- ¿Hay algunas noticias sobre Skylar?
-Nada- negó en un susurro y giró la cabeza, mirando sobre su hombro la relajada y lánguida figura de Félix durmiendo en uno de los sofá de su casa. Le tomó de la mano, arrastrándolo por el pasillo para ir a la cocina, donde estaban totalmente solos- Los Momsem han hecho un verdadero escándalo en el ministerio. Aurora se desmayó y Stefan ha intentado contratar a todos los aurores posibles, pero el que verdaderamente me preocupa es Simón. El chico ha estado encerrado en la habitación de Hestia todo el día.
-¿En la habitación de Hestia?- gruñó James mirando por el pasillo, precisamente las escaleras que llevaban a las personas al segundo piso, como si estuviera calculado cuanto tiempo le llevaría llegara hasta allí y arrastrarlo fuera de la habitación de su mejor amiga.
-Ni se te ocurra hacer una locura, James Fleamont Potter- espetó la pelirroja frunciendo el ceño- El pobre está destrozado. Su hermana y la chica que le gusta han sido secuestradas.
-Eso no lo convierte en una víctima, Lily.
-No voy a discutir contigo sobre Simón, James- espetó ella seriamente- No cuando eres irascible con el tema.
El azabache rodó los ojos murmurando es que no entiendo como todas aman al pendejo.
-¿Has hablando con Valerie?
-Ella es otra a la que es imposible encontrar hoy- contestó suspirando- Está alterada.
-Sirius me dijo que anoche no fue precisamente un buen momento para ella.
-Está mañana estuvo aquí después de que ustedes se fueran a la academia...- dijo seriamente- Ella está pronta para hacer una locura James. Está rota por dentro y si no recupera a Hestia pronto estoy segura de que simplemente enloquecerá.
-Estoy intentando pensar en algo... Pero simplemente estoy en blanco, cariño- suspiró apretando los ojos con fuerza mientras apoyaba la cabeza sobre su hombro y cerraba los brazos alrededor de la cintura de ella- No puedo estar lejos de ella. Es mi mejor amiga...
-Lo sé- asintió abrazándole con más fuerza- No dejaré que te derrumbes- murmuró buscando sus ojos para verle directamente a ellos- Estoy aquí para ti.
-Te amo, Lils.
-Y yo te amo a ti, James- le sonrío, besando sus labios. A ella también le dolía todo aquello. Hestia era como una hermana y Skylar era una compañera de aventuras, ambas no se merecían lo que les estaba sucediendo. Pero alguien debía mantener fuerte ante todos y ser el soporte, porque estaba segura de que de alguna manera todos estaban golpeados por aquel último acontecimiento.
Sirius y Remus entraron en la cocina con cara de pocos amigos y tomaron asiento un poco alejados de la pareja, tomando las tazas de té que la pelirroja había mantenido caliente con un hechizo para ellos desde el momento que había adivinando el hecho de que todos aparecerían por allí.
-Las cosas siguen de peor- ladró Sirius- Y encima Macavoy ahora quiere confraternizar con mi novia.
James se puso alerta enseguida.
-¿Qué?
-Déjalo, Cornamenta- negó Remus poniendo los ojos en blanco- Canuto tiene miedo de que Valerie abandone el bando de los azabache de ojos grises por el de los rubios de ojos azules.
-Si llega a suceder eso no te preocupes que iré por consuelo a ti, ya que sabes mucho del tema...
-¿De qué están hablando?- interrogó Lily, sabiendo que los humores no estaban en el mejor punto de todos ellos y tal vez los dos merodeadores comenzarían a rodar por el piso de la cocina en cualquier momento.
-Valerie estaba con Macavoy en su departamento- contestó Remus, ya que Sirius estaba concentrado en maldecir el rubio gesticulando con las manos- Supuestamente él fue allá para hablar sobre Hestia y hacía mucho frío, por eso entraron.
-¿Acaso han visto la calle?- preguntó Lily señalando hacía la ventana, donde se podía ver como nevaba copiosamente- Es obvio que hace frío por allá.
-Pues habla con Sirius y sus celos- se burló Remus y el azabache le fulminó con la mirada.
-Púdrete Lunático.
-Buenas noches, chicos- Simón entró a la cocina arrastrando los pies y parpadeando para adaptase a la luz.
Lily rápidamente estuvo delante de él y la mirada de los merodeadores se clavó encada movimiento que ellos dos hacían, cuidando instintivamente lo que consideraban como suyo. En este caso aquello era Lily.
