10. Chicas

Si había algo que Valerie odiaba sobre todas las cosas en cualquier mundo y lugar, era a las chicas. Sobre todo a las de Hogwarts.

No a Lily, ni Hestia y mucho menos Rachel, pero las demás, para ella, eran un caso perdido que no merecían voltearse a mirar.

Y existía un momento cuando comprobaba que su burbuja anti personas era la mejor opción: cuando las chicas venían a reclamarle la actuación de Sirius con ella.

Al principio, en la época que estaban en una categoría inferior a mejores amigos, Valerie soportaba a las chicas horas eternas mientras ellas lloraban porque Sirius no les correspondía, ya que de cierta forma, todas pensaban que ella misma lo había vivido. Pero no fue hasta que oficialmente se había convertido en la mejor amiga del mayor de los Black que comenzó a soportar cierta clase de amenazas y reclamos.

Era ilógico, estúpido y aburrido. Y la sacaba de sus casillas en cierto momento.

Sobre todo cuando la agarraban paseando sola por alguno de los pasillos.

Allí se encontraba, reclinada contra la fría pared de piedra del colegio, luciendo el uniforme embarrado de quidditch. Miraba a la chica, Anabeth si su memoria no fallaba, mientras ella despotricaba en contra de la actitud de Sirius y le pedía explicaciones.

-Él es así, Ana- contestó, de manera automática. Ya había perdido la cuenta de las veces que había tenido que cubrir a su mejor amigo y había comenzado a optar por usas las típicas frases de consultorio- Y por favor, ¿me dejarías pasar? Tengo que ir al baño y hace más de veinte minutos que me estás reteniendo.

-¡Pero quiero saber porque me ha dejado plantada por irse con esa chica!

Valerie se mordió el labio para no contestarle una barbaridad o hechizarle, hasta que vio a Donovan acercarse a ellas  y sonrío involuntariamente.

-¿Val?- el chico se acercó fingiendo culpa- Perdón que las interrumpa, pero James me ha mandado a buscarte- mintió.

Los ojos de la otra chica se abrieron como platos y suspiró antes de irse maldiciendo a la generación Black.

-Gracias- musitó la rubia dejándose caer sobre el hombro del chico, demostrando su cansancio.

-Vaya, aguantaste demasiado esta vez. Pensé que la hechizarías.

-He dejado la varita en la sala común- explicó, poniendo los ojos en blanco.

-¿Después de lo que ha pasado con Lily?- el seño de Donovan se fruncció tanto que Valerie pensó por un segundo que en cualquier momento iba a desaparecer de su rostro. La noticia de lo sucedido con Lily había corrido la sala común tras haberlos visto llegar a todos corriendo a la habitación de los merodeadores. Pero nadie se atrevía a mencionarlo- Debes de tener más cuidado, Valerie, ya no pueden ir así como así por los pasillos.

-No tengo miedo a un grupo de niños pijos de slytherin, Doni- contestó, cruzándose de brazos- Ya me he enfrentado con ellos, saben que no pueden conmigo.

-Pero no son diez solamente- protestó- Por favor, prométeme que comenzaras a cuidarte más.

Valerie le miró un segundo a los ojos y luego asintió, rendida.

-No le digas a Sirius- cerró la boca un segundo, volviendo a abrirla luego- Ni a James, ni a Remus, ni a Peter y mucho menos a Hestia...

-Ya lo he entendido- sonrió- Pero promete no volver a salir sin varita.

-Entendido.

Ambos comenzaron a caminar hacía la sala común en busca de una cálida ducha luego de un arduo y duro entrenamiento mientras que sus sonrisas permanecen en sus rostros, hasta que inevitablemente doblan un pasillo. Valerie se adelantó e intenta voltear para volver por el mismo camino antes de que Donovan vea lo que tienen delante, pero cuando enfoca su mirada en el rostro del castaño sabe que ya es tarde: él ha visto a Sally besándose con otro chico.

-Estoy bien- dice lentamente y ella reconoció que estaba mintiendo. El brillo de sus ojos desapareció por completo.

-Vayámonos por otro lado- ella enganchó su brazo con el de él intentando alejarlo, pero Wood tiene más fuerza haciéndole sentirse como una tonta intentando mover una montaña.

