Capítulo 9: Good questions, bad questions
"Es más fácil correr, remplazando este dolor con algo insensible" (Easier to run- Linkin Park)
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ANNABELLE CAMINABA en medio de la calle con Chester y Mike a ambos costados de ella. Con cada paso que daba le era inevitable no mirarlos de reojo. Estaba con ellos: los vocalistas de Linkin Park; caminado en la noche como si fueran amigos de toda la vida, ¿quién en la vida hubiera imaginado eso? Ella al menos no.
Para ella hubiera sido como un sueño hecho realidad, sino fuera porque ellos no eran en realidad los vocalistas de Linkin Park, ese no era su mundo y porque una tenebrosa tormenta eléctrica se estaba desarrollando sobre sus cabezas; un fenómeno climático provocado por ella.
- Esa de allá, es mi casa- Chester habló, sacando a la joven de sus pensamientos, e indicó una pequeña casa de color blanquecino casi grisáceo, al menos era lo que se permitían ver por los postes de luz, ubicados al costado. No era muy lujusa, pero era lo que podía costear él con su salario. Chester continuó hablando:- Vivo ahí con mi esposa y mi hijo...
-¡Espera! ¿Estás casado? -Annabelle se frenó en seco, justo en la vereda frente a la vivienda. Chester y Mike se detuvieron también.
- Así es -respondió Chester con tranquilidad.
-No podemos quedarnos -dijo Mike con voz firme.
- ¿Por qué?
- Numero 1: nunca dijiste que tenias familia. Número 2: no les consultaste. Número 3: ¿qué crees que dirán cuando te vean llegar con un par de extraños? ¿sigo?
- Si es por eso, no se preocupen no les molestaran se los aseguro. Mi mujer es muy comprensiva...
- No, mejor no -dijo Annabelle y junto a Mike se quedan detenidos en frente a la puerta.
- Miren si les parece mejor, ¿por qué no dejan que decidan ellos? ¿sí? Miren que no tienen otra opción
Mike y Annabelle aceptaron a regañadientes. Ninguno de los dos en realidad creía que fuera correcto, pero Chester era insistente y precedieron aguardar por la respuesta de la mujer de Chester; que de seguro sería una negativa.
Chester metió sus manos en su bolsillos y se oyó un tintinear, al instante sacó, del derecho, dos pequeñas llaves y se apresuró a abrir la puerta.
El mesero entró primero y los otros le siguieron, aunque aun seguían dubitativos.
- ¿Hola?... ¡¡Sam cariño ya llegue!! -anunció Chester con voz fuerte, mientras echaba llave a la puerta de nuevo.
¿Sam?, se preguntó Annabelle. Ella había oído ese nombre con anterioridad.
- Amor? -se escuchó una voz femenina hablar desde el interior de la casa-. ¿Eres tú?
- Sí, ven por favor -pidió él-. Traje a unos amigos que quiero presentarte.
- ¿Amigos? -la voz de la mujer había perdido todo rastro de dulzura, de hace momentos. Ella hizo su aparición desde el fondo y comenzó a caminar hacia donde ellos estaban.
Annabelle la miró sorprendida, no había margen de error: aquel rostro algo moreno, ese cabello castaño obscuro con pequeñas mechitas rubias al frente; claro que la conocía, aquella no era otra que Samantha Bennington. «¿Acaso no estaban separados?», ese pensamiento cruzó por su cabeza, pero desapareció cuando recordó que ese no era su mundo
La mujer se detuvo en seco al lado de su marido. Inspeccionó a ambos jóvenes con la mirada, sin disimulo alguno. Chester la rodeó con el brazo izquierdo y se apresuró a presentarlos:
- Amor, te presento a unos queridos amigos, son Annabelle y Mike. Chicos: ella es mi amada esposa Samantha, "Sam".
- Hola -les saludó Samantha dedicandoles una media sonrisa, aunque sin dejar de examinarlos con la mirada-. ¿Con qué son amigos de Chester? ¿eh? Un placer.
- El placer es nuestro -dijo Mike amablemente.
- Sabes, Sam, ellos están de viaje por la ciudad y necesitan un lugar en donde quedarse y yo les ofrecí nuestra casa. ¿Tu permitirias que se quedaran? Solo sería por esta noche -soltó Chester como si hablara de cualquier cosa insignificante.
La sonrisa en el rostro de Samantha se borró y su gesto se tornó serio, en cuanto Chester terminó la oración.
«¿Compresiva? Sí, claro», pensó Annabelle sarcásticamente al recordar las palabras de Chester, cuando vio a el gesto de desagrado que hacía la mujer. Parecía que en cualquier momento les echaría a gritos, patadas y empujones. Preocupada, se apresuró a decir:- Mira no te sientas obligada de todas maneras Mike y yo podemos buscar otro lugar. No hay problema.
- Absolutamente, nosotros no queremos incomodar -Mike secundó a su compañera-. Si tú dices que no...
Sam hizo un gesto con la mirada llamando a Chester y con un ademán les indicó a Annabelle y Mike que esperen. Luego, los dos se pierden a la habitación de la cual acababa de salir la mujer.
Mike y Annabelle oyeron varios murmullos provenir de allí. De a ratos, el tono de voz era elevado tanto que podían oír algunas palabras y luego esas voces se ahogaban hasta casi quedar en silencio. Era claro que estaban discutiendo.
- Esta fue muy mala idea. Tal vez deberíamos irnos -sugirió Annabelle.
- Mejor esperemos a que salgan y luego nos vamos -le dijo Mike-. Nos veríamos mal, tambien, si nos vamos callados
- Tienes razón -asintio Annabelle apenada.