-¿Cómo te estás sintiendo?
-Mejor- asintió el chico dejando que las manos de la pelirroja recorrieran su rostro en busca de señales de que algo iba mal- Pero ya es hora de que me vaya.
James asintió inmediatamente.
Remus le codeó para que no se mostrara tan emocionado ante la idea de que el chico abandonara la casa.
-¿Estás seguro?- preguntó Lily mirándole a los ojos, intentando descifrar los secretos que el chico escondía por allí- Porque puedes quedarte todo el tiempo que consideres necesario, Simón.
-Lily debes relajarte.
-No puedes quejarte de que te consiento un poco.
Él asintió sonriendo.
-En verdad sí quiero quedarme, pero debo de ponerme en orden con mi vida ahora y hablar con mis padres sobre la casa.
-¿Precisas que te acompañe?
-Lily quiero que te quedes aquí y me digas si algo malo sucede en mi ausencia- murmuró acariciándole la mejilla con cariño. James gruñó desde su lugar- Sea lo que sea que ha sucedido con Skylar estoy seguro de que volverá a suceder y hay que estar alerta. Sobre todo porque también están buscando a James.
Sirius alzó la cabeza. Aquellas palabras habían sonado a una amenaza en vez de una advertencia. Buscó la mirada de Remus, ya que este era quien reconocía esa clase de cosas, pero solo encontró a un chico lobo con los sentidos alertas, viendo la espalda de Lily como su blanco y pronto para el ataque.
Algo malo se ceñía sobre ellos.
James también fue capaz de notarlo y se puso en posición pronto para saltar.
-Solo cuídate- dijo la pelirroja deslizando sus brazos sobre los hombros de Simón.
-Lo haré- asintió, devolviéndole el gesto.
El collar que colgaba del cuello de Lily con el dije de A de repente empezó arder y la nueva propietaria le sintió quemar contra su piel, tomando aquello como lo único que podía ser... Una señal.
Lily frunció el ceño, aún entre los brazos de Simón y miró la mata de cabellera castaña como si fuera de repente algo que jamás había visto en su vida.
-Simón...- murmuró sintiendo las palabras pujar en su garganta para salir. Un montón de cosas comenzaron a surgir dentro de su cabeza- ¿Dónde estuviste anoche?
En el rostro del castaño apareció una sonrisa frívola.
Sirius se movió más rápido que nunca jalando a Lily lejos de Simón y Remus ocultó el cuerpo de su mejor amiga detrás de él mientras James saltaba hacía delante y alzaba la varita con una expresión aterrorizadora en el rostro.
Lily ahogó un sollozo.
"Él era uno de los mortifagos que estuvo en la casa donde tienen a Hestia. Estuvo en el sueño. Puedo sentirlo. Él es quién ha filtrado información"
-Contesta, Momsem.
-Lamento lastimarte Lily, en verdad te quiero- murmuró viendo como los ojos de la pelirroja de repente se habían nublando con lágrimas. Luego giró su rostro hacía los merodeadores y creó para ellos una expresión mortífera, nueva en su repertorio, sonriendo maliciosamente- Es gracioso ver como ninguno de ustedes se esperaban esto.
-Eres un hijo de puta- gruñó Sirius alzando la varita- Skylar es tú hermana.
-Lamentablemente yo no le he hecho nada- negó metiendo las manos dentro de los bolsillos- Aunque... No puedo decir lo mismo de Hestia.
La mano de James se aferró con fuerza a la varita y dio un paso hacia delante.
-Eras un malito infiltra...
-No- negó riendo- Yo no soy un infiltrado Potter- dijo ladeando la cabeza para mirarle desde otro plano- Estaba aquí porque es mi lugar.
-¡Vete a la mierda!- graznó Sirius- James hazlo ahora o lo voy a hacer yo.
-Buena suerte Lily- se despidió Simón sonriendo en dirección a una conmocionada pelirroja, antes de desaparecerse en medio de la cocina de la casa Potter.
***_***_***
Hestia se removió, cerrando los ojos con fuerza cuando una luz se predió sobre su cabeza y la puerta se abrió.
-Estás echa un asco, Robinson- dijo Mulcimber y luego se largó a reír- Ni siquiera has comido.
-Vete... A...La... Mierda- siseó sin energía antes de revolverse sobre ella misma, intentando ocultar el brillo de la luz sobre su rostro.
