1. Amistades
La idea de estar ante el último año pareció más real cuando los cuatro se reencontraron allí, junto a la gran locomotora escarlata que durante siete años les había llevado a Hogwarts.
-Tío- Sirius, como era ya costumbre, interrumpió el incómodo momento. Sus ojos se abrieron como platos y ladeó la cabeza, observando con altivez a unos niños de primero que corrían sonriendo hacia la locomotora mientras saludaban a sus padres- Os juro que cada vez son más pequeños. Debemos de andar con cuidado de ahora en adelante para no pisar alguno de ellos.
-Es que nosotros hemos crecido Sirius- le contestó Remus, rodando los ojos- Ya no somos los niños de metro veinte, que hay que recalcar, es mucho para la edad que teníamos cuando entramos por primera vez al colegio.
-Hablo el chico súper alto- James pasó un brazos por los hombros de su amigo lobuno y le sonrió al ver que este fruncía el ceño- Siempre destacando que nos llevas media cabeza, compañero.
-Siento mucho si en verdad todavía te molesta el hecho de que hasta tercer grado no mediste lo suficiente, James- y como siempre, su voz suena calmada y no burlona, aunque todo aquel que le conoce sabe por su mirada que esconde otras intenciones.
Sirius se larga a reír mientras finge limpiarse lágrimas invisibles del rostro y Peter, a su lado, sonríe, sabiendo que es verdad lo que su amigo castaño ha dicho.
-Vale, no es gracioso- el chico de gafas se cruza de brazos y hace un puchero como si de un niño pequeño se tratase. Remus suspira y le revuelve el pelo, haciendo que una sonrisa aparezca en sus labios.
Las cosas habían cambiado mucho desde aquel momento que habían estado por primera vez allí. Ya no eran tan pequeños como parecían ser los de primero. A sus lados ya no estaban los señores Black porque Sirius había dejado su "casa", ni los señores Potter que habían pasado a mejor vida meses atrás, ni la abuela de Remus que había caído enferma y tampoco los padres de Peter, solo porque este mismo se lo había rogado.
Pero eso, no era algo de lo más destacado.
Los estudiantes, al pasar junto a ellos, se detenían o incluso les miraban un largo momento antes de seguir con lo suyo. Ahora todos los conocían. Ellos eran los merodeadores. Y no cualquiera tenía ese título dentro de Hogwarts. Solo ellos cuatro.
Sus risas se escuchaban por todo el andén, provocando las miradas de cada chica. Todos se detenían a observarlos ante cualquier acto. Eran la envidia y la "cosa" más codiciada dentro del colegio. Y ellos lo sabían, claramente.
En cierto momento, Sirius sintió un significativo perfume y volteó, encontrándose con una chica rubia hablando animadamente con un chico, que al parecer había chocado con ella.
-¡Clapton trae tú precioso trasero para aquí en este instante!- chilló entonces el azabache, llamando la atención de todos y sobre todo de la chica.
-¿¡Acaso no ves que estoy ligando, Black!?- le contestó ella, poniendo los brazos en jarras, haciendo que el chico que estaba junto a ella se sonrojara.
-Me vale, te quiero aquí en este instante- demandó, haciendo que con un fuerte suspiro ella comenzara a caminar hacia ellos cuatro con el ceño fruncido- Siempre gano yo- dijo triunfante, mirando a sus mejores amigos.
-Algún día te mandara al diablo, Sirius- le amenazó Remus poniendo los ojos en blanco.
-Ya lo ha hecho- James rodó los ojos, suspirando- Pero no podrían estar uno sin el otro.
-¿Acaso no podías esperarte tres minutos más?- preguntó la chica, ya cerca de ellos, aún con los brazos en jarras. Sus ojos azules estaba fijos en Sirius, intentando adivinar sus pensamientos.
-No te he visto en todo el verano- protestó falsamente, haciendo que todos rodasen los ojos- Solo quiero pasar unos momentos como mi mejor amiga, ¿vale?- dijo, mientras se llevaba las manos al pecho- Después dices que soy un desconsiderado.
-Ya, ya- ella le sonrió, fingiendo que le creerle, abrazándolo finalmente- Soy una chica mala. Hola chicos- saludó finalmente hacia el resto de los merodeadores.
-Hola Valerie- saludaron todos a unísono.
Valerie Clapton era sin duda, la chica ideal de Sirius. La relación de ambos había comenzando en algún momento que ninguno sabía o recordaba, aunque todos tenían por seguro que era alrededor de cuarto año.
Durante todo esos años, Valerie había sido la única chica con la que Sirius se sentía bien física tanto así como emocionalmente. Tenía seguro que no se trataba de amor, porque eso no era "lo de ellos", entre ellos solo existía el amor que podía haber entre dos mejores amigos. Eran, sin dudas, cortados por la misma tijera.
Una cosa, totalmente importante, es que Valerie era la compañera perfecta entre los merodeadores. Amaba el quidditch, la lectura y el cotilleo, así como James, Remus y Peter. Aunque sin dudas, para Potter era más importante el hecho de que Valerie compartía habitación y era mejor amiga que de Lily Evans, su gran debilidad, y con quien, a diferencia de con Remus, podían planear la forma de convencer a la pelirroja para que aceptase una cita.
-¿Este año me dejarás entrar en el equipo?- coquetamente, Valerie se le acercó a James logrando que este se apartara enseguida por miedo a las represalias que podía tomar Black.
-No uses tú encanto conmigo- le contestó, negando que se sentía encantado de que se reconociera su nuevo puesto en Hogwarts: capitán del equipo de Quidditch.
