Capítulo 7: Demoras que valen la pena

Las semanas se fueron pasando mientras yo recibía la mejor noticia de todas.

Me habían aceptado en la editorial de mis sueños. En Coleman. Una editorial con más de diez años de funcionamiento y un muy buen catálogo de libros. Desde que había tomado el curso de «Corrección de estilo», mi sueño siempre había sido ese. Trabajar en una editorial, así fue como conseguí mi primer trabajo.

Estaba tan ensimismado con ello que habían pasado varios días donde no volví a ver a Ruby.

Pero no había dejado de pensar en ella, ni un segundo. Mi cuerpo estaba funcionando bien, hacía mis cosas e incluso me mandaron mi primer manuscrito para corregir, pero mi mente seguía estando en Bizcochito.

Y tomé la oportunidad de verla cuando Ada me invitó a la fiesta de cumpleaños de su hermana menor, de Amber.

Había tomado mis distancias con Ada, pero ella seguía escribiéndome. La única respuesta que obtuvo de mí fue que iría a la fiesta. Le pregunté si iría Ruby, me contestó que sí. Y que también lo haría su novio. Un chico que vivía en el primer piso del edificio y que asistía al mismo colegio que Ruby. Se habían separado por el tema de la distancia, pero volverían a estar juntos una vez que él volviese. No lo hubiera creído si Ada no me hubiera mandado las capturas de fotos de ella conversando con el novio de Ruby, Daniel. O Dan, como le decía.

Al enterarme de eso mis ganas por ir a la fiesta se incrementaron. Tenía que hablar con Ruby. ¿Realmente tenía novio? Creí que había terminado su relación con él, ¿tal vez Daniel estaba chiflado e inventaba todo esto? Lo sabría en cuanto hablara con Bizcochito.

El día de la fiesta Ada me mandó un mensaje diciéndome que sus padres alquilaron una camioneta para ir todos al local donde se festejarían los dieciocho años de Amber.

Todo el día me enfoqué en revisar y corregir el manuscrito que mi jefa me había mandado. Por la noche ya no podía más y la hora de alistarme había llegado. Me di un buen baño y luego me coloqué la ropa que usaría para esta noche. Unos pantalones negros, una camisa blanca y zapatos negros de vestir.

Ky estaba igual de emocionado que yo, solo que mis razones eran distintas.

Bajé al vestíbulo junto a mi hermano cuando Ada me mandó un texto alertándome de que el chofer de la camioneta estaría llegando en menos de cinco minutos. En el vestíbulo del edificio no había nadie, Ky y yo éramos los primeros en llegar.

Luego varios minutos sin que nadie llegara, empecé a impacientarme. Quería ver a Ruby.

—¿Tanto se demoran?

Ky se rio.

—No te preocupes, sabes cómo son las chicas. Solo debemos esperarlas... —Se quedó mudo cuando alzó la mirada y la enfocó en la persona que estaba bajando las escaleras. Ky estaba sorprendido y tenía las mejillas encendidas. Rápidamente volteé para fijarme que era Ruby la chica que lo había dejado anonadado—. Guau, estás hermosa, Ruby.

Y vaya que lo estaba.

Llevaba puesto un vestido negro, corto hasta antes de las rodillas. Se le veían las piernas bastante estilizadas y bonitas por los tacones altos del mismo color del vestido que llevaba. Su rostro estaba maquillado, resaltando todos sus rasgos. Desde sus grandes ojos azules, hasta su estrecha nariz y sus altos pómulos. Su piel de porcelana me dejó boquiabierto. Tenía un pequeño escote que resaltaba las curvas de sus pechos, pero sin verse vulgar. El vestido se pegaba a su cuerpo de una manera que dejaba poco a la imaginación.

Su cabello castaño estaba ondulado en las puntas y caían alrededor de sus hombros como cascadas de agua.

Estaba hermosa. Más que hermosa, estaba sexy.

Sus labios regordetes pintados de un tono rosado oscuro le sonrieron a Kylan.

—Gracias —murmuró pareciendo apenada.

Luego sus ojos chocaron contra los míos, la vi inspeccionarme de la misma manera que yo lo había hecho con ella. Sin disimulo y de arriba abajo.

—Estás preciosa —susurré sin aliento, sus mejillas inmediatamente se colorearon de rojo.

Bajó la mirada, avergonzada.

Ella no tenía nada de qué avergonzarse. Era preciosa y esa belleza podía dejar a más de uno sin respiración.

—¿Amber aún no está lista? —preguntó Kylan.

—Dijo que estaría aquí en cualquier momento, ya va a bajar.

Miré mi teléfono con un mensaje de Ada alertándome de que el chofer había llegado y nos estaba esperando.

—La camioneta ya llegó. Solo la estamos esperando a ella.

Segundos después la vimos aparecer por las escaleras, con un vestido rojo que resaltaba y llamaba la atención. Amber era linda, pero de ahí no pasaba. Por lo menos no para mí. La que resaltaba, la única que podía llamar «hermosa» aun con un chongo en la cabeza, sin maquillaje y con ropa desordenada, era a Ruby.

—¡Estás hermosa! —exclamó Ruby acercándose a Amber.

Su amiga corrió a abrazarla mientras Ada bajaba detrás de su hermana. Aparté la mirada sin darle mucha importancia viendo que Kylan se acercaba a Amber para desearle un bonito cumpleaños.

—¿Vamos? —Nos instó Amber—. La camioneta ya está afuera.

Salimos al aire libre viendo la camioneta que alquilaron en la acera frente al edificio. Cuando el conductor nos abrió la puerta, Ruby rápidamente se subió para sentarse en la última fila. No fui tonto y la seguí, sentándome a su lado.

Ky y Ada parecieron molestos y protestaron, pero el conductor los hizo subir.

—De nuevo juntos, Bizcochito —susurré por lo bajo hacia Ruby.

Ella se quedó callada, no dijo nada.

Al estar sentados lado a lado en aquel pequeño espacio podía sentir el roce de su piel contra la mía. Nuestros brazos se tocaban, pero ninguno hizo el intento de alejarse.

—¿No me vas a hablar? —pregunté en voz baja mientras Amber y Kylan delante de nosotros conversaban.

—¿De qué quieres hablar? —preguntó de vuelta, mirándome con el ceño fruncido.

—No lo sé. —Me encogí de hombros—: Tal vez contarme si es verdad que tu novio volverá.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top