C48: Mr. Ego.
—¡Buenos días!—saludó la chica terminando de bajar los escalones. Renato apartó la mirada del periódico que estaba leyendo y le ofreció una pequeña sonrisa.
—¡Qué bueno que bajas! Estaba esperándote para desayunar—anunció volviendo su atención al papel entre sus manos.
Danna miró la lujosa casa en la que se encontraba, todavía le parecía raro estar dentro de una casa, considerando que los últimos casi tres meses había ido de hotel en hotel, era sumamente raro ver una sala completa donde no hubiese ruido total, o una chimenea como la que había en ese lugar repleta de fotografías inmortalizando momentos importantes. Se sorprendió cuándo encima de la chimenea encontró una fotografía de ella con los muchachos, se acercó y la contempló fijamente, era la misma fotografía que se habían hecho el día de su cumpleaños.
—No sabía que había una foto mía por aquí—comentó casualmente y Renato rio.
—Te sorprendería ver la cantidad de fotografías que los chicos me enviaron para hacerlas imprimir y que descansaran en la chimenea y las paredes de la sala—apartó sus ojos de la fotografía y contempló las paredes con renovado interés. Y efectivamente, había fotografías de ella junto a las de los chicos donde en la mayoría siempre estaban vestidos a juego. Ella había estado tan abrumada cuándo llegó que ni siquiera las notó.
—¡Me siento acosada!—dramatizó y su padre soltó una pequeña carcajada.
—¿Planes para hoy?—cuestionó mirándola.
—Además de salir a patinar en el fraccionamiento, no tengo ningún otro plan—respondió sintiendo una leve vibración en el bolsillo trasero de su pantalón.
Tomó el teléfono con cuidado y rio tan pronto encontró el nombre de su novio en la pantalla.
De: Chris.
¡¡TE ECHO DE MENOS!! ME SIENTO MUY TENTADO EN TOMAR UN VUELO DE REGRESO A MIAMI PARA ESTAR CONTIGO, NO PUEDO AGUANTARLO MÁS. TE AMO, NOVIA. TE MANDO MILLONES DE BESOS, CHRIS.
—¿Pasa algo?—preguntó el hombre.
—Christopher y un poco de su drama, nada nuevo—respondió encogiéndose de hombros.
Para: Chris.
¡Tú tomas un vuelo de regreso a Miami y yo te prometo que terminamos! Mi amor, no inventes. Apenas te fuiste ayer, yo también te echo de menos, novio. Te amo mucho más y te envío un millón de besos más que tú.
(...)
—¡¿DANNA?!—levantó la mirada y se encontró con los amables ojos del chico. El vecino.
Danna lo miró un segundo y luego abrió sus ojos con sorpresa total cuándo lo encontró encima de unos patines. Ella terminó de atarse los cordones de los suyos y luego se puso de pie. Volvió a contemplarlo tratando de recordar su nombre, pero por más que lo intentaba no podía.
—Hola, extraño—saludó ofreciéndole una pequeña sonrisa.
—Axel—corrigió él.
—Cierto, lo lamento. Me olvidé de tu nombre—se encogió de hombros ofreciéndole otra sonrisa a modo de disculpa.
Él también le sonrió mostrándole ese par de lindos hoyuelos y luego suspiró—No sabía que habías vuelto—murmuró mirando la casa en la distancia—¿Cuándo lo hiciste?
—Ayer al medio día—respondió ella.—Yo no sabía que tú patinabas—agregó mirándola con una ceja enarcada.
Él rio.—En realidad no lo hacía, pero tuve tres meses para aprender a hacerlo—ella lo miró sorprendida y luego negó—de verdad, no tenía ni la menor idea que las personas podían bailar encima de patines, es totalmente alucinante—se rio de nuevo—de hecho, hasta me apunté en una pista de patinaje para poder aprender...
—¿Qué?
—En realidad...quería tener algo en común contigo, y no es por presumir pero mi entrenadora dice que soy uno de los mejores, aprendí rápido supongo—Ella rio.
—¡No te lo puedo creer!
—Es en serio—suspiró—escucha, sobre lo que pasó el otro día...no sabía que eran tus amigos, mucho menos que vivías con ellos—Danna negó un poco.
—Ya no tiene importancia—se encogió de hombros nuevamente antes de comenzar a –literalmente- rodar.
—No, si tiene importancia—comentó él andando a su lado—Para mí tiene mucha importancia porque no quiero que tengas un mal concepto de mi—ella miró con curiosidad y luego volvió su vista al pavimento.—apenas vi que estabas aquí, vine.
