C42: El pasado de Danna.

MARATÓN "FELIZ CUMPLEAÑOS ZABDI & CNCO" 5/5

Su corazón dejó de latir en cuánto se reunió con sus amigos fuera de la habitación de Renato, el hombre los dejó entrar en su habitación y esperó a que todos se sentaran, luego le ofreció una amplia sonrisa a Danna para darle ánimo, pero eran tantos los nervios de la chica que todo lo que quería, era que la tierra se abriera y se la tragara para no tener que volver a verlos jamás.

—¿Qué es lo que pasa, Renato?—cuestionó Camila sentada a un lado de su novio.

—Nos reunimos aquí, porque tenemos algo que decirles...—anunció—Danna y yo...—agregó tan pronto como todas las miradas se posaron sobre él—Dan...

—Yo...no, no he sido cien por ciento sincera con ustedes—siete pares de ojos la observaron fijamente. Renato le dedicó una mirada de apoyo mientras el resto de sus amigos la contemplaban con algo de confusión.

—¿Qué es lo que pasa, Dan? ¿Por qué tienes esa cara?—preguntó Erick mirándola con preocupación.

—Es que yo...hay algo que todavía no les digo—murmuró bajando la mirada, no podía seguir mirándolos a la cara, era tanta la vergüenza que sentía que lo único que quería era salir corriendo lejos de ellos. Sin embargo, sabía que el momento había llegado.

Los sueños no dejaban de atormentarla y ella no quería seguir cargando con la culpa, las siete personas que tenía delante de ella eran las personas más importantes en su vida, las personas que le brindaron cariño, amistad, amor y protección; y tenían derecho a saberlo. Ellos jamás iban a lastimarla, porque eran su novio, sus amigos, su familia y confíaba ciegamente en ellos, por eso sabía que no era justo seguir guardando silencio.

—Nos estás asustando, Danna. Estás actuando como sí hubieras robado el banco de la ciudad—comentó Zabdiel sin apartar la mirada de ella.

—Chicos, dejen de hacer comentarios que esto es realmente serio—los retó Renato. Él ya lo sabía, lo supo desde el primer momento. Cuándo Renato Francis la había visto en persona por primera vez, él ya sabía todo acerca de su pasado.

—Pero es que...¿Qué es lo que pasa, Danna?—murmuró Joel.

—Quiero hablarles de algo muy importante—anunció mirándoles. Le lanzó otra mirada a Renato y asintió lentamente. Cerró sus ojos y reunió el valor suficiente. Ya no podía dar marcha atrás, tenía que hacerlo.

—¿Sobre qué?—la presionó Richard.

—Sobre mi pasado, sobre mi padre.—los chicos la miraron con los ojos bien abiertos.

—¿Qué tiene que ver Renato en esto?—cuestionó Christopher, ella negó de inmediato.

—Sobre mi padre biológico—su corazón dejó de latir un breve momento. ¿Desde cuándo no pensaba en él?

Pasó años tratando de olvidarlo, tratando de olvidar su rostro y la manera en la que la había mirado la última vez. Su cerebro tenía almacenado el rostro malévolo del hombre, cuándo pensaba en él como sí de una cinta cinematográfica se tratara, las imágenes venían a su mente y provocaban que su piel se estremeciera, que su sentido común y esa parte denominada miedo salieran a flote y la dominaran.

—Danna...

—Nací en Miami, tenía una familia normal. Un papá, una mamá y un hermano mayor de siete años—su corazón se estrujó un poco. Hacía mucho tiempo que no pensaba en él, mantenerlo enterrado en su cabeza era muchísimo mejor—papá tenía un buen trabajo, iba a la oficina, y cuándo volvía pasaba tiempo con Sebastián y conmigo.

—¿Tienes un hermano?—preguntó Joel totalmente confundido.

—No. Tenía un hermano. Cuándo cumplí cinco él murió, el día de mi cumpleaños.—el rostro de los chicos se contrajo en un instante—Tenía once años y decidió regalarle a su pequeña hermana una muñeca de trapo, salió de casa sin avisarle a mamá y cuándo volvía con el regalo un conductor ebrio lo arroyó—los ojos de la muchacha se tiñeron de lágrimas, mientras que los chicos la observaban totalmente conmocionados.—Yo no entendía que era lo que estaba pasando cuándo esa misma tarde un oficial de policía apareció en la puerta de mi casa pidiendo hablar con mi mamá, al parecer una vecina lo reconoció y le dio la dirección. Pasé la tarde completa pegada en el alfeizar de mi habitación esperando a que volviera, pero jamás lo hizo. Cuando bajé las escaleras encontré a papá abrazando a mamá mientras lloraban fuertemente, totalmente desconsolados; el policía me miró un solo momento y eso bastó para que mi cerebro comenzara a trabajar uniendo las piezas para descubrir lo que estaba pasando—se limpió las lágrimas que habían comenzado a bajar por sus mejillas.

Ellos se mantenían en silencio mientras trataban de asimilar lo que esa chica estaba diciéndoles.

