Capítulo 7: Time to go...
"La mas larga caminata siempre comienza con un paso" (Proverbio Hindú)
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LUEGO DE aquella plática Annabelle sólo logró dormir pocas horas más. Despertando a las diez y veinte. Se sentía incomoda por dormir en una cama que no era la de ella.
Se acomodó un poco el cabello y con lentitud caminó hacía la cocina. Allí, ella pudo observar que Mike ya tenía preparado el desayuno, que consistían en dos tazas de té de canela y tostadas. En cuanto Mike, que se encontraba guardando unos cubiertos en la alacena, notó su presencia se giro hacia ella y le dijo: —Buenos días. Vaya, despertarte temprano. Iba a ir a dejarte el desayuno en la habitación.
—Eh, sí. No podía dormir —contestó ella.
Luego de esto Mike la invitó a sentarse y desayunar con él, y aunque no muy convencida ella aceptó, para no ofenderlo.
— Vaya sabes cocinar —comentó ella sorprendida; luego de probar una tostada, preparada por Mike, según él mismo le había dicho.
— Se supone que debo saberlo, vivo solo después de todo —luego decir esto, Mike tomó un sorbo de té.
— Sí, lo sé.
—Por cierto, ¿ya has tomado las pastillas que receto el medico- Annabelle asiente con la cabeza. - ¿Y como estas?
—Como si me hubiera pisado un tren —contestó tímidamente ella—. En realidad ayer no estaba tan mal. Pero hoy no sé.
— Suele pasar. Además que ayer trasnochaste.
— Tú también.
—Sí, pero yo no caí de tres metros de altura.
— Buen punto.
— ¿Has pensado que harás después de que te recuperes?
— Pues... —se escuchó que alguien tocaba la puerta de afuera y ella calló.
— Voy a ver quién es —dijo Mike y al rato regresó acompañada por su padre. Annabelle ej ese momento acababa de beber las últimas gotas de té en su taza.
— Buenos días —le saludo él, con cortesía—, espero no haber interrumpido su desayuno.
— No, para nada. Ya estábamos acabando, de igual forma —dijo ella con amabilidad, mientras depositaba, delicadamente, la taza sobre la mesa.
—¿Y que sucedió? ¿Porque viniste? —le preguntó Mike a su padre.
— Nada en partícular, ayer te dije que volvería.
— Eh, sí, lo recuerdo. Pero no pensé que vendrías tan temprano.
—Son casi las once de la mañana —dijo el anciano—. A mí me parece muy tarde.
—Lo que pasó es que no pudimos dormir muy bien anoche, ya sabe con todo lo que sucedió ayer... —aclaró Annabelle, omitiendo algunas cosas, que ella pensó, no era necesario que él supiera. Ademas aquel hombre aún la seguía viendo con gesto extraño.
— Sí, así es. Como sabes esto es algo MUY nuevo, para nosotros —enfatizó Mike, lo ya dicho por Annabelle.
—¡Oh! ¡Claro! Sí, lo entiendo. Por eso decidí venir. Esto aún se les debe hacer difícil de comprender.
— Pues sí, un poco —dijo Annabelle—. Después de todo, algo como esto, no pasa todos los días.
—Es verdad. Por cierto ¿ya han visto el cielo hoy? —inquirió el anciano indicando afuera.
Ambos jóvenes negaron con la cabeza, en realidad desde que se habían levantado ninguno habia prestado atención a ello. Ni siquiera Mike al ir a la farmacia por los medicamentos para la muchacha.
— Pues veanlo —les ordenó Shinoda, su rostro estaba más serio que de costumbre al decir esto.
Mike y Annabelle caminaron hasta el patio seguidos por Muto y allí vieron con gran asombro, que el cielo se encontraba cubierto de espesas nubes, pero no eran nubes comunes; estas tenían extraña forma y color, se veían muy gruesas y oscurecidas como nubes de tormenta, sin embargo, el sol aún lograba hacer pasar unos cuantos rayos a través de ellas.
—Wow... ¿Esto no es normal acá, también? —preguntó Annabelle, regresando la mirada al interior de la casa. Ella no conocía nada allí, así que no sabía bien como era el clima allí.
