C63: La verdad.

Ocho horas antes...

—Recuerden el plan, ninguno de nosotros podemos felicitarlo—les recordó Danna—tiene que pensar que nos hemos olvidado de su cumpleaños.—agregó con media sonrisa.

—¿Eres una planeadora profesional de complots o algo así?—se burló Richard.

—Si, Yashel, y de felices cumpleaños también—respondió la chica con media sonrisa.

—¿Cómo vamos a hacer para que Erick se vaya? Ni modo que le digamos, ¿Erick te puedes ir para organizar tu fiesta de cumpleaños tranquilamente?—ironizó Christopher cruzándose de brazos. Su novia lo fulminó con la mirada y suspiró algo cansada.

—Por eso tú irás de compras con él y con su madre—decidió la muchacha—Renato está enterado y le pareció una excelente idea—agregó con media sonrisa.

—¿Por qué no puedo dejar de pensar que Renato y tú son tan parecidos?—se burló Richard nuevamente.

—Lo digo en serio, no es momento para bromas—sentenció la chica.

—Está bien, amor. Como tú digas—respondió Christopher encogiéndose de hombros.

—Chris el dominado—se burló Zabdiel.

—Cállate que tú estás igual—se defendió el ecuatoriano.

—¡Basta los dos! ¿Qué no ven que se hace tarde?—preguntó la chica con molestia.

—La enana tiene razón. Vete de una vez, Christopher—demandó Richard.

—¿Ya todos tienen los regalos de Erick?—cuestionó la muchacha de nueva cuenta.

—Si, todos—respondió Joel con media sonrisa.

—Bien, nos veremos aquí más tarde—anunció y los chicos comenzaron a salir de la habitación. Christopher la miró un breve segundo y se acercó a la castaña para besarla.

—Te amo—murmuró mirándola fijamente. Danna le sonrió un poco y volvió a besarlo.

—También te amo—contestó la chica—ahora deja de actuar como sí jamás nos fuéramos a volver a ver y ve con Erick; por favor—pidió mirándolo con media sonrisa. Él rio y la besó de nuevo.

—Nos vemos más tarde, enana.—anunció apartándose finalmente. Danna sonrió y agitó su mano a modo de despedida.

Soltó un suspiro y se dejó caer en su cama. Su teléfono comenzó a vibrar y ella por inercia lo tomó. Esperó con todas sus fuerzas que no fuera el número desconocido, en los últimos dos días Danna Silvetti desarrolló una especie de fobia al sonido de su teléfono, su corazón se aceleraba cada vez que el aparato blanco emitía cualquier tipo de sonido. Encendió la pantalla y el alma le volvió al cuerpo.

De: Cami.

¡Cometiste el peor error de tu vida al decirle a Maddie que podía ir a la fiesta sorpresa de Erick! En serio, Dan. Esa niña no ha dejado de hablar un solo segundo de la fiesta.

Danna rio totalmente divertida.

Para: Cami.

¡No seas exagerada, Camila! ¡Los ama! ¿Qué quieres que haga? Es totalmente normal, está emocionada por eso...

(...)

—¡Richard! Deja de jugar que se nos acaba el tiempo—reprochó la muchacha totalmente furiosa. El dominicano la miró un segundo, le ofreció una pequeña sonrisa de disculpa y terminó de atar el enorme cartel de "feliz cumpleaños".

—No sabía que en esta casa ya no nos podíamos reír—protestó ofendido y sin mirarla.

—Ríete todo lo que quieras después de colgar el cartel—demandó cruzándose de brazos.

—¡Dan! Zabdiel y yo hemos terminado de inflar todos los globos—anunció Joel entrando en la sala con un globo medio inflado en la mano.

—¡Muchas gracias, Joey!—respondió con una increíble sonrisa.

—¡Aquí están todas estas cosas que dijiste que eran necesarias, Danna!—comentó Renato haciendo acto de presencia. Danna lo observó sostener muchos globos de helio de diferentes formas y colores. Y el enorme diecisiete dorado.

—¡Muchas gracias, Renato!—repitió ella con media sonrisa.

—¡Aquí están las botanas!—anunció Camila entrando con dos enormes platos de frituras. Madison caminó detrás de ella sosteniendo una pequeña caja de regalo roja para el cumpleañero.

—¡Qué gran equipo somos!—comentó Danna con media sonrisa. Supervisó que cada cosa estuviera en su lugar y luego sonrió complacida.

—¿Equipo?—se burló Richard.—Te la pasaste dándonos ordenes—se quejó cruzándose de brazos.

—¡Eres una nena! Ahora baja de ahí y ven a ayudarnos con el resto de las cosas—exigió con diversión.

—¡Eres igual que Renato! Nos explotas—lloriqueó el mexicano.

