El escondite

Llegué después de vacaciones a la escuela, Auguste y Khaled estaban sentados en una jardinera hablando de algo en sus teléfonos.

— Hola chicos — saludo al verlos y ambos alzan la vista

— Aramis ¿Qué tal? — responde Auguste

— Hola mosquetero — saluda Khaled

— ¿Y Edvard? — pregunto al no verlo cerca, Khaled y Auguste señalan hacia las gradas de la cancha de fútbol a unos pasos de nosotros — ¿Qué hace allá?

— Está en sus días — responde Khaled y los tres soltamos una carcajada — No, pero hablando en serio, está de malas y no quiere hablar con nadie

— Que raro — murmuro para mí

— Meh — responde Auguste — Se pone así de vez en cuando, sobretodo cuando discute con sus padres y se queda con cosas para decirles

— Lo cual es, básicamente, siempre — acompleta Khaled

— ¿Y ustedes lo dejan? — pregunto incrédulo

— Hablar con él en ese estado es inútil — responde Khaled — Si no le respondes él se aleja, pero si lo haces poco a poco se enoja, grita, llora, huye o todas las anteriores

— Así que lo dejamos solo, y él se calma y nos lo cuenta — responde Auguste, esto no me tranquiliza, pero ellos saben más así que lo dejo pasar

Me siento a un lado de Khaled y después de un pequeño rato él habla

— ¿A qué hora tienes clase?

— A las 8:40 — respondo y ambos me miran

— ¿Y entonces qué haces aquí? — preguntan incrédulos y yo me encojo de hombros

— Costumbre supongo — respondo simple

— Bueno — responde Khaled — Nosotros ya nos tenemos que ir a clase, así que te vemos en un rato

— Vale, hasta luego chicos — respondo y ellos se alejan

Me siento y saco mi libro para leer mientras escucho música en mis audífonos cuando siento que alguien me mira, alzo la vista y veo a Liesel frente a mi, inmediatamente me quito los audífonos y cierro mi libro

—Liesel, hola — saludo con una sonrisa — ¿Cómo estás?

— Bien gracias — responde con una sonrisa — ¿Y tú? Tu amigo Ed...ward, creo, me dijo que estabas enfermo y por eso no habías venido

— El proyecto, cierto — recuerdo y me regaño internamente — Y mi amigo es Edvard

— Edvard, cierto — responde Liesel con una sonrisa muy linda

— Sí, tranquila — respondo — Y sí, estoy bien, gracias

— Me alegra — habla ella y yo le sonrío — ¿Tienes clase?

— Ehmm... no — respondo confundido — ¿Por qué?

— Quería ver si me acompañabas a un lugar — responde con una sonrisa

— Mmmm... claro — respondo, me levanto, guardo mi libro en mi mochila y la acompaño a la salida

Ella me toma de la mano para cruzar la calle y no aparto la vista de la unión de estas, me suelta cuando estamos del otro lado de la carretera y seguimos caminando, ella parece estar segura de a donde vamos, yo no.

Mientras vamos caminando ella se quita su mochila de la espalda y la veo buscar algo en esta, unos segundos después saca mi cuaderno de redacción

— Creo que esto es tuyo — dice pasándomelo

— Gracias — respondo con una sonrisa y lo guardo

— Espero no te moleste que haya leído lo que escribías ahí — dice y yo me pongo algo nervioso

— Ehm... no, para nada — respondo

— Me encantaron tus escritos, mi favorito fue el de... ¿Rosas sobre la nieve? — dice tratando de recordar con una mueca muy graciosa

— Nieve sobre las rosas — corrijo — Gracias

— Sí, ese, ¿se lo dedicaste a alguien? — pregunta con curiosidad

— A mi hermana, son su actividad y su flor favorita — respondo y ella sonríe

— Seguro le encantó — dice con una sonrisa — Por lo que leí, estás enamorado — habla después y yo me sonrojo

— Sí... — es lo único que respondo

— ¿Por qué no le das uno de tus escritos? — pregunta — Estoy segura que le encantarían

— ¿Tú crees? — pregunto con interés

— Por lo que escribiste le gusta leer, y te lo digo yo, si me los dieras a mi, te diría que sí — aclara y sigue caminando, yo sonrío ampliamente y la sigo

