C27: Primera cita.
Tan pronto como la capsula de cerró, las piernas de Danna Silvetti comenzaron a temblar. Era tanta la emoción que había sentido cuándo vio a Christopher frente a ella que por un segundo olvidó que le temía a las alturas y ahora estaba ahí, encerrada en un pequeño espacio elevándose hasta quién sabe cuántos metros del suelo. Caminó lentamente hasta el barandal de metal y aferró fuertemente hasta que sus nudillos quedaron blancos.
Cierto que prácticamente vivía encima de un avión, pero por lo menos el espacio no era tan reducido como en el lugar en el que se encontraba en ese momento. Christopher contempló a la chica y frunció el ceño cuándo se dio cuenta que estaba más blanca de lo normal y luego lo recordó. ¡Ella le temía a las alturas!
Avanzó hasta llegar a ella y depositó un beso en su nuca, la abrazó por la cintura apoyando su barbilla en el hombro de Danna y ella soltó un suspiro.
—Lo lamento, olvidé que le temes a las alturas...—murmuró en su oído.
Se giró entre sus brazos y lo miró a los ojos, era mucho mejor que ver como la capsula ascendía y como las personas y todo lo que rodeaba la enorme estructura se iban haciendo pequeños.
—¡No fue culpa tuya, yo también lo olvidé!—Christopher le sonrió y besó su frente en una pequeña muestra de cariño.
—La idea era que disfrutaras de la vista, Dan—colocó sus manos en sus mejillas y volvió a sonreírle—Deberías estar viendo los miles de puntos luminosos que conforman la ciudad, no a mí—Ella cerró sus ojos, suspiró de nueva cuenta y apoyó su rostro en el cuello de Christopher.—¿Qué estás haciendo? ¡Estás perdiéndote de una maravillosa vista!
—Voy a cerrar los ojos hasta que volvamos a estar en tierra firme—sentenció con su voz amortiguada. Christopher rio levemente, el cálido aliento de Danna le provocaba cosquillas y simplemente le encantaba.
—¡Por supuesto que no!—respondió él e hizo que se girara de nuevo, volvió a apoyar su barbilla en el hombro de la muchacha y ella se relajó un poco.—¿Es muy bonito, verdad?—cuestionó con media sonrisa.
—No lo sé, tengo los ojos cerrados—comentó ella.
Christopher soltó una carcajada y se alejó de ella, ante el sentimiento de pérdida automáticamente se giró para encontrarlo observándola con una ceja enarcada y los brazos cruzados encima de su pecho.
—No pienso volver a acercarme a ti hasta que abras los ojos y admires lo bella que es esta ciudad—Danna parpadeó varias veces.
—¡No estás hablando en serio!—lo acusó.
—¡Oh, claro que sí, señorita!—sentenció él.
¡Y ella sabía que era cierto! La seriedad no era buena amiga de Christopher Vélez cuándo se encontraba fuera un escenario, pero ahora estaba ahí, frente a ella, observándola fijamente con una ceja enarcada y los brazos cruzados en señal de indignación y protesta.
¡Pasas horas enteras en los aviones, Danna! Se recordó a sí misma, le lanzó una última mirada al chico y se giró sobre sus talones con los ojos cerrados. ¡Puedes hacerlo, Danna! pegó su nariz al cristal de la capsula y mentalmente contó hasta quince, abrió los ojos lentamente y se enamoró automáticamente.
Podía ver esa enorme construcción que parecía un castillo y el Big Ben, los miles de pequeños puntos iluminados. ¡Era una vista totalmente espectacular! Sonrió contra el cristal y luego sintió los brazos de Chris rodeándola de nuevo.
—Para enamorarte, voy a ser quién llega primero a tus sueños, y así también dormida podrás besarme, para enamorarte yo voy a cantarte, para enamorarte voy a ser quién siempre te escribe canciones, el que te quiero a ti en las cuatro estaciones no importa si llueve, yo voy a cuidarte....—el corazón de la chica dejó de latir un momento.—¿Recuerdas la primera vez que canté esa canción?—preguntó Christopher con media sonrisa.
—Sí, dijiste que estaba hablando con el vecino, pero en realidad estaba hablando con Camila—confesó divertida.