—¿Qué? ¿Estabas acosándome?—él rio.
—Bueno, sí lo dices así, suena como que soy un psicópata al que le gusta espiar a las vecinas—comentó graciosamente y Danna rio un poco.—Pero no, no estaba acosándote. Me asomé por mi balcón y casualmente te vi.—hizo una pausa—espera, ¿no están tus amigos en casa? Pasa que no quiero que vean que estoy contigo, capaz que son algo celosos.
—¿Por qué tendrían que ser celosos?—cuestionó ella.
—Bueno, sí yo viviera con una chica igual de hermosa que tú, estaría celoso de cualquier chico que se acerque a ella a menos de dos metros de distancia—explicó el muchacho con media sonrisa.
—¿Siempre eres así?—preguntó mirándolo.
—¿Así como?—respondió él.
—Así de adulador.
—¿Debería sentirme ofendido?—ella negó divertida.
—Y dramático.
—Yo no tengo la culpa de que las chicas no se resistan a mí y caigan rendidas ante mi cuándo les hablo, ¿Sabías que un chico que patina se mira realmente sexy? Lo comprobé en la pista—Dan soltó una carcajada.
—Y egocéntrico además—hizo una pausa—¡Mr. Ego!—decidió con diversión.
—¡Te hice reír!—comentó él en medio de una risita.—Ahora que compartimos el gusto por el patinaje y te hice reír, ¿amigos?—preguntó estirando su mano para ofrecérsela a la muchacha que lo contemplaba con diversión.
—¡Amigos!—anunció estrechando la mano del muchacho de exóticos ojos grises.
—¿Patinamos juntos un rato?—ofreció Axel.
Danna apartó su mano de la del chico.—Va, pero a la primera vez que intentes coquetear conmigo, te parto la cara—advirtió la chica.
Axel Evenson soltó una carcajada y luego asintió—Por cierto, el otro día te vi—ella lo miró con el ceño fruncido—En televisión, cadena nacional, en la trasmisión de unos premios—suspiró—estabas con ellos...
—Ah, sí. Un evento importante—se encogió de hombros.
—Te mirabas reamente preciosa—la halagó ofreciéndole una coqueta sonrisa.
—Creí haberte dicho que sí intentabas coquetear conmigo, entonces te partiría la cara—recordó de la castaña.
—Cierto, lo olvidé. ¡Una disculpa, Danna!—rio—¿Sabes? Eres justamente la amiga que estoy buscando—exclamó con diversión. Danna negó con su cabeza y apresuró su andar, Axel sonrió y luego la siguió.
(...)
—¡Christopher!—el ecuatoriano apartó la mirada de su celular y contempló a su madre en el umbral de la puerta de su habitación.
—¿Qué pasa?—preguntó con un deje de confusión.
—Es exactamente lo que quiero saber—murmuró ella mirándolo como los ojos entrecerrados—¿Qué pasa?
—Es que...eh estado llamando a Danna desde hace un par de horas pero no me responde, le envié ya alrededor de cinco o seis mensajes y tampoco los mira...¿y sí le pasó algo?—cuestionó poniéndose de pie en un salto.
Su madre se cruzó de brazos y lo miró fijamente—Sí le hubiese pasado algo, Renato ya te habría avisado, ¿no crees?—él volvió a mirarla, soltó un suspiro y dejó caer en su cama nuevamente.—Creo que estás un poco paranoico...
—Mamá...no sé que me pasa...—confesó dejando el teléfono de lado y llevando sus manos a su rostro en un acto de desesperación.
La mujer lo miró tiernamente, se dirigió a él y se sentó a su lado con una pequeña sonrisa tirando de sus labios. Ella lo conocía como la palma de su mano, cierto que desde que su carrera como cantante había dado inicio muy pocas veces lo veía, pero ese chico que tenía frente a ella seguía siendo el mismo Christopher de siempre, el chico que acudía a ella por consejos, el que le contaba sus cosas, el que se desahogaba con ella. Era su hijo y lo conocía perfectamente bien, y pudiera ser que él no comprendiera exactamente que era lo que le pasaba, pero ella si lo hacía.
Una sola palabra, una enorme palabra que abarcaba un sinfín de sentimientos. Enamorado.
¡Su hijo estaba enamorado!
Y ella lo supo desde que estuvieron en Las Vegas. La mirada de Christopher no se podía despegar de la figura de Danna, la contemplaba tan fijamente y sus ojos se iluminaban cuándo esa chica estaba dentro de su visión periférica, la enorme sonrisa que él parecía tener instalada en los labios permanentemente y esos cuidados excesivos que solían tener para con ella, lo delataba.
