Capítulo 6: Cena en familia
Mi familia y yo aparecimos fuera del apartamento de Bizcochito a la hora exacta en la que mis padres quedaron con los suyos. Era la primera vez que, siendo un adulto, estaba nervioso por ver a una chica que ni siquiera era mi novia. No, Bizcochito ni siquiera me consideraba su amigo. Por un lado estaba bien con eso, porque no quería ser solo su amigo. Mi aspiración iba más allá, pero quería que las cosas se dieran poco a poco. Ruby y yo acabábamos de terminar con nuestras exparejas y antes de aventurarnos a nosotros, necesitábamos tiempo.
Además, me gustaba mucho cortejarla.
Aun cuando ella ni siquiera se daba cuenta de ello.
—¿Estás nervioso? —La voz sorprendida de mi hermana Kara me alertó de que no estaba solo. Estaba tan perdido en mis pensamientos que había desconectado de a mi alrededor.
—Cállate —susurré por lo bajo, no quería que Ky nos escuchara. Miré a Kara guiñándole un ojo—. Guárdame el secreto.
Ella sonrió alzando su dedo pulgar al estar de acuerdo.
Era mi hermana favorita.
La puerta de los Graham se abrió revelando a la madre de Ruby. Nos hizo pasar para sentarnos en los sillones de la sala mientras su esposo venía a saludarnos también. Me senté al lado de mis hermanos preguntándome a qué hora la vería, a qué hora vería a mi Bizcochito.
—¿Por qué estás tan nervioso? —Fue la pregunta de Kylan que me dejó paralizado.
—¿Qué?
—Estás rebotando tu pierna una y otra vez, me estresa.
Automáticamente detuve mi pierna, era cierto, estaba nervioso por ver a Bizcochito aun cuando la había visto esta tarde.
Había querido terminar todo con Ada, pero en ese momento aparecieron Ruby y sus amigos, y todo se fue al tacho. Ellos malinterpretaron mi salida con Ada, esperaba que Bizcochito no estuviera molesta. No quería que pensara mal. Ya nada pasaría entre Ada y yo, lo nuestro había sido un error. Había creído que acostarme con Ada me ayudaría a olvidar a mi ex, y lo cierto era que lo estaba logrando, pero no por ella.
Ahora Ruby acaparaba cada pensamiento, cada recuerdo. No podía pensar en otra persona que no fuera ella. Se me había metido bajo la piel rápidamente.
En ese momento apareció la chica de mis sueños y yo me quedé boquiabierto.
Mis ojos inmediatamente cayeron en ella y fue como si todo a mi alrededor dejara de existir. Estaba ataviada en un bonito vestido color blanco y unas sandalias revelando las uñas de los pies rosadas. Se había hecho una trenza al costado que mostraba un lado de su cuello. Unas inmensas ganas de pasar por ahí mis dedos y olerla me invadieron.
Estaba preciosa así, sin maquillaje y con el rostro al natural.
¿Quién dijo que nos gustaba el maquillaje cargado?
Bizcochito era tan hermosa que no necesitaba maquillaje, sus ojos azules de por sí grandes parecían delineados, aun cuando no los tenía así. Y sus labios regordetes parecían pintados, pero no, eran su color natural, así como el tono de piel blanco que parecía de porcelana.
Me había robado el aliento.
Me sentí indigno de ella vestido con una camiseta negra y unos pantalones normales.
Mi hermana, al darse cuenta de que Kylan y yo estábamos callados, decidió intervenir.
—Hola, Ruby. —Su sonrisa se hizo grande al observarla con curiosidad, seguro preguntándose cómo esa chica tan hermosa podría haberse fijado en mí. Tal vez Bizcochito aún no estaba enamorada de mí, pero lo estaría. La enamoraría así como ella lo hizo conmigo desde el primer segundo en que la vi, incluso cuando no lo pareció.
—Hola, tú eres... —Ruby entrecerró sus ojos tratando de recordar el nombre de mi hermana.
Ella la ayudó.
—Soy Kara. —Nos señaló a Ky y a mí—. La hermana de estos tontos.
Ruby no pudo evitar sonreír divertida, con esas palabras mi hermana la había ganado. Se inclinó hacia Kara con una risita que estremeció mi cuerpo entero.
—Qué bueno que lo sepas.
El padre de Ruby apareció luego de haber seguido a su esposa para darnos la bienvenida e invitarnos al comedor donde ya todo estaba listo. Nos pusimos de pie para escoger nuestros lugares alrededor de la mesa de vidrio. Nuestros padres conversaban mientras Kara volteó a guiñarme el ojo y hacerle conversación a Kylan.
Aproveché la oportunidad para acercarme a Ruby por detrás y susurrarle.