Los murmullos cesaron, pocos minutos despues y Samantha salió de allí con rostro serio, Chester la seguía por atrás cabizabajo, cual perrito faldero. Mike y Annabelle la miraron expectantes por una respuesta, aunque ellos creían saber cual iba a ser.
- Pueden quédarse -dijo Samantha, para sorpresa de ambos jóvenes, sonriéndoles con amabilidad.
-¿Seguro? -inquirió Annabelle- Mira que por nosotros no hay problema si tú no ...
- No se preocupen, no hay problema -la interrumpió ella-. Por lo pronto pasen a cenar. Ya luego nos organizaremos bien.
Mike y Annabelle aceptaron, Samantha los guió al cuarto al que había ido a "hablar" con Chester; que no era más que la cocina, en medio había una mesa de madera tamaño median, seis sillas le rodeaban. Mike y Annabelle agarraron una silla cada uno y tomaron asiento, Chester que venía tras de ellos, también hizo lo mismo. Samantha, mientras tanto fue a revolver la olla que se hallaba hirviendo sobre la cocina a gas.
- ¿¿Oye, y Draven?? -Chester interrogó a su esposa.
- Fue a una pijamada con sus amigos. ¿No lo recuerdas?
-Sí, se me había olvidado.
-¿Draven? -preguntó Annabelle. ¿Acaso es...?, pensó.
- Es nuestro hijo -contesto Chester.
-Ah
- Tiene 8 años -agregó Samantha mientras iba colocando algunos platos de vidrio sobre la mesa. Luego colocó una bandeja con galletas dulces, que acababa de sacar de la alacena-. La comida aun no esta lista, pueden comerlas si quieren.
Ambos asintieron y tomaron una galleta de la bandeja.
- ¿..Y ustedes están casados? ¿Tienen hijos? -inquirió Samantha tomando asiento junto a ellos.
En ese momento, Mike se atragantó con la galleta que acababa de mordisquear y comenzó a toser ferozmente. Chester intentó ayudarle golpeándole la espalda.
Mike, entonces, comenzó a escupir el trozo que se le había quedado en la garganta.
Annabelle, por su parte, estaba roja de vergüenza y había dejado caer la galleta que tenía la mano que impacto en el piso partiéndose en dos.
Era una pregunta que ninguno esperaba.
Mientras Mike continuaba tosiendo, Annabelle intentó aclarar:- No, n-no nosotros no... somos... parej..
- Nosotros... Solo somos amigos -dijo Mike ya un poco recuperado, pero, con voz aun ronca. Sam le dio un vaso con jugo para que aclare su garganta y él lo bebio rápidamente, como una persona que a estado pérdida en un desierto sin beber agua durante meses.
- Mike ¿E-estas bien? -le preguntó Annabelle, un poco preocupada.
Mike carraspeó un poco para aclarar su garganta y luego respondió con un ronco "sí"
Chester dejó escapar una risita al verlos tan nerviosos por una simple pregunta y luego explicó:- Cariño, ellos sólo viajan juntos.
- ¡Uy! Lo siento, pensé que lo eran pues... bueno.. ya que viajaban juntos y Chester no me dijo mucho.
- No te preocupes, cualquiera se equivoca -«Aunque esta equivocación casi me mata», pensó Mike, sintiendo aun adolorida su garganta..
- Mejor cambiamos de tema -propuso ella y Mike y Annabelle asienten con la cabeza-. ¿cual es el motivo de su viaje aqui a Arizona? Sé que no son de por aquí cerca.
- Annabelle y Mike, están buscando a un pariente de ella -se apuró a mentir Chester. no le parecia conveniente decir la verdadera razón.
- ¿Ah, si? -Samantha miró con curiosidad a Annabelle.
- Sí, estoy buscando a mi... tío -explicó ella mirando cómplice a Mike, haciéndole recordar que era él quien había inventado eso-. Él era... hermano de mi madre y bueno yo no tuve oportunidad de conocerlo en persona por disputas familiares, así que decidí buscarlo por mi misma él... ya debe de estar muy viejo y senti que era necesario verlo aunque sea ahora.
-Humm... interesante -masculló Samantha, no muy convencida de la historia; pues notó algunos cabos sueltos o eso parecía. Ella decidió no prestar atención, pues no era ninguna Sherlock Holmes, como para deducir si en verdad era así o no-. Así que tío...
- Sí, mi tío Hubert.
- ¿Y lo pudiste encontrar? -preguntó ella.
- Desgraciadamente no. Pero hemos encontrado datos de donde pueda estar posiblemente.
- ¡Ah! Claro ¿Y tú Mike? ¿Decidiste acompañarla?
- Me pareció... muy noble su búsqueda así que decidí acompañarla -explicó Mike mirando a Annabelle y le dedicó una sonrisa cómplice.
-¿Solo por eso? -preguntó Samantha a Mike, enarcando una ceja.
Mike se queda en silencio por unos momentos pero finalmente responde - Si, por eso ¿Por qué más lo haría?
- Porqué bueno podría ser que...
- Bueno, bueno Sam ya deja de atocigar con tantas preguntas a los pobres chicos -interrumpió Chester a su esposa al ver lo incómodos que estaba Mike.
-Eso no es verdad. Solo quiero... conocerlos un poco mas ¿En verdad los atocigo? -les preguntó ella a ambos.
- No... No para nada -negaron los dos al unísono, no querían que ella enojara.
- ¿Ves? -dijo Samantha triunfal a Chester, él solo le sonrió. Ellla teniendo vía libre, prosiguió con su interrogatorio:- ¿Y ustedes trabajan o algo?