—¿Qué? Viví engañado todo éste tiempo—se quejó. Danna rio un momento y giró un poco su cabeza para poder besar la mejilla del ecuatoriano.
—¿Cuántas veces has utilizado tus canciones para conquistar chicas?—preguntó la castaña, soltó una carcajada cuándo las mejillas de Christopher se tiñeron de rojo.
—En realidad eres la primera—se encogió de hombros.—siéntete honrada—bromeó y ambos rieron.
—¡Idiota!—espetó divertida.
—¡Oye, tú preguntaste!—se defendió el chico—Además, este idiota puede hacer esto y tú lo seguirías amando—anunció antes de girarla entre sus brazos y besarla lentamente.
Danna se rio cuándo se separaron—¡Después te quejas del ego de Joel! Cuándo aprendió del me....—los labios de Christopher la interrumpieron de nuevo.—¡Deja de hacer eso! ¡Tengo derecho a expresarme!
—Yo no tengo ningún problema con hacerte callar cuántas veces más sea necesario—le ofreció una pequeña sonrisa de suficiencia para luego volver a besarla.
—¡Te odio!—le espetó la muchacha cuándo Christopher se apartó de sus labios.
—Sí, claro. Tus besos dicen otra cosa, muñeca—Volvió a aproximarse a sus labios, pero esta vez ella giró su rostro. Los labios del chico se estamparon en la mejilla de la chica y Danna rio.
—¿Decías, querido Chris?—preguntó con diversión.
—¿Sí recuerdas que la venganza es dulce, no?—cuestionó mirándola con una sonrisa maliciosa dibujándose en sus labios. Danna soltó una carcajada, aferró sus brazos al cuello de Christopher y le obsequió un tierno beso.
(...)
—Camila...—la pelinegra apartó sus ojos del menú y observó al boricua un momento. Zabdiel estaba sentado frente a ella, ofreciéndole ese tipo de sonrisa con la cuál podría derretir un iceberg.
Se acomodó la bufanda y correspondió a la sonrisa del chico.—¿Qué pasa?
—Uh, ¿Te apetecería dar un paseo nocturno ahí?—señaló por el enorme cristal de la ventana el parque donde muchas personas caminaban. Las mejillas de la chica se sonrojaron un poco.
¡No podía creer su suerte! ¡Zabdiel De Jesús Colón estaba invitándola a un paseo nocturno!
—Yo...si, ¿Por qué no?—se encogió de hombros tratando de parecer lo más despreocupada posible. ¡Quería a Danna ya!
Los hombros de Zabdiel se relajaron en el momento en el que la alarma del rechazo se apagó dentro de su cabeza. ¡Camila había dicho que sí! Desde que Camila se había unido al tour para suplantar a su madre cuándo esta última enfermó, Zabdiel quedó hipnotizado en el mismo momento en que la vio por primera vez, ella tenía algo que a él le atraía y no entendía muy bien porque pero no podía apartar la mirada de aquella chica, pasaba horas y horas contemplándola disimuladamente, buscando un pretexto para poder acercarse a ella, pero por más que lo intentaba nada parecía funcionar.
¡Hasta que Danna Silvetti llegó a sus vidas!
Aquel día Camila estaba contemplando la pantalla de su teléfono con el ceño fruncido como sí algo le molestara, él sentía la necesidad de ayudar pero no sabía muy bien como acercarse, por otro lado Danna se sentía totalmente asustada con la idea de lidiar con las fans y fue ahí cuándo llegó su oportunidad. Casualmente se acercó a la muchacha de cabello negro y ojos marrones que le robaba el sueño y no paró de decirle que Danna necesitaba una nueva amiga porque no podía lidiar solamente con cinco chicos todo el tiempo, y hasta había sugerido que podrían ser grandes amigas. Aquella fue sin duda una de las decisiones más importantes de su vida. Camila había accedido a acercarse a Danna para ofrecerle su amistad y la castaña no se había negado.