—Nos volvemos a encontrar. —Sonreí sin poder evitarlo—. Esto será divertido, Bizcochito.
Rodó sus grandes ojos azules, demostrándome que no estaba impresionada conmigo.
Eso solo me hacía querer esforzarme más y más.
Se adelantó para escoger un asiento frente a mis padres y al lado derecho de Kara. Kylan intentó sentarse a su otro lado, pero lo aparté y tomé el asiento bajo su mala mirada.
Yo no podía apartar los ojos de Bizcochito, esta noche estaba más preciosa que nunca y mis ojos no podían mirar a otro lugar que no fuera a ella. Incluso cuando nuestros padres se pusieron a conversar yo mantuve la vista fija en Ruby, de tanto mirarla ella volteó echándome una mirada de muerte.
—Deja de mirarme —susurró con fuerza por lo bajo.
—No puedo —respondí con sinceridad—. No puedo ni podría apartar mis ojos de ti, Bizcochito. Esta noche estás más que hermosa. ¿Lo sabes, verdad?
Sus mejillas se colorearon de rojo haciéndola ver más adorable.
Me gustaba así, cuando se sonrojaba. Haría y diría más cosas para que lo hiciera más a menudo.
Su madre apareció por la puerta de la cocina cuando terminó de servir los platos y se sentó a la izquierda de su esposo, en el asiento vacío. Su padre habló para que hiciéramos una oración por los alimentos antes de comer, algo que mis padres nunca habían hecho.
Imité a los padres de Ruby cuando empezaron a tomarse de las manos. Tomé la mano derecha de Ruby sonriendo al sentir su piel cálida y sus pequeños dedos pintados de un bonito rosado. La apreté con firmeza para que no me soltara mientras su padre bendecía la comida. Los minutos se me hicieron eternos, así que cuando todos dijeron «amén», Ruby soltó mi mano.
Me sentí decepcionado, pero hice lo que todos hicieron. Todos tomaron su tenedor y procedieron a comer. Metí un bocado del guiso de carne a mi boca y de inmediato cerré los ojos del gusto, la madre de Bizcochito no solo era buena en la pastelería, sino en la comida en general.
Ruby, a mi lado, partía la carne con un cuchillo filoso.
—No vayas a atragantarte de nuevo, Bizcochito. —Lo dije solo para que sus mejillas volvieran a ponerse roja, pero para mi decepción no lo hicieron.
Ella me miró con ojos entrecerrados y respondió con gran ironía.
—Ja, ja.
Luego de eso me ignoró totalmente.
Decepcionado, decidí utilizar otra táctica para ponerla roja. Bajé la mano izquierda por debajo de la mesa y, por el rabillo del ojo, miré dónde ponía la mano. La coloqué en su rodilla, acariciando suavemente su piel de porcelana, de inmediato se exaltó. Dejó los cubiertos con fuerza sobre su plato sobresaltando a todos.
Por dentro estaba sonriendo, había dado resultados. Sus mejillas estaban rosadas, tenían un leve enrojecimiento y yo estaba feliz con mi hazaña. Seguí subiendo mi mano por su muslo hasta que Bizcochito intentó decir algo, pero se atragantó y empezó a toser desesperadamente.
Kara a su lado y golpeó la espalda de Ruby con fuerza suficiente como para que Ruby inhalase nuevamente. Le agradecí y luego me sentí muy mal por haberla tocado de aquella forma. Solo quería sonrojarla, no matarla.
El padre de Ruby, con los ojos muy abiertos por el susto, trató de amenizar lo ocurrido rompiendo el silencio.
—Bueno, a veces Ruby suele emocionarse con la comida —bromeó.
Kara le tendió un vaso de refresco.
Ruby le agradeció, todo eso evitando mi mirada.
No quería hacerla sentir mal, toque su brazo para llamar la atención con una sonrisa, pero ella frunció el ceño y murmuró por lo bajo, para que solo yo pudiera oírla.
—Quita tu mano de ahí antes de que tenga otro accidente.
Retiré mi mano, haciendo una mueca. Mi hermano frente a nosotros, y al lado de mis padres, tenía las cejas arqueras con preocupación.
—¿Estás bien, Ojitos?
Me enderecé, sintiendo una opresión en el pecho y una ola enloquecedora de celos que no me hizo pensar, solo actuar.
—¿Ojitos? —repetí asqueado. Realmente odiaba que mi hermano estuviera interesada en la misma chica que yo. Esto jamás nos había pasado y ya empezaba a preocuparme. Negué, murmurando en voz baja solo para que él me escuchara—. Es el apodo más estúpido que he escuchado.
—El apodo que le has puesto a ella también es tonto —respondió Ky.
Metió un bocado de comida a la boca y empezó a masticar sin dejar de mirarme. Lo tomé como un reto, luego hablