C1: La fiesta del año.

—En otras noticias, la noche de ayer, los chicos de la famosa boyband CNCO, ofrecieron una épica fiesta en la cual estuvieron invitados una infinidad de personas, pertenecientes y no pertenecientes al mundo de la farándula. ¡Si, como lo escucharon! Los chicos, denominaron dicha celebración como "La fiesta del año" en donde hubo mucha buena música, alcohol y mucha diversión. Christopher, Richard, Zabdiel, Joel y el pequeño Erick, se divirtieron, bailaron, corearon sus canciones, provocaron suspiros y robaron corazones....—El televisor se apagó de golpe, y los cinco chicos sentados en uno de los amplios sillones de cuero se miraron entre sí.

—¿Pequeño Erick?—cuestionó totalmente indignado el cubano.

—¿Me pueden decir qué demonios fue eso?—cuestionó furioso el hombre de cabello negro, aun apuntando el televisor de pantalla plana con el control remoto.

—¿La fiesta del año?—murmuró Richard con una pequeña sonrisa.

—¡No estoy para bromas, Richard!—estalló y la sonrisa del chico se esfumó—No puedo creer que los deje solos un día, un jodido día y ustedes todo lo que hicieron fue organizar una fiesta. ¿Se puede saber en qué demonios estaban pensando?

—Sólo queríamos divertirnos un poco—Los ojos del hombre se posaron en Zabdiel.

—¿Divertirse un poco, Zabdiel? ¡Salieron en las jodidas noticias!—estalló de nuevo.

—No es para tanto—cinco ojos se posaron en el castaño de cabello largo, sus manos sudaron y bajó la mirada avergonzado.

—¿Qué no es para tanto, Christopher? ¡Hicieron una maldita fiesta donde además, invitaron a un montón de fans que no conocen! Pusieron en riesgo su seguridad, pero no fue para tanto—ironizó acomodándose sus gafas de montura negra.

—Pero no nos pasó nada, mira—aseguró Joel poniéndose de pie y girando sobre su propio eje para mostrarle al hombre que estaba de una sola pieza, sin un solo rasguño.—Estamos bien.—añadió con media sonrisa.

Renato automáticamente negó con su cabeza, como sí estuviese cansado de la misma situación, se quitó las gafas y se frotó el puente de la nariz bajo la atenta mirada de cinco pares de ojos.

—Ustedes necesitan ser responsables.—decidió cuando volvió a contemplarlos.

—¡Somos responsables! Hacemos conciertos de manera responsable y tenemos una buena relación con las fans—acotó Richard acercándose un poco al hombre. Los ojos de Renato lo fulminaron en cuestión de segundos y todo lo que el chico pudo hacer fue volver a su asiento.

—El hecho de que sean responsables arriba de un escenario no significan que también lo sean fuera de este—hizo una pausa—la prueba la tienen ahí frente a sus narices con su "fiesta del año". Fueron cinco niños irresponsables organizando una fiesta y bebiendo como si no hubiese un mañana. Me sorprende que estén los cinco aquí aguantando la resaca que deben de tener.

—Yo no bebí—se defendió de inmediato Erick.

—En efecto Erick, fuiste el único de los cinco que no lo hizo—lo secundó Renato. El chico de ojos verdes les lanzó una mirada de suficiencia a sus compañeros y luego una sonrisa victoriosa se instaló en sus labios—en su lugar, te dedicaste a coquetear con cuanta chica se cruzó en tu camino.—las mejillas del joven enrojecieron automáticamente.

—Bueno ya, perdón Renato. No lo volveremos a hacer—prometió Christopher.

—¡No les creo nada!—estalló.—Me lo han prometido ya en repetidas ocasiones y cada vez que tienen la oportunidad, vuelven a hacerlo.—finalizó indignado.

—Esta vez es enserio—prometió de nuevo.—Te damos nuestra palabra de honor.

—Por supuesto que es enserio. Con Ricky ya pensamos en una solución—cinco pares de ojos lo observaron atentamente.—Van ser totalmente responsables, chicos. De ustedes, de sus acciones y de las acciones de un ser vivo más.

—¿Nos comprarás un perro?—preguntó Erick con el ceño fruncido.

—Podría ser un Pug—sugirió Richard con media sonrisa—ya sabes, esas cosas enanas con enormes ojos marrones y el rostro arrugado.

—¿No crees que sí no somos responsables de nosotros mismos, lo vamos a ser de un perro?—interrogó Christopher.

—Se va a morir el animal—finalizó Joel de manera dramática.

—No, nunca, ni de chiste—decidió Zabdiel.

—No me refería a un perro—respondió Renato en cuanto los chicos dejaron de exponer sus excusas.

—¿Un gato?

—Uy no, hermano. Yo soy alérgico al pelo de los gatos—informó Richard haciendo una mueca.

—Haber chicos, no estoy hablando de ningún tipo de animal, por Dios.—anunció exasperado el hombre.

—¿Entonces de que otra cosa podríamos hacernos responsables? Espera, no estarás pensando en darnos un huevo como en la escuela para cuidar de él, ¿o sí?—cuestionó Christopher totalmente alarmado—porque déjame decirte, que mi huevo estuvo tanto tiempo en la mochila que sin querer me senté encima de él y me di cuenta nueve días después, cuando el olor me hacía literalmente desmayarme cada vez que abría mi mochila para sacar una libreta.