La siguiente media hora la pasaron reorganizando la comida, los globos y cerciorándose que todo estuviese en orden. Danna esbozó una pequeña sonrisa y miró a sus amigos tirarse en los sillones totalmente agotados. Luego subieron a sus respectivas habitaciones para prepararse, se sentó frente a su peinador y cuándo sus ojos se posaron en el pequeño cuadrado negro –el gafete de la pista- sonrió de nuevo.

La noche anterior les había entregado a sus amigos y su padre los pases para la presentación, todos prometieron ir y ella fue completamente feliz. Jamás había tenido a nadie que se preocupara tanto por ella y ahora lo hacía. Esos seis hombres eran lo más importante que tenía, eran su familia. Se miró en el espejo y comenzó a maquillarse lentamente, no era tan buena haciéndolo como lo era Camila, ni hablar de cómo lo hacía Azul, pero sabía hacer las cosas básicas.

Se aplicó un poco de rímel, rubor y labial rosado. Tomó una percha con ropa y la extendió sobre la cama. ¿Qué tanta diferencia había entre la Danna de antes y la Danna de ahora? Pensó graciosamente observando la ropa extendida sobre la cama. ¡Mucha! Le respondió la vocecita inexistente dentro de su cabeza.

Media hora después estaban todos reunidos en la sala a oscuras, la madre de Erick le había enviado un mensaje a Renato avisándoles que era totalmente imposible seguir distrayendo a Erick, el pobre cubano pensaba que sus amigos –excepto Christopher- habían olvidado su cumpleaños.

Christopher pasó el día entero parloteando con Erick acerca de lo increíble que era el lugar donde comieron al medio día, luego fueron al cine por insistencia del ecuatoriano, hicieron algunas compras con la madre de Erick y se tomaron algunas fotografías con algunas chicas que los reconocieron en el centro comercial. Pero era imposible seguir distrayéndolo, sobretodo porque Erick estaba comenzando a decir que quería volver a casa y dormir. Estaba totalmente resignado a que –los malos amigos- sus amigos no iban a recordarlo.

—¡Te di una gran paliza en el videojuego!—se burló el cubano entrando en la casa a oscuras.

—Eso fue solamente porque yo te deje ganar—se rio el ecuatoriano.

—Sí, claro. Eso es lo que la gente suele decir para cubrir el hecho de que son pésimos jugadores—se burló de nuevo el muchacho.

Caminaron los tres hasta la sala y cuándo Christopher subió el interruptor el corazón del cubano se aceleró.

—¡Sorpresa!—gritaron sus amigos al unísono.

—¿Qué? Espera, ¿de eso se trataba todo, no?—preguntó mirando a Christopher—¡Estabas distrayéndome!—se quejó ofendido.

—Fue idea de Danna, culpala a ella—se defendió el castaño de inmediato.

—¡Muchas gracias, chicos!—les ofreció una amplia sonrisa que ellos correspondieron.

Luego uno a uno se fueron acercando a él para poder felicitarlo. Danna le ofreció una enorme sonrisa que Erick correspondió de inmediato y lo abrazó con fuerza—¡Feliz cumpleaños, bebé! Eres bebé—suspiró—en fin, espero que te guste la fiesta sorpresa que te organizamos todos. Quiero que cumplas muchísimos años más para que sigas creciendo personal como profesionalmente. Te quiero muchísimo, Erick. Eres como mi hermano.—el chico enterró su nariz entre el cabello de Danna y ella sonrió.

—Gracias, Danna. Yo te quiero muchísimo más, eres la mejor.—respondió él.

—¿Ya puedo abrazarlo, Camila?—Danna rio al escuchar la pregunta de Maddie, se hizo a un lado y luego le indicó que se acercara.

—Ven aquí, Maddie—la llamó Danna. La niña caminó con paso saltarín hasta llegar a ellos, Erick le sonrió y sus mejillas se sonrojaron de inmediato.—Todo tuyo—anunció y se apartó.

—¡Feliz cumpleaños, E...Erick!—murmuró la pequeña nerviosamente.—Te-te traje un regalo—anunció mirándolo.

El chico se puso de rodillas para estar a su altura y la abrazó cariñosamente. Sintió el cuerpo de la chica temblar y rio.

—Muchas gracias, mi amor—respondió él y Madison soltó un chillido de emoción.

Christopher pasó sus brazos por la cintura de Danna y rio al escuchar a la niña. El teléfono de la chica comenzó a vibrar en el bolsillo de sus jeans, se apartó un poco de su novio y lo tomó con cuidado.

Un nuevo mensaje de voz de número desconocido.

Volvió a guardarlo cuidadosamente y sonrió observando a Erick. Se sentaron en la sala mientras los chicos contaban sus malos chistes, comieron pastel y jugaron juegos de mesa. Renato les había prohibido estrictamente ingerir cualquier bebida que llevara una sola gota de alcohol así que estaban divirtiéndose sanamente.