De repente su cuerpo se puso rígido y sintió como los grilletes caían a sus lados, liberando sus extremidades. Mulcimber la tomó del suelo como si fuera una almohada de plumas y Hestia quiso escupir al sentir la cercanía de sus cuerpos, pero no tenía las energías necesarias para hacerlo.
-Está noche tendrás compañía, Robinson- iba narrando el chico mientras ambos salían al pasillo de una casa antigua, llena de candelabros con velas que parecían no consumirse- Así que deberás estar presentable.
Mulcimber entró a una habitación y Hestia tuvo ganas de gritar cuando pasaron ante una enorme cama matrimonial, pero el chico ni siquiera vaciló en llevarla a través de todo eso y dejarla sobre el piso frío del baño.
Su cuerpo recupero la movilidad.
-¿Qué...?- jadeó sin comprender.
-La puerta principal tiene un embrujo inmovilizador y estaré esperándote al otro lado del pasillo si quieres escapar, Robinson. Yo que tú no sería una perra y me metería en la ducha y me vestiría con la ropa que han dejado para ti en el dormitorio antes de que pase media hora y venga a por ti, estés en la situación que estés.
Ella le miró con asco antes de que desapareciera.
Hestia sintió como el alma le volvía al cuerpo mientras se arrastraba hacía la ducha y la abría, sintiendo contra su piel la primera cosa cálida en varios días.
Suspiró y comenzó a quitarse la ropa con cuidado, mirando de vez en cuando hacía la puerta, por si a alguien se le ocurría aparecer por allí. Amycius había dejado en claro que si llegaba a estar aburrido aparecería por su celda y buscaría divertirse con ella, sin importar que no le gustara la idea, porque después de todo estaba atada.
Por suerte el mortifago no había dado señales de vida desde que había dicho aquello.
Pararse sobre sus propios y acalambrados pies fue un verdadero sacrificio, pero después de mimarlos unos segundos con el agua caliente finalmente pudo hacerlo y comenzó a ducharse como Merlín sabía que necesitaba.
Intento no mirar la zona donde los grilletes habían raspado tanto su piel que tenía unas furiosas marcas rojas que ardían cuando el agua tocaba o donde la punta del pie de Amycius había hecho contacto contra sus costillas, porque sabía que había un enorme cardenal morado que dolía con solo moverse.
Su cabello fue un verdadero problema para lavar.
Después de haberse restregado con fuerza cada parte de su cuerpo, notando que había perdido unos cuantos kilos, se envolvió lentamente en una toalla blanca que habían dejado sobre la tapa del váter y salió del baño dando tumbos.
La cama matrimonial fue lo primero que vio y el corazón se le frenó en el pecho antes de reconocer que allí no había nadie. La idea de dormir allí le resultaba demasiado tentadora, aún seguía manteniéndole cierta manía al piso de piedra, pero se contuvo solamente porque Amycius podría entrar en cualquier momento.
"Sí, le tengo pánico a un puto mortifago asqueroso"
Se vistió con lo que habían dejado para ella allí y quiso llorar cuando entre las prendas de ropa apareció su relicario, el que casi siempre llevaba con ella y que tenía la foto de Valerie y ella cuando eran solamente unas niñas.
"Oh, Val, debes estar hecha un desastre en este momento"
Estaba terminando de abrochar el último botón de su jeans cuando Mulcimber irrumpió en la habitación y la jaló fuera.
Los pies de Hestia se mantenían firmes contra el suelo, pero le dolía moverse rápido debido a la falta de práctica.
Llegaron a un enorme comedor justo cuando la castaña tenía todas las intenciones de maldecir por ir tan rápido.
-Necesitas comer, Robinson- murmuró Avery desde el otro lado del comedor- No es que precisamente estemos preocupados por tú salud, pero debes de estar sufriendo una rápida desnutrición y si mueres, no será precisamente por eso.
Mulcimber le arrojó sobre una silla y a Hestia le costó varios segundos acomodarse y comenzar a comer. Fuera de la celda no estaba preocupada por qué cosas si debería comer, así que arrojó una buena cantidad de cosas dentro de su estomago hasta que finalmente se sintió plenamente satisfecha.
Podía sentir la energía arañando para instalarse nuevamente en su cuerpo.
-¿Terminaste?- preguntó Mulcimber y antes de que pudiese contestar la estaba arrojando fuera de la silla y lanzándola hacía a una sala- Espera aquí unos minutos.
Hestia inmediatamente pegó los brazos al cuerpo y se puso en posición de alerta, mirando el camino por donde el mortifago le había prácticamente arrastrado con recelo.
-Mírame- dijo una voz a su espalda y ella giró.
Nada la había preparado para presenciar aquello.
Una versión mejorada y renovada de ella misma le estaba sonriendo con malicia.
-¿Alecto?
-Prefiero que me llames Hestia, ya sabes, para acostumbrarme- sentenció la chica sonriendo- Pero sí, soy Alecto.
-Eres una perra...
-Ahórratelo querida- dijo levantando la mano para detenerla y comenzó a caminar, contoneándose hasta sentarse en el sofá que estaba delante de ella- Ahora siéntate, tenemos que hablar de algunas cosas.
-No tengo nada que hablar contigo- espetó seriamente- Puedes morirte, Carrow y no vacilaría un segundo en montar la mejor fiesta del puto universo.
-Cuelas una maldición en casi todas tus oraciones.
-¿De qué hablas?
-Estoy tomando nota- contestó como si fuera la cosa más obvia del mundo.
-¿Qué...?- ella parpadeó- ¡Por más que lo intentes no vas a transformarte en mí!
-Para eso estás tú aquí, Hestia original- contestó sonriendo- Es obvio que la parte física la tenemos cubierta.
-Ni mierda. Jamás te ayudaría con esto.
-¿Sabes que esa ropa la hemos conseguido de tú departamento? Pues esta que llevo puesta también. No queríamos arriesgarnos a comprar algo que verdaderamente no fuese cien por ciento del gusto de Hestia Robinson- dijo con simpleza mientras cruzaba las piernas- Pues imagina que entremos a no sé... Matar a tu amiguita, la perra Clapton, cuando esté durmiendo. Amaría vestir algo manchado con su sangre. O mejor, sé que tienes una habitación en la casa de los Potter. Entrar, ver a la sangre sucia de Evans, torturarla delante de James...
Hestia vaciló.
Luego se arrojó a la butaca que estaba frente a Alecto.
Miró a su clon perfecto gracias a la poción multijugos con furia antes de abrir la boca.
-Mis padres se llaman Melissa y Lance Robinson. Viven en Milán, pero cuando hay algo que los empuje a volver, siempre pasamos tiempo juntos en la casa que tienen en Londres...
***_***_***
Skylar sintió cada uno de sus músculos tensarse cuando atravesó el umbral de la puerta que la llevaba al comedor, donde un grupo de mortifagos le esperaba. Había recorrido la casa con un grillete mágico colgando de su tobillo por horas y este quemaba cuando el pensamiento de salir atravesaba su mente.
No importaba cuánto quemase, solo quería irse de allí.
-Toma una copa de vino, querida Skylar- dijo Lucius Malfoy desde el otro lado de la extensa mesa que había allí. Un par de mortifagos encapuchados miraron cada movimiento de ella.
La morena giró en redondo, tomando deliberadamente una de las copas y volvió a tomar conciencia del grupo de personas que ahora están profundamente concentrados en ella.
-¿Para qué se me solicita?- murmuró, intentando que todo su cuerpo no comenzara a temblar allí mismo.
-Verás...- Lucius le miró con una sonrisa- Nos hemos enterado de que se te ha concebido un regalo pese a ser una desperfección, chica squib. Y queremos que la muestres.
Skylar sintió como algo le presionaba fuertemente en el pecho y miró profundamente los ojos plateados del chico rubio antes de decidirse a hablar.
-No sé de qué estás hablando.
-No hagas las cosas de una mala manera.
-Ustedes comenzaron al traerme aquí, ¿no?- siseó, pensando en todas las vidas inocentes de sus vecinos muggles que se debieron cobrar cuando fueron a por ella- Me tomaron como si fuera un objeto y lamento decirles que no, no lo soy.
-Eres una squib, no tienes derechos a hablarnos como si fueras una personas igual a nosotros- ladró uno de los mortifagos.
-Pues supongo que tendrás piel y huesos, idiota, así que si somos iguales.
Lucius apretó con fuerza el hombro del chico que había hablado y lo jaló de nuevo hacía la silla donde estaba sentado y luego miró a Skylar.
-Tienes agallas, Momsem- murmuró sonriendo- Lamentablemente eso me saca de quicio en este momento... Habla... Enséñanos lo que sabes así podremos hablar de esto con nuestro señor.
Skylar frunció el ceño al escuchar aquellas últimas palabras.
-Que le den a tu señor.
Lucius sonrió.
-Llévenla a una habitación...- la voz de Lucius es fría- A ver si con un par de cruciatus sus ganas de cooperar aparecen.
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