—¿Qué?

—¡Qué asco!—se quejó Erick.

—Un mal destino para el huevo de Chris—se rio Joel.

—Un minuto de silencio por el huevo de Chris—exclamó el mismo Christopher bastante divertido.

—¡Tampoco es un huevo! Es un ser humano. Eso los va ayudar a ser responsables y a Dios le ruego que también los ayude a disipar esa imagen de reventados que el mundo tiene de ustedes—otra vez cinco pares de ojos lo estaban contemplando con sorpresa.

—Renato, ¿no crees que ya es bastante malo pensar que podemos ser los responsables de la muerte de un perro, un gato o...un huevo? ¿Cómo para ahora pensar que podemos ser los responsables de la muerte de una persona?—cuestionó Zabdiel poniéndose de pie.

—¡Es malísimo!—protestó Richard.—El gato está bien pensándolo mejor.

—Los trámites iniciaron hoy mismo—les informó y todos en la sala se quedaron en silencio sin poder terminar de creérselo.

—Espera, ¿eso quiere decir que seremos padres? ¿Los cinco?—cuestionó Erick en voz baja.

—¿Padres? Primero que nada, Erick. Tienes dieciséis. Ni siquiera eres mayor de edad como para poder ser el padre de alguien. Richard, Zabdiel y Joel también son menores de edad. El único que podría ser padre, sería Christopher, pero como es un inmaduro en cuanto la directora de la casa hogar lo viera, lo echaría a patadas—se burló

—Gracias, Renato.—replicó Christopher fingiendo indignación.

—Oye, no somos menores de edad, en México ya somos adultos—anunció Joel con una increíble sonrisa llena de victoria.

—Estás en Estados Unidos, aquí eres mayor de edad hasta los veintiuno, muchacho—las mejillas del mexicano ardieron.

—¿De verdad pretendes poner en riesgo la vida de un niño dejándolo bajo nuestro cuidado?—cuestionó Zabdiel todavía sin poder créeselo.

—No van a dejarlo morir, ¿verdad?—el hombre se rio con diversión.—No sean dramáticos, hombre.

—Renato, de verdad. No queremos cambiar pañales, sí es por lo de la fiesta, de verdad, prometemos si quieres no volver a asomar la nariz fuera de estas cuatro paredes, pero por favor, piénsatelo bien—aconsejó Erick a toda prisa.

—Además somos cantantes, no niñeras.—Renato se rio de nuevo.

—De verdad, chicos, me encantan cuando se ponen todos nerviosos—los cinco los fulminaron con la mirada.—Como ya dije anteriormente, los trámites comenzaron hoy. Su manager está de acuerdo y cree que es una increíble idea, van a aprender mucho, chicos. Capaz que cuando sean mayores y decidan casarse, van a ser expertos en el tema—la sala se vio interrumpida por la risa que brotó de sus labios, mientras que los chicos se mantenían en silencio viéndose unos a otros.

—¿Vamos a preparar biberones, cambiar pañales y cuidar bebés? No me lo puedo creer, joder—protestó Joel totalmente indignado.—Ya deja de bromear, Renato—exigió.

—No es una broma, Joel. En un par de días y sí todo sale como está planeado, llegará su nuevo...¿Qué prefieren, hermano o hijo?—se burló.

—Por lo menos es un niño, eh.—murmuró Christopher.

—¿Y dejar que traten de hacerlo igual que ustedes? Ni en sueños, amigo.

—¿Es una niña, entonces?—susurró Erick—joder, ni siquiera tengo novia y ya soy padre de una niña, loco—Renato se rio ante el comentario del cubano.

—Sí nos traes a una niña entonces cuando sea mayor va ser como un niño atrapado en el cuerpo de una chica—se rio Chris—va ser una chica ruda...le mostraré a mi hija que no debe confiar en los hombres—Renato lo miró.

—¿En los hombres como tú?—se burló de nuevo.

—Eres tan buena persona Renato, en serio.—protestó indignado.

—Y no va a poder tener novio hasta los cincuenta—añadió Erick.

—Ni llegar después de las nueve a casa—murmuró Joel.

—Tendrá que asistir a una escuela religiosa para niñas, ya está decidido.—se rio Richard.

—Chicos, de verdad, deberían dejar de decir tanta tontería junta.—señaló Renato.—Bien, ahora los dejo para que se curen esa resaca e iré a arreglar el desastre que se creó con la fiesta de anoche—les lanzó otra mirada de advertencia y se marchó dejándolos a los cinco en la sala.

—Según un estudio realizado por algunos científicos de la universidad de alguna ciudad en alguna parte del mundo—comenzó Christopher y los demás chicos se rieron—dicen que un hombre con un bebé tiene muchas posibilidades de conseguir chica.

—¿Estás pensando en serio en usar a una niña para coquetear?—cuestionó totalmente indignado Zabdiel.

—Sí vamos a cuidarla, creo que podríamos sacarle provecho—respondió con simpleza.

—¡Eres un caso!—se mofó Joel.

—Perdido—agregó Erick.

¡HOLA!

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