C14: Los galanes de CNCO.
—Erick....—el chico de ojos verdes despegó sus ojos del tríptico que estaba leyendo y la observó un segundo.
—¿Qué pasa?—preguntó con su lindo acento cubano.
—¿Conocen a Sebastián Yatra?—interrogó Dan sacándose un auricular del oído. Erick pudo escuchar uno de los temas del colombiano reproducirse en el teléfono de su amiga.
—Sí, ¿Por qué?—preguntó con algo de curiosidad y confusión. Danna jamás preguntaba algo que tuviera que ver con algún famoso que ellos conocieran, sus pláticas siempre se trataban de banalidades.
—¿Podrías presentármelo?—cuestionó batiendo sus pestañas repetidas veces. El cubano la miró con el fruncido.
—¡Por supuesto que no!—le dijo y volvió su vista al tríptico que sostenía entre sus manos.
—Oh, vamos. Por favor—suplicó acercándose al muchacho y dejándose caer a su lado en el amplio sillón del living del hotel donde se encontraban esa mañana.
—No—respondió simplemente.
—¿Por qué no quieres presentármelo?—cuestionó con una ceja enarcada.
—¿Por qué quieres que te lo presente?—contratacó el chico bajando de nueva cuenta el folleto.
—¡Porque canta increíble, me gusta su música y además es súper guapo!—le sonrió ampliamente y Erick apretó su mandíbula.
—¡Nosotros también cantamos increíble, te gusta nuestra música y somos súper guapos!—Danna se rio.
—Sí, claro—respondió para molestarlo.
—¡Muy graciosa!—protestó el muchacho.
—Erick...¿podrías pasarme su número telefónico, al menos? Prometo no decir que fuiste tú.—él negó de inmediato.
—Mucho menos.
—Erick, ojitos preciosos...
—Sí continúas insistiendo, te acusaré con Renato—la amenazó el muchacho. Danna lo miró ofendida, lo fulminó con la mirada y luego volvió su vista a la pantalla de su teléfono.
—¡Chismoso!—murmuró.
Se carcajeó mentalmente y se esforzó por no reírse de verdad, le encantaba molestar a esos chicos, verlos enfadarse cuando hablaba de chicos frente a ellos. ¡Era divertido!
—¡Buenos días!—saludó Joel acercándose a ella para depositar un beso en su frente. Automáticamente sus mejillas se sonrojaron. ¿Qué pasaba sí alguien los veía y hacían difundir la fotografía? Suficiente tenía ya con las chicas que creían que era la novia de Chris, como para que ahora también dijeran que tenía algo que ver con Joel. Lo peor, iban a odiarla en serio sí comenzaban a pensar que ella estaba jugando con ambos, suspiró y el mexicano la miró con curiosidad.—¿Sebastián Yatra?—cuestionó confundido.
—Alguien ya te contó—le dijo ofendida mirando a Erick de reojo.
—No vamos a presentártelo, pero sí quieres podemos presentarte a uno de los galanes de CNCO—le dijo él encogiéndose de hombros.—Está Richard, aunque ya es papá—hizo una pausa. Danna todavía podía recordar cuándo por accidente había entrado a la habitación de hotel equivocada y encontró a Richard en plena videollamada con su familia, la chica de la pantalla se había puesto medio loca apenas la vio entrar, la insultó un poco y luego le gritó al dominicano; cuándo por fin se calmó y le explicaron que era la hija de Renato, con las mejillas del color de un tomate le pidió una disculpa a Dan. Después Richard le contó que tenía una hija y un momento después la preciosa bebé quedó a su vista. ¡Era la cosita más preciosa que hubiese visto jamás! —También está Erick—prosiguió Joel señalando al chico a su lado—Tiene dieciséis y le gusta leer folletos en los hoteles—señaló entrecerrando sus ojos. Danna se rio—Tenemos a Zabdiel, es boricua, es multitalentoso, bien me acabo de inventar la palabra—se rió de sí mismo—Después tenemos a Christopher, tiene un corazón de condominio por eso las chicas lo tildan de mujeriego—Danna río de nuevo—Pero es un buen chico, le gusta comer así que sí le regalas comida vas a tenerlo, literalmente, comiendo de la palma de tu mano por un largo tiempo—suspiró—Y estoy yo, Joel; el sexi chico de las bandanas, me encanta cantar así que sí te quedas conmigo, te cantaría todo el día—se encogió de hombros de nuevo—¿Entonces qué piensas?