—¿Quieres contarme?—cuestionó acariciando la espalda del muchacho.
—Yo...creo que si estoy siendo demasiado paranoico, Danna debe estar ocupada por eso no me atiende las llamadas ni me responde los mensajes—se descubrió la cara y se encogió de hombros.
—Eso que sientes por ella se llama; amor—anunció su madre y él la miró casi con la boca abierta—No puedes negármelo, Christopher. Eres mi hijo y yo sé de estas cosas—le ofreció una pequeña sonrisa—¿Te asusta sentirlo, Christopher?
—Si—murmuró—me aterra sentirlo, mamá. Sé muy bien que la amo pero también me da mucho miedo lastimarla—agregó mirándola.—he escuchado que las personas dicen que el amor...puede destruirte también—susurró.
—Sí, el amor puede aliviarte o destruirte—reflexionó su madre—Pero mi amor, el amor también es el sentimiento más hermoso que una persona puede sentir, sé que aun eres muy joven como para comprenderlo, pero algún día vas a hacerlo, Chris. El amor te hace hacer cosas por otras personas que jamás pensaste que podrías ser capaz de hacer, te hace querer entregarte por completo confiando ciegamente en tu pareja—él la miró con el corazón acelerado.—¿Eso es lo que te pasa, no?
—Si—suspiró.
—Estás enamorado, mi amor. Completamente enamorado.
(...)
—¡Eres el peor patinador del mundo!—se burló Danna acercándose hasta donde descansaban sus zapatos, tu teléfono y su botella de agua.
—¡Te di oportunidad de ganar!—espetó el chico dejándose caer en la acera.
—¡Claro que no!—respondió sacándose los patines con cuidado.
¡Le dolían los pies y estaba hambrienta! Tomó su teléfono y el corazón casi se le salió del pecho cuándo encontró algunos mensajes de los chicos, diez mensajes de Christopher y quince llamadas perdidas.
¡Estaba metida en un gran lío!
—¡Danna!—apartó su mirada de la pantalla y lo miró un momento.—Estaba diciéndote que sí te apetece ir a comer a mi casa, a mi madre le encanta cocinar y le encanta mucho más tener a alguien para convertirla en una degustadora profesional de todos los platillos que cocina—ella rio un poco, dejó el teléfono de lado y luego negó brevemente.
—Gracias, pero no creo que sea posible. Además, ¿ya viste la hora? Nos saltamos la hora de la comida, mi padre va a ponerse furioso—explicó poniéndose los zapatos rápidamente.
—Bien—respondió el muchacho.—Oye, estaba pensando...¿porque no vienes mañana a patinar conmigo a la pista?—sonrió y Danna lo miró con renovado interés—en Super Wheels hay entrenadores, podrías apuntarte y...—ella rio.
—Tengo una membresía para Super Wheels.—Axel la observó con sorpresa—regalo de cumpleaños de mi padre—se encogió de hombros.
—¿Qué? ¿Tu cumpleaños? Por Dios, ahora que eres mi amiga, te compraré un regalo—ella rio.
—No es necesario, Axel. Estoy bien así—sonrió.
—No me importa, quiero regalarte algo y no estoy pidiéndote permiso de todos modos—se burló él muchacho.
—Bueno, en vista de que haces lo que quieres, yo me voy. Tengo muchas cosas que hacer aun—tomó sus cosas y luego se puso de pie.
—Sobre patinar mañana...—ella suspiró.
—Encantada—contestó ofreciéndole una amable sonrisa, le hizo un gesto con la mano en señal de despedida y se dirigió a su casa.
(...)
Sentada en el suelo del balcón de su habitación con el teléfono pegado en su oído esperó a que atendiera su llamada. Escuchó el timbre del celular un par de veces y comenzó a desesperarse. Cruzó sus piernas y miró hacia la piscina en el patio trasero de la casa.
—¡Dan!—su corazón dejó latir tan pronto escuchó la voz de su novio del otro lado de la línea.—¿Estás bien? Te estuve llamando toda la tarde, pero no me atendías—anunció el ecuatoriano.
—Hola mi amor, vi todas tus llamadas cuándo volví por mis cosas—explicó con el corazón acelerado—Estoy bien, pero estuve patinando toda la tarde en el fraccionamiento, no me di cuenta que el teléfono estaba en silencio por eso no escuché las llamadas—agregó en voz baja.
—Renato me dijo que estabas patinando...con el vecino.—Danna rio—¿Te divertiste, mi amor?—cuestionó irónicamente.
