capitulo especial
Hacía unos meses atrás Benjamín no se habría imaginado que conocería a una chica con semejante adicción, y mucho menos que comenzaría a tener sentimientos por ella. Pero esa fue la razón que lo cautivó, ese aroma que desprendía su ropa al moverse o lo apetitosa que se
veía su boca al masticar sus adorados chicles.
Lo loca que podría ser algunas veces, desde comprar cientos de cajas de goma de mascar hasta usar una ridícula camiseta de unicornio. Lo tierna que podría ser en otras, desde hacer todo lo posible para subirles el ánimo a las personas hasta entusiasmarse por tener un peluche.
Ese día quería llevar a cabo 'la sorpresa no tan sorpresa' que estuvo pensando desde un principio, Luisana era una
persona sencilla por lo que tenía la seguridad de que le gustarían los obsequios que había preparado. Acordaron que el iría a visitarla a su casa y a eso de las cuatro de la tarde él ya se encontraba allí debatiéndose entre soltar el globo de helio, la caja metálica que cargaba los montones de goma de mascar o la mochila de unicornio que había comprado junto a su amigo Felipe, para poder tocar el timbre.
Opto por gritar el nombre de la chica, que se tardó en abrir la puerta, pero cuando lo hizo en
sus ojos había un brillo especial y hasta creía que se largaría a llorar.
-¡Benjamin! –grito emocionada y saltó sobre él, sin importarle los regalos que traía consigo.
Beso sus labios dulcemente, y tiró de su mano invitándolo a entrar. Allí, la chica observaba gustosa su mochila rosa mientras que Benjamín ataba el globo de helio con forma de unicornio a un mueble para evitar que se escapara.
-¿Conseguiste todo esto para mí? –pregunto sorprendida, abriendo la caja metálica.
Benjamín asintió y admiro la cara de emoción que denotaba la chica, su rostro lucía tan relajado, inocente y despreocupado, que deseaba que fuera siempre así.
-Cada uno de estos chicles cuentan una parte de nuestra pequeña historia –murmuró, acercándose a ella.
-Una historia que dejara de ser pequeña –afirmó Luisana, con
una sonrisa.
Y entre besos y más besos, el chico sacó tableta de chicle con sabor a limón.
-Faltaba uno para la colección, espero que te guste el limón –dijo, abriendo el envoltorio para luego posicionarlo en la lengua de la chica.
Luisana se tomó un segundo para sacar un chicle con sabor a durazno y ponerlo entre los dientes del chico. Posteriormente sus alientos se mezclaron y la
sustancia gomosa comenzó a flotar en media de una batalla de saliva, Benjamín frunció el ceño y Luisana soltó un gemido, separándose por completo.
-Definitivamente, en nuestra boca el durazno y el limón no son la mejor combinación –murmuró ella y Benjamín asintió, ambos escupieron los chicles en la reluciente cerámica.
Soltaron una pequeña risita antes de volver a juntar sus labios. En ese momento nada más importaba, solo ellos y el sabor de la goma de mascar.
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