—Lo acosaré en Instagram—respondió.
—Le pasaré tu username para que bloquee.—comentó Erick. Ella lo miró de mala gana y le enseñó la lengua en un gesto de protesta totalmente infantil. El cubano se rio.
—¡Ya no te quiero!—murmuró.
Los ojos de Erick se abrieron con sorpresa y automáticamente Danna se rio.
—Danna, deja de molestar a Erick—exigió Renato apareciendo frente a ellos.
—¡Pero sí no estoy molestándolo!—se defendió la castaña.
—Tu sonrisa maliciosa y el ceño fruncido de Erick los delata—anunció encogiéndose de hombros.—¿Te está gustando México?—agregó mirándola.
—Sí, es lindo—respondió—Pero todavía no puedo terminar de creer que las personas llaman comida a ese fuego liquido—Joel se rio.
—No seas dramática, la comida no pica tanto—ella suspiró.
—Como digas, Pimentel—murmuró.
—Bien, ¿ya vas a decirme porque estabas molestando a Erick?—preguntó Renato tomando asiento frente a ellos sin apartar la mirada de ellos.
—Cuéntale Danna—la animó Erick sonriéndole inocentemente—¿Qué pasa sí le consigo a Dan el número telefónico de un chico?—preguntó al hombre cuando se percató que la muchacha no hablaría.
Joel observó la escena totalmente divertido.
—Te patearía el trasero de diez maneras diferentes, Colón—amenazó—¿Por qué lo preguntas?—inquirió cruzando sus brazos encima de su pecho.
—¡Simple curiosidad!—respondió el cubano volviendo a posar su atención en el folleto.
—¡Miedoso!—murmuró Danna con diversión.
(...)
—Las chicas están por tomar sus lugares allá afuera—anunció Zabdiel tomando asiento a su lado en el amplio sillón de cuero del camerino—¿No piensas ir al concierto, Dan?—preguntó tomando una fresa con chocolate del plato que descansaba a un lado del mueble.
—¡Me siento mal!—murmuró la chica e inmediatamente el boricua se sentó derecho. Colocó el dorso de su mano en su frente y soltó un suspiro.
—Creo que tienes un poco de fiebre—declaró y Danna lo miró un segundo.—¿Te duele la cabeza?—cuestionó mirándole detenidamente.
—Si—admitió. En realidad, le dolía la cabeza desde que habían salido del hotel, pero prefirió guardar silencio para no preocupar a Renato y a los chicos, que eran unos exagerados de primera y que estaba muy segura que comenzarían a insistir en llevarla a un hospital sí les decía que sentía que su cabeza explotaría en cualquier momento.
—Iré a buscar a Renato—anunció y comenzó a ponerse de pie, pero la mano de Danna se lo impidió.
—No Zabdi, está bien. Es sólo un dolor de cabeza, le diré a Cami que me consiga una pastilla y listo—aseguró.
—¿Estás segura?—preguntó con desconfianza. Dan asintió levemente y eso bastó para que su cabeza diera mil vueltas, cerró sus ojos discretamente y soltó un pequeño suspiro. Tal vez la comida le había caído mal, porque su estómago también le dolía como sí alguien la hubiese estado golpeando en el abdomen, pero eso no pensaba decírselos.
—Sí—la puerta se abrió y entraron Richard, Joel y Erick.
—¿Qué es lo que pasa?—cuestionó Joel contemplando la cara de preocupación de Zabdiel.—¿Qué va mal?
—Danna se siente mal, eso es lo que pasa—los ojos verdes de Erick se posaron en ella. Richard se hincó delante de ella para estudiarla detenidamente con penetrante mirada—Tiene fiebre y le duele la cabeza—agregó el boricua para sus amigos.