—Esa fue la primera mala experiencia que pasé en mi vida. La segunda vino un mes después. Mi mamá estaba totalmente loca de dolor, no podía entender como la vida iba a seguir sin Sebastián, era tanto el dolor que sentía que perdió la razón para seguir viviendo, y se olvidó que todavía tenía a una hija de cinco años y a un marido por los cuales luchar, murió un mes después que Sebastián—murmuró con nuevas lagrimas cubriendo sus mejillas.

—Sí no quieres continuar no pasa nada, Danna—la interrumpió Renato, él sabía lo que seguía y no quería que ella siguiera sufriendo de la manera en la que lo estaba haciendo recordando cosas dolorosas.

—Marcus Silvetti, mi padre; literalmente se dejó caer en un hoyo sin salida, donde solamente predominaba la depresión por haber perdido primero a su hijo y después a su esposa, sentía enojo porque su vida pasó de ser un cuento de hadas a uno donde solamente había dolor y pérdida, sentía tanta frustración porque no pudo hacer nada para salvar a ninguno de los dos y sentía ira...contra mí, porque me culpó por la muerte de ambos.

Los ojos de los seis muchachos se abrieron llenos de horror. ¿Quién en su sano juicio podría culpar a una nena de cinco años por algo así?

—El Marcus trabajador y responsable al que le encantaba pasar tiempo con sus hijos se marchó, dándole la bienvenida a un Marcus que ni siquiera soportaba ver a la pequeña Danna frente a él, el que todas las noches se embriagaba tratando de ahogar sus penas, el que culpaba a una niña de sus desgracias.—Y fue entonces cuándo la voz de la chica se quebró por completo.—esa noche fue totalmente diferente al resto. Mi habitación siempre estaba a oscuras por temor a que él se molestara, la única luz que tenía era la que provenía de una vela en una esquina, yo estaba literalmente muriendo de hambre, pero sabía que detrás de la puerta estaba la bestia en la que se había convertido papá, esperaba que se encontrara dormido como siempre hacía cuándo su cuerpo ya no podía con tanto alcohol, lo único que alcanzaba a escuchar era el sonido del televisor en la sala. Él no había abandonado la casa en dos días, por lo que yo me había mantenido en mi habitación en todo ese tiempo y realmente moría de hambre. Recorrí la casa en penumbras tratando de no hacer ruido...lo que más dolía de todo eso, es que los recuerdos de mi hermano y madre seguían ahí...todas las fotografías que ella colocó estaban ahí, yo los conocía a la perfección y aún sin poder distinguirlos bien sabía que ahí estaban, recordaba todos los colores de las fotografías y cada uno de los momentos que vivimos juntos. Recé con todas mis fuerzas para que él no estuviera despierto pero apenas llegué al pie de la escalera supe que acababa de cometer el peor error de mi vida.

—Estaba ahí, mirándome con todo ese odio y ese rencor que sentía por mí, me estaba mirando de la misma manera en la que un depredador acecha a su presa, estaba totalmente ebrio pero aún recordaba que yo existía y que por mi culpa su familia se terminó...estaba sosteniendo una botella vacía de alcohol y me pidió que me acercara, yo le dije que no y por instinto corrí a mi habitación. Pero ese fue otro grave error, se tambaleó detrás de mí y derribó mi puerta, así que mi único refugio donde podía mantearme a salvo ya no era seguro. Me tomó tan fuerte del brazo que por un momento pensé que me lo había arrancado, me llevó hasta la sala y tropezó con sus propios pies y yo aproveché para correr, pero él me siguió. Su mano estaba sangrando y observó el trozo de cristal con total curiosidad como si fuera la cosa más interesante del mundo, luego me miró a mí y me dijo que era hora de que yo pagara por todo el daño que le hice a él y a su familia.

Christopher estaba observando a su novia sin dar crédito a lo que estaba diciendo. ¿Cómo alguien podía odiar a su propio hijo? ¿Cómo es que Danna había sufrido todo eso y sola además? Se dijo a sí mismo que era totalmente afortunado por tenerla y se prometió no dejar nunca que nadie más la lastimara.

Danna no podía continuar hablando, la hora había llegado y bastaba una simple acción para que toda su vida quedase expuesta frente a esos chicos que la observaban con asombro, tristeza y algo de lastima. Precisamente la razón principal por la cuaál había callado desde un principio. Llevó su mano hasta el filo de su blusa, le lanzó una fugaz mirada a Renato para después tirar hacia arriba y rebelar su más grande secreto.

Estaba ahí, en su abdomen. Llevaba la venganza de su padre en forma de una cicatriz que atravesaba prácticamente todo su abdomen. Un corte irregular, la marca de la venganza.

Los chicos y Camila jadearon al unísono, ninguno de los seis podían terminar de creerlo, pero la tenían frente a ellos, sumida en un mar de tristeza y expuesta totalmente. Erick rompió en llanto incluso antes de que pudiese evitarlo, la tristeza de Danna era evidente y él ya no podía soportarlo un segundo más.