- Annabelle estudia ingeniería y Mike es... -respondió rápidamente Chester
- Amor deja que respondan ellos -pidió Samantha, no dejándole terminar la oración.
- Pues sí, como dijo Chester -Annabelle habló- estoy en último año, ya casi me recibo.
- Que bien ¿y tú Mike?
- Soy diseñador grafico. Trabajo en una pequeña empresa en Chicago.
- Humm... Así que.. ¿Ambos son universitarios? -Annabelle y Mike asintieron con la cabeza, algo extrañados por la pregunta-. Oh ¡wow! eso es una gran evolución, los amigos de Chester siempre han sido unos buenos para nad...
- Shh.. Samantha -Chester no le permitió continuar y agregó casi en un susurro:- Creo que no hace falta mencionar esto delante de los invitados.
- Oye, Chester -dijo Mike para disolver la incomoda situación-. ¿..Y tu cuanto tiempo llevas trabajando en ese local?
- Muy poco, estaba trabajando en una pequeña oficina pero me despidieron.
- Vaya, que mal.
- Sí, lo sé, así que por fortuna me recontrataron allí.
- ¿Recontratar? O sea que ya habías trabajado ahi antes?- pregunta Annabelle con gran sorpresa, ya que ella habia leído parte de la biografía de él y sabia que el Chester perteneciente a su mundo había trabajado en un local de mismo tipo.
- Así es, cuando adolescente trabaje allí, anteriormente fui vocalista de una banda de rock pero la banda se disolvió y no me quedo otra que buscar un trabajo real -dijo esta última frase con un tono sarcástico, que no se molestó en disimular.
- Espera... entonces... ¿tú formaste parte de una banda de rock? -preguntó Annabelle aún mas asombrada por las similitudes con el Chester de su universo.
El rostro de Chester se tensó, pero aún así, intentado sonar tranquilo, respondió:- Así es, pero bueno fue un sueño adolescente ahora tengo este trabajo que si bien no es un sueño paga las cuentas ¿No? -Chester sonrió debilmente- ¿Me disculpan? -dijo él y se levantó de la silla para luego abandonar la cocina.
Samantha observó compasiva a su marido, mientras él se alejaba con pasos lentos.
Annabelle se sintió culpable, sabía que su pregunta era la causante de que Chester se molestara, así que se levantó para ir tras él y disculparse, pero Samantha la detuvo diciéndole con fría voz:- Déjalo. Cuando se pone así es mejor dejarlo solo.
- L-lo lamento, no pensé que mi pregunta le afectaría tanto. Lo siento -murmuró Annabelle bajando la mirada, apenada.
- No, no es tu culpa fui yo quien preguntó primero- Dice Mike- En todo caso debo ser yo quien se disculpe.
- No, no se preocupen -Samantha intervino-. Ambos. Se que no lo hicieron con mala intención -ella se levantó también-. ¿Tienen hambre? -preguntó, quería evitar seguir hablando de aquello- Les voy sirviendo.
///
Pese a lo sucedido con Chester la cena transcurrió tranquila. Samantha también se mostraba tranquila, pese a que su marido, desde que había abandonado la mesa, no regresaba. Cada vez que Annabelle o Mike intentaban tocar el tema, ella lo esquivaba ofreciendo alguna bebida, comida u otra ingeniosa artimaña o simplemente diciendo que Chester estaba bien. Annabelle se dejó convencer.
Mike, por el contrario, no se dejó convencer y menos podía mantenerse en calma; Chester se había ido bastante alterado y no podía creer que realmente estuviera bien como decía Samantha; de a momentos observaba hacia la puerta, esperando a ver si regresaba. Pero eso no sucedía.
La preocupación venció a Mike terminó abandonando la mesa para ir a buscar a Chester, pero no mencionó a ninguna de las dos el verdadero motivo, solo les dijo que quería "tomar un poco de aire". Lo hizo, porque no quería molestar a Samantha, ni preocupar a Annabelle, que, él sabía, ya bastante culpable se sentía.
Mike se quedó detenido en la sala, pues se había dado cuenta que no tenía idea a donde podía haber ido Chester. Pensó en salir a buscarlo afuera pero en ningún momento él pudo haber abandonado la sala sin que hallan sentido sus pasos, pues la cocina era demasiado cercana a la sala, a menos que halla sido demasiado sigiloso, así que desechó esa idea. También pensó en ir a buscarlo a su cuarto, pero no sabía donde quedaba y no podía preguntarle a Samantha. Al final se quedo en blanco y sólo suspiró.
Las fotos sobre algunos muebles le llamaron la atención y se acercó a verlas; en algunas se hallaban Chester y Samantha sonrientes; él la rodeaba cariñosamente con su brazo izquierdo, en otra se hallaba Samantha cargando a un pequeño bebé en sus brazos; Mike supo de inmediato que se trataba del pequeño hijo de Chester. En otra foto se hallaba la familia completa, Mike no pudo evitar tomarla con ambas manos y contemplarla: en la fotografía Chester y Samantha estaban juntos y el pequeño Draven -de cuatro años, según dedujo Mike- estaba entre medio de ellos sosteniendo un muñequito, el niño tenía una gran sonrisa en su rostro y los brazos de su mamá rodeaban cariñosamente su cuello.
Para Mike, este retrato era muy enternecedor y le hizo desear tener una familia así algún día.
Una voz le sacó de sus pensamientos, Mike no entendía que decía pero notó que provenía desde el pasillo.
Con cuidado dejó el retrato en donde estaba así encaminó hacia donde sentía la voz.
