C25: El secreto de Chris.
Primero que nada, quiero decir que este capítulo tendría que haberse subido hasta mañana, pero la verdad, es que no aguanté las ganas. ¡Quiero que lo lean y lo disfruten desde hoy! ¡Cuidado porque se les pueden picar las muelas de tanta miel! Jajaja, en fin, espero que les guste y déjenme saber su opinión por favor. Muchos besos :) xx
—Fue mi imaginación, ¿O Christopher Vélez estaba coqueteándote?—la acusó Camila en medio de un suspiro una vez que estuvieron en la habitación.
—Fue tu imaginación—respondió Danna encogiéndose de hombros.
—Por un momento pensé que de verdad Erick se había convertido en tu novio—le sonrió un poco.
—Solamente era una broma—señaló la muchacha.
—Sabes Dan, no sé si te diste cuenta pero hiciste sufrir a Chris unos minutos, parecía realmente desconsolado con la idea de que estabas de novia con Erick—Danna se rio.—No sé si ya lo notaste, pero tienes demasiado poder sobre Christopher—ella miró a Camila un poco y suspiró.
—¿Vamos a hablar de nueva cuenta sobre el tema del otro día, no?—preguntó sentándose en la cama.
—Es que no lo quieres aceptar, amiga. Pero todos ya nos dimos cuenta que hay demasiada química entre Vélez y tú, la única que parece no querer darse cuenta y aceptarlo; eres tú—observó a Danna un momento y esta última respiró profundamente.
—Hoy durante el ensayo de los muchachos me pasó algo raro—comenzó y Camila se sentó frente a ella sin apartar sus ojos de Danna—cuándo observaba la coreografía que van a presentar en el programa fue...raro, no podía evitar sentir una sensación extraña en el estómago, una molestia.—suspiró frustrada.
—¿Celos, no?—la castaña parpadeó varias veces y luego recordó las palabras de Erick.
"Pues déjame decirte que cuándo una chica no te agrada por el simple hecho de acercarse a tus amigos, aquí, en Miami, en China, en Júpiter, Saturno y Marte, se le llama; celos".
¿Lo que había sentido de verdad habían sido celos?
—Si—susurró finalmente.
No podía engañar a Camila, y tampoco podía tratar de engañarse a ella misma. Había sentido celos de ver a esas chicas cerca de sus amigos, pero le habían dado todavía más celos cuándo en la broma de Christopher, él había dicho que ellas eran hermosas.
—¡Lo sabía!—se rio.—Tú no pareces una chica posesiva ni nada por el estilo, pero verlos ahí, ver a Christopher ahí te movió algo dentro de ti y te hizo abrir los ojos Danna, te gusta Christopher.—la acusó la chica.
—Me gusta Christopher—confesó finalmente en medio de un suspiro.
—¿Qué esperas para decírselo?—la animó Camila.
—¡No voy a decírselo!—sentenció de inmediato.
—¿Por qué no?—exigió la chica mirándola con una ceja enarcada.
—Porque soy lo suficientemente cobarde para guardar el secreto—se encogió de hombros.
—¿Secreto? Dejó de ser un secreto en el momento en el que ustedes dos fueron demasiado obvios. Todos, incluso Renato, sabemos que ustedes dos se mueren el uno por el otro, no hace falta ser muy observador para que se note—explicó su amiga con media sonrisa.
Danna la contempló un momento. Sí era cierto que Renato lo sabía, le sorprendía que aún no le hubiese dicho nada a ella, conociéndolo como era de sobreprotector y celoso, se había mantenido en silencio y eso era raro. ¿Qué estaría planeando aquel hombre?
—¿De verdad es muy obvio?—cuestionó haciendo una mueca.
Camila rio—Si, Danna. Solamente falta que cuándo sus miradas se encuentren empiecen a emanar corazoncitos—ambas se rieron del mal chiste de la muchacha.
—No seas exagerada, tampoco es para tanto—se burló Danna.
—Será el sereno como decía mi abuela, pero creo que Chris tiene derecho a saberlo, no puedes privarlo del amor—dramatizó la pelinegra.
—¡No estoy privándolo del amor! Tiene el amor de sus amigos, el amor de su familia, el amor de las CNCOwners...—enumeró la muchacha.
—¡Pero también podría tener tu amor y te niegas a confesárselo!—le reprochó su mejor amiga.
—No soy buena haciendo confesiones—respondió bajando la mirada.
—Tampoco puedes guardar secretos toda la vida—comentó Camila.
¡Y Danna lo sabía muy bien! ¡No podía guardar secretos toda la vida!
Un par de golpes en la puerta la hicieron reaccionar, Camila se levantó de la cama de Danna para ir a atender encontrándose con la amable sonrisa de Zabdiel.
—Hola Zabdi—saludó la chica.
—Hola Cam.—respondió el boricua mostrándole ese par de hoyuelos en sus mejillas que hacían que las chicas se volvieran locas.
—¿Vienes a buscar a Dan?—preguntó la pelinegra.