—¿Qué es lo que te pasa, Vélez?—suspiró—escucha, cuándo salí de la casa me lo encontré, estaba patinando y vino a saludar, me dijo que si quería patinar con él y dije que sí. ¿Qué tiene de malo eso, Christopher?
—¡Tú le gustas a él! Tú eres demasiado buena persona como para darte cuenta de eso, Danna. Pero la primera vez que los vi hablando en el fraccionamiento me di cuenta de eso, el tipo ni siquiera te quitaba los ojos de encima—respondió y Danna puso sus ojos en blanco.
—¿Es en serio?—preguntó ofendida.—¿Sabes que, Christopher? Sí de verdad quieres pelear por esto, lo siento mucho pero no tengo ganas de hacerlo. ¿Confías en mí?—cuestionó mirando fijamente el agua azul de la piscina.
—¡Obvio! En quién no confío es en él—Danna apretó sus puños y deseó tenerlo cerca para poder golpearlo y hacerlo reaccionar.
—¿Sabes, Christopher? Como veo que estás en un estado celoso e insoportable, hablamos después.—hizo una pausa—Y sí te sirve de algo: ¡Mi corazón te pertenece a ti! Buenas noches—agregó y cortó la llamada.
Dejó el teléfono de lado y se concentró en contemplar las bien cuidadas plantas del jardín. Como era de esperarse el espantoso aparato comenzó a sonar descontroladamente pero ella no pensaba atender. Un rato después el chico pareció cansarse y las llamadas cesaron, tomó de nueva cuenta el celular y se sorprendió de encontrar diez nuevas llamadas pérdidas de su novio.
Luego el teléfono comenzó a vibrar en sus manos anunciando muchos nuevos mensajes entrantes.
De: Erick.
¡DANNA! ¿Podrías por favor hablar con Christopher? No nos deja en paz, quiero dormir y está jodiendonos a todos con sus problemas amorosos, por favor perdónalo y no lo botes.
De: Zabdiel.
¡Danna Francis! Te exijo que le digas a Chris que queremos descansar, por favor. Espero que el primer día de vacaciones vaya bien, te mando un beso y muchas bendiciones.
De: Richard.
HELP US PLEASE!
De: Joel.
¡NO INVENTES! PRIMER DÍA SEPARADOS Y YA ESTÁN PELEADOS. ¡AHORA LO ARREGLAS PORQUE QUIERO MI DANPHER EN NUEVE DIAS!
Te mando muchos besos y abrazos, Dan.
Pd. Johann está muriendo por conocerte en persona, dice que sí fuiste capaz de dominar a Christopher y sabes de buena música, ya eres su nueva mejor amiga.
Pd2. Mantente alejada de Vera.
Pd3. Yoandri(que no te conoce) está molesto contigo por no haber hecho un solo comentario bueno acerca de su música.
Pd4. Mi mamá te manda muchos besos.
Soltó una carcajada apenas terminó de leer los mensajes de los chicos. ¡Los extrañaba! ¡Definitivamente esos nueve días sin ellos iban a ser sumamente difíciles!
Para: Erick, Zabdiel, Richard y Joel.
Los echo mucho de menos, chicos. Los quiero infinitamente, un beso para ustedes y para sus mamás.
Apagó el teléfono y se puso de pie, guardó su teléfono en el cajón de su mesa de noche y abrió el libro de Harry Potter que estaba leyendo. Era mucho mejor concentrarse en la lectura que seguir pensando en las incontrolables ganas que tenía de pegarle a su novio.
Un par de golpes en la puerta la hicieron salir de su estado de concentración, a regañadientes se puso de pie y fue a atender encontrándose con la amable sonrisa de Noah.
—Danna, tienes una llamada—anunció el hombre.
La chica frunció el ceño y lo miró fijamente. ¿Ella tenía una llamada en el teléfono de la casa? ¿Quién podría llamarla a ella? Quizás era Camila, o Azul.
—¿De quién?—preguntó finalmente en voz baja.
—Christopher...
_ _ _
¡Ese Chris! ¿Les está gustando la historia, chicas?
¿Sí?
Pues déjenme decirles que casi se acerca el final....
Ah que dijeron... ¡Mentira! JAJAJA
Espero que les guste mucho, mucho, mucho. LES MANDO MILES DE BESOS (como todos los días) Y MUCHOS ABRAZOS.
¡¡¡¡VAMOS TODAS A VOTAR POR NUESTROS BEBÉS!!!! (Copien en link y peguenlo en la URL de su navegador)
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ALL THE LOVE, G xxx.
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