Había cuatro puertas y una entreabierta; Mike se acercó a esta última, y se detiene a distancia prudencial.
-¡Demonios! -oyó vociferar y supo que se trataba de Chester.
Avanzó unos pasos más y observo desde el pequeño espacio entre la puerta y su marco, intentando no hacer ninguna clase de ruido.
Allí pudo ver, que en efecto, era Chester quién maldecía. En esos momentos se hallaba mirándose al espejo con una extraña expresión en su rostro, parecía desesperado, deprimido; Mike no podía adivinar cual era expresión exacta. Parecía tener algo en sus mano derecha, pero él no podía ver qué, desde donde estaba. Así que buscó un ángulo mejor, y hay notó que el objeto que Chester llevaba en sus mano era un pequeño frasco blanco, sin etiquetar.
Mike supo en ese instante de que se trataba; pensó en entrar, pero decidió quedarse observando y ver que es lo que hacía. Aún quería creer que sus deducciones eran incorrectas.
Chester destapó el frasco e hizo que en sus mano izquierda cayeran cuatro pastillas, todas blancas al igual que el frasco. Él elevó la mano con las pastillas a la altura de su pecho y se quedó observandolas. El cerró su mano en un puño y apretó con fuerza, mientras decía: -¡No! ¡rayos! ¿que estoy haciendo? ¡No necesito de esto! Pero... - Chester volvió a abrir la mano y la elevó hasta su boca.
Mike miró hacia otro lado.
Chester siguió hablando:- No ¡Rayos! Tengo que ser mas fuerte -Mike volvió su vista hacia Chester, él aún conservaba las pastillas en su mano-. No puedo seguir cayendo en esta maldita adicción.
Chester aun libraba esa batalla interna consigo mismo.
Él guardo las pastillas en el frasco y lo lanzó al piso, en donde cayó haciendo un "crack". Luego, abrió la canilla del agua y comenzó a lavarse el rostro.
Las sospechas de Mike, aunque muy a su pesar, se habían confirmado. Así que se decidió a entrar e intervenir, no podía seguir siendo un simple espectador.
- Chester -Mike pronunció ese nombre con una fría voz.
Chester pegó un salto hacia atrás y se dio vuelta quedando afirmado en el lavado. Él exclamó, con una sonrisa finjida:- ¡Mike! ¡amigo! no me di cuenta de tu presencia ¿Hace cuanto estás aquí?
- El suficiente tiempo como para darme cuenta de algo... ¿Eres adicto? ¿Verdad? -Mike preguntó sin dar introducción. Chester queda helado y no emitió palabra alguna. Mike insistió, subiendo el tono de su voz:- Respondeme, te vi con esas pastillas -Él indicó el frasco en el suelo-. ¿Lo eres?
- Creo que tú ya lo has visto... -respondió Chester, agachando la cabeza avergonzado.
- Necesito que lo digas tú -Pidió Mike, con su tono ya normal, pero aún frío.
- Sí...-Chester hizo una corta pausa- Lo soy.
- No lo entiendo; tú tienes una familia, un hijo. ¿Por qué?
- ¡Carajo! ¡no quisiera estar asi! -Chester apoyó sus manos en ambos costados del lavamanos.
- ¿Es por esto que perdiste tu anterior trabajo? ¿No? -Mike le interrogó, pero no recibe respuesta del otro. Aunque ese silencio fue una afirmación, más que suficiente, el coloca su mano derecha sobre el hombro del rubio -Chester.. No lo entiendo. Tu ...tienes una familia muy bella y no entiendo, no comprendo como puedes hacer esto.
- ¡Tú no sabes nada! -bramó Chester; sus manos se cerraron en un puño y las estrelló con fuerza contra el lavado y luego se apartó de Mike, dándole la espalda. Él continuó hablando:- Mi vida es una vulgar mierda. Sabes: esa foto que me mostraron, me recordó lo que jamás tendré. Fama, fortuna, mujeres de seguro, mansiones; aquel Chester tuvo más suerte que yo. Mientras que yo no soy más que éste miserable mesero y en un local igual de miserable.
- Eso no es verdad, tienes una esposa y un hijo que te aman -dijo Mike con voz compasiva.
Chester sonrio sarcástico- ¿Esposa? Mi relación con ella esta cada vez peor y peor. Aun no se como duramos tantos años juntos. Mi familia, mi vida en general se están cayendo a pedazos..
- ¿Y tu hijo? ¿Es qué acaso él no te interesa?
- Claro que sí -dijo con gran seguridad en su voz.
- ¿Entonces..?
- Por mi hijo lo he intentado he intentado dejar esta mierda -él patea con fuerza el frasco en el piso, y este se estrella contra la pared-, muchas veces pero a veces es mas fuerte que yo y vuelvo a reincidir.
- Tienes que volver a intentarlo. Te he visto recién, sé que aún tienes la suficiente voluntad para controlarlo.
- ¿Por qué te interesas en mi, en mí y en mi jodido problema? -preguntó Chester confundido y con algo de rabia en su voz- No soy nadie importante para ti. Me acabas de conocer esta mañana.
- Porque... - Mike guardó silencio, no sabía que contestar. Era verdad: él lo había conocido hace pocas horas. Chester no era nadie importante; pero, sí, quería ayudarlo. Se quería solidarizar con él y no era por lástima.
Mike ya había vivido un caso así antes, con un viejo amigo de su juventud al que vió consumirse por aquel veneno, durante mucho tiempo hasta su inevitable fin; sin que él pudiera hacer nada al respecto, más que observar. Y no quería Chester pasará por lo mismo. No merecía terminar igual.