Danna era una especie de puente que lo unía a Camila. Ellas se volvieron grandes amigas y él pasaba más tiempo cerca de Danna y por ende, de Camila; sin que ella sospechara que realmente estaba ahí por ella. Capaz que sentía un poco mal por usar a Danna de señuelo, pero al fin de cuentas era una buena causa. Incluso esa misma mañana habían desayunado juntos mientras planeaban la cita de sus amigos.
El boricua llevó sus ojos a Richard, Joel y Erick que seguían apostando y parloteando sobre la nueva situación sentimental de Danna y Christopher. Los escuchaba hablar de muchos temas sin escucharlo realmente, porque su mente no se podía alejar de la idea de que en unos minutos iba a estar por primera vez en una cita con una chica que lo volvía loco en mucho tiempo. Era una mezcla de emoción y nervios y casi podía sentir la adrenalina dispararse por su torrente sanguíneo.
Camila aprovechó el momento de distracción del boricua mientras contemplaba a sus amigos con el ceño fruncido y le envió un mensaje a la castaña, odiándose a sí misma por interrumpir su momento con Christopher.
Para: Danna.
Ya sé que debes estar pensando que soy la peor amiga del planeta por ser tan inoportuna, pero no te estaría molestando mientras le partes la boca a Christopher sino fuera realmente una emergencia. ¡Zabdiel me invitó a salir! ¡No sé qué hacer Danna! ¡Quiero gritar y echarme a llorar! Pero sí lo hago va a pensar que me volví loca y que soy una patética. ¡Te necesito amiga!
Ella emanaba emoción por los poros de su piel, cualquiera que la viera un momento se daría cuenta de eso de inmediato. Su teléfono vibró en sus manos un segundo después y rápidamente observó el nombre de su amiga en la pantalla.
De: Danna.
¡Soy yo quién le está partiendo la boca! ¡Ve con él, no te arrepentirás! Sí yo fuera tú y Zabdiel me estuviera invitando a salir, no me lo pensaría dos veces. Y conociéndolo, sí lloras frente él lo último que pensaría es que eres patética. ¡Mi Zabdila! ¡No me defraudes, Cam! Y por cierto, Danpher es mejor.
Pd. Dan dice que piensa que no eres inoportuna y que no la molestas. Pero que no le envíes más mensajes porque no la dejas besarme cómodamente.
Se sonrojó hasta las orejas cuándo comprendió que Christopher era quién estaba respondiéndole y luego soltó una risita. ¿Zabdila? Pensó con gracia. Su teléfono volvió a vibrar nuevamente anunciando un nuevo mensaje en un bandeja de mensajería instantánea.
De: Danna.
¡YO NO DIJE ESO! Pero Chris tiene razón, sí sales con Zabdi no vas a arrepentirte, estoy muy segura que es un buen chico, basta con ver la cara de ángel que tiene. Además hacen bonita pareja, dale Cami, no te pongas tímida. Por cierto, ¿podrías averiguar cuántos metros de altura tiene el London Eye? ¿Y que pasaría sí lanzo a Christopher desde la cima?
Se rio nuevamente. ¡Ellos eran tal para cual! Nadie podía negarlo.
Para: Danna.
En el hotel encontré un folleto de turismo. Mide ciento treinta y cinco metros de altura y sí lo lanzas, además de convertir a CNCO en cuarteto y quitarle el sentido al nombre, te quedas sin novio. ¿De verdad quieres cargar en tu conciencia la inexistencia de Christopher?
Tecleó rápidamente y envió el mensaje.
De: Danna.
¡Me dueles, Camila! –CV.
Zabdiel observó a la chica mientras sonreía con la vista clavada a la pantalla de su teléfono. Él también sonrió, porque le encantaba la sonrisa de esa mujer. Luego ella levantó la mirada y él le ofreció una amplia sonrisa que hizo que las mejillas de Cam ardieran en menos de un segundo.
—¿De verdad creen que fue una buena idea dejar a Chris y a Danna en el London Eye solos?—cuestionó atrayendo la atención de los otros tres muchachos.
—¿Por qué la pregunta?—preguntó Richard mirándola fijamente.
—¡Porque Danna quiere lanzar a Christopher desde la cima!—Erick soltó una carcajada ante la respuesta de la chica.
—¡Definitivamente se quieren más de lo que pensábamos!—comentó Richard encogiéndose de hombros.