—No —negó el anciano Shinoda.
Annabelle se recargó contra la reja, todos los problemas llegaron a su cabeza y la pregunta de Mike se hizo presente: ¿Que harás cuando te recuperes? Sí, eso ¿que haría? No lo sabía. Solo sabía que tenía que irse y de eso estaba muy segura.
— He estado buscando en casa algo que te pudiera servir —continuo hablando Muto—. Aún no he dado con nada, pero se que quizá encuentre algo de utilidad. Yo guardé algunas cosas que me daba el señor Henrik. Solo espero que aún sigan ahí.
—¿En casa? —Preguntó con gran asombro Mike. Su padre era para él, actualmente, una caja de sorpresas.
— Sí.
— ¿Pero dónde...?
— En el sótano. Sé guardar muy bien mis cosas.
Mike decidió ya no preguntar más o quedaría mucho mas confundido de lo que ya estaba por el "nuevo padre científico" que tenía en frente.
—Bueno creo que debo irme. Por cierto Annabelle, traje algunas ropas para ti, para que no andes con esa misma vestimenta. Las manda mi esposa. Son de una sobrina de ella. Se las dejé a mi hijo.
— Eh... Pues agradezcale a su esposa de mi parte —Annabelle se sorprendió por el gesto de amabilidad hacía ella.
— Se lo diré— dijo Shinoda y le dedico una amable sonrisa a Annabelle, pero ella notaba que era forzada—. Hasta luego.
— Te acompaño —dijo Mike saliendo tras su padre.
El anciano se detuvo en frente de la puerta y dijo:— Mike antes de irme: Vigila bien a esa niña. No dejes que se escape. Sabes que corremos todos un grave peligro mientras este aquí —advirtió—. Si se va, quién sabe que hará y como terminaremos.
— ¿Qué? No, papá. Además debo irme a trabajar.
— ¿Trabajar? No con ella aquí. Pide parte de enfermo y si no te lo dan, al menos deberías poner a algún vecino a vigilarla.
— No. Papá, esto no es una cárcel y sé que ella no se irá. Estoy seguro. Además Annabelle no es ninguna asesina o un espécimen de laboratorio con una enfermedad infecciosa para mantenerla en cautiverio ¿Que te sucede?
Mike observaba con ojos incrédulos a su padre. Ese hombre no estaba ni cerca de ser el hombre tranquilo y amable que él conocía. Tal parecía que se estaba dejando consumir por el asunto de Annabelle, penso él preocupado.
— Sí, tienes razón. Es que son preocupaciónes de un viejo. Mañana estaré por aquí, de igual manera.
Mike negó con la cabeza— Nos vemos papá.
///
La joven no podía dejar de observar el manto gris oscuro de nubes que cubría el cielo. Sí le quedaba alguna duda de lo que le había dicho Muto Shinoda, ahora se estaba yendo la última.
— Annabelle.
La voz de Mike, la sacó de sus pensamientos.
— ¿Eh? Ah... Mike —dijo ella volteando a mirarlo— ¿Tu padre ya se fue?
— Sí, hace instantes.
— Ah.
— ¿Aún sigues viendo eso?
— No puedo evitarlo. Me hace dar cuenta que debo irme lo más pronto posible.
— Pues sí, pero antes debes recuperarte. Y para eso debes guardar reposo.
— Pero... —ella protestó.
— Pero nada. Así que tú te quedaras descansando. Y nada de usar la computadora hoy.
Annabelle fruncio el ceño y se cruzó de brazos, Mike se estaba volviendo como una especie de "mamá regañona" con ella— Hummm.. Esta bien —aceptó ella.
— Bien, empieza ahora señorita a la cama —ordeno Mike con su tonito paternal. Annabelle abrió la boca para protestar pero fue interrumpida por Mike que agregó:— Y sin peros.
— Esta bien. —dijo ella y caminó de regreso la habitación arrastrando los pies. En realidad ella no se sentía del todo bien, pero tampoco podía pensar en la posibilidad de estar todo el día sin hacer nada.