El diseñador decidió no contar esta historia a Chester, pero en su lugar dijo:- Es porque a pesar del poco tiempo el que te conocí, me pareces una muy buena persona y no me gusta ver como te haces daño a ti mismo ni a las personas que están a tu alrededor. Aun estas a tiempo de detener esto, antes de que acabes mal. Tienes que entrar a un grupo especial
Chester bajó la mirada, muy en el fondo, sabía que Mike tenía razón
- Sólo piensa en tu hijo, hazlo por él, necesita a un padre.
- Tal vez... Tal vez lo haga. Pero, no prometo nada -dijo Chester. Mike sonrió ante su respuesta. A pesar de conocerlo hace poco, él sabía que ese "tal vez" era una afirmación a su manera.
///
Chester y Mike estaban apoyados en la ventana, uno al lado del otro, contemplado el obscuro y tenebroso paisaje; de a ratos eran iluminados por los brillantes relámpagos, que hacían ver la noche como si fuera de día. Ellos habían pensado en regresar a la cocina con Samantha y Annabelle, pero cuando las vieron conversando tan animadamente, Chester le sugirió salir afuera y Mike aceptó.
-¿Esto lo provoca Annabelle? ¿Verdad? -preguntó Chester, sin dejar de mirar el espectáculo de luces, que el cielo ofrecía.
- Así es -respondió Mike-. Por eso ella debe regresar a su mundo cuanto antes.
- ¿Y serás capaz de dejarla ir?
Mike miró sorprendido a Chester ante la pregunta.
- ¡Oh! vamos, no me veas así, man. Me di cuenta de ello..
- ¿De qué? ¿A que te refieres? -preguntó, haciéndose el desentendido, pero él sabía perfectamente de que hablaba Chester.
- No te hagas el idiota, y me hagas explicarlo. Sabes perfectamente a lo que me refiero de ti y Annabelle -Mike mantuvo su rostro de confusión y Chester agregó, irritado:- De que te gusta. ¿ahora te queda claro? o ¿te hago un dibujo?
- E-eso no de verdad.
- ¿Ahora quién es el que niega?
- No compares tu problema con el mío. Son cosas completamente diferentes -Mike habló con voz firme y seria, casi disgustada.
- Tal vez, pero el amor también de una droga y creo que tu ya hasta tienes una sobredosis por Annabelle.
- Ha-ha. ¿Eres poeta ahora? -se burló Mike.
- Aunque me lo niegues, de todas maneras ya me di cuenta y sé que ella te corresponde también.
- ¿En verdad crees que le guste? -preguntó y ojos se iluminaron.
- ¡Ja! Me lo acabas de comprobar.
Mike se encogió de hombros y dijo:- Buenooo quizás sí. No lo sé, estoy muy confundido. Ella es tan parecida a la Annabelle de aqui que..
- ¿Qué..? ¿No me digas que te gustaba la cantante?
- No, si, no... Bueno si.
- Decidete de una vez.
- Era admiración por su musica mas que nada. Eso creo al menos.
- ¿Eso crees?
- Sí... no lo sé...
Mike realmente ya no sabía que responder a ese interrogatorio, jamás nadie le había preguntado algo así; ni siquiera el mismo se lo había planteado. Chester era el primero y lo había dejado sin palabras que contestar.
Ambas eran tan diferentes y le provocaban sentimientos diferentes, también.
Annabelle Dillinger, no era más que un simple sueño, un simple amor platónico desde la primera vez que la había oído; aquella voz angelical y demoníaca a la vez, le había encandilado. Una rockera con todas las letras, había pensado aquella vez. La admiraba tanto por su voz como su personalidad: ella era mujer con una personalidad avasalladora, lo demostraba en los escenarios, arrasaba con cada show, lo había comprobado cuando había ido hace pocos meses. Todas esas características le hacían imposible el no admirarla, pero la Annabelle que ahora tenía el lado no era así, por el contrario era tímida y callada y hasta un poco sumisa. Esta Annabelle era como una muñequita de porcelana que le generaba una gran ternura y el deseo de protegerla, a toda costa, de cualquiera que intente romperla.
Mike no sabía en que momento ese deseo de protegerla se convirtió en algo más o si sólo seguía siendo ese deseo y él lo confundía. No sabía si su sentimiento por la vocalista era admiración o amor real.
Él no tenía respuesta correcta que darle a su insistente compañero. Sólo esas palabras sueltas, que sólo en su cabeza tenían sentido. De igual manera "Annabelle 1" o "Annabelle 2", él pensó, seguían fuera de su alcance, una era una cantante famosa y la otra, tal como había dicho Chester, se iría y ya no la vería jamás.
- ¿Entonces? -Chester continuó con su interrogatorio y no se detendría hasta obtener la respuesta que quería-. Mira la Annabelle que tienes aquí es completamente diferente a ella...
-Si me gusta o no es totalmente irrelevante -le interrumpió Mike, no había ningún tipo de emoción en su voz-. De todas maneras llegara el momento en que ella se irá y ya no la volveré a ver nunca más. Es mejor que todo siga como está.
- Bien, pero aun no has respondido a mi pregunta: Cuando llegue ese momento... ¿Serás capaz de dejarla ir?
Mike miró al horizonte, quería responder que "sí, que la dejaría ir"; pero las palabras no querían salir de su boca. Algo no se lo permitía. No era capaz siquiera de susurrarlas. Su rostro se tornó serio y el sólo permaneció en silencio.
Chester logró interpretar aquel silencio y dijo:- No hace falta que respondas.