—Creo que deberíamos ir al hospital—anunció Richard. Danna lo miró alarmada y negó de inmediato.
—No estoy muriendo, es un simple dolor de cabeza—aseguró mirando al dominicano fijamente.
—Le diré a Renato que te consiga una infusión para que se te calme el dolor—inquirió Joel y luego comenzó a caminar en dirección a la puerta, Danna protestó pero el mexicano simplemente la ignoró y se marchó.
—Le diré a mi mamá que se quede contigo, Dan.—ofreció Erick sacando su teléfono celular del bolsillo de sus jeans. Comenzó a teclear rápidamente un mensaje y luego lo volvió a guardar en su lugar.—Descansa y tan pronto termine el concierto, estaremos aquí contigo.—añadió con una linda sonrisa. Danna se hubiese sonrojado pero era tanto el dolor que sentía que simplemente se quedó oyéndolo sin escucharlo realmente.
—¿Y Chris?—cuestionó Zabdiel mirando a sus amigos.
—Fue interceptado por una pelirroja.—respondió Richard poniendo sus ojos en blanco.—No debe de tardar—agregó en voz baja.
La chica apoyó su cabeza en el respaldo del sofá, cerró los ojos lentamente y respiró pausadamente, con algo de suerte; la pastilla que Cami le conseguiría y el té que sugirió Joel iban a ser suficientes para que ese horrible dolor le diera tregua.
—¡Por Dios! Tienes una horrible pinta—señaló Renato entrando en el camerino con Joel siguiéndole.
—Gracias, tú también te miras muy bien—respondió sin abrir sus ojos.
—¡Camila no debe tardar con el té y las pastillas!—anunció Renato.
(...)
—¡Christopher!—el ecuatoriano se quedó quieto cuándo escuchó la voz de Azul a sus espaldas, contempló a sus amigos seguir con su camino hasta el camerino y soltó un suspiro.
—¿Qué pasa?—cuestionó girándose para encontrarse de frente con la estilista del grupo caminando a paso apresurado hasta llegar a él.
—¡Eso es precisamente lo que yo quiero saber! Desde hace varios días tú y los chicos pareciera como sí me estuviesen evitando y simplemente no entiendo por qué—explicó mirándole fijamente con una de sus maquilladas cejas enarcada.
—Ni yo ni los chicos estamos evitándote, Azul. No sé de donde sacas semejante cosa—le informó con algo de impaciencia.
Quería llegar rápido al camerino, sobretodo porque no había tenido mucho tiempo para estar con Danna durante el día, pues ella había decidido quedarse con la madre de Erick en el hotel mientras ellos estaban haciendo entrevistas, ahora lo único que él quería era ir hasta el camerino y charlar un poco antes de que el concierto comenzara. No estar en medio del pasillo teniendo esa charla absurda con Azul.
Frunció el ceño cuándo Joel pasó a su lado, parecía como si realmente tuvieses demasiada prisa que ni siquiera los miró.
—¡Christopher!—chilló indignada la muchacha frente a él.
—Lo lamento, el día de hoy estoy un poco distraído, ¿Qué era lo que me estabas diciendo?—preguntó confundido.
Su corazón se aceleró un segundo después cuando Renato en compañía de Joel pasaron a su lado, el hombre parecía algo preocupado y Joel simplemente caminaba detrás de él. ¿Sería una grosería dejar a Azul hablando sola para ir con sus amigos?
—Estaba diciéndote que extraño los días que pasábamos juntos, ya sabes, eran divertidos—señaló la chica. Chris la miró con el ceño fruncido en total silencio—siento que desde que Danna se unió al tour, las cosas han cambiado bastante entre nosotros. Los chicos parecen distantes conmigo también y tú, bueno, ni se diga...—explicó bajando su mirada.
—¿Estás tratando de decir que Dan tiene la culpa de que según tú, estemos distantes contigo? ¡Eso no tiene sentido, Azul!
—Yo...
