C20: Disculpas y confesiones.
—¿Es que acaso no puedo reírme ahora?—inquirió la pelirroja fulminando al chico con sus maquillados ojos azules.
—Pues no—respondió él mirándole fijamente.—Sobre todo sí estás riéndote a costa de mis amigos—Richard se cruzó de brazos y la observó desafiante.
—¿Riéndome a costa de tus amigos? ¿Por qué tendría que hacerlo?—cuestionó con una ceja enarcada.
—¿Crees que no sé que Christopher se fue a cenar contigo la noche de ayer? Me parece sumamente raro que el día de hoy haya amanecido con una loca idea y este discutiendo con los chicos, cuándo llegamos al hotel estaba siendo amigable con todo el mundo—las mejillas de la chica se sonrojaron—fuiste la única persona con la que habló después de nosotros y ahora aparece con un humor de los mil demonios...es interesante—agregó sin despegar sus ojos de ella.
—¿Estás queriendo decir que yo soy la culpable del cambio de Chris?—preguntó algo ofendida.
—No, yo no estoy queriendo decir nada—ella sonrió—Estoy afirmando que fuiste tú—su sonrisa se esfumó en un instante.
—Desde que llegué al tour...me he dado cuenta que eres el único al que no le caigo bien...—parpadeó varias veces y luego lo miró al borde de las lágrimas.
—Desde que llegaste al tour me di cuenta que no eres una buena chica, no para nosotros—hizo una pausa—¿Te parece bien coquetear con mis amigos? ¿Con Erick?—ella se quedó en silencio y Richard suspiró.
—Yo no...
—Yo no voy a dejar que apartes a mis amigos. Y sí me enteró que de verdad eres tú la que intenta hacer que Danna y Christopher peleen, voy a hablar con Renato—finalizó.
—¿Estás amenazándome, Richard Camacho?—preguntó mordazmente.
—No. Estoy advirtiéndote.
(...)
—Yo... creo que jamás debí hablarles así. En serio, lo siento. Es que...me deje llevar...y...no—Christopher parpadeó varias veces contemplándose en el pequeño espejo del baño del avión.
¡Dios! Que complicado era pedir perdón cuándo de antemano sabías que tenías la culpa. Él no era un chico que se dejara guiar por sus impulsos, era un chico que pensaba en todas las posibles consecuencias que tendría sá llevaba a cabo cierta acción, pero en ese caso se había olvidado por completo de sus principios y actúo sin pensar. Como consecuencia, ahora debía pedir una disculpa a sus amigos y una buena explicación a Azul, porque sabía que esa pelirroja le había mentido y por más que pensaba y pensaba no podía entender porque fue que lo hizo.
—¡Christopher tengo que entrar al baño!—escuchó la voz de Joel del otro lado de la pequeña puerta—¡hace más de veinte minutos que entraste! ¿Te duele el estómago?
¡No! No le dolía el estómago ni tampoco tenía la necesidad de usar el sanitario, entró por el simple hecho de que quería estar a solas para pensar en una buena manera de pedirles perdón a sus amigos por comportarse como un auténtico tonto, y no podía concentrarse ni pensar claramente teniéndolos a un lado.
Abrió el pequeño lavamanos y dejó el agua correr, tiró de la cadena del retrete y abrió la puerta. Joel lo observó un momento antes de hacerle una pequeña señal con la cabeza para que saliera del minúsculo lugar.
—Joel, yo...
—Sí lo que quieres es pedirme una disculpa, conmigo no tienes que hacerlo...—se apresuró a decir el mexicano—...creo que con los que realmente tienes que disculparte son con Zabdiel, Erick y Danna. Sobre todo con Erick, no estuvo bien que fueras grosero con él cuándo lo único que quería era ser amable—explicó mirándole.
¡Y él lo sabía! El pobre chico se había colocado los auriculares en un afán por ignorar la presencia del ecuatoriano, se hizo el dormido un par de horas, pero Christopher sabía muy bien que durante los vuelos él no podía pegar un ojo.
—Lo sé—murmuró en respuesta.
—Y con Danna, no sé que fue lo que pasó contigo para que te volvieras loco, pero por sí no te diste cuenta, la acusaste directamente. ¡Eso no estuvo bien!—explicó Joel.