—Uhm, no. En realidad vengo a buscarte a ti—Danna sonrió ante la respuesta de su amigo, Camila se sonrojó—¿Te apetecería ir por algo de beber al restaurante?—cuestionó mirándole fijamente.
Lo que Danna no sabía era que Zabdiel no estaba solo. Cierto ecuatoriano estaba a su lado lanzándole miradas suplicantes a la amiga de la chica, la mirada de Zabdiel le ordenaba que se fuera con él para que ellos dos pudiesen tener un momento a solas tal y como los chicos habían planeado en la habitación de Richard y Christopher.
—Eh, si claro—respondió tímidamente. Christopher articuló con sus labios un "gracias" sin emitir sonido alguno y le lanzó un beso amistoso a la muchacha.—Dan, iré a tomar algo con Zabdiel—anunció mirando a su amiga aún sentada en la cama.
Danna la miró de manera divertida moviendo sus cejas de arriba-abajo varias veces, Camila se rio un poco y negó con su cabeza, tomó su teléfono y caminó a la puerta.
—¡Adiós Zab!—le gritó al boricua dándole una mirada divertida.
—¡Adiós, muñeca!—respondió él. Tan pronto como Camila salió de la habitación y la puerta se cerró, el brazo del ecuatoriano se estampó en el del boricua.
—¿Qué te pasa? ¡Soy el único que puede llamarla así!—protestó en voz baja totalmente ofendido.
—¡Ya no seas ridículo! Espera unos quince minutos y luego ve con ella—aconsejó Zabdiel.
—¡Muchísimas gracias por tu ayuda, Cami!—agradeció Chris envolviéndola en un pequeño abrazo.
—¡Ya suéltala!—protestó Zabdiel. Christopher lo miró con sorpresa y Camila se sonrojó de nuevo. No terminaba de decidir qué era lo que le sonrojaba más, la protesta de Zabdiel o el abrazo de Christopher.
—¡No tienes nada de que agradecerme, Chris!—le sonrió la muchacha.
Los observó marcharse por el pasillo alfombrado del hotel hasta llegar al elevador, esperó unos minutos hasta que consideró que era el momento apropiado y tocó la puerta un par de veces.
Dentro de la habitación, Danna comprobó en la distancia que Camila no había puesto el seguro, así que gritó un simple "pase", se arrepintió cuándo Christopher atravesó el umbral de la habitación. Le ofreció una amplia sonrisa que hizo que su pulso se acelerara y que sus piernas temblaran ligeramente.
¡Esperaba que él no lo notara!
—Hola—saludó el chico caminando un poco para acercarse a ella. El cerebro de Dan estaba en blanco. Él lo notó y se frenó de golpe, no quería incomodarla.
¡Responde tonta!
—Ho-hola—murmuró apenada.
Christopher se tomó un momento para apreciar la belleza de la muchacha que descansaba sobre la cama con las piernas estiradas y el cabello revuelto, era la cosa más adorable que había visto jamás en su vida.
—Yo...quería charlar un rato contigo, pero sí crees que es un mal momento...yo puedo irme y charlamos mañana—hizo un movimiento para girarse y su piel se erizó cuándo la cálida mano de Danna se envolvió en su muñeca.
—No, está bien. Es...es un buen momento—aclaró mirándole de cerca. Chris le ofreció una pequeña sonrisa y luego la observó acomodarse en la misma posición en la que estaba antes, se hizo a un lado para darle espacio y él gustoso se acercó para sentarse a su lado.
—Por un momento pensé que estarías dormida—mintió. Ella le ofreció una cálida sonrisa que él correspondió en medio de un suspiro.
—No, yo...estaba charlando con Camila, hasta que Zabdiel vino a invitarla a beber algo—se encogió de hombros.
—Creo que a Zabdiel le gusta—comentó él.
Danna se rio un poco, porque ella también lo había notado, sin embargo no había dicho nada
—Creo que harían una linda pareja—respondió ella.
—Dan...yo, quería pedirte una disculpa por lo que te dije en el restaurante para molestarte—ella suspiró.
—Yo también quería pedirte una disculpa por jugarles esa broma—él se rio.
—Me hiciste sufrir—respondió sin pensar y un momento después se arrepintió.—a todos en realidad—agregó de inmediato.
"¡No puedes ocultar lo que sientes toda la vida, Christopher Vélez! No actúes como una nena y mueve tu perezoso trasero y ve y díselo. No pierdes nada intentándolo y síella siente lo mismo que tú, ganas mucho. Ahora te voy a contar hasta cinco y sí para cuándo termine de contar tu estúpido trasero ecuatoriano sigue aquí, te lanzaré por la ventana y te recuerdo que estamos en el trigésimo piso" Lo había amenazado Richard una vez que habían entrado en su habitación, así fue como terminaron en una reunión improvisada en su habitación, donde además de hacer pagar a Erick por ser el cómplice de Danna en esa broma, sus amigos los incitaron para que fuera a hablar con ella.
¡Y ahí estaba él!
—Era venganza—se encogió de hombros.
—Danna yo...tengo que decirte algo, un secreto—murmuró armándose de valor. Ella lo contempló con el corazón desbocado.