Christopher corrió en dirección a ella y la abrazó tan fuerte que por un segundo pensó que podría asfixiarla, quería que ella sintiera que él estaba ahí con ella, quería mostrarle que con ese abrazo le hacía la promesa de cuidarla y protegerla siempre, que la amaría por el resto de la vida si era necesario, pero que jamás, jamás la dejaría sola.

—Con cinco años encima Danna se debatió entre la vida y la muerte una semana entera en el hospital. Se aferró a la vida y comenzó una nueva vida en la casa hogar una vez que estuvo a salvo, el resto de la historia ustedes la han vivido junto a ella—explicó Renato antes de que ellos los envolvieran a ella y al ecuatoriano en un fuerte abrazo.

¡Y de repente todo cobrara un nuevo sentido! Esa era la verdadera razón por la cuál a Danna no le gustaba nadar en las piscinas, por eso se rehusaba a usar un traje de baño o ropa que dejaran ver su abdomen. Por eso ella se había apartado de su novio en cuanto sintió el roce de sus dedos con su piel.

—¡Eres la persona más valiente que he conocido en mi vida, Dan!—comentó Richard abrazándola con fuerza—Eres una verdadera guerrera—añadió ofreciéndole una pequeña sonrisa.

La chica intentó sonreír, pero en realidad no podía. Todas y cada una de las imágenes de esa noche se estaban rebobinando en su cabeza, como sí alguien estuviese jugando con ella y la torturara por diversión.

Soltó un suspiro y se sintió aliviada. Aliviada porque finalmente ella ya no tenía ningún secreto con ellos, pero su cerebro era demasiado cruel y esperaba que ellos ahora que sabían la verdad, no la trataran de una manera diferente, que no la trataran con lastima.

—Te admiramos, Danna—anunció Zabdiel.

—Escúchame bien, Dan.—le habló Christopher tomándola de las mejillas para que ella lo mirara a los ojos.—Nunca voy a dejar que ese hombre o cualquier otra persona te ponga una mano encima o te haga daño, te lo prometo—murmuró antes de volver a abrazarla con fuerza.

Danna se aferró su cuerpo mientras dejaba que las lágrimas la inundaran, lo había dicho finalmente. Esperaba que con eso los sueños se alejaran y no volvieran jamás

—¡Te queremos, Danna!—escuchó decir a Joel.

(..)

Christopher esperó que todo el mundo saliera de la habitación, se acercó a Renato y lo miró suplicante, el hombre lo contempló un momento y soltó un suspiro.

—¿Me dejarías dormir con Danna solamente el día de hoy?—cuestionó mirándole fijamente. Renato se acomodó los lentes de montura negra y lo miró de nuevo.

—Ella no está bien, Christopher—le aseguró.

—Ya lo sé, parece realmente perturbada. Y debe de estarlo, fue horrible lo que vivió y recordarlo...—la piel del chico se erizó de tan sólo recordar todas y cada una de las palabras de su novia. ¡No podía terminar de creérselo!

—Le diré a Erick que compartirá habitación con Richard para que Camila esta noche se quedé con Daysi—Christopher le sonrió—Pero que quede claro, Christopher, es solamente por esta noche.

—Te prometo que sí, Renato.—le ofreció otra sonrisa—¡Gracias!

—Vete antes de que me arrepienta...

Caminó rápidamente hasta la habitación de su chica, Camila le abrió la puerta y luego le señaló a Danna que permanecía acostada en su cama, contemplando la pared. La pelinegra tomó un cambio de ropa, le ofreció una amable sonrisa a Christopher y luego se marchó en dirección a la habitación de Erick y su madre.

El ecuatoriano se recostó sobre la cama y envolvió a su chica en un fuerte abrazo, Danna se estremeció al contacto de la piel del chico y soltó un largo suspiro.

—¿Sabes una cosa, Danna?—le susurró en el oído, ella no respondió pero él sabía que estaba escuchándolo—ahora mi amor, te amo mucho más...

_ _ _

Pues bien, finalmente ya lo saben. Aquí está el pasado de Danna, ¿Cuáles fueron sus reacciones? ¡Díganme que las leo!

¿Qué les pareció el maratón?

Una disculpa por haber tardado tanto en publicar cada capítulo, pero mi sobrina está de visita y es realmente difícil escribir cuándo quiere oprimir todas las teclas a la vez, JAJAJA.

Tengo que confesar que este capítulo lo escribí hace un buen tiempo, creo que fue cuando comencé a escribir los primeros capítulos, porque esta es la que yo considero mi idea central de la historia, porque creo que con esto varias cosas toman sentido.

En fin, espero que les haya gustado mucho, mucho, mucho.

Ahora me voy a festejar el cumpleaños de Zabdiel y el aniversario de los chicos sin ellos, JAJAJA nah mentira. El cumpleaños de mi hermano...que ahora que lo pienso, podría ser el hermano perdido de Zabdiel, su hubiésemos vivido en Puerto Rico, pero bueeeeh, aunque con los ojos verdes que se carga, más bien sería el hermano mayor de Erick... bueno ya, dejaré de desvariar.

¡MUCHO AMOR Y BESOS PARA USTEDES! –G xx.

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