Benjamín caminaba a paso lento por el parque central de de Buenos Aires, su día escolar había sido un desastre y sabía que al llegar a casa seguiría siendo igual, por lo que pretendía quedarse sentado en una banca escuchando música o simplemente viendo el atardecer.
-¿Qué mierda? -murmuró cuando una sustancia pegajosa se adherió en su zapato izquierdo

Mientras intentaba quitarlo con un lápiz escuchó un sonido desagradable proveniente de algún lugar, despegó su vista de la sustancia morada para centrarse en una chica que hacía explotar una goma de mascar en su boca. A pesar de la distancia, podía ver perfectamente como ella utilizaba la lengua para formar la clásica e irritante explosión gomosa.

Con dificultad caminó hacia ella,
la cual ni siquiera notó su presencia su atención estaba destinada únicamente al chicle que acababa de escupir en el suelo para luego sacar dos bolas más e introducirlas en su boca.

-¿Podrías dejar de escupir los chicles en el suelo y de una vez por todas botarlos al basurero?- vociferó él recibiendo una sonrisa socarrona de la joven.

-¡Hey! eso rimó -respondió la chica mascando deliberadamente el chicle.

-¿Eres tonta o qué? ahora no puedo quitarme esto del zapato -dijo señalando el extracto que seguía impregnado en la suela.

-Es sólo chicle, no seas amargado -replicó la chica levantándose de su asiento y estirando la mano de Benjamín quien miraba con el ceño fruncido debido al intenso aroma a frutas que había en el lugar.

Colocó una tableta de chicles de arándanos antes de desaparecer. Ahora tenía una caja de pastillas casi completa para él y ni siquiera le gustaban los arándanos.