C34: Alma noble.

—Hablemos un momento—ordenó Renato tendiéndole su mano a Danna. Ella lo observó fijamente y luego soltó la mano de su novio para tomar la de su padre.

Caminaron unos cuántos pasos para alejarse del resto de los muchachos y cuándo estuvieron lo suficientemente lejos para que ni ellos ni la pelirroja recién llegada los escucharan, se detuvieron. Renato se cruzó de brazos y contempló a Danna juguetear con sus manos en un acto de puro nerviosismo. La chica posó su mirada en las sillas desocupadas que la rodeaban y luego soltó un suspiro.

Sabía que no se podía quedar todo el día contemplando los asientos, tenía que hablar y darle una buena explicación al hombre, tenía que explicarle porque la chica que ni a él, a Richard o ella misma les caía bien; iba a ir a comer con ellos.

—Renato yo...—soltó un pequeño suspiró y lo miró—...creo que hice un poco mal en invitarla—aceptó en voz baja.

—¿Un poco mal, Danna?—preguntó el hombre mirándola fijamente.

—Es que...

—Dime de una vez que fue lo que pasó—exigió tratando de controlar su voz.

—Bien, cuándo estaba buscando a Cam para decirle sobre los planes para la comida, entré en los camerinos porque pensé que ahí estaba, pero quién realmente estaba era Azul...ella parecía tan...desolada, porque no tiene amigos. Y bueno, yo mejor que nadie sabe lo que es no tener amigos, y... bueno, ella se sentía de esa manera y me pidió una oportunidad para tratar de ser amigas y, le dije que si—los ojos del hombre se abrieron con tanta sorpresa que Danna por un momento pensó que se saldrían de sus orbes.

—¿Tú simplemente decidiste ser su amiga?—cuestionó en voz baja.

—Intentarlo—murmuró ella.

—Está bien, Danna. Sí tú quieres ser su amiga, dudo mucho que vayas a cambiar de parecer por algo que yo te pueda decir, solamente Danna...piensa bien las cosas y sí decides seguir con esta locura, pues entonces yo no me opondré y dejaré que tomes tus propias decisiones—aseguró.

Danna parpadeó varias veces y luego asintió.—Espero no estarme equivocando—susurró ofreciéndole una pequeña sonrisa.

—Realmente yo también espero no estés equivocándote, Danna. Porque para serte sincero, creo que estás dejándote llevar por lo que tu corazón dice y en ocasiones las personas deberíamos actuar más por lo que dice tu cabeza, que tu corazón—se encogió de hombros y ella suspiró.

—¿Crees que está mal?—él negó de inmediato.

—Eres un alma noble, Danna—le sonrió—Tengo el presentimiento que se te olvidó lo que es el odio y el rencor; y eso simplemente no es bueno—los ojos de la chica de anclaron en los del hombre frente a ella y negó de inmediato.

Por supuesto que a Danna Silvetti no se le había olvidado lo que era el odio y el rencor y no lo olvidaría jamás. Ella lo recordaría hasta el último de sus días, ¿Cómo es que él pensaba que lo había olvidado? Debía ser una broma porque ella lo recordaba todos los días en el mismo momento en el que su mirada se concentraba en el reflejo que le ofrecía el espejo.

—No lo he olvidado—murmuró y Renato supo de había cometido un error decir aquello.

—Danna yo no...—comenzó a decir él con algo de nerviosismo en su voz.

—Está bien, no pasa nada Renato—lo interrumpió ella.—Todo está bien, de verdad—añadió para tranquilizarlo.

Él soltó un suspiro de pura frustración y luego se acercó a ella para besar su frente.—¿Sabes que eres muy importante para mí, cierto?—preguntó mirándola. Danna asintió automáticamente y él sonrió.

—Tú también eres importante para mí—aseguró la chica.—Eres un increíble papá, Renato—comentó con media sonrisa.

—¡Y tú una increíble hija!—él le ofreció una sonrisa genuina que ella correspondió automáticamente—Pero sigue sin gustarme la idea, Dan—agregó en medio de una mueca. Ella rio.