—Mira, no sé si ya viste la hora pero está haciéndose tarde para el concierto—le dijo él señalando su reloj de pulsera.
A lo lejos pudo divisar a Camila caminar de prisa sosteniendo un vaso térmico en una mano y en la otra una pequeña caja blanca.
—Chris...
—¡Cami!—la llamó interponiéndose en su camino. La muchacha lo miró un momento y después llevó su vista a la pelirroja a su lado—¿Qué es lo que pasa que todo el mundo tiene demasiada prisa?
—Danna enfermó—respondió y eso bastó para que el pulso de Christopher Vélez se acelerara.
—¿Qué? ¿Y porque nadie me dijo nada?—preguntó indignado. Camila encogió de hombros como respuesta y comenzó a caminar de nueva cuenta.
—¡Chris!—Lo volvió a llamar Azul.
—De verdad no es un buen momento, Azul. Ya escuchaste que Dan esta algo enferma y el concierto está a punto de comenzar, hablaremos después—anunció antes de comenzar a seguir a Camila, dejando a Azul con la palabra en la boca y una rabieta.
(...)
Cuándo entraron en el camerino lo primero que vieron fue Danna recostada en el sillón con una pequeña toalla en la frente, una manta cubría su cuerpo y la madre de Erick la observaba fijamente, como sí tuviese miedo que en un parpadeo ella fuera a desvanecerse.
—¿Qué es lo que pasa, mamá?—preguntó Erick arrodillándose a un lado de la chica.
—La fiebre está bajando, va a estar bien. Se durmió apenas se fueron—anunció.
—¿Entonces no crees que sea necesario llevarla a un hospital para que la revisen?—cuestionó Renato cruzándose de brazos.
—No lo creo.—respondió la mujer con media sonrisa.—Debe ser normal por el cambio de temperatura y el clima de los diferentes países en los que hemos estado desde que Dan llegó, los chicos están acostumbrados a eso, pero Danna no.—hizo una pausa—en algún momento iba a pasar.
Los muchachos observaron fijamente a la muchacha que poco a poco comenzaba a abrir sus ojos, llevó su mano derecha a su cabeza para apartar la toalla húmeda que descansaba en su frente. Su cabeza ya no dolía tanto, solamente le quedaba una leve molestia en su estómago.
Se sonrojó de inmediato cuando notó que sus cinco amigos estaban arrodillados a su lado. ¿Se había desmayado?
—¿Cómo te sientes Danna?—cuestionó Zabdiel en voz baja.
—Bien, creo. ¿Me desmayé?—preguntó mirándoles.
—No—respondió de inmediato.
—¿Entonces?
—¡Te moriste, Dan!—le dijo Erick con diversión.
—¿Qué?
—¿No creerás que estás muerta, verdad?—interrogó Richard con media sonrisa.
—¿Por qué tendría que creer eso?—inquirió tratando se sentarse, pero era imposible que ella se levantara sin que los lastimara, y ellos no parecían darse cuenta porque seguían quietos en sus respectivos lugares.
—Porque acabas de despertar y lo primero que viste fueron cinco ángeles—le respondió Christopher tomando su mano cariñosamente.
—Me encontré con cuatro ángeles y Chris—se burló ella.
—Sí, definitivamente ya estás bien...—decidió Joel sonriéndole ampliamente.—Ya está discutiendo con Christopher, eso es una buena señal, ¿no?—preguntó a Richard.
—Demasiada buena señal—respondió el dominicano.
—No sé qué te hice para que me odies tanto, Danna—dramatizó Christopher.
—Bien, creo que es momento de ir al hotel chicos—les dijo Renato contemplándolos—¿De verdad te sientes bien, Danna? Aún podemos pasar a que te revise un médico—agregó en dirección a la chica.
—Sólo tienes que decirlo, Dan—lo secundó Christopher sin dejar de acariciar la mano de Danna con su dedo pulgar.
—Que estoy bien, de verdad. ¿No confían en mí?
—No.—respondieron ambos de inmediato, provocando que el resto de los chicos rieran.
—Oh vaya, muchas gracias...
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