///
Annabelle observó a la atareada Samantha levantar los platos y vasos en la mesa y llevarlos al lavadero, ella no se quiso quedar con las manos cruzadas y agarró uno de plato y un vaso que estaban en la mesa y en cuanto ella volvía a buscarlos dijo:- Deja yo te ayudo.
- Gracias -Samantha sonrio, era la sonrisa más sincera que Annabelle había visto en ella-. Eres muy amable
- Es lo menos que puedo hacer despues de todo estas permitiendo que casi dos perfectos desconocidos para ti se queden en tu casa -dijo y tomó uno de algunos de los vasos y los llevó al lavadero.
- Bueno, pues de hecho lo permití porque son los amigos mas decentes que trajo Chester a esta casa en mucho tiempo -Annabelle la mira extrañada-. Deja yo me entiendo. Uh.. y lamento lo que viste hace rato.
- ¿A que te refieres?
- Pues a mi "pelea" con Chester. No deberían de haber visto eso. Es bastante bochornoso.
- Oh, no te preocupes. Esos desacuerdos suelen suceder entre las parejas a veces.
-Estee... Sí... Claro -ella terminó de lavar rápidamente los platos y los colocó en el secaplatos de metal. Annabelle agarró el último platos que quedaba y Samantha le dijo:- Deja ese lo terminó yo. Si quieres sientate.
Annabelle obedeció, se secó las manos en el pantalón y se sentó, en una de las tantas sillas desocupadas que rodeaban a la mesa del comedor.
Samantha depositó el último plato en el secaplatos y la acompañó
- Oye creo que Mike ya se ha tardado -comentó Annabelle, mirando hacia la sala.
- No te preocupes, de seguro se encontró a Chester o solo quiere estar solo un rato.
- Supongo... -masculló ella, sin quitar la mirada de la sala.
- Mejor respóndeme algo.
- ¿Qué? -Annabbelle regresó su mirada hacia Samantha.
-¿Qué hay entre Mike y tú?
- ¿E-entre nosotros? N-nada que va a haber. Crei que ya te lo habíamos aclarado -Negó con voz temblorosa y comenzó a juguetear con sus dedos apenada. La respuesta no convenció en absoluto a Samantha.
- Oh vamos Annabelle he visto como se miran ambos. Tal vez me equivoque en sacar conclusiones apresuradas pero fue porque hay una química enorme entre ustedes. Habría que ser ciego para no notarla.
- E-eso no es cierto -dijo ella sonrojada y bajando la mirada-. Solo somos amigos -¿Amigos?, ¿esa era la palabra correcta?, se preguntó Annabelle. No lo sabía en verdad, sólo lo conocía hace poco días y no sabía si podía tomarse la libertad de llamarle amistad o no, pues Mike podría no creer lo mismo. Sin embargo no podía negarse a si misma: Mike le atraía y mucho, y esta vez no tenía nada que ver com que fuera una estrella de rock, ni con el hecho de que se pareciera a su músico favorito. Pero Samantha se equivocaba en algo: ella podría estar interesada, pero Mike no.
- Di lo que quieras niña pero es verdad, a mi no me engañas. Anda seria mas fácil si lo aceptaras y ya. Ustedes podrían ser una muy bonita pareja solo si aceptaran lo que sienten el uno por el otro.
-Ojalá fuera así de sencillo -murmuró Annabelle en voz baja.
- ¿Dijiste algo?
- No.. nada -negó ella sonriendo nerviosa-. Emm.. ¿Me disculpas? creo que saldré a tomar un poco de aire también.
- Como quieras. Yo mientras tanto iré a preparar las habitaciones -dijo Samantha.
La muchacha respondió con un "bueno" y junto a Samantha dejó la cocina.
En preciso momento, un relámpago iluminó toda la sala, haciéndolas sobresaltar
- ¡Demonios! -chilló Samantha y se acercó a la ventana y cerró las cortinas- Pensar que hace rato estaba todo desnublado. Este clima si que esta muy loco hoy.
- Eso parece.
- Tormentas eléctricas en diciembre. ¿Quien lo hubiera pensado? -comentó samantha y comenzó a caminar hacia el pasillo, pero se detiene y voltea a mirar a Annabelle- ¿Sabes...? Te parecerá extraño, pero tú te pareces a alguien...
- ¿A alguien? ¿A quién? -preguntó Annabelle nerviosa
- A... No... vas a pensar que estoy loca.
- No... No, dime. ¿A quién?
- Te pareces a una cantante.
- ¿Una cantante? -la joven fingió asombro.
- Sí, no recuerdo su nombre pero te le pareces demasiado. Aunque.. -Samantha hizo una y la miró con detenimiento, luego continuó:- Es imposible que seas ella. Nah es solo locura mía. ¿Sabes que..? Mejor olvídalo -dijo y se perdió en el pasillo.
-Eso estuvo cerca -suspiró aliviada Annabelle.
Sin embargo su alivio no duró: los relámpagos aún se podían ver a pesar de la tela que cubría los vidrios de las ventanas.
Annabelle se acercó a uno de los ventanales y levantó un poco la cortina. En efecto, el clima había empeorado, además de los relámpagos, un fuerte viento azotaba afuera y movía violentamente las copas de los pocos árboles que había. La muchacha estaba perpleja ante lo que veían sus ojos. Ya no quiso seguir mirando y, soltando la corría, se giro sobre sus talones dándole la espalda a la ventana y entrelazó sus manos alrededor de su vientre.
No pudo evitar sentirse culpable por lo que sucedía. Se preguntó una y mil veces porque le tenía que suceder eso a ella. Había montones de personas deseosas de conocer esos mundos paralelos, miles de científicos y gente común que veían ese como su sueño, pero no era el de ella; ella no quería nada de eso. No quería ninguna aventura.