—Solamente démosle una oportunidad, ¿sí?

—Está bien, una sola oportunidad.

Caminaron de regreso hasta donde los chicos charlaban. Danna pudo sentir la tensión entre sus amigos, pero se mantuvo en silencio, Christopher le tendió la mano y ella la tomó rápidamente, entrelazó sus dedos con los del ecuatoriano y los ojos azules de la pelirroja se abrieron con sorpresa, sin embargo se mantuvo escuchando lo que Erick le contaba.

—Bien, ya que estamos todos juntos ¿A dónde iremos a comer?—cuestionó Joel para atraer la atención de todos los presentes.

—De camino para acá vimos un restaurante que según su propio slogan es la comida más rica de todo el país—aseguró Richard a un lado de Danna, lo más lejos posible de Azul.

—Es su slogan, ¿Qué querías que dijera?—se burló Erick.

—No comiencen, por favor—sentenció Renato.

—Yo tengo tanta hambre que podría comenzar a comer piedras—comentó Christopher. Danna rio y él la abrazó por la espalda.

—¡Que raro que tú tengas hambre!—se burló Zabdiel.

Entre burlas y risitas divertidas los chicos salieron del recinto, hicieron un pequeño recorrido hasta el restaurante y luego encontraron una mesa lejos de las ventanas y las miradas curiosas de las personas. Danna los contempló un momento y luego suspiró. Debía de ser un poco tedioso no poder salir ni siquiera a comer a cualquier lugar sin ser reconocidos por, por lo menos, una persona. Admitía que era totalmente lindo recibir amor por parte de muchas personas, y sabía que a ellos les encantaba porque eran tan dedicados a sus fans que estaba completamente segura que aquello los hacía felices. Se concentró en revisar la hoja de plástico que el mesero le había entregado un par de minutos antes mientras los chicos se enfrascaban en una nueva discusión con Camila por la comida.

Azul la miró un momento y luego sonrió—No sabía que Christopher y tú ya eran novios—comentó atrayendo la atención de la castaña.

Danna, que era una romántica empedernida, no puedo evitar que sus labios se curvaran en una enorme sonrisa ante la mención de su novio y de su nueva relación amorosa, soltó un suspiro de chica enamorada y luego asintió lentamente.

—En realidad nuestra relación lleva dos días—comentó encogiéndose de hombros.

—¡Pues muchas felicidades!—le sonrió la pelirroja—¡me alegra saber que Christopher está con una chica como tú!—las mejillas de Danna se sonrojaron en un instante y luego como sí los recuerdos estuviesen asechándola dentro de su cerebro, llegó.

"¿Estás diciendo que está detrás de Chris solamente porque no puede ir detrás de cualquiera de los otro cuatro?..." "...Bueno, sí lo dices de ese modo suena horrible. Pero si, prácticamente es eso. Tener un novio famoso, literal..."

—Gracias—respondió ofreciéndole una titubeante sonrisa.

Christopher miró a su chica charlar con Azul y soltó un pequeño suspiro. Él todavía no podía terminar de comprender porque la nueva y repentina actitud de ese par de mujeres. Sabía que a Danna, Azul no le agradaba tanto y Azul, bueno, ella ni siquiera había hecho el intento por acercarse a ella, mucho menos por entablar una amistad. ¿Y ahora de repente era Danna quién la invitaba a comer con ellos?

¡Algo muy malo debía estar pasando en el mundo para que ellas dos estuviesen juntas!

Sonrió cuándo los ojos de su enana se posaron en él, abrió los brazos automáticamente y ella se corrió de asiento para que él pudiese abrazarla. Apoyó su barbilla en el hombro de la chica y besó su mejilla un montón de veces.

—Le estaba diciendo a Danna que me alegra mucho que hayan iniciado una relación, es increíble que te hayas fijado en alguien como ella—comentó la pelirroja con una pequeña sonrisa.

—Eso es porque simplemente para mí no hay nadie mejor que ella—respondió el muchacho con una increíble sonrisa que hizo que el corazón de la chica se acelerara.

—¿Cuántos años tienes, Azul?—preguntó Danna para alejar la atención de ella.

