C58: La primera vez.
PRIMERO QUE NADA, QUIERO DECIR QUE NO ME HAGO RESPONSABLE SI TERMINA EN COMA DIABETICO POR TANTA DULZURA, O SI TERMINAN CON LAS INFANCIAS ARRUINADAS... ahora, sí. Lean y disfruten mucho...
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Ella en realidad se sentía totalmente nerviosa. Se miró en el espejo y soltó un suspiro de pura frustración. Era cierto que no era tan buena en el maquillaje pero le gustaba el resultado que había obtenido para esa noche. Parpadeó un par de veces y luego se arrepintió.
Sí Camila hubiese estado ahí, en ese momento ella sería chica muerta. "No cierres los ojos cuándo acabes de ponerte el rímel, Danna. Vas a arruinar mi maquillaje" Eso hubiese sido exactamente lo que Camila Horvat le hubiese dicho.
Volvió su mirada en el espejo y se sonrió a sí misma tratando de reunir todo el valor necesario. Christopher estaba esperándola abajo para tener una velada romántica, sabía de antemano que tenía que agradecerle a los chicos por ayudarlos a conseguir el permiso con su padre, se juró a siímisma darles las gracias personalmente tan pronto como volviera.
Se sobresaltó un poco cuándo un par de golpes la hicieron reaccionar, apartó la mirada del espejo y e hizo su camino lentamente hasta la puerta para encontrarse con Richard del otro lado.
—Demonios...estás realmente bella—la halagó el muchacho. Danna le ofreció una tímida sonrisa y se alisó una arruga inexistente de su falda.
—Muchas gracias—respondió en voz neutra y demasiado baja.
—Christopher está esperándote en la sala—anunció el muchacho con media sonrisa.
Danna parpadeó varias veces y tuvo un impulso por comprobar su aspecto una vez más en el espejo. No quería parecer la hermana mayor de un mapache con un ojo manchado de negro. No esa noche. Richard le ofreció su mano para conducirla a donde el chico la esperaba. La tomó ofreciéndole otra sonrisa y luego ambos caminaron por el pasillo, bajaron las escaleras y luego él la soltó tan pronto como el ecuatoriano quedó a su vista.
Las piernas de Danna temblaron con anticipación apenas lo vio. Llevaba unos jeans algo ajustados dejándola apreciar sus fuertes piernas, una camiseta blanca y encima una campera de cuero negra. Tenía el aspecto de un chico malo de esos que Danna solía ver en las películas las tardes que pasaba con Camila tiradas en el sofá de la casa de la pelinegra, esos que les robaban suspiros.
Christopher le ofreció una enorme sonrisa que Danna pensó que ese simple gesto podría ser capaz de derretir todos los benditos icebergs de toda Alaska. Su corazón se aceleró y ofreciéndole una fugaz sonrisa al dominicano se encaminó hasta llegar a su novio.
Se sentía como la típica chica en el baile de promoción, con el corazón latiéndole a mil por hora y los nervios consumiendo hasta la última fibra de su ser. Solamente faltaba que su padre quisiera hacerles una fotografía para inmortalizar el momento. Realmente esperaba que Renato no quisiera hacerlo, eso solamente haría que se pusiera más nerviosa aún.
—¿Alguna vez te dije que eres la chica más hermosa sobre la tierra?—preguntó Christopher acercándose a ella. Danna lo miró con el corazón desbocado y negó de inmediato.
Él rio brevemente y acunó el rostro de la chica entre sus manos. Apoyó su frente en la de Danna y la miró a los ojos fijamente haciendo que las manos de la chica comenzaran a hormiguear, que aquella corriente eléctrica atravesara toda su espina dorsal y terminara por hacer explotar su corazón. —Te amo—murmuró Danna con media sonrisa.
—Te amo mucho más—respondió él un segundo antes de besarla castamente. Danna envolvió sus temblorosas manos en las muñecas del muchacho y cerró sus ojos disfrutando de la sensación que le provocaban los labios de su novio.