-Es el único camino- murmuró en respuesta, con los ojos fijos en la que ahora se ha convertido oficialmente en su ex.

-Podemos inventar otro- susurró ella, preocupada. Jamás había visto a Donovan tener esa expresión en el rostro- Recuerdo que James me ha dicho que por el otro camino hay posiblemente un atajo que...

-Nos han visto- le murmuró duramente- No podemos evitarlos ahora.

Valerie clavó las uñas en el dorso del brazo de Donovan y giró, enfrentándose a Sally y su acompañante Hufflepuff mientras comenzaban a avanzar hacia ellos en una inminente colisión.

Los ojos de ambas rubias se encontraron durante todo el camino. Azul contra verde. Guerrera contra princesa. Fuego contra hielo.

Los recuerdos en donde cada una se habían trenzado el cabello les invaden a ambas, como si hubiesen compartido un mismo pensamiento y siendo interrumpidas cuando Donovan carraspeó, acelerando el paso.

Valerie entonces no dudó un segundo en soltarse del brazo del castaño y voltear, para encontrarse con Sally clavando la mirada en ella.

La dura suela de las botas de quidditch repiquetearon con fuerza cuando la cazadora se acerca hasta la reina del colegio. Ambas quedan a un palmo antes de fulminarse con la mirada.

-¿Se te ha perdido algo?- preguntó Sally mientras cambia el peso del cuerpo de un lado al otro. Ambas saben que estaba inquieta y Valerie es capaz de percibirlo en un solo segundo.

-Sabías que nosotros pasábamos por aquí y no dudaste en venir a besarte con un chico para que Donovan te viera- espetó y por la expresión de fingida inocencia que aparece en el rostro de la reina sabe que es verdad, que sus palabras no ocultan alguna rara mentira- Eres una desgraciada, Butcher.

-Y tú una come migajas, Clapton.

Valerie se mordió el labio para no gritar una maldición por haberse olvidado de la varita.

-Y tú te vas a arrepentir de esto- dijo apretando las manos a ambos lados de su cuerpo- Eres muy poca cosa para alguien tan especial como Donovan, no te lo mereces. Yo te prometo, Butcher, que haré todo lo posible para que él se olvide de ti.

-Es imposible olvidarse de mí, Clapton- contestó de manera altanera.

-Yo lo he hecho. Te aseguro que sonrío cada día al recordar ese momento- mencionó mientras voltea, sabiendo que la discusión ha terminado.

Donovan se mantiene allí parado, mirándole fijamente mientras avanza hacia él.

-Gracias.

-Ni lo menciones- gruñó, enganchando su brazo con el de él.



Lily era amante de leer, pero no en la sala común y ya había entendido que la biblioteca, siendo ella, era un lugar donde la calma nunca llegaba. Debido a eso solía meterse en un aula vacía donde podía concentrarse en los misterios que sus libros favoritos, esos que Black siempre dejaba de lado por tener muchas letras y pocos dibujos.

Estaba concentrada, demasiado hasta ese momento, sobresaltándose cuando James abrió la puerta de golpe y entra jadeando tras haber corrido un gran tramo de pasillo.

Sus ojos se encontraron, la pelirroja frunció el ceño consternada por su repentina presencia.

Era extraño  para ella no sentir la sensación de molestia enseguida cuando le veía, pero era lógico si tenía en cuenta que hacía cierto tiempo que había dejado de verle como una molestia porque él había dejado de molestarle.

De cierta manera.

-¿Qué ha pasado?- preguntó Lily mientras se incorporaba lentamente. Habían pasado dos días del ataque de los de slytherins pero aún le seguían doliendo todos y cada uno de sus músculos por ciertos golpes.

-Me has dado un susto de muerte, Evans- le reprochó, acortando la distancia que les separaban. Sus ojos marrones chispearon, provocando que Lily se sintiera aún más pequeña de lo que era a su lado- He visto pasar un grupo de slytherins saliendo del salón de al lado y Remus me ha dicho que te hallabas sola aquí- su ceño, repentinamente se frunció, y la pelirroja no pudo evitar darse cuenta que ese detalle le daba algo de miedo en él. Jamás le había fruncido el ceño en su dirección cuando no estaban discutiendo- Pensé que había quedado en claro que no puedes andar sola por los pasillos, Evans.