— ¿De verdad? — pregunto interesado — Pensé que una lectora preferiría un libro

— No es lo mismo un libro que les recordó a ti, que un libro que escribieron pensando en ti — responde y yo sonrío

— Bueno, supongo que lo intentaré — respondo algo apenado

— ¿Quieres que te ayude a entregárselo? — pregunta inocente

— No gracias — respondo rápidamente — Quiero intentarlo yo personalmente

— Valiente mi mosquetero — responde, el resto del camino lo hacemos en silencio

Llegamos a una pequeña biblioteca escondida entre los caminos y los callejones

— Esta biblioteca es mi lugar favorito — explica Liesel — Se llama "Nuevos mundos", pero todos la conocen como "El escondite"

— Y entiendo por que — respondo — ¿Ven que a la gente no le gusta leer y todavía la esconden? Por eso México no progresa señores — reclamo en broma y ella ríe

— Bueno, eso no es mi culpa — responde sonriente — Ven — dice tomándome de la mano y jalándome hacia adentro

La biblioteca es muy grande por dentro, a pesar de no verse así por fuera, sus libreros son de madera natural y por lo menos, lo poco que me deja ver Stella al llevarme corriendo por los pasillos entre risas discretas, puedo ver que tiene gran variedad de libros ordenados por nacionalidad de sus autores.

Llegamos a una sección con dos libreros muy grandes con algunas mesitas

— Este se podría decir que es MI lugar en la biblioteca — dice Liesel sonriente — Solo le falta tener mi nombre

— ¿Y por qué es tu lugar? — pregunto curioso

— Porque me gusta sentarme aquí, es dicreto, tranquilo, tiene mis libros favoritos cerca y es cálido — explica

— ¿Cuáles son tus libros favoritos? — pregunto

— Me encantan los de Poe, Lovecraft y King — responde

— Con que el terror, eso no me lo esperaba — respondo con una pequeña mueca

— ¿Los has leído? — pregunta

— Solo los clásicos, no soy gran fan del terror — respondo

— Hagamos un trato, te daré unos de mis favoritos y los leerás y yo haré lo mismo — propone alegre

— Bueno — respondo

Ella busca en el librero y saca dos libros no muy grandes y busca un tercero, cuando da con este, se da cuenta de que no lo alcanza

— ¿Me bajas el amarillo con detalles negros por favor? — pide señalándolo

— Bájalo tú — respondo y me acerco a ella para levantarla con cuidado hasta el libro que me pide, la bajo y ella me sonríe apenada

— Gracias — murmura y me entrega los libros: El pistolero de Stephen King, Los sueños de la casa de la bruja de H.P. Lovecraft y Un sueño en un sueño de Edgar Allan Poe

— Se ve que son buenos — murmuro al verlos

— Lo son — responde — Te toca — dice ansiosa

— ¿Conoces a Michael Ende? — pregunto

— ¿El autor de Momo y La historia Interminable? Sí — responde

— Tiene mejores — replico

— ¿Tiene otros? — pregunta incrédula

— Oh, no dijiste eso — exclamo algo ofendido — Déjame enseñarte, ¿me llevas?

— Claro — responde y me arrastra por los pasillos hasta uno que tiene escritores Alemanes y Australianos; busco entre los autores hasta dar con Ende y saco unos de mis favoritos.

Aprovechando que es el mismo estante busco otro, de Markus Zusak; cuando doy con ambos, se los entrego y ella los revisa

— Tragasueños, El espejo en el espejo y El puente de Clay — dice revisándolos — No sabía de la existencia de ninguno

— No me hables — reclamo en broma y ella ríe, entonces nos calla la bibliotecaria

— Ups — susurra con una sonrisa — ¿Quieres que los leamos aquí o vamos a la escuela? — pregunta y yo reviso mi reloj

— Creo que mejor en la escuela, ya es tarde — respondo mostrándole la hora

— Bueno, vamos — dice encaminandose — Préstame los libros para sacarlos

Le entrego los libros y ella los carga con habilidad y equilibrio propio de un lector experimentado, le pide los libros a la bibliotecaria y cuando salimos nos repartimos cada quien sus tres libros

— Espero tengas buenos gustos mosquetero — dice Liesel cuando llegamos a la escuela

— Lo mismo digo, ladrona de libros — respondo y nos vamos por caminos separados

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¡Que bonito es el amor! ¿A poco no?

Espero les guste
Atte: Ale Bautista

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