—Uh, Cam...—la chica volvió a posar su vista en Zabdiel quién esperaba pacientemente—...¿podríamos irnos ya?—cuestionó en voz baja.
Richard, Joel y Erick los contemplaron fijamente y luego sonrieron.
—¡Por favor! Ustedes no empiecen a intercambiar bacterias y gérmenes también—pidió Joel.
Las mejillas de Camila enrojecieron en un segundo y Richard rio.
—Por favor, come y cállate—exigió el dominicano en dirección a Joel.
Observaron a la pareja salir del restaurante y los tres suspiraron al mismo tiempo. Sí Danna hubiese estado ahí, se hubiese carcajeado de ellos.
—¡El amor está en el aire, definitivamente!—comentó Erick con diversión.
—¡Cincuenta dólares a que Zabdila se hace primero!—sugirió Joel poniendo su mano encima de la mesa.
—¡Cincuenta por Danpher!—agregó Richard.
—¡A mí me gusta más Danerick!—murmuró el cubano encogiéndose de hombros.
—¡Tú no juegas!—le espetó Joel con el ceño fruncido.
(...)
—Hola, princeso—murmuró Danna sobre el oído de Erick.
Se sentó derecho de golpe y se giró rápidamente para poder contemplar a su amiga y a Christopher con las manos unidas.
—Pensé que no vendrían jamás—dramatizó el muchacho. Los recién llegados se sentaron en la mesa casi desocupada y le ofrecieron sonrisas amables.
—¿En dónde están todos los demás?—preguntó Christopher haciendo una pequeña señal al camarero para que se acercara. ¡Se moría de hambre!
—Joel y Richard están jugando en esa cosa de allá—señaló a los muchachos mientras movían las varillas de la mesa de fútbolito en el fondo del restaurante.
El camarero se acercó a ellos, les entregó el menú y luego le ofreció una enorme sonrisa a Danna. Christopher apretó su mandíbula y le dedicó al muchacho una falsa sonrisa. Luego se acercó un poco a su chica y la besó dulcemente. Bien, en realidad todavía no era su chica, pero ese sujeto no tenía derecho a sonreírle a su enana.
Erick se rio disimuladamente cuándo las mejillas del chico se sonrojaron notablemente, debía sentir mucha pena por coquetearle a Danna cuándo tenía a un chico celoso a su lado.
—Hamburguesa y papas—pidió luego de la muestra de amor.—¿Cariño? Recuerda que tienes que alimentarte bien, nuestro bebé tiene que crecer sano y fuerte—dijo con su perfecto inglés señalando al estómago de la chica y ella rio. Le lanzó una mirada victoriosa al camarero y luego besó la mano de Danna que permanecía entrelazada con la suya.
—Lo mismo, por favor.—respondió simplemente y luego observó al chico marcharse lo más rápido que sus piernas se lo permitieron.
—Cuarenta y cinco minutos solos dentro de una capsula y ahora resulta que hasta con bebé volvieron—se quejó Erick—¿Por lo menos puedo ser su padrino?
Christopher rio.—No, no puedes ser el padrino.—decidió.
—¡Claro que puedes ser el padrino del bebé inexistente, Erick!—le sonrió Danna.
—¡Que no!
—¡Puedes ser su padre sí quieres, Erick!—comentó Danna para molestar al ecuatoriano.
Christopher la miró ofendido.—Sí ibas a engañarme con el cubano en cuánto volviéramos de nuestra primera cita, entonces hubieras ido con él—soltó la mano de la chica y ella rio.
—Erick, ¿quieres tener una cita conmigo en el London Eye?—Erick le lanzó una fugaz mirada a Christopher y esté lo fulminó de inmediato.
—¡No, gracias!—respondió el cubano con una sonrisa nerviosa.
—Cobarde...
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¡Jelou pipol! Jajaja Nótese mi perfecto inglés😂😂. En fin, ¿Cómo les va? ¿Qué tal todo? Como ya se saben todo el sermón mareador de "...espero que les guste" ya no lo diré hoy😊😝.
Pd. Pero espero que les guste. Muchos besos tronados y abrazos fuertes babies😘😘 xx
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