-No es mi problema si tú te has secuestrado a mis mejores amigas.

-No es broma.

-Vale- pone los ojos en blanco y James alzó una ceja, alerta. Era tan rara esa situación, como si, de cierta forma, los papeles se hubieran invertido y ahora él era el molesto- Llevo mi varita, Potter, no debes preocuparte. Parece que hubieras corrido una maratón.

-Desde la cancha de quidditch, pero ese no es punto- contestó sin prestar atención y Lily entrecerró los ojos.

-¿Cómo has sabido que estaba aquí sola y que los de slytherin estaba por los alrededores si estabas en la cancha?

James carraspeó, torciendo el gesto, pensativo. No podía decir que había mantenido a Sirius ojeando el mapa a cada rato y mucho menos que Peter, en su versión animaga, le había estado espiando, porque ella no iba a entenderlo y haría un escándalo. Como cada vez que los merodeadores se querían meter en sus cosas.

-Tengo mis trucos para asegurarme de que estés bien-  mintió, provocando que Lily se tensara. James revolvió algo en su bolso y de repente la pelirroja estaba viendo una capa, una fina capa que había visto en manos merodeadoras muchas veces- Quiero que tengas esto- dijo colocándola sobre el bolso de ella- Sé que es imposible intentar acordar algo contigo, pero al menos así puedo estar seguro que nada malo podrá pasarte si te ves atrapada.

Lily pasó la mano por la capa, provocando que al hacer unos movimientos sus dedos desaparezca detrás de la tela. 

-Sabía que debían de tener algo de esto.

-Agradecería que no le dijeses a nadie. Nos ha costado mucho esconderla de los intrusos y los profesores. Puede ayudarte a leer donde quieras.

Y las palabras son tan tentadoras que Lily le sonrió complacida, metiendo la capa dentro de su bolso, donde sabía que nadie más podía meter la mano sin su autorización.

-La cuidare con mi vida si es necesario.

-Intenta que tampoco sea así- dijo mirando en otra dirección- No soportaría que algo vuelva a pasarte, Evans.



-Tienes que dejar de ser tan brusca con estas cosas- Remus salió del baño mientras hacía malabares con las vendas, pociones y su varita- Un día te sacaras la pierna de lugar.

-Ya lo he hecho- contestó Hestia frunciendo el ceño- En las pruebas de cuarto año me caí de la escoba por estar jugando con Valerie y me saqué la rodilla de lugar.

El castaño puso los ojos en blanco y se arrodilló ante ella para comenzar a sanar la herida que la castaña se había hecho en la rodilla. En esa clase de cosas se podía decir que Remus era especial. Curar heridas era su encanto siendo lo que era y teniendo como mejores amigos a Peter, James y Sirius, las personas más descuidadas del mundo.

Hestia frunció nuevamente el ceño cuando la mano de Remus aferró su pantorrilla y la otra apretó suavemente la gaza con poción sobre la herida.

Los ojos de ella lentamente recorrieron el rostro del castaño. Parecía demasiado concentrado en lo que hacía, por mínimo que fuese y no parecía nervioso por el hecho de que ella solamente llevara la parte de arriba del uniforme del equipo de quidditch ya que las blancas calzas que utilizaba habían quedado hechas una miseria.

Estaba guapo, sí, se podía definir de esa manera. De una extraña forma, pero guapo al fin.

Sintió como una parte irracional comenzó a bombear y deseo, por un momento, que Remus no fuera el merodeador correcto, que subiera sus manos, que recorriera su cuerpo, que la tocara, que hiciera algo y que no sé quedara tieso como si ella fuese un chico.

-¿Qué te pasa?- alzó la cabeza y se encontró con los ojos chocolate de ella analizándolo- Te has puesto tensa.

-Remus...- ladeó la cabeza, apoyando el peso de su cuerpo en sus dos manos- ¿Podrías besarme?

-¿Ha sido una pregunta?- alzó una ceja.

-Más bien ha sido una obligación.

Remus suspiró y dejó las cosas de lado para luego alzarse sobre sus rodillas y colocar una mano sobre la cama y la otra sobre la mejilla de ella.

-¿Estás segura?

-Por Merlín, sí.