Un relámpago iluminó la habitación y un fuerte trueno le siguió haciendo vibrar toda la casa, todo en un instante.
Annabelle ahogó un grito y se alejó de la ventana.
Una voz la llamó por su nombre en ese momento.
Ella alzó la cabeza; Mike y Chester entraban por la puerta de entrada.
La joven, se sorprendió, ni siquiera había notado cuando habían salido.
-¿Uh?... Chicos... -murmuró- ¿estaban afuera? No los vi salir.
- Sí -Mike fue quién respondió-. Fuimos a... tomar un poco de aire.
- Pero no regresamos, porque el clima se puso bastante feo -añadió Chester-. Te vimos desde afuera ¿que hacías?
- Nada, sólo... miraba... el... clima ¿Ya saben, no? A veces quisiera que todo esto fuera falso, solo una pesadilla; que cerraré mis ojos, los abriré y apareceré en mi cuarto tranquila -agregó con algo de tristeza en su voz.
- No te preocupes, sé que todo esto acabara pronto -La consoló Mike sonriendole tiernamente, Annabelle lo miró y esbozo una débil sonrisa.
- Chicos las habitaciones ya están listas -la voz de Samantha interrumpió el intercambio de miradas y todos fijaron a su atención en ella, que continuo hablando:- Vengan y se las muestro -ella hizo un ademán y se dirigió a su esposo y le preguntó:-¿vienes, cariño?
-Claro -respondió- ¡Vengan! -dijo a Annabelle y Mike. La efusividad había vuelto a su tono; Annabelle sonrió al notar esto.
Annabelle asintió y Samantha y Chester se dirigieron hacia el pasillo.
Annabelle comenzó a caminar tras de ellos, pero se detuvo y se dio media vuelta. Mike se había quedado parado en medio de la sala, con su mirada fija en algún punto invisible en las paredes.
-¿No vienes? -le inquirió Annabelle.
Mike sacudió su cabeza y posó sus ojos en Annabelle y dijo:-Eh.. Si ahí voy.
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A la mañana siguiente Annabelle fue la primera, aunque había sido la última en dormirse; el ruido de la tormenta -que había azotado la ciudad hasta entrada la madrugada- y el hecho de que otra vez dormía en una cama ajena, no le habían permitido conciliar el sueño sino hasta las tres de la mañana.
La joven caminó con pasos torpes hasta la ventana, aún somnolienta; el cielo continuaba cubierto por obscuros nubarrones, pero los relámpagos y truenos se habían ido. Ella, entonces, se regresó a la habitación, el reloj sobre la mesita de luz de madera indicaba las ocho y treinta de la mañana. Aún era temprano, Mike le había dicho la noche anterior que saldrían a las 10 en punto así estarían buen descansados.
Annabelle se acostó en la cama intentando conciliar el sueño, otra vez. Pero no lo consiguió, solo se mantuvo acostada mirando la habitación, la noche anterior ni siquiera había tenido oportunidad de observarla con detenimiento; era de paredes verde agua, aunque se estaban despintando por la humedad, había una armario al costado y algunos papeles con dibujos pegados en las paredes y algunos posters de Dragón Ball Z y otras caricaturas del mismo estilo que Annabelle no supo reconocer. Esta habitación tenía un estilo infantil era porque ella ocupaba la habitación del pequeño Draven; Samantha no había tenido otro lugar que ofrecerle, pues sólo tenían una habitación de huéspedes y Annabelle no se atrevió a compartirla con Mike.
Luego de un rato, Annabelle se hartó de ver objetos inanimados y se decidió a levantarse, como pudo se acomodó el cabello y arregló su ropa, la tenía puesta desde el día anterior pero no le quedaba otra opción, era todo lo que tenía; esa y la bata de laboratorio pero había quedado en el auto de Mike, pues ella sabía que no se vería muy normal si andaba con ella.
Se encaminó a la cocina con la idea de aunque sea tomar un vaso con agua, pese a que Samantha le había permitido tomar lo que quiera de la heladera, pero Annabelle no quería hacerlo, creía que sólo estaría abusando de su hospitalidad.
Cuando llegó a la cocina, se dio con la sorpresa que samantha ya estaba allí, estaba ya arreglada y peinada; tenía su cabello castaño atado en una sola trenza y llevaba una camisa blanca y un pantalón Jean ajustado.
Sobre la cocina a gas, una paba se encontraba ya apunto de hervir.
Samantha la vio y la saludó con un "Buenos días", Annabelle le respondió de igual forma.
- Ambas madrugamos hoy ¿Eh? -comentó Samantha.
- Eso parece -dijo Annabelle casi en un susurro.
Mike y Chester ingresaron a la cocina en ese momento, interrumpiendo la platica de ambas.
- Vaya no hemos sido los únicos que despertamos temprano -dijo Chester sonriendo-. Buenos días, amor -él besó, cariñosamente, en la mejilla a su esposa.
- Buenos días -saludo Mike a Annabelle.
- Buenos días, Mike -ella le respondió y sonrió tímidamente.
- Bueno, vayan sentándose, que el desayuno estará en unos minutos -dijo Samantha y los demás le obedecieron.
El desayuno, a diferencia de la cena, fue sin ningún incidente. Todo transcurrió entre charlas y conversaciones acerca de las ocurrencias del hijo de Chester, luego Chester le preguntó a Mike si pretendía tener hijos alguna vez, a lo que él respondió, con algo de timidez: que le gustaría, pero solo con la mujer correcta, Mike no pudo evitar mirar a Annabelle en ese momento; provocando que ésta se sonrojara.