///
Mike terminó de lavar las tazas y de limpiar la mesa. Luego él observó la hora en su reloj: doce treinta, indicaba la pantalla. El apresuró todo y guardó las ultima tazas que faltaban o llegaría tarde a su trabajo, él agradeció el haberse arreglado en la mañana o hubiera tardado más. Su trabajo no era nada del otro mundo, estaba en una pequeña compañia publicitaria de California, donde se dedicaba a crear carteles, logotipos, entre otras cosas.
Mike dudó, por unos momentos, si ir o no, pero no le quedaba otra que ir. Aunque él se mostró tranquilo ante su padre, Muto si había logrado preocupado. Su advertencia no era del todo ilusa. No, él no creía que Annabelle pudiera hacer daño alguno a alguien, pero sabía que ella sí podía intentar escapar, ya lo había intentado antes. Annabelle, desde que había llegado, se comportaba como un animalito salvaje herido y asustado se comportaría en un mundo hostil y desconocido. En ese estado podría huir y hacerse daño, reflexionó él.
Tal vez si pondría a un vecino a vigilar como recomendó su padre, consideró él.
Él se encaminó a su habitación a buscar unos bosquejos que debía presentar; Annabelle dormía plácidamente en su cama envuelta en las cobijas. Inevitablemente, se quedo observándola; era una escena bastante bella para él y también irreal. Ella no podría ser la vocalista, pero era extraño tener a la que, prácticamente, era su gemela dormida en su cama. Ni en sus mejores sueños lo hubiera imaginado.
No quería despertarla así que con pasos ágiles y silenciosos, él se dirigió al armario; allí tenía guardado los bocetos que necesitaba.
El intento abrir la puerta con el más sumo cuidado posible, pero esta hizo un fuerte crujido.
Al instante sintió el sonido de las cobijas.
—¿Mike? —dijo Annabelle con voz somnolienta.
Él asomó su cabeza tras de la puerta del armario; Annabelle estaba sentada en la cama observandole, tenía el cabello algo alborotado y los ojos aún entrecerrados.
—Annabelle —Mike murmuró—. Lo siento, no quise despertarte. Sólo vine a buscar algo y ya me voy..
— Ah, claro. No te preocupes. Sigue en lo que estabas —dijo ella.
Mike regresó a lo suyo y buscó sus bosquejos, para su mala suerte, habían quedado bajo todo lo de la banda "Imaginary". Luego de varios minutos de búsqueda sin resultados logró ver la punta de la carpeta que los contenía.
Él comenzó a jalarla cuidadosamente, hasta que consiguió sacarla, en ese momento un papel enrollado cayó al piso y rodó hasta donde Annabelle estaba.
Mike cerró la puerta al instante. Annabelle acababa de recoger el papel. Mike se reprendió a si mismo por haber sido tan torpe.
— ¿Qué es esto? —preguntó Annabelle, ella ya con el rollo en sus manos. Ella lo desenrrollo y lo contempló maravillada. En su interior había un dibujo, a lápiz negro, del rostro de una muchacha con largos cabellos. Annabelle notó algo conocido en las facciones de la chica.
Mike se acercó a ella y explicó:— Es sólo un dibujo. Un boceto que hice hace algunos meses.
—Pues es bastante bueno y muy bonito. Vaya, que tienes talento. Y creo que me recuerda a alg...
—Gracias —Mike agradeció sin dejarle terminar su frase, ya sospechaba que diría—. ¿Me lo puedes devolver? —él estiró el brazo y abrió su mano.
—Estee... Sí —respondió ella y colocó el dibujo en la mano de Mike.
Mike devolvió el dibujo al armario y lo cerró.
— Ya debo irme —informó él.
— Adiós —dijo ella.
— Adios —dijo él y se detuvo en la puerta y se volvió a ella—. No te olvides de tomar tus medicamentos —advirtió, con su ya conocido tono paternal.
Annabelle le dedicó una sonrisa de boca cerrada y respondió divertida:— Claro que no —ella se dejó caer sobre la cama. Mike era genial, sin embargo ella no quería acostumbrarse a aquellos cuidados ni a él. No quería ni pensar que las consecuencias que acarraria si eso pasará.
Mike ya estaba afuera de la casa. No ella no escaparía, pensó. Estaba seguro de ello, él confiaba en la muchacha.