Un simple roce, un pequeño movimiento y sus labios se encontraron.

-¿Estás bien?- preguntó apenas sus labios volvieron a ser libres, sin embargo no se habían separado más de lo debido.

-Más- susurró la castaña cerrando las piernas sobre la cadera de él y enredando los brazos sobre los suyos, pegándolo contra su cuerpo- Quiero probar más, Remus.

-Hestia... Ya hemos hablado de esto.

-Estamos en mi habitación- jadeó bajando las manos lentamente por su espalda, hasta llegar al borde de sueter gris- Ni James, ni Lily, ni Peter ni nadie nos va a ver, Rem.

-No puedo hacer esto- susurró intentando resistirse, pero estaba atrapado. Hestia era demasiado fuerte y sus piernas no se movían, haciendo imposible su huida- James va a matarme.

-No tiene porque enterarse- jadeó al sentir la caliente piel del chico lobo por debajo de la camisa- Nadie va a hacerlo. Remus, por los viejos tiempos.

-Éramos unos críos, Hestia.

-El sexo sigue siendo el mismo y sabes que entre nosotros dos siempre es extraordinario.

-Por muy extraordinario que sea no puedo hacerlo esto a James.

-Él lo hará con Lily dentro de un tiempo, así que no veo cual es el problema.

Remus se apartó un poco para verle y no pudo evitar sonreír, era tan Hestia que daba gracia. Ella no era una chica normal y mucho menos como cualquier que hubiese estado en su pasado. Muchas veces se habían acostado y muchas más se habían besado, pero ella jamás le había dicho algo o le había reclamado, su vida y sus reglas llegaban hasta cierto punto de incomprensión, pero era su marca especial, esa que la hacía Hestia Robinson y no otra más.

Unió sus labios en un reconfortante beso y ambos a la vez se reclinaron sobre la cama, moviéndose automáticamente. Se conocían demasiado bien.



Sirius cabeceó por quinta vez, aburrido, mientras observaba como Rachel y Peter buscaban en las estanterías un libro que les sirviera para contestar la octava pregunta para encantamientos.

"Todavía no entiendo que carajos estoy haciendo en la biblioteca cuando tendríamos que estar discutiendo con los chicos sobre la venganza a los slytherin por lo que le hicieron a la pelirroja."-pensó el azabache, para luego darse  cuenta por primera vez quienes eran sus acompañantes.

-¿Dónde están los demás?- preguntó lo bastante alto como para que la prefecta ravenclaw volteara para fulminarle con la mirada antes de acercarse a él a paso rápido.

-Hasta hace unos minutos deberían de estar en la práctica, por lo que tengo entendido- susurró cerca de él, para poder disimular que estaba hablando. De todos modos Sirius llegó a percibir el aroma a rosas que emanaba su cabello- Remus y Lily, por lo que tenían entendido, estaban en su sala común.

-Vaya mierda.

-¡Sirius!- protestó frunciendo el ceño.

-Ya, que te arrugaras. Y no se puede gritar en la biblioteca, señorita Collingwood.

Rachel le fulminó con la mirada una vez más y volvió en su búsqueda de libros en compañía de Peter, dejando a Sirius sentado, observando cómo los rizos de su cabello caían glacialmente hasta por arriba de su trasero.

¿Qué era lo que la cobriza tenía que la hacía tan especial sobre todas las demás de su casa? ¿Cerebro? Pues todas las de su casa, de cierto modo, lo tenían ya que eran los más inteligentes. ¿Personalidad? No mucha. Era ella misma, pero su autoestima solía ser comparada al cero cuando estaba rodeada de las chicas. ¿Atributos? Sí y vaya que sí. Rachel tenía uno de los mejores cuerpos del colegio. ¿Sería caso esa aura virginal? Claro, ese era uno de los grandes detalles que le llamaban la atención.

Pero ahí estaba un gran stop.

Rachel no era una simple chica como las otras. Rachel era una chica "merodeadora" y de cierta forma se había ganado ese puesto teniendo algo que Lily, Hestia y Valerie también tenían. Ella brillaba por sí misma y no precisaba la ayuda de nadie más para hacerse notar.

Era una chica especial y aunque a Sirius le costase lo tenía bastante claro.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top