Apenas se separaron las mejillas de Danna adquirieron el color de un tomate, observó los ojos verdes y juguetones de Erick y se sintió morir. Erick soltó una risita nerviosa.—Lamento interrumpir pero es mejor que se vayan de una vez por todas—anunció acercándose a ellos—Es mejor que se marchen antes que Renato decida cambiar de opinión—Christopher rio.
—Muchas gracias, Erick—respondió el chico haciendo un extraño saludo que se habían inventado el día anterior. Danna le ofreció una sonrisa a Erick y luego lo abrazó brevemente.
—Sólo recuerden que su toque de queda es a la una—agregó con media sonrisa.
Ellos no respondieron, simplemente se dedicaron a caminar para poder marcharse. Erick tenía razón, sí de verdad querían tener esa cita, tenían que irse antes de que el lado sobreprotector de Renato despertara y les impidiera el paso.
Danna no podía comprender como es que había pasado, pero Christopher había conseguido un automóvil. Como todo un caballero le abrió la puerta del auto y la ayudó a entrar, se inclinó sobre ella para volver a besarla brevemente y luego él subió. Danna se abrochó el cinturón de seguridad y luego jugueteó con la banda negra que atravesaba su pecho.
—¿A dónde vamos?—cuestionó la muchacha esperando que él no notara que realmente estaba totalmente nerviosa.
—Primeramente a cenar—respondió el muchacho con media sonrisa. Entrelazó su mano con la de su chica y le ofreció una amplia sonrisa mientras comenzaban a charlar para poder terminar de una vez con todas con los nervios que él sabía la estaban consumiendo.
Si, Danna Francis no era lo suficientemente buena mintiendo, y él sabía que en ese preciso momento, ella era la chica más nerviosa de todo Miami. Danna se relajó un poco mientras Christopher le contaba acerca de los ensayos que estaban teniendo, y de las grabaciones de la nueva música. Ella no sabía mucho acerca de música pero se limitaba a hacer comentarios en lo que sabía era campo seguro. Ella le contaba sobre los entrenamiento del patinaje y se emocionaba tanto con el hecho de saber que en dos semanas iba a tener su primera presentación con su equipo.
Christopher se dedicaba a sonreír porque en realidad no sabía nada acerca de patinaje, más allá que no fuera hacer skate con la patineta, pero estaba seguro que no era lo mismo.
Cuándo finalmente llegó al lugar, él volvió a ayudarla a bajar del auto, le ofreció su mano y luego con las manos unidas caminaron a paso lento hacia el hostes que les sonreía ampliamente. No era una cena tan espectacular como la que habían tenido en Londres con vista al London Eye y el Big Ben dentro de un cubo de cristal, pero esa era especial. La habían planeado fantaseosamente por semanas enteras -incluso antes de sí quiera saber sí algún día tendría lugar- que Christopher estaba seguro que nada podía salir mal esa noche.
Todo tenía que salir a la perfección.
El lugar era pequeño, cálido y acogedor. Estaba cerrado al público, así que sin miradas curiosas se dedicaron a charlar amenamente mientras un mesero de aspecto cansado los atendía. Christopher le recitaba algunos de los mejores chistes de Erick pero Danna sabía que eran tan malos que le causaba más gracia la risa de su novio que el chiste.
Lo miró a los ojos y volvió a sentir que iba a desmayarse, sus manos temblaron y él le sonrió tan hermosamente que hizo que su corazón saltara de felicidad.
—¿Está gustándote nuestra cita?—preguntó el muchacho sin apartar sus ojos castaños de la chica.
Ella soltó un suspiro de satisfacción y le sonrió también—Creo que la real academia de la lengua aún no encuentra una palaba adecuada que describa todo lo que siento en este momento—respondió la chica en voz baja.
—Me alegra que esté gustándote, Dan—Ella lo notó. Él también estaba algo nervioso.
