C46: Besos sabor café.

—¡Mi novia es toda una caja de sorpresas!—anunció Christopher apenas Danna le abrió la puerta. Le ofreció una pequeña sonrisa y luego lo abrazó fuertemente.

—¡Queríamos felicitarte también por ese cover! Pero sí pretendes quedarte toda la tarde abrazando a Christopher lo entenderemos—anunció Richard con fingida indignación.

—Y también queríamos decirte que tienes que grabar un cover con cada uno—agregó Joel cruzándose de brazos.

—¡Que dramáticos!—se burló la chica apartándose de su novio—¡Y muchas gracias, Richard! Por la felicitación, quiero decir—el dominicano rio y luego uno a uno fueron felicitándola.

—¿Verdad que Dan canta increíble?—cuestionó Erick aun sentado en el suelo con la guitarra en la piernas.

—Totalmente increíble—respondió Zabdiel—Deberíamos decirle a Ricky que le grabe un disco—Danna rio.

—Muchas gracias chicos, pero no gracias—se encogió de hombros y luego se sentó en la cama.

—¿Qué? ¿Por qué no?—preguntó Joel mirándola con una ceja enarcada.

—Me encanta la música pero ya se lo dije a Erick una vez, lo mío no es la música, es el patinaje—sonrió—quiero llegar a ser igual de buena que Michelle Kwan.—anunció con una mirada soñadora que los hizo reír.

—¿Quién es ella?—inquirió Richard cruzándose de brazos.

—Es una patinadora artística, patina sobre hielo pero su carrera es...o fue, totalmente brillante. Creo que se retiró—explicó y Christopher sonrió.

—Yo estoy muy seguro que vas a ser igual de buena que ella, novia—Danna sonrió.

—Espero que sí, novio. Pero de todos modos aún me falta demasiado—añadió la chica. La puerta volvió a abrirse y la chica de cabello negro y ojos marrones los contempló fijamente.

—Creo que me equivoqué de habitación—comentó. Zabdiel rio y fue al encuentro con su novia.

—No te equivocaste, mi amor. Si es tu habitación.—anunció el boricua besándola rápidamente para después entrelazar su mano con la de Camila.

—¡Ew!—murmuró Joel. Danna rio y lo envolvió en un breve abrazo.

—Cuándo tengas una novia y pases el día entero besándola te molestaré—advirtió la chica haciendo que las mejillas del mexicano se sonrojaran.

¡Sí había algo más lindo que Joel Pimentel sonrojado! Danna exigía que lo dijeran de una vez.

—En fin, no es por ofender ni nada por el estilo, ¿pero qué hacen todos aquí?—cuestionó la pelinegra sin soltar la mano de su novio.

—Cami, sí sabes que cuándo una persona dice "no es por ofender", es porque va a ofenderte, ¿cierto?—preguntó Christopher con una risita burlona.

—¡No iba a ofenderte, Christopher!—se mofó la pelinegra.

—¿Ya viste el cover que Danna y yo acabamos de hacer?—cuestionó Erick. La chica lo miró y luego negó con su cabeza.

—Con Azul fuimos de compras, necesitábamos algunas cosas para el show de esta noche, así que...vengo llegando—explicó Camila encogiéndose de hombros.

—No se reírme o indignarme—comentó Danna cruzándose de brazos—antes solamente ibas de compras conmigo—Camila rio.

—No seas dramática, te busqué y no te encontré por ningún lado. Y la indignada debería ser yo, esa chica no dejó de parlotear acerca de la increíble amistad que está construyendo contigo—Zabdiel rio y abrazó a su novia.

—Sí Danna te cambia, me tienes a mí—anunció ofreciéndole media sonrisa a su novia.

—¡Mi Zabdila!—se rio Christopher—¡Pero es mucho mejor mi Danpher!—agregó antes de envolver a Danna en un fuerte abrazo.

—¡Me largo de aquí! No puedo con tanto amor—se burló Joel empezando a caminar en dirección a la puerta de la habitación.