—Veinticuatro recién cumplidos—respondió la pelirroja.

—¿Empezaste el tour con los chicos?—cuestionó de nuevo la castaña.

—Si—respondió ella dándole un pequeño sorbo a su bebida—De hecho, de inmediato nos hicimos amigos, ¿Verdad, Chris?—él la miró un momento y luego asintió lentamente.—¿En dónde estuviste tú, Danna? Digo, eres la hija de Renato, pero él jamás nos habló de ti—las mejillas de la chica se ruborizaron un poco.

—En casa—respondió simplemente.

—Espera, tengo una duda que me corroe desde hace tiempo—suspiró—¿Tu apellido es Silvetti, no?—Danna asintió—¿Pero el apellido de Renato es Francis? No lo entiendo—Danna suspiró sin saber que decir. Y por lo visto, Azul no sabía la verdadera historia detrás de Danna.

Pero no la culpaba. ¿Quién sabía realmente la verdadera historia detrás de Danna Silvetti?

¡Solamente Renato!

—Lo que pasa es que Dan, utiliza el apellido de soltera de su madre—respondió Christopher encogiéndose de hombros.

La chica agradeció mentalmente a su novio. Miró a su "nueva amiga" y luego suspiró.

—¿Es por las fans, Dan?—cuestionó mirándola—Te entiendo, pueden llegar a ser un poco...

—No, no es por ellas. Ellas son realmente increíbles, en serio. Son totalmente lindas y por supuesto que no es por ellas, es...complicado—respondió de inmediato.

—Ah—sonrió.—Por cierto, me enteré que te lastimaste patinando, ¿está todo bien?

—Sí. Más que bien—respondió la castaña—De hecho, estoy esperando con ansias a que sea navidad para poder volver a casa e ir a la pista—comentó ella totalmente emocionada.

Azul rio y luego negó un poco—Veo que realmente te apasiona mucho—le sonrió de nuevo.

—Sí. Literalmente mi vida son los patines—Christopher que se mantenía en silencio, sonrió ampliamente.

—¡Lo digo en serio, Erick! ¡Hazlo de una vez!—sentenció Camila atrayendo la atención de los otros tres.

—¿Puedo saber porque estás discutiendo con mi cubano?—cuestionó Danna a su amiga. Ella rio y luego Erick le mostró la pantalla de su teléfono.

—¡No voy a borrarla! Lo mira con una cara de enamorada—se burló el muchacho contemplando también la pantalla de su teléfono, donde una fotografía de ella –aparentemente observando al boricua- ocupaba todo el espacio. Danna se rio mientras negaba.

En un rápido movimiento oprimió una pequeña tecla y la fotografía de eliminó—¡Ay, lo lamento!—Comentó divertida mientras el chico de ojos verdes la fulminaba con la mirada.

—¡Eres una mala amiga!—protestó cruzándose de brazos.

—¡Eres la mejor amiga del mundo!—masculló la pelinegra. Danna se rio nuevamente y luego se aferró a las manos de Christopher.

Tan pronto el mozo llegó y les entregó sus respectivos platillos la charla cesó y todos comenzaron a devorar su comida. Comieron entre bromas y platicas tontas, pero Renato no podía apartar la mirada de la pelirroja que estaba sentada a un lado de Erick, justo frente a Danna y Christopher. Ella les sonreía ampliamente y sabía que Danna estaba realmente haciendo un esfuerzo por llevarse bien con ella.

No podía culparla después de todo.

Él sabía que la vida de Danna no había sido fácil, que había sufrido por no sentir que encajaba con el resto de los chicos y que había pasado demasiado tiempo aislada del mundo; que le era difícil resistirse cuándo encontraba a una persona en la misma situación por la que ella había pasado, pero él también sabía que las personas no podían cambiar de la noche a la mañana aunque dijeran lo contrario.

—¿Esa relación no te gusta, verdad?—preguntó el dominicano en voz baja. Mientras Zabdiel, Joel, Erick y Camila se enzarzaban en una nueva discusión por las fotografías que Erick estaba haciéndoles.