Luego todos fueron pasándole sus regalos a Erick, quién los recibía totalmente feliz, primero fue el turno de Maddie, le entregó la caja roja que no soltó en toda la tarde y él la abrió encontrándose con un montón de cartas y dibujos. Erick la abrazó brevemente, la niña se sonrojó hasta las orejas y siguió abriendo los regalos.

Luego vino el turno del regalo de Christopher y Danna, una enorme caja mal envuelta –a cargo del ecuatoriano- él rasgo el papel y les ofreció una sonrisa a sus amigos que permanecían sentados juntos con las manos unidas.

—No tenían que molestarse en traerme algo así—comentó con las mejillas sonrojadas cuándo encontró una nueva guitarra dentro de la caja.

—Nosotros queríamos hacerlo, Erick—respondió Danna.

La chica apoyó su cabeza en el hombro del ecuatoriano y soltó un suspiro. Christopher besó su coronilla y luego llevó sus dedos entrelazados hasta sus labios mientras el resto de sus amigos continuaban apreciando los regalos del cubano.

Recordó el nuevo mensaje de voz que había recibido y se le ocurrió una increíble idea. Ellos no podían saber del número desconocido, y ella no iba a decírselos. Conociéndolos, mañana a primera hora del día ya tendría nuevo cuidador y eso era lo último que ella necesita ahora.

—Tengo que ir al baño—murmuró a su novio. Él asintió y liberó su mano, se puso de pie y salió de la sala bajo la atenta mirada de los chicos, cuándo estuvo completamente segura que ellos ya no estaban observándola se desvió.

Se quedó quieta en el enorme ventanal abierto y sacó su teléfono con cuidado. Suspiró y lo hizo.

Primero escuchó mucha estática y luego el alma se le cayó a los pies—Danna, ¿sabes porque Renato te adoptó? Porque quería darnos una lección, porque fuimos cinco idiotas que organizamos una estúpida fiesta denominada la fiesta del año. Te adoptó porque su lección era aprender a ser responsables, estuvimos experimentando nuestras responsabilidad contigo.—su corazón latió muy de prisa y sintió algo oprimir su pecho. ¡Esa era la voz de Renato!—Nuestra relación se construyó a base de una mentira, jamás debí haberle pedido que fuera mi novia.—¡Y esa era la voz de Christopher!—¿Estás arrepintiéndote de haberla hecho tu novia?—su corazón se estrujó apenas escuchó la voz de Erick.—Si.—¡Y de nuevo la voz de Christopher!

La grabación llegó a su fin y con él, las lágrimas de la muchacha. Dejó el teléfono de lado y se sentó en el suelo apoyando su espalda en la fría pared.

Quién quiera que fuese la persona que le había enviado esa grabación, era más que claro que los conocía a ellos. Conocía a los chicos y la conocía a ella. ¿Quién sabía que ella era adoptada? ¡Nadie! Solamente Camila, pero ella era su mejor amiga y estaba totalmente descartada. La conocía lo suficiente como para saber que esa chica sería totalmente incapaz de hacerle eso.

Adoptada para darles una lección a cinco idiotas que habían organizado una fiesta. La fiesta del año. ¡Y todo tenía sentido ahora! Donde organizas la fiesta del año o donde terminas con un integrante más en la familia.

¡Ella era la nueva integrante de esa familia! ¡Para darles una lección!

Soltó un lastimoso jadeo y abrazó sus piernas escondiendo su rostro en ellas, las lágrimas bajaban por sus mejillas sin permiso alguno y su corazón –literalmente- dolía.

¡Una mentira! ¡Todo había sido una mentira! ¡El cariño que esos chicos le decían tener! ¡El amor que Christopher le proclamaba! ¡Su vida era una mentira!

Lloró descontroladamente y su cuerpo entero comenzó a temblar.

—Danna...—la voz de Christopher atravesó sus oídos.

El ecuatoriano la miró por lacónicos segundos hasta que ella levantó la mirada. Los ojos castaños que él tanto amaba estaban rojos y comenzaban a hincharse, sus labios ligeramente abiertos temblaban y el sonido del llanto desgarrador brotaba de sus labios.

—¿Qué pasa?—preguntó preocupado. Se acercó hasta ella, colocó su mano en la rodilla de su novia y ella se apartó de golpe.

—¡No me toques!—estalló totalmente furiosa—¡Nunca más en tu vida vuelvas a ponerme una mano encima!

_ _ _ _

¡BOOM! ¿Y bien...? ¿Qué les pareció?

Espero que les guste mucho, mucho. Les envío muchos besos y abrazos infinitos.

All the love, G xx.

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