La tención del día anterior parecía haber desaparecido por completo.
Fue así que el, tiempo avanzó demasiado rapido y en cuanto se dieron cuenta eran más de las nueve. Annabelle y Mike anunciaron que ya deben irse y se despidieron de Samantha. Chester por su parte se ofreció acompañarlos hasta su auto.
- Hasta pronto Chester -se despidió Annabelle, a pesar de que sabia que quizás ya no lo volvería a ver jamás- Gracias por dejarnos quedar aqui.
- Adiós y espero que logres volver a tu hogar.
- Yo también -Annabelle dibujando una débil sonrisa y luego se subió al auto.
-Adiós Chester -dijo Mike y ambos estracharon sus manos.
- Adiós, y por cierto quiero mantenerme informado con lo que suceda con Annabelle. Por si necesitan ayuda o algo, si te parece...
- No te preocupes, por supuesto lo haré, yo tengo tu número. Aunque no creo que haga falta, pero te paso mi numero, también, si quieres.
- Claro -dijo Chester. Él sacó una libreta y una birome y se la entregó a Mike-. Anotalo ahí, luego lo paso a mi teléfono
Mike escribió rápidamente su número y le devolvió la libreta y la birome.
Chester le agradeció y guardó la libreta en su bolsillo, otra vez.
- No te olvides de lo que hablamos ayer -le advirtió Mike.
- No lo haré, lo juro. Tu tampoco olvides lo que hablamos -Él le guiñó un ojo y miró a Annabelle.
Mike no respondió y sólo negó con la cabeza, liego dijo entre dientes un "nos vemos".
Chester rió- Nos vemos.
- ¿Que tanto hablaban ustedes dos?- pregunta Annabelle curiosa en cuanto mike ingresa al auto.
- Cosas sin importancia -respondió y colocó la llave del auto en la ranura junto al volante.
- ¿Sin importancia? ¿Seguro? -ella dudaba que en realidad fuera así.
- Si, mejor dejémoslo así -Mike pone en marcha el auto.
- Okey, okey como quieras.
El viaje volvió a iniciar, esta vez con destino a la ciudad de Los Ángeles.
Luego de algunas horas de viaje llegaron a aquella ciudad, la tarde estaba al caer.
Gigantescos e imponentes edificios les rodeaban, muchísima gente caminaba las veredas y sendas peatonales, varios autos y todo tipo de vehículos circulaban por las carretera; lo que obligó a Mike a ser más precavido al manejar. Annabelle observaba asombrada todo esto con el rostro pegado a la ventanilla del auto; no había diferencia entre la ciudad de Los Ángeles de su mundo y la que veía, ella había tenido la oportunidad de conocer aquella ciudad y lo sabía perfectamente.
Si no hubiera sido porque ella misma era quién había caído en aquel agujero negro haciendo un viaje entre diferentes universos, ella jamás hubiera creído que, en realidad, se trataba de un "Los Ángeles paralelo".
Era algo realmente inquietante para Annabelle.
- ¿Tienes la dirección? -Mike preguntó.
En esos momentos, iban recorriendo el centro de la ciudad.
Annabelle volvió su atención al interior del auto y respondió:- Sí, la guarde en la guantera.
Ella abrió la guantera y encontró el papel doblado, allí ella había anotado la dirección que la mujer les había dado. Pero el papel no estaba solo, allí también estaba el viejo anotador del científico, ella se preguntó que hacía allí. Pues ella recordaba que lo habían dejado en el lugar donde lo habían encontrado.
- La dirección -Mike volvió a pedir.
Annabelle quitó el papel rápidamente y leyó:- Ah este.. sí. Es Lombard street 408.
- Lombard street 408, me parece que tenemos que tomar por aquí -dijo y giro en "u" el auto.
- Oye, te trajiste el cuaderno -Annabelle se animó a decir.
-Ah, sí. Lo traje porque quizá podría sernos útil, en algo. O al científico quizá. ¿No lo crees así?
-Sí, supongo que sí.
El auto avanzó unos pocos kilómetros, cuando Mike avistó un cartel que tenía escrito el nombre de una calle, él logró leer que se trataba de la calle indicada.
- Es por aquí -avisó Mike. Él comenzó a bajar la velocidad y finalmente estaciono unos pocos metros adelante de un edificio.
Ambos bajaron del auto y caminaron hacia la vereda contraria.
-Creo que es ese -dijo Mike, indicando el único edificio que tenía el número"408" grabado en letras plateadas, en la pared rosacea.
- No puede ser aquí -murmuró Annabelle, mientras observaba con estupefacción la fachada de aquel lugar-. No, tiene que haber un error en el número o algo... No sé.
- Es la dirección que nos dio la mujer, no hay error.
Annabelle leyó en voz alta el gran cartel que estaba en el edificio:- "Valkyrie Symphony's Bar"
- ¡Maldita sea! -vociferó ella- La dirección es falsa.
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Hola y mil disculpas por publicar el viernes ni ayer y casi que no publico hoy. Pero bueno el asnto fue que yo edito todos los capítulos de esta novela antes de subirlos para que queden "medianamente" bien. Este se me hizo un poco mas difícil de editar que los demás, asi que por eso tarde, por eso y otras cuestiones que no aclararé. Espero les haya gustado. El próximo lo subiré el sábado en lugar del viernes.
Y no olviden cualquier duda que tengan con respecto a la novela me la pueden hacer tranquilamente solo ponganla en los comentarios ;)
Annie
PD: He agragado parte del reparto de esta novela, el resto lo agregaré a medida que vayan apareciendo.
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