///
Ya había pasado casi una semana y Annabelle ya se sentía del todo mejor. Los dolores en su espalda y cabeza habían aminorado bastante.
Todo había sido por los cuidados y atenciones que Mike le había dado. Se había portado mejor que un enfermero profesional; atendiendola, dándole sus medicamentos a la hora exacta y enviandola a dormir temprano.
Muto Shinoda también siguió haciendo apariciones por la casa durante esos días. Aunque, al principio, no era por su salud, el sólo quería ver que "el alíen" que su hijo Mike había adoptado no hiciera más daño del que ya causaba, eso Annabelle lo tenía claro y le irritaba, pero se mantenía en silencio y no decía nada al respecto.
Aún así, con el correr de los días, ella notó que el anciano ya no le tenía tanta desconfianza. Él había venido el día anterior y lo vió en su mirada: él ya la veía como a una humana cualquiera, que está de visita. Aunque mantenía su distancia prudencial.
Para ella, de igual manera, ya era un avance. Ese mismo día también le explicó un poco más acerca de los universos paralelos, las teorías que habían y todo lo que conocía de la investigación de Henrik. Ella, esta vez, escuchó todo atentamente y sin perder detalle alguno; fue así que descubrió que era una especie de bomba nuclear, con una fecha de explosión incierta y que lo conveniente era que estuviera el menos tiempo posible allí. Al menos eso es lo que había logrado entender. Pero para su mala suerte, Shinoda no sabía el motivo por el cual ella provocaba ese efecto en ese mundo. Fue la única duda con la cual quedo hasta este día.
Ella se había pasado meditando toda la noche acerca de esto. Y ahora, ella, había tomado una decisión. Su estadía se había prolongado demasiado y era tiempo de irse.
No podía seguir quedándose allí tan tranquila, no mientras su vida y la de ese mundo estuvieran en peligro.
Desde la ventana del cuarto, dio un vistazo hacia afuera. Allí estaba el último empujón que necesitaba.
Las nubes en el cielo estaban de un escalofriante color rojizo. Durante los días anteriores ese color se había hecho presente en ellas y se habían quedado así.
Annabelle cerró las cortinas con fuerza y tomó sus pertenencias. Estas se encontraban sobre una silla. Se trataban de un pantalón Jean azul, una remera de mangas cortas gris y la bata de laboratorio.
Ella se las puso y luego encendió la computadora. Durante el tiempo libre que había tenido, pese a las advertencias de Mike, ella habia continuado investigando y así consiguió la dirección y los posibles planos del laboratorio del científico Henrik y los descargó a la computadora.
Annabelle buscó el archivo, estaba identificado bajo el nombre de "plnH", de inmediato lo encontró y lo imprimió. El ruido que la impresora hizo, provocó que Annabelle tuviera que voltear a mirar hacia la puerta; Mike podía oirla y descubrir sus planes. Ella no pensaba irse sin decirle nada, pero no quería que se enterara así. Para su fortuna no había nadie allí. El papel se acabo de imprimir y ella quitó la hoja y doblandola la guardó en su bolsillo derecho.
Ella caminó hasta la cocina y se detuvo en la puerta. Desde allí observó a Mike, él desayunaba despreocupadamente. Debía decirle que se iba, pero no sabía como. Cada palabra que pensaba se oía mal, y la hacía ver descortés y una malagradecida. El tiempo corría, debía decirle.
La muchacha carraspeo un poco para llamar su atención.
— Annabelle, buenos días —él la miró sorprendido.
— Sí. Mike yo... Tengo que decirte algo.
—¿Qué cosa?
— Yo tome una decisión, me voy hoy mismo —soltó sin más preámbulo.
El rostro de Mike perdió toda la calma de hace instantes— ¿Estas segura? No ha pasado mucho aún. Yo creo que aun debes reposar aunque sea unos dias más.
— No puedo quedarme quieta. No sabiendo lo que puede pasar. Lo que va a pasar —dijo afligida.
— Annabelle mi padre es un poco... —él hizo una corta pausa— exagerado. Además dijo que esa "explosión" puede tardar meses o años..o..