—¿Te pasa algo?—cuestionó la muchacha dándole un pequeño sorbo a la copa de cristal que contenía agua.
—No—contestó él con media sonrisa.—Dan... tú...
—Ya sé lo que vas a preguntar y ya te dije que si—lo interrumpió ella. Los ojos de Christopher brillaron con excitación y tomó su mano por encima de la mesa, acarició el dorso de la mano de la muchacha haciendo que su piel se estremeciera en el acto.
No pasó mucho tiempo antes de que ambos estuviesen algo cansados de todo lo demás, querían ser únicamente ellos dos y eran lo suficientemente egoístas como para no querer compartir su momento con nadie más.
Danna se maravilló con lo que su novio había preparado. La habitación estaba casi en penumbra y solamente era iluminada por la luz de la velas, ella lo miró un segundo y cuándo su cerebro terminó de comprender que esa escena era bastante familiar se estremeció de inmediato. Christopher lo notó así que únicamente se limitó a abrazarla fuertemente.
—Te amo, Dan. Y solamente estamos aquí tú y yo, nadie más—murmuró sobre el oído de la chica. Ella cerró sus ojos y se giró sin zafarse de su agarre, lo miró fijamente y rodeó con sus brazos el cuello del muchacho.
—Ya lo sé—susurró mirándole con una pequeña sonrisa tirando de sus labios.
Christopher acabó con la distancia que los separaba y besó dulcemente los labios de la muchacha que tenía entre sus brazos, saboreó lentamente los labios de la chica y sonrió. Danna cerró sus ojos disfrutando de la sensación abrumadora que estaba invadiendo su cuerpo.
Los labios del chico abandonaron los suyos y besó el cuello de Danna haciendo que sus piernas temblaran. Un apenas audible gemido brotó de sus labios y Christopher sonrió complacido. Se apartó de ella y la miró un breve segundo haciendo que ella también lo mirara.
Parecía realmente abrumada, desorientada y con las mejillas en llamas. Christopher rio y ella lo fulminó con la mirada antes de volver a besarlo. Ninguno de los dos sabían cuánto tiempo llevaba besándose, lo cierto es que no iban a dejar que el aire fuera el factor determinante que hiciera que su momento mágico acabara.
Él la abrazó por la cintura y comenzó a avanzar sigilosamente hasta que las piernas de Danna chocaron con el suave colchón. El corazón de la chica latió con demasiada prisa y para martirio de ella, Christopher se apartó de golpe.
—Sí tú no quieres...—ella rio.
—¿Has estado alguna vez con alguna chica?—cuestionó la muchacha mirándolo fijamente. Las mejillas de Christopher enrojecieron, pero asintió finalmente—¿entonces, mi amor? Estás más nervioso tú que yo—se burló.
Él la miró un breve segundo y luego volvió a atacar sus labios. Danna rio y lo abrazó con fuerza mientras él la besaba con desesperación. Era cierto que le daban demasiados nervios pero en ese momento de los dos, él era el más notablemente nervioso. Con manos temblorosas jugueteó con la orilla de la blusa de la chica, Danna se estremeció un segundo pero era tanto el revoltijo de sentimientos que sentía en ese momento que ni siquiera podía pensar con claridad y dejó que él la sacara de su camino.
Christopher le sonrió nerviosamente y fue entonces cuándo ella recordó que en el estómago tenía una cicatriz y sintió vergüenza. Sus ojos se desenfocaron del rostro de su novio y apartó la mirada de golpe. Christopher la miró hasta que comprendió lo que pasaba, apartó sus manos de la cintura de la chica y la obligó a mirarlo a los ojos.
—No tienes por qué sentir vergüenza, Dan.—murmuró con voz ronca e hizo que la temperatura del cuerpo de la chica aumentara gradualmente.—Te lo dije antes y te lo repito de nuevo, mi amor...te amo con o sin marcas.—y eso fue suficiente para que los ojos de la muchacha se bañaran en lágrimas.