¡Eso también lo sabía! Danna había pasado todo el vuelo con la cabeza metida entre las páginas de uno de los libros que Joel le había regalado en su cumpleaños y los auriculares puestos, aunque él sabía que no estaba escuchando música, pues ella le había comentado en México que no podía leer y escuchar música a la vez.
Agradecía mentalmente a Dios que su madre hubiese tomado un vuelo diferente, sino, en ese preciso momento estuviera siendo sometido a un monumental sermón.
—Lo sé—repitió simplemente.
—Ahora sino te importa, tengo que entrar al baño—le dijo el mexicano moviendo su mano para que él se quitara de su camino.
—Joel, de todas maneras yo quería...
—Sí, si te hace sentir mejor, acepto tus disculpas...—anunció ofreciéndole una pequeña sonrisa—...por cierto, no tenías la necesidad de encerrarte en el baño y ensayar un recital de disculpas—las mejillas del ecuatoriano se sonrojaron.
—No, yo no estaba...yo..
—¡Te escuché, Chris!—comentó Joel.
(...)
Danna contempló los quince escalones que la separaban del piso. Se aferró a la barandilla y se mentalizó para dar el primer paso. Se sobresaltó cuándo un brazo se enredó en su cintura, levantó la cabeza para encontrarse con el rostro de Christopher a pocos centímetros de ella.
—Yo te ayudo—ofreció el muchacho sin apartar sus ojos castaños de los de ella.
—¡Puedo sola!—protestó con las mejillas coloradas.
—Sí claro, no hay manera que bajes las escaleras tú sola a menos que sea rodando...—respondió con media sonrisa. Ella lo fulminó con la mirada, sin embargo él tenía razón. Pasó su brazo derecho por detrás del cuello de Christopher y dejó que él la elevara del suelo para poder bajar.
Soltó un suspiro cuándo finalmente estuvo en tierra firme y se separó del cuerpo del joven cuidadosamente para no caerse. —Gracias—murmuró posando sus ojos en el resto de los chicos que bajaban a paso lento del avión.
—Danna yo...quería pedirte una disculpa. No tenía derecho a hablarte así y mucho menos a acusarte de algo de lo que no estaba seguro—Danna lo miró fijamente y soltó un pequeño suspiro.
—No sé qué película viste, Chris. Pero está bien, no tiene importancia—él la miró un segundo y negó levemente.—Y sí es muy importante para ti, está bien. Te perdono—le ofreció una auténtica sonrisa que él correspondió de la misma manera.
—¿Amigos de nuevo?—preguntó mirándola fijamente.
—¿Amigos de nuevo? ¡Jamás dejamos de ser amigos!—Y eso bastó para que Christopher Vélez la envolviera en un cálido y lindo abrazo.
Azul los observó fijamente con los puños apretados. ¡Estaba furiosa! Richard caminó hasta ella y la contempló un momento completamente divertido.
—¿Una cena ficticia no bastó para separarlos, verdad?—lo fulminó con la mirada y amenazando con perforar la tierra y llegar al núcleo de la misma, se marchó hecha una furia.
(...)
—¿Me veo bien?—Danna despegó sus ojos del libro que sostenía entre sus manos y miró al cubano un par de minutos.
—¡Tú siempre te miras bien!—respondió con media sonrisa.
—¡Me sonrojas!—protestó el chico con las mejillas sonrojadas. Danna se rio.
—¿Entonces sino quieres que te diga la verdad, para que me estás preguntando?—cuestionó con una de sus cejas enarcadas.
—¡Lo dices solamente porque eres mi amiga!—ella negó de inmediato.
—Lo digo porque es la verdad, Erick. Podrías ir en pijama a dar entrevistas y te seguirías viendo increíble—lo halagó—¿eso es un toque especial por ser de Cuba?—el chico se rio.
—¿Me miro incluso mejor que Sebastián Yatra? Confiésalo de una vez—exigió mirándola.
—Sí—respondió sin pensarlo y Erick sonrió complacido.—¿Se arreglaron Chris y tú?—preguntó ella y él asintió automáticamente.