—¿Pasa algo malo?—cuestionó ella.
—No creo que sea malo—respondió él.
—Entonces cuéntame el secreto de Chris—lo animó ofreciéndole media sonrisa.
Él la miró un momento y sus piernas temblaron, agradeció mentalmente a Danna por invitarlo a sentarse, sino, podría haber caído patéticamente frente a ella y era lo que menos quería.
Suspiró.—Nosotros nos conocimos hace más de un mes, casi dos para ser exactos—ella sonrió. Aun podía recordar la primera vez que lo había visto en el comedor. Él había preguntado, ¿Ella es la niña? Y luego Erick lo había retado—hemos pasado muchísimo tiempo juntos y yo...agh, es demasiado difícil decirlo Dan—protestó mirándola—es que yo....—suspiró de nuevo y él corazón de Danna volvió a golpear violentamente dentro de su pecho, casi podía jurar que iba a salirse de su lugar—...me gustas Danna, no, no me gustas, me encantas—soltó finalmente.
El rostro lleno de sorpresa de la chica sólo hizo que sus nervios y su ritmo cardíaco aumentaran. Ya estaba, lo había dicho. Le había confesado el secreto que todo el mundo parecía saber excepto ella.
Christopher Vélez ya no podía dar marcha atrás, le había confesado a la chica que le encantaba, y ella lo estaba observando tan fijamente que todo lo que él pudo hacer fue ponerse de pie para salir de la habitación.
No quería escuchar cuándo ella le dijera que sólo lo veía como un amigo porque en realidad le gustaba Erick. Empezó a caminar casi arrastrando los pies y casí cuándo llegaba a la puerta, ella lo dijo.
Danna no podía creer que Chris le hubiese dicho que gustaba de ella, su cerebro estaba en blanco pero su corazón tenía muchísimas cosas para decir, lo observó fijamente sin saber qué hacer, finalmente cuándo él se puso de pie su cerebro reaccionó, casi corrió detrás de él y lo detuvo, no tocándolo físicamente, pero lo hizo con la frase más placentera y hermosa que los oídos de Christopher hubiesen podido escuchar de sus labios.
—¡También me gustas, Chris!—le gritó y él se quedó congelado.
Como sí estuviese en una especie de cámara lenta, se giró y la observó con el corazón en las manos, literalmente. Sus dudas se disiparon en el momento en el que sus ojos se encontraron con los de la enana que tenía frente a él.
¡De su enana!
—Repítelo de nuevo—murmuró aún sin poder creérselo. Danna rio un poco.
—¡También me gustas, Chris!—repitió ella con media sonrisa.
Convertido en un montón de sentimientos, se alejó de la puerta y caminó tan rápidamente como sus piernas se lo permitieron, se quedó quieto frente a ella y la abrazó tan fuerte que por un segundo Danna pensó que le rompería una costilla. Ella envolvió sus brazos alrededor del cuerpo del muchacho y cerró sus ojos permitiéndose disfrutar de la loción que se colaba por sus fosas nasales.
Él comenzó a balbucear cosas inentendibles contra el cabello y cuello de la chica provocando que riera cuándo su cálido aliento chocando contra su piel le provocó cosquillas. Ninguno de los dos quería separarse del otro, pero ambos sabían que no podían quedarse fundidos en un abrazo toda la noche, por más que ellos quisieran hacerlo. Tenían mucho que hablar aún.
Pero antes de que pudiesen decir otra cosa, Christopher tenía algo mucho mejor en mente.
Contra su voluntad de separó de la muchacha y la observó fijamente a los ojos, las piernas de Danna temblaron automáticamente y le ofreció una pequeña sonrisa que el ecuatoriano correspondió. Ambos estaban felices, bastaba con ver sus radiantes rostros para darse cuenta de ello.
Él colocó sus manos en las mejillas de la chica trazando pequeños círculos con sus pulgares, Danna lo miró tan fijamente que por un momento pensó que iba a desmayarse. Reaccionó cuándo el aliento mentolado de Vélez chocó contra sus mejillas, él se inclinó un poco para poder estar a su altura e incluso antes de que ella terminara de reaccionar, los labios de Christopher Vélez estaban cubriendo los suyos en un cálido, lindo y tierno beso.
¡Su primer beso!
Colocó sus manos encima de las muñecas del muchacho y dejó que sus labios la guíaran, saboreó y disfrutó el beso que no se dio cuenta cuándo la puerta se abrió. Camila y el resto de los chicos los observaron con una mezcla de sorpresa y emoción; y volvieron a cerrar la puerta cuidando no hacer ruido para no interrumpir a la pareja que derramaba miel dentro de la habitación.
Cuándo sus pulmones comenzaron a clamar por un poco de oxigeno ellos se separaron de mala gana, juntaron sus frente y se miraron a los ojos portando ese tipo de sonrisa que solamente podrías poner cuándo te acabas de sacar la lotería, o cuándo acabas de besarte con el chico de tus sueños.
—Te quiero, Danna—murmuró él sin dejar de sonreír un solo momento.
—Te quiero, Chris...
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