-Vas a caer, Potter- le advirtió, provocando la risa de todos.
-Solo concéntrate en ser la mejor cazadora, como ya has dejado en claro que eres- agregó rápidamente al ver que ella alzaba una ceja y le fulminaba con los ojos de una manera amenazante, provocando que ella volviese a sonreír.
Peter tomó el coraje de dirigirle la palabra, cuando los ojos de Valerie se perdieron en un punto detrás de los merodeadores y salió corriendo sin siquiera dar una explicación. Ellos enseguida, presenciando el preciso momento en el que la rubia se lanzaba sobre Lily Evans, haciéndole caer al suelo, desordenando todo el equipaje que posiblemente la señora Evans se había tomado el cuidado de guardar.
-¡LILY!- chilló Valerie sonriendo mientras se levantaba de su amiga, los chicos se largaron a reír- ¡PERO MIRA QUE GUAPA TE HAS PUESTO! ¿TOMASTE SOL?
-¡BÁJATE DE ARRIBA YA MISMO!- chilló la prefecta perfecta echando humo- ¡Que no es gracioso, así que no te rías!- volvió a protestar, aunque todos sabían que cuando se trataba de sus amigas, Lily pronto volvía a estar en modo luna de miel enseguida.
Lily Evans era la prefecta de Gryffindor y la que traía loca a gran parte de la platea masculina de Hogwarts, entre ellos destacaba notablemente James Potter, persona que la pelirroja no podía ver ni a tres pasos de ella antes de comenzar a sulfurarse.
Aunque también era conocida por ser la compañera de Remun John Lupin en todo momento. Tanto así como Valerie para Black, para el chico lobo, la pelirroja era su segunda en todo. Bastaba una mirada para entenderse y mantenían los mismos valores, que eran sumamente importantes para ambos. Entre ellos existía una conexión única... que obviamente Potter a veces utilizaba a su favor.
-Nunca va a cambiar- dijo Remus, enternecido, mientras veía como Lily luchaba contra Valerie para ponerse de pie.
-Al menos tú mejor amiga se llevará bien con mi futura esposa- dijo James mientras pasaba un brazo por los hombros de Sirius y los dos se miraban con complicidad- Podrá ayudar para la convivencia.
-¡Hey!- les llamó entonces una castaña mientras se colgaba del cuello de James y hacía que este trastabillara- ¡Hola chicos!
-¡Hestia!- despotricó el azabache fulminándole con la mirada al recuperar su postura- ¡Casi me matas! ¿Quieres quedarte sin capitán?
-Claro que no Jamish- contestó ella apretándole la mejilla sonriente- Solo quería dejarles en claro a unas chicas que te miraban que solo te comparto con Evans, pero como ella no es consciente de ello, eres solo mío- y le plantó un beso en la mejilla, sintiéndose feliz por haber cumplido su cometido.
El resto de los merodeadores miraron al par con una ceja alzada, aún no se acostumbraban a que un ser como Hestia Robinson fuese capaz de entrometerse en el espacio personal de James Potter y este no bufase por ello.
Como para Sirius existía Valerie, como para Remus estaba Lily, James tenía a Hestia.
La chica era una bomba explosiva de efusividad y risa a todo momento, haciendo que los chicos no tuviesen otra opción que integrarla a su selecto grupo. Al principio todo se había tratado de pura conveniencia, pero James se había encariñado con Hestia a tal punto de llagarle a considerar una amiga. Y todo fue muy claro cuando juntos se presentaron para las pruebas de quidditch en tercer año.
-¡Peter!- unos pequeños brazos se encerraron sobre el pecho del chico y rápidamente todos voltearon a ver a una pequeña cobriza sonriendo radiante- ¡Por Merlín, estás más alto!- comentó, aún manteniendo la sonrisa en los labios.
-¡Rachel!- Peter le levantó en el aire y ella se largó a reír- No creí verte tan pronto.
Rachel Collingwood era todo aquello que simbolizaba lo opuesto a la imagen de los cuatro chicos merodeadores, sin embargo, se había ganado el corazón de ellos cuando se había convertido en la cómplice de Peter y su mejor amiga. No había otra forma de definirlo como un complemento perfecto.
-Estamos en el primer día de clases, Pettigrew- le atacó Hestia mientras se cruzaba de brazos y le sonreía significativamente- Todos nos íbamos a reencontrar.
-No seas mala, Hestia- protestó Rachel, dedicándole una mala mirada.
-Lo que sea- murmuró en respuesta, rodando los ojos- ¿Dónde están los rizos de Clapton?- preguntó entonces, cambiando de tema.
-Con Evans- contestó Sirius sonriendo, señalando un poco más atrás de donde estaban ellos.
-¿Vamos?- Hestia le echó una ojeada a Rachel, quien enseguida asintió, convenciendo a la castaña para tomarle de la muñeca y llevarla hacia donde le esperaban sus amigas.
A diferencia de la amistad que tenían ellos, e incluso la amistad que existía entre cada uno del grupo, todos sabían que las chicas se habían ensamblado sin quererlo. Nunca habían buscado ser amigas, ni pensaban haber terminado tan unidad; pero el destino les había jugado una mala pasada y las cuatro habían terminado siendo el sostén de la otra.
La valentía de Valerie, la espontaneidad de Hestia, el orden de Lily y la dulzura de Rachel las convertía en una hermandad particular que todos ansiaban tener.
Los merodeadores las miraron con orgullo.
Allí estaban, sus chicas merodeadoras.
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