— Días u horas o puede ser hoy mismo. No se sabe con exactitud. Además aunque se tardara siglos, yo necesito regresar a donde pertenezco extraño a mi familia a mis amigos y a mi gata y aún sigo sin saber del paradero de Isaac. No puedo quedarme. Me iré hoy. Y no hay nada que me digas que pueda detenerme —advirtió ella, bastante segura de sus palabras.
— Annabelle, okey esta bien, tienes razón, pero... tú no te irás sola. No conoces esta ciudad, este mundo... No puedo dejar que te vayas asi. Puede sucederte algo, pueden intentar dañarte o algo peor —la voz de Mike se oía muy preocupada.
— Mike debo irme, tengo que irme- Dice Annabelle haciendo énfasis en la palabra tengo.
— No intento detenerte. A lo que me refiero es que no permitiré que te vayas sola. Yo iré contigo.
—¿Qué? ¿tú? —los ojos de Annabelle se abrieron enormemente. ¿En verdad pensaba acompañarla?, se preguntó. Las palabras de Mike no parecían en broma.
—No me veas asi. Es verdad. Te acompañaré.
— ¿Pero y tu trabajo? Tú tienes otras cosas que hacer. Mira, yo ya tengo todo preparado. Sé donde está. Puedo tomar un bus o algo así y llegar allá —argumentó. La idea de ir con él sonaba tentadora, pero Annabelle no quería acompañantes. Quería hacerlo sola. Mike había sido demasiado bueno con ella y no quería seguir metiendolo en algo que no le correspondía.
— Ya me encargaré de mi trabajo, pero de ningún modo permitiré que te vayas sola. Cuando te encontré en el desmayada en el patio de mi casa te convertiste en mi responsabilidad. No dejare que vayas sola y no acepto un no como respuesta.
Annabelle tuvo que suprimir una sonrisa que prentendia escapar de sus labios por las palabras de Mike y mantener su seriedad. Definitivamente no era una broma, él lucía bastante seguro de lo que decía— Esta bien, puedes acompañarme —aceptó ella finalmente. Había cierta determinación en la mirada de Mike que le hizo entender que el joven no iba a retroceder en su palabra. Él era bastante terco.
— ¡Perfecto! —exclamó triunfal— Entonces voy a... —el toquido de la puerta interrumpió a Mike— Yo voy a abrir.
Annabelle se quedó pensativa, recordando las palabras que Mike le acababa de decir, afirmada en la mesada de la cocina, ahora tambien tendría que viajar con él «Si fuera el Mike real, el que yo conozco y en otras circunstancias...» pensó ella «sería un sueño hecho realidad »
Varios minutos después, Mike entró junto a su padre a la cocina. - Buenos dias- saluda la muchacha a Muto.
—Buenos días, Annabelle —respondió amable el anciano—. Mike me estuvo contando lo que piensas hacer.
— ¿Sí? ¿Y también le dijo lo que piensa hacer él?
— También lo mencionó, y me parece bien. Creo que mi hijo puede ser de gran ayuda para ti —el anciano se oía bastante satisfecho con la resolución de su hijo.
— Ah bueno, al parecer se pusieron de acuerdo —comentó Annabelle, mirando con ojos acusadores a Mike.
— A mi ni me veas, yo no le convencí de nada —negó él serio.
— Solo dije lo que pienso —intervino Muto—. Y realmente pienso que él que te vayas es una locura, pero me siento mas seguro de que vayas acompañada por mi hijo Mike. Se que él sabrá cuidarte.
— También es una locura el que me quede.
— Eso lo sé —afirmó el anciano.
— Bien, una pregunta: ¿Hoy solo vino a dar un sermón o mas clases de física básica? —Annabelle preguntó con tono sarcástico.
— Ni uno ni lo otro —el anciano Shinoda respondió tranquilo, pues no estaba afectado por la forma en que la joven había redactado la pregunta—. Vine a traer algo que quizás te ayude a dar con el paradero del Doctor Henrik o aunque sea con su laboratorio —él sacó del bolsillo de su chaqueta, un papel doblado; lentamente y con cuidado lo desdoblo por completo. En el había dibujado un plano—. Creo que esto podría ayudar mas que esos planos que descargaste de internet y es mucho más confiable.
