Capítulo Siete
Una muda confesión
— ¿¡¡Que hiciste QUÉ!!?.
Los clientes de esa mañana miraron extrañados y algo asustados a la dueña de la cafetería, sonrojada por la vergüenza se disculpa con sus clientes.
— ¡¡Mitsuko-san!! No grites.
La avergonzada castaña cubrió su rostro con ambas manos, Mitsuko trato de calmarse por la noticia que le había dado su más querida amiga y clienta.
— osea le dijiste que te gustaba.— diana asintió.— y el no te entendió?.— volvió a asentir avergonzada.
Mitsuko no evitó reír ante adorable historia relatada por su amiga.
— debo de suponer que, si realmente me hubiese entendido... Me hubiese rechazado.— bajó la mirada cabizbaja.— pero, tal parece que aquel héroe de las alas no te acompaño y consoló por lástima.— Mitsuko le regalo una mirada dulce a diana.
— de verdad lo crees?
— Claro, eres una persona muy dulce diana y si alguien en este mundo no te valora por como eres... Es un idiota totalmente.
— y hablando del rey de roma.— Mitsuko señalo con su dedo hacia la ventana, casualmente pasaba un despreocupado keigo patrullando a esas horas.— por que no vas y le ofreces un café, es temprano y tal vez no ah desayunado.
Mitsuko le sirve un café y le prepara unos muffins de chispas de chocolate, lo guarda en una bolsita de papel con el logo de su cafetería y se lo pasa a su amiga.
— ¡muchas gracias Mitsuko-san! Cuanto te debo?.— Mitsuko niega con la cabeza y le sonríe.— la casa invita y ahora vete que tu héroe alado se te escapa.
Diana se levanta de su puesto, toma la bolsita y se despide saliendo del local a paso veloz tratando de alcanzar a hawks.
— amor jóven.— se dijo a si misma Mitsuko para retomar sus labores.
— así que ese es el sujeto que trae así a diana.
Mitsuko abre sus ojos asustada, de la nada había aparecido Makino frente a ella del otro lado de la barra.
— que haces aquí Makino, creí dejarte en claro que tu presencia no es bienvenida en mi cafetería.— Makino desafío a Mitsuko con la mirada, la Morena no se dejó intimidar.
— diana volverá a casa conmigo, no podrás protegerla por siempre y lo sabes.
Sentenció Makino, Mitsuko sin aguantarlo más la toma del brazo y la saca del local.
— no quiero volver a verte aquí Makino, lárgate antes que llame a la policía y te demande por hostigamiento.
La mayor le fulmina con la mirada y se marcha de allí, Mitsuko se quedó en la entrada de la cafetería para asegurar que se fuera y una vez que desapareció entre las personas. Tocó su pecho sintiendo su acelerado corazón por los nervios ante la situación.
— no te le acercaras denuevo, no permitiré que le hagas daño otra vez.
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