—Sí. Todo está bien, no te preocupes—le sonrió.—¿Estás segura que vas a estar bien?—ella asintió.
—El doctor que me revisó ayer me dijo que en un par de días más podré quitarme la férula y comenzar a apoyar el pie—Habían llegado a Los Ángeles un par de días atrás y Renato insistió demasiado para que un doctor la revisara, ella se oponía rotundamente pero después de todo, Renato era quién ordenaba y sí él decía que un doctor la tenía que revisar, eso pasaría con o sin sus protestas.
Erick le sonrió y se acercó hasta ella, se sentó a su lado en la cama y depositó un pequeño besó en su coronilla.—Tengo que hacerte una confesión...—hizo una pausa—...nunca te lo dije Dan, pero cuándo te lastimaste y te llevamos al hospital, Christopher estaba totalmente histérico—ella lo miró un segundo con el corazón acelerado—Todos estábamos asustados y preocupados por ti, pero Chris lo estaba cien veces más que el resto—ella se rio levemente.
—Supongo que eso es lo que hacen los buenos amigos, ¿no?—cuestionó confundida.
Antes de ellos, ella jamás había tenido amigos. —Se va a morir cuándo sepa que lo friendzoneaste—comentó Erick con diversión y ella se rio de nuevo.
—Sí pretendes que me torture todo el día con lo mismo, díselo—él chico se rio.
—Está bien, seré considerado contigo.—hizo una pausa y miró su reloj de pulsera para luego soltar un suspiro.—Creo que es momento de que me vaya, te veré más tarde, princesa.—agregó depositando una lindo beso en su mejilla.
Danna imitó su acción y las mejillas del muchacho se sonrojaron automáticamente.—hasta luego, Erick—le dijo antes de que él se alejara para marcharse.
Su teléfono comenzó a vibrar contra su pierna anunciando un nuevo mensaje de texto, lo tomó lentamente y sonrió automáticamente.
De: Zabdiel.
¡Dan, dímelo mami! ¿Quieres hacer una pijamada con nosotros esta noche? Prometemos comprar comida chatarra esta vez con la supervisión de Renato. Besos, Zabdi.
Le hubiese gustado decir que estuvo en una pijamada con los chicos de CNCO en Las Vegas, pero eso sería mentir descaradamente. Capaz que era por el dolor, el cansancio, o el efecto de la morfina, pero ella se había quedado dormida acurrucada contra Joel luego de los primeros veinte minutos de la película. O por lo menos eso fue lo que Camila le había dicho a la mañana siguiente.
Para: Zabdiel.
Pol favol, me encantalía.
Adjuntó muchos emojis divertidos al mensaje y luego lo envió. Ella y Christopher se la pasaban molestando al pobre chico. La respuesta de Zabdiel fue casi inmediata.
De: Zabdiel.
¡Muy graciosa! ¡Te veremos en un rato! Quédate en la cama y espera por nosotros. Pd. No seas igual que Christopher y no lo malpienses.
Danna se rio observado las caritas sonrojadas, casi podía imaginarse al muchacho con las mejillas sonrojadas también escribiéndole que no malpensara el mensaje. Pero él era Zabdiel, era dulce por naturaleza. Sí hubiese sido Chris...
Su teléfono volvió a vibrar y lo tomó de inmediato esperando el mensaje de alguno de los chicos, sonrió cuándo se percató del parpadeante nombre de Christopher en la pantalla.
De: Chris.
Cuándo me miras así, no sabes lo que te haría, un poco por acá, un toque por allí, del mundo te olvidarías.... ¡Malpiensa el mensaje de Zabdiel! Pd. No le cuentes a Renato.
Sus mejillas sonrojaron automáticamente y soltó una carcajada por lo tonta que estaba siendo. Observó detenidamente la pantalla del teléfono sonriendo por lo loco que esos chicos podían llegar a ser y se le ocurrían tres palabras.
Ellos eran únicos.
___
Hola a todo el mundo. ¿Cómo están?
¿Les está gustando la historia? ¡Quiero opiniones! ¿Creen que podría cambiar algo? ¿Necesita mejorar? Quiero saber qué es lo que piensan de la historia y ese tipo de cosas.
Abrazos para todos y besos tronados. xx.
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