— ¿C-como..? ¿Cómo consiguió eso? — Annabelle le arrebató el papel de las manos y lo observó con curiosidad. Se trataba del plano del laboratorio de Henrik, las hoja estaba amarillentas y varias partes del dibujo ya estaban borroneadas. Annabelle notó que esto se debía a la cantidad de años que debió estar guardado, quizá hasta bajo la humedad. Pese al mal estado de la hoja, el dibujo aun era legible.
— Como empleado tuvo acceso a muchas cosas y este plano era necesario para evitar perderse. Y si miras aqui — Él indicó la esquina inferior de la hoja —es la dirección exacta del lugar.
— "Phoenix, Arizona" —leyó ella en voz alta. Sus ojos brillaban de emoción mientras lo hacía. Al fin regresaría a casa.
—Henrik vivía por los alrededores el decía que no queria abandonar su "obra maestra" —continuó explicando él —. Eso es con todo lo que puedo cooperar, ahora.
— Esto es más que suficiente —Annabelle sonrio y abrazó a Muto, quien le corresponde sorprendido. Luego ella lo soltó— ¡Muchas gracias! —dijo. Annabelle no era de abrazar a la gente, de hecho era algo que no le resultaba muy agradable, pero ese momento fue un caso especial.
—De nada —dijo él— ¿A que horas saldrán?
—¡Ahora! —exclamó Annabelle. Ella no quería perder más tiempo. El reloj corría y en su contra.
—Sí, así como ella dice —dijo Mike no muy convencido.
— ¿Seguros?
—Sí, cuanto antes empecemos es mejor. Y asi estaré de vuelta en casa. ¿O no mike? —ella volteo a mirarlo.
—Este... Sí... Sí. Annabelle tiene razón. Mientras mas rápido empecemos mejor —contestó él intentando sonar lo mas seguro posible.
— Bueno pues.. Sí ya esta decido.. Pues bien, les deseo suerte. Por favor ¡cuida bien de esto! —él tomó la punta del papel que aun sostenía Annabelle.
— No se preocupe. Y de nuevo gracias.
—¿Y ya saben en que irán hasta alla? Es bastante lejos —intentó indagar el anciano.
Annabelle estaba por responder, pero Mike le interrumpio y dijo:— En mi auto.
— ¿Te parece? —Inquirió Annabelle.
— Sí, dijiste que querías ir rápido. Y me parece mejor así, facilitaría más esto.
— Si tú lo dices.. Y no te molesta..
— No, no me molesta —Él le dedicó a Annabelle una amable sonrisa.
— Bueno, entonces si es así.... voy a buscar mi celular y... nos ..vamos.
— Sí, haz eso. Yo, mientras tengo que hacer unas llamadas.
Annabelle asintio y se fue hasta la habitación. Ella tomó su celular que de la mesa de noche y lo enciende, ya que ello lo habia dejado apagado hace varios dias para ahorrar batería. Mientras guardaba sus cosas, Annabelle oyó ligeros murmullos provenientes de la cocina. De lo poco que logró entender, notó que se trataba de Mike teniendo una conversación telefónica.
Luego se dirigió nuevamente a la cocina donde encontró a Mike y su padre conversando, el primero guardaba su teléfono en el bolsillo de su camisa mientras hablaba.
Ella carrespeo y ambos cortaron su conversación y la miraron— Emm.. Ya estoy lista —avisó.
— Claro, yo también —Mike guío a Annabelle y a su padre hasta el garage en donde se encontraba su auto. Se trataba de un auto azul, un Peugeot 206. Mike, cual cabellero, le abrió la puerta del acompañante.
Annabelle se despidió del viejo con un simple "hasta luego", el hombre le respondió con las mismas palabras y ella se metió al auto.
—Bueno papá ya sabes vigila la casa por mi por favor —dijo Mike a Muto.
—No te preocupes, tu madre o yo vendremos de vez en cuando a ver como andan las cosas por aquí.
—¡Gracias! Nos vemos papá —se despidió él y luego subió al auto también
—Nos vemos. Suerte.
Mike puso en funcionamiento el motor del auto y pisó el acelerador- Bueno nos vamos a Arizona.- Le dice el a Annabelle, ella le responde sonriéndole.