—Es que no termino de comprenderla—comentó simplemente.

—¿Ya hablaste con Danna?—cuestionó de nuevo el moreno.

—Sí, pero está empeñada en darle una oportunidad a su amistad con Azul...no lo entiendo, ella debería estar huyendo en la dirección contraria, no acercándose—masculló mirándola charlar amenamente con la chica de ojos azules.

—¿Y sí yo hablo con ella?—sugirió el muchacho—yo tengo una buena relación con Danna y estoy muy seguro que va a escucharme—sonrió.

—No, Richard. Le prometí que le daríamos una oportunidad.—suspiró—espero Danna recapacite y se aleje de esa chica. Llámalo paranoia o lo que quieras, pero este cambio de actitud a mí no me gusta, no me termina de convencer...—explicó el hombre.

—Danna es demasiado buena para darse cuenta, Renato. Y sí ella no se da cuenta por sí sola, es nuestro deber como sus amigos, hacérselo saber—finalizó.

(...)

—¿Danna?—apartó la mirada del agua azul de piscina y llevó su vista hasta el muchacho de la bandana que la miraba con el ceño fruncido.

—¿Qué haces despierto a esta hora, Joel?—cuestionó ella. Joel se dejó caer a un lado en una de las tumbonas de playa y soltó un suspiro.

—No puedo dormir, creo que comí demasiada azúcar—se encogió de hombros.—¿Tú tampoco puedes dormir?—preguntó mirándola fijamente.

—No. A veces sufro de insomnio—se encogió de hombros.

—¿Y cuándo eso pasa te gusta sentarte en el patio de los hoteles?—bromeó el muchacho.

La verdad es que el insomnio de Danna se debía a la charla que había tenido con Renato.

"Eres un alma noble, Danna....Tengo el presentimiento que se te olvidó lo que es el odio y el rencor; y eso simplemente no es bueno"

¿Era un alma noble? No lo sabía, pero aquella frase no podía salir de su cabeza por alguna razón. Su corazón latía con demasiada fuerza que sentía que se saldría de su pecho. Por más que le daba vueltas a esas palabras no podía terminar de comprenderlas, sabía que sí Renato se lo decía entonces algo importante tenían que significar, pero no entendía qué y eso ya estaba volviéndola loca.

—Si.—murmuró finalmente y Joel sonrió.

—Oye, yo tengo la cura perfecta para el insomnio—le dijo el chico poniéndose de pie y ofreciéndole su mano. Danna lo miró con una ceja enarcada, pero aun así la tomó. ¡Él era su amigo! Era Joel Pimentel y era incapaz de dañarla.

—¿A dónde vamos?—cuestionó cuándo el soltó su mano y comenzaron a caminar.

—Al restaurante—sonrió.

—¿Vamos a comer a esta hora?—preguntó la chica con diversión.

—Digna novia de Christopher. ¡Pero no!—se burló el chico—Mi abuela suele decir que el insomnio se va con una buena taza de té de canela—rio—y justo ahora mismo, vamos a pedir eso—ella rio.

—No creo que en el hotel sirvan té de canela—comentó ella.

—Podemos sobornar al chef—se encogió de hombros el chico.

—¿Y cómo se supone que lo vas sobornar, Pimentel?—se burló la chica.

—Podemos conseguirle un autógrafo de CNCO—hizo una pausa—dime tú quién no quisiera tener un autógrafo nuestro—preguntó arrogantemente y ella se rio de nueva cuenta.

—¡Eres un ególatra!—decidió la muchacha—¿Te había dicho que tienes un ego demasiado grande?

—¿Es un halago o un insulto?—preguntó Joel con una ceja enarcada.

—¡Un insulto, desde luego!—respondió Danna con diversión.

—¡Grosera!

—¡Ególatra!

Quién dijera que pasar un rato con Joel Pimentel no era divertido, realmente estaba mal de la cabeza.

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¿Quién quiere pasar un rato divertido con Joel Pimentel?😊

JAJAJA escrito en la madrugada chicas, porque en la madrugada como que me llega la inspiración. LAS LOVEO LOTS AND LOTS😆😊😘😘.

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