Christopher las retiró delicadamente antes de volver a unir sus labios con los de la chica. Colocó sus manos en su cintura y sonrió cuándo sintió la orilla de la su falda. Danna lo miró fijamente y él rio.
—Esto es muy injusto—decidió la muchacha apartando las manos del chico.
—¿Por qué?
—Porque yo estoy medio vestida y tú tienes la ropa intacta—se quejó mirándolo con el ceño fruncido. Danna le sonrió y comenzó por deshacerse de la campera, luego casi le arrancó la camiseta y él soltó una carcajada.
—¡Eres una pervertida!—se burló—pero ahora estamos en igualdad de condiciones, mi amor—susurró volviendo a besarla.
Danna no podía respirar correctamente, sentía que toda la emoción que sentía en ese momento estaba oprimiéndole los pulmones y esa era la razón por la cuál respirar era una tarea realmente difícil en ese momento. Soltó otro leve gemido cuándo los labios de su novio volvieron a posarse en su cuello, se aferró al dorso del muchacho y echó la cabeza hacia atrás para que Christopher tuviese más acceso a él.
Él la empujó suavemente sobre la cama y se posó encima de ella con cuidado de no aplastarla, Danna rio levemente y luego lo besó de nuevo. Sí tenía una gran adicción, eran sus labios.
Una nueva oleada de intensidad la envolvió y lo abrazó con más fuerza, se estremeció cuándo sintió la fría hebilla del cinturón de su novio en el estómago, su piel se erizó en cuestión de un segundo y por pura inercia llevó sus manos hasta la orilla de los jeans del chico.
—¿Te estorban mis pantalones?—cuestionó divertido el muchacho y se incorporó de golpe sentándose a horcajadas sobre Danna. Las mejillas de la chica se sonrojaron y le ofreció una amplia sonrisa.—Pero primero...vamos a deshacernos de esta molesta prenda—señaló la falda de la chica y antes de que ella reaccionara, ya estaba solamente en ropa interior.
Danna se rio y desabrochó los pantalones del chico, Christopher la miró forcejear con la prenda y apiadándose de ella, la ayudó.
No podía terminar de comprender en que momento había pasado todo, lo único que sabía es que estar con ese chico era la cosa más increíble que le había pasado alguna vez en su vida.
—¿Estás completamente segura que quieres hacerlo, Dan?—preguntó Christopher mirándola fijamente cuándo estuvo completamente seguro que estaban seguros. Ella suspiró y una nueva oleada de calor embargó su cuerpo.
—Si—susurró rozando sus labios con los del chico.
—¿Completamente segura?—cuestionó de nuevo.
—¡Hazlo de una bendita vez, Christopher Vélez!—gritó la chica presa de un nuevo sentimiento que no era capaz de comprender del todo.
Christopher sonrió, besó sus labios y lo hizo. Danna soltó un grito ahogado y él la besó de nueva cuenta. La chica trató de recuperar el aliento mientras lo miraba fijamente.
—¿Te lastimé?—preguntó con preocupación totalmente quieto.
—No—murmuró ella con voz entrecortada—continúa por favor—pidió en medio de un jadeo.
El chico sonrió ampliamente y continuó con su labor de amarla. Quería que ella supiera que la amaba, que la cuidaría siempre, que iba a estar siempre con ella, que quería que fuera la única chica con la que compartiría su vida.
Él la amaba, en cuerpo y alma. La amaba con locura.
—Te amo—murmuró besándola tiernamente.
—Te amo mucho más, Christopher...
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*Sale corriendo*
JAJAJA no inventen, tengo que confesar que jamás en la vida había escrito algo así, me gustó como quedó, tengo que admitirlo.
En fin, espero que les guste muchísimo chicas. LES ENVÍO UN BESO Y LEO SUS COMENTARIOS *se sonroja*
ALL THE LOVE, G xx.
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