A través del espejo retrovisor, ambos, aun podían notar la delgada figura de Muto Shinoda, que comenzó a desaparecer lentamente mientras se alejaban.
Los austeros edificios del vecindario también comenzaron a desaparecer mientras abandonaban la ciudad. A su alrededor ya solo había una arboleda. Luego de varias horas de viaje los árboles fueron reemplazados por gigantescos rascacielos y otros edificios. Se encontraban en Arizona.
—Ya solo faltan unos cuantos kilómetros para Phoenix —avisó Mike a Annabelle.
—¡Genial! —exclamó Annabelle, sin quitar la mirada de la ventanilla
—¿Te parece si paramos a comer? —sugirió Mike, luego de algunos minutos— Son casi las dos.
—Mmm... Sí, está bien —respondió Annabelle algo dubitativa —. Yo también tengo algo de hambre.
Mike buscó algún restaurante cercano, pero no había nada a la vista. Finalmente, halló abierto un local de Burger King, preguntó a Annabelle si quería comer allí y ella aceptó
Él, entonces, aparcó el auto en la vereda contraria al edificio.
Ambos bajaron del auto
Annabelle se detuvo y dijo—: ¡espera!
Mike se freno y volteo.
— ¿Qué sucede? — le preguntó.
—Yo soy básicamente la doble de Annabelle, de hecho soy ella en parte y ella es famosa ¿no crees que alguien lo notará?
— No mientras mantengas ese cabello recojido. Annabelle es como puedo decirlo .. Tiene un look mas extrovertido y tu...
— Dilo soy una "nerd".
— No...
— No, no me molesta. Pero no intentes suavizar una realidad. Pero por si acaso préstame tu gorro.
—¿Mi gorro? ¿Para..?
— Para ponérmelo ¿para que más? Asi no me notarán tanto.
— Okey —aceptó él y le pasa su gorro de lana a Annabelle. Ella se lo puso en al instante.
— Bueno, ya está. Entremos.
Ambos ingresaron al local intentando no ser notados. Para su fortuna no habia mucha gente en el local.
— Nos sentemos allá —indicó Annabelle una mesa desocupada, en el fondo del negocio muy apartada de los demás.
Caminaron hasta el lugar que la muchacha indicó, y tomaron asiento en sus respectivos lugares. Cada uno agarró uno de los menús que se encontraban sobre la mesa y se dedicaron a escojer lo que iban a almorzar.
Mike bajó el menú, miró a Annabelle y pregunto:— ¿Ya sabes que vas a pedir?
Annabelle bajo el suyo y respondió: No, ¿y tú?
— Tampoco.
Ambos volvieron la mirada al menú. En ese momento sientieron unos pasos acercándose y luegoo deteneindose frente a ellos.
— Buenas tardes soy su mesero ¿Ya escogieron que van a pedir? —dijo esa persona.
— Pues yo voy a pedir... —la voz de Annabelle se apagó, ella bajó el menú y ahora observaba perpleja al mesero, al cual, tenía en frente.
Ella reconocía perfectamente ese cabello rubio, ese cuerpo flacucho y los coloridos tatuajes que estaban en ambos brazos del joven.
Mike, que al notar que Annabelle no continuaba hablando, había bajado el menú y también observaba sorprendido a su mesero. Él también parecía reconocerle.
—No puede ser —murmuró Annabelle aún perpleja— ¿Chester Bennington?
El mesero ladeo la cabeza extrañado y preguntó:
—¿Cómo sabes mi nombre?
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Bien capítulo con sorpresa, nuevo personaje. ;) El querido Chester. Espero que lesagrqde como va la historia hasta ahora. ^^
Notas del capitulo de hoy.
El nokia 6061, por si no lo sabían, es un celular que salio en el año 2005, mi mama es dueña de uno, y puedo decir que es de muy buena calidad. El de mi mamá tiene masomenos 13 años y esta intacto. Tiene muy buena duración de batería asi que por eso fue el escogido.
Pd: esta nota debió ir en el capítulo anterior. -.-'
Pd 2: estoy estrenando nuevo avatar y portada de wattpad..
Annie
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