C16: La bolsa de colores.

De:Renato.

Las mamás de Zabdiel, Joel y Chris están por llegar al hotel. ¿Puedes esperarlas en el living, por favor? Sí me ayudas con esto, prometo conseguirte un autógrafo de los muchachos de CNCO. Nos vemos en cuarenta minutos.

Soltó una carcajada por el mensaje del hombre, se quitó los auriculares y suspiró.

Para: Renato.

Trato hecho.

Se levantó de la cama, se observó en el espejo y salió de la habitación. Una vez que estuvo en el living del hotel, se sentó en uno de los cómodos sillones y observó la portada de las revistas sobre la mesa de vidrio del centro. Tomó una y comenzó a hojearla lentamente. ¡Estaba aburrido!

—¡Danna!—levantó la mirada de la hoja de la revista y se encontró con la sonrisa genuina de la madre de Christopher.

—¡Hola!—saludó poniéndose de pie para acercarse a saludarla.

—Que gusto verte cariño—le sonrió la mujer. Observó por encima del hombro de la madre de Chris y se percató también de la presencia de las madres de Joel y Zabdiel.

Luego de saludarlas estuvieron charlando un rato, la felicitaron por su cumpleaños y prometieron llevarla de compras para que eligiera lo que ella quisiera, ella negó de inmediato, pero esas mujeres eran igual de tercas que sus hijos así que casi bajo amenaza aceptó. Por supuesto que cuándo el momento llegara, no aceptaría pero ellas no tenían por qué saberlo.

—¡Mamá!—gritó Joel corriendo en dirección a su madre. La abrazó tan fuerte que Dan pensó que le rompería los huesos.

Lo mismo pasó con Chris y Zabdi en cuanto vieron a sus mamás.

—¿En dónde estuviste, Dan?—cuestionó Erick casualmente. Danna lo miró un segundo y se encogió de hombros.

—Fui a desayunar y después estuve en mi habitación escuchando música y vagando en redes sociales—le sonrió.

—¿Sólo eso?—preguntó el cubano atrayendo la atención del ecuatoriano a su lado.

—Sí. Nada interesante, en realidad.—se encogió de hombros nuevamente.

—¿Siguen acosando a esta chica con sus cuidados exagerados?—preguntó la madre de Zabdiel lanzándole una mirada reprobatoria a su hijo.

—¿Quién? ¿Nosotros?—preguntó Richard inocentemente.

—¡Para nada!—respondió Christopher.

(...)

—¡Déjala!—le gritó Joel a Zabdiel mientras el boricua sostenía una de sus bandanas.

—¿Sí sabes que es un simple trozo de tela, verdad?—preguntó Zabdiel—además, estaba en mi maleta. ¿Qué se supone que hacía tu bandana en mi maleta?—agregó entrecerrando sus ojos.

—¡Y yo que voy a saber! ¡Dámela!—le dijo el mexicano tomándola de su mano.

—¡Eres un chillón, Pimentel!—protestó Christopher sin apartar la mirada del celular.

—No me importa—respondió el chico encogiéndose de hombros.

—¿En dónde está Dan? No la hemos visto en todo el día—anunció Erick.

—Con Camila, dijo algo así como compras y chicas en la misma oración—comentó Richard con media sonrisa.

—No hay que esperarlas pronto, entonces—respondió Joel encogiéndose de hombros.

—Se fueron hace casi tres horas. ¿De verdad crees que se tarden más? ¿Cuánto tiempo se tarda una chica en elegir un vestido?—preguntó Erick con el ceño fruncido.

—¿Hace cuánto tiempo no nos divertimos como niños?—cuestionó el ecuatoriano cambiando de tema.

—¡Como tres horas!—respondió Zabdiel con media sonrisa.

—¿Creen que Renato se moleste sí hacemos guerra de almohadas?—preguntó inocentemente Richard.

—Mientras Erick no rompa otra lámpara y Zabdiel otra cama, todo está bien—comentó Joel.

—¡Lo de la lámpara fue un accidente!—reprochó el cubano de inmediato.

—Entonces... ¡GUERRA DE ALMOHADAS!—gritó Chris tomando una de las almohadas de la cama de Zabdiel.

La guerra de almohadas comenzó, los cinco muchachos se reían unos de otros, después se transformó en guerra de avienta lo que sea, Zabdiel se quejó cuándo Chris estrelló en su rostro uno de los cojines del sofá, la almohada de Joel quedó hecha trizas y un montón de plumas volaron por todos lados. Zabdiel tomó de su maleta una pequeña bolsa azul con orillas verdes y se la lanzó a Christopher en venganza por el cojinazo, con una mala puntería, la bolsa pasó a lado del ecuatoriano. Este soltó una sonora carcajada y luego abrió los ojos como plato cuando la bolsa salió disparada por la ventana.