—Creo que deberíamos conseguirle una novia—sugirió Danna con una mueca de diversión.

—¡Te escuché!—la acusó el mexicano.

—¡Esa era la idea!

(...)

—Repíteme otra vez por qué estamos haciendo esto...—pidió el ecuatoriano sentado en el suelo con las piernas estiradas. Miró con ojos soñadores el vaso térmico de café y el pan dulce que estaba comiendo hasta que su novia lo interrumpió, Danna rio y juntó sus pies con los de su novio.

—Porque necesitamos calentar—respondió ella y se inclinó para tomar las manos de su novio. Christopher soltó un bufido de frustración y luego también se inclinó.

—¡Pero sí yo no voy a patinar!—protestó. Danna volvió a reír y soltó las manos de su novio.

—Pero se supone que eres un buen novio y como el bueno novio que eres, deberías estar calentando junto a mí—explicó la muchacha.

Christopher la miró con una pícara sonrisa, movió sus cejas de manera juguetona y las mejillas de Danna ardieron inmediatamente.—¿Vamos a calentar, muñeca?—cuestionó seductoramente.

—¡Idiota!—masculló la muchacha. El chico soltó una carcajada y le lanzó un beso.—¡Te odio, Vélez!—agregó fulminándolo con la mirada.

—No me importa, yo tengo mucho amor para los dos—respondió encogiéndose de hombros—Además, eres una mal pensada...yo estaba hablando se hacer esto, estiramientos y todo lo demás.

—Claro que sí—ironizó.

Se ató los patines que su novio le había obsequiado en su cumpleaños y lo observó a él un momento. Todavía le costaba un poco de trabajo pensar que ese era su novio. Todo parecía tan irreal y tenía miedo en muchos aspectos. Renato tenía razón, todo lo que él hiciera sus fans terminaban enterándose, esas chicas lo amaban y cualquier paso en falso que ella diera, iba a tener a casi dos millones de chicas furiosas detrás suyo.

Se puso de pie y él la miró fijamente con una hermosa sonrisa adornando su rostro. Danna también le sonrió, luego se acomodó la ropa y comenzó a patinar lentamente.

Le gustaba imaginar que se encontraba dentro de una pista de patinaje, le gustaba pensar que algún día estaría en una, haciendo lo que amaba. Cindy siempre le decía que tenía que disfrutar y eso era lo todo lo que ella hacía cuándo estaba encima de los patines. Casi podía escuchar la suave melodía y se podía visualizar a sí misma bailando al compás de la música, saltando y girando.

Christopher no podía apartar la mirada de la chica que tenía frente a él mientras seguía devorando su comida. La Danna frágil y herida se había marchado y la chica de la que él se había enamorado como un loco, volvió. Otra vez tenía esa chispa juguetona en sus ojos, ese brillo especial que él amaba con todas sus fuerzas. No, no solamente amaba sus ojos, la amaba a toda ella. Sus ojos, su cabello, su sonrisa, sus labios, su pequeño cuerpo. Su emoción, su alegría, su tristeza. Amaba a Danna, en toda la extensión de la palabra. Soltó un suspiro de satisfacción y le hizo unas cuantas fotografías. La contempló un rato más hasta que Danna pareció cansarse y volvió a su lado.

—Tengo una pregunta para ti que me ha estado perforándo el cerebro desde que te fuiste a patinar—le dijo entregándole la botella de agua. Danna la tomó con alegría y luego lo miró fijamente, esperando a que él continuara.—¿Me cambiarías?

La chica rio—Solamente por Sebastián Yatra, pero está demasiado lejos así que...

—¡Me alegra mucho saber eso!—respondió poniéndose de pie para estar a su altura.

—¿Qué te cambiaría por él?—cuestionó la chica con el ceño fruncido.

—No. ¡Que está demasiado lejos!—Danna volvió a reír y luego él la acercó a sí mismo. Acunó su rostro entre sus manos y la miró a los ojos.

—¡No te cambiaría por nada, Christopher!—anunció con media sonrisa.

—Yo tampoco—susurró—ni por una pizza de pepperoni con doble queso—Danna soltó una carcajada.

—Me dueles, Christopher—se burló la chica.

—¡No te robes mis frases!—reprochó el muchacho.

—¿Tus fra...—colocó sus manos encima de las muñecas del muchacho mientras él la besaba lentamente. ¡La volvía loca! ¡Podría besarlo todo el día si le fuera posible!—Besos sabor café...—susurró sobre los labios del chico.

—Te amo—murmuró el chico en cuánto se separaron.

No era la primera vez que lo escuchaba decir eso, pero se seguía sintiendo esa sensación agradable que se hacía presente cada vez que escuchaba esas dos palabras salir de los labios del ecuatoriano.

—Y yo te amo a ti...

(...)

—¡No, Zabdiel!—se quejó Camila. El boricua la miró con una ceja enarcada y ella rio.—Por favor—susurró.

—Por favor tú—espetó su novio.—Ni que fueran a comerte, estamos un montón de kilómetros de distancia—agregó mirándola.

—¿No crees que es demasiado pronto para conocer a tu familia?—preguntó la muchacha con una ceja enarcada.

—Literalmente sólo van a verte, les he hablado tanto de ti que siento que ya te conocen más a que mi—se burló el chico—además, solamente es mi mamá. Ya la conoces Cam, estuvo en Las Vegas con nosotros por sí no te acuerdas—murmuró acercándose a ella y besando su frente—solamente le diremos que somos novios y listo—Camila rio.

—Sí, súper casual—comentó la chica con cierta ironía—Hola soy Camila Horvat, la chica del vestuario y soy la novia de su hijo—Zabdiel rio.

—No va a pasarte nada, te lo prometo—ofreció.

—¿Y sí no le caigo bien?—preguntó asustada.

—¿A quién podrías caerle mal, no inventes? ¡Eres totalmente adorable!—la pelinegra soltó una carcajada.—El mundo entero te amaría. Y mi mamá también, de hecho...ya sabe que somos novios, pero quiere verte—el corazón de la chica dejó de latir un segundo.

¡La ley del karma! Pensó graciosamente cuándo recordó que unos días antes ella, se burlaba de Danna porque iría a cenar con la madre de su novio, y ahora ella estaba ahí, pagándolo.

La madre de su novio estaba esperando para hacer una videollamada con ellos y todo lo que Camila Horvat podía hacer era sentir la adrenalina extendiéndose rápidamente por su torrente sanguíneo. Agradecía el hecho de que Zabdiel estuviese cerca de ella porque realmente no quería que él viera lo patética que se veía con las piernas temblando solamente por hacer una videollamada con su madre.

¡Era la cosa más loca que le había pasado en su vida!

—Está bien—murmuró finalmente.

¡Al mal paso darle prisa! Eso siempre le decía su abuela y eso era justamente lo que ella haría en ese momento.

—¡Te adoro!—exclamó Zabdiel abrazándola cariñosamente—Eres la mejor novia del planeta.

—Dímelo después de que hablemos con tu madre—comentó ella contra el cuello de su novio. Aferrada al cuerpo del boricua espero a que la llamada comenzara. Se sentía dominada por los nervios, pero Zabdiel tenía razón, era su madre y ella ya la conocía. Había pasado mucho tiempo con ella y con las madres de sus amigos, se llevaban bien. ¿Por qué tendría que haber un problema?

—¡Zabdiel! ¡Camila!

¿Cuántas chicas habían muerto de nervios por conocer a las madres de sus novios?

No lo sabía, pero esperaba no ser la primera.

_ _ _

No pues si yo fuera Camila, estaría igual. JAJAJA

¡¡Buenas noches chicas!! ¿Cómo están?¿Cómo les va?

Espero que lo disfruten muchísimo, que les guste mucho, mucho. Eh, lo mismo pero con otras palabras, jajaja.

Les envío muchos besos y muchos abrazos muy fuertes.

Bendiciones, G. xx

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