—¡Alto ahí!—gritó y todo el mundo se detuvo.—¿Qué era eso que me aventaste?—cuestionó mirando al boricua.

—¡Y yo que voy a saber! Parecía una bolsa de colores—se encogió de hombros.

—¿Eran tuyos, Erick?—preguntó Richard con la vista clavada en el cubano.

—No. ¿Yo para que voy a querer colores?—respondió confundido.

—¿Qué demonios era eso, entonces?—preguntó Christopher con el ceño fruncido.

Un par de suaves golpes en la puerta los hizo alarmarse. Sí era Renato y se daba cuenta que la habitación de Joel y Zabdiel estaba hecha un perfecto caos, iba a molestarse. ¿Y que era algo más aterrador que Renato furioso? Richard –que era el más cercano a la puerta- fue a abrir. Los miró a todos y luego giró el pomo de la puerta.

—¡Hola chicos!—saludó Danna entrando a la habitación con una linda sonrisa que se desvaneció cuándo se dio cuenta del montón de plumas por todos lados. Y ellos mismos tenían plumas entre el cabello—¿Qué rayos les paso?—cuestionó sorprendida.

—Capaz que era una pelea de almohadas—respondió Erick inocentemente.

—¿Encontraste un vestido bonito para el evento de esta noche?—cuestionó Joel mirándole.

—Sí. Está en mi habitación. De hecho, Cami va a empezar a arreglarme—les sonrió—Oye Zabdi, cuándo estuvimos en México metí en tu maleta mi cosmetiquera para ponerla a salvo de ustedes—anunció y todo el mundo se quedó con la boca abierta.

—¿Cosmetiquera?—cuestionó Richard confundido.

—Sí—se rio la chica.—¿No saben lo que es una comestiquera?—los cinco negaron de inmediato.

—¿¡Para guardar cosméticos!?—preguntó Erick.

—Nombre, de verdad que eres un genio—se burló Christopher.

—¡Con Erick no te metas, Vélez!—reprochó la chica. Erick le guiñó el ojo a Christopher mientras le ofrecía una sonrisa victoriosa. —¡Y tú no le guiñes!—lo retó.

—¿Metiste tus cosméticos en mi maleta?—preguntó Zabdiel con el ceño fruncido.

La chica suspiró—Sí. Es una pequeña bolsa azul con orillas verde limón, ahí tengo todo lo que Cami usará para arreglarme—les sonrió.—¿La han visto?

—Sí.—respondieron Joel, Richard y Erick.

—No—aseguraron Zabdiel y Christopher.

—¿Qué? ¡Chicos! Pónganse de acuerdo, por Dios—se rio—¿la han visto sí o no?—inquirió con el ceño fruncido.

—Sí—respondió Chris.—La vimos hace un momento.—agregó mirando a Zabdiel.

—¿En dónde está? ¡La necesito!—respondió ella.

—¡Pasó por aquí!—contestó el muchacho señalando su costado.

—Sí claro, le salieron piernas y se fue caminando—bromeó ella.—De verdad, Chris. Se está haciendo tarde, no hay tiempo para bromas. ¿Dónde están mis cosméticos?

—¡Es que no es una broma, Dan!—le dijo Erick ofreciéndole una pequeña sonrisa.—De verdad si pasó junto a Chris.—agregó.

—¿Qué?

—Capaz que cuándo estábamos jugando guerras de almohadas, Zabdiel la tomó y me la lanzó. Hace unos cinco minutos estaba aquí, justo ahora, tu bolsa de colores debe estar allá...—señaló por la ventana—...veinticinco pisos  abajo.

Los ojos de la chica se abrieron con sorpresa, posó sus manos en su cintura y se giró para ver a Zabdiel con una ceja enarcada. ¡Corrección! Sí que podía haber algo peor que Renato furioso, una Danna furiosa. Respiró profundamente y lo miró con una fingida sonrisa.

—Zabdiel De Jesús Colón....

—¡No era mi intención!—le dijo con una mueca de preocupación.—¡Fue un accidente!

Christopher soltó una carcajada y el resto de los chicos observaron la escena totalmente divertidos.

—¡Tienes veinte minutos para conseguir mis cosméticos de vuelta!—gruñó furiosa.

—Dan...

—Ni uno más, ni uno menos.—agregó antes de salir de la habitación de los chicos.

—¡Estoy jodido!—les dijo Zabdiel a sus amigos sentándose en su cama.

—Sólo un poco—respondió Joel—Y no es por presionarte, pero ya te quedan diecinueve minutos de los veinte que Danna te dio—se encogió de hombros.

—¿Quién quiere cantar los solos de Zabdiel ahora que Danna lo medio mate y no pueda ir a los conciertos?—se burló Christopher.

—Dieciocho, Zabdi—anunció Richard mirando el reloj en su teléfono.

(...)

—Se supone que esto es una máscara, eso fue lo que dijo la chica de la tienda—le dijo Erick a Danna colocando un tubo morado frente a ella.

—Es un delineador....—respondió la muchacha señalando el nombre en el pequeño cilindro.—Ya tengo tres, Christopher, Richard y Joel me trajeron el mismo, creen que son cosas diferentes solamente porque el color del envase cambia—las mejillas de Erick se tiñeron de rojo.

—¡Es muy difícil ser una chica, ¿sabes?!—Camila se rio mientras seguía trenzando el cabello de la castaña.

—¡No eres una chica, Erick!—le informó Cami.

—¿Y puedo saber porque me están trayendo cosméticos ustedes? ¿Y en donde diablos está Zabdiel?—cuestionó Danna con el ceño fruncido.

—Queremos convencerte de no dejarnos sin Zabdi, CNCO no puede ser de cuatro, sino el nombre pierde el sentido...—se encogió de hombros—...Zabdiel debe estar comprando media tienda de maquillaje.—suspiró.

La puerta de la habitación de las chicas se abrió de golpe, Renato entró junto al resto de los chicos. —¡A ustedes les dije que se fueran a cambiar!—inquirió en dirección a los muchachos.

—Primero queremos cerciorarnos que Danna no mate a Zabdiel—comentó Richard casualmente.

—Bien, tu maquillaje no lo encontré. Pero te compré todo esto—le dijo el muchacho vaciando el contenido de una bolsa negra encima de la cama. Danna abrió los ojos de golpe cuando se dio cuenta que eso era muchísimas cosas más de las que contenía su cosmetiquera.

—¿Sabías que solamente tenías que comprar cosas básicas, no?—cuestionó Camila con el ceño fruncido.—Quería maquillar a Dan, no montar una estética, Zabdiel—los chicos se rieron.

—De verdad perdóname, Dan. Yo no sabía que la bolsa de colores era tuya, mucho menos que tenía todas esas cosas que las chicas usan.—Dan suspiró.

—Bien, estás perdonado Zabdi—murmuró. El chico se puso de pie para ir a abrazarla pero Camila lo detuvo justo antes de que la envolviera en un fuerte abrazo.

—¡No se te ocurra arruinar su peinado!—chilló Camila.

—Dale loco, necesitas hacer un ritual para que se te vaya esa mala suerte con las chicas.—se burló Erick.

—¡A sus habitaciones! ¡YA!—gritó Renato.

(...)

—¿Estás segura que me veo bien?—preguntó Danna sin apartar la mirada del espejo.

—¡Que sí!—respondió su amiga con media sonrisa.—¡El vestido es precioso! ¡Y tú te miras preciosa también!—agregó.

—Gracias por ayudarme, Cami. Y gracias por no déjarme en manos de Azul—Camila se rio.

—¡Para eso están las amigas!—le sonrió—Ahora dame tu teléfono, que quiero tener una foto de esto—Danna le entregó su teléfono y Camila hizo un par de fotos. Contempló a su amiga viendose en el espejo de nuevo y suspiró—Es momento de bajar, Dan. Tus amigos y Renato te esperan en el living.

—¿Segura no quieres venir?—cuestionó mirándole.

—¿Y perderme una plática con las madres de esos chicos? ¡Por supuesto que no!—respondió guiñándole un ojo—Ahora de verdad, baja antes de que Renato decida venir por ti.

Se rieron un poco, pero ambas sabían que eso iba a hacerse realidad sí Danna Silvetti no bajaba en los próximos dos minutos.

Soltó otro suspiró, le agradeció de nuevo a su amiga y salió de la habitación con cuidado de no tropezar con sus nuevos zapatos.

Su corazón latió muy de prisa cuándo las puertas del elevador se abrieron en el primer piso, avanzó a paso lento y se sonrojó cuándo llegó al living. Ellos estaban de espaldas haciéndose fotografías, todos llevaban trajes elegantes y se veían realmente relajados. Apretó sus puños, inspiró profundamente y caminó hasta ellos.

—¡Estoy lista!—Seis pares de ojos se posaron en ella y sus bocas se abrieron con sorpresa y confusión.

—¿Danna?—cuestionó Erick sin salir de su asombro.

—¿Sí?

—Te ves...tú te...ves....—comenzó Christopher, pero ni siquiera podía encontrar una palabra adecuada para describirla.

—Hermosa—finalizó Joel.

_ _ _ 

¡Hola a todo el mundo! ¿Cómo están? ¿Cómo les va?

Una pequeña nota,

Como yo no sé nada de telas ni nada de eso (ni de moda), y en este capítulo trate de describir el vestido de Danna, y no pude ¡Que tristeza! En fin, aquí les dejo una foto de su vestido para que se den una idea de cómo es que fue vestida esta señorita. 


Pd. Ignoren a la modelo, lo importante es el vestido.

Eso es todo. Besos para todo el mundo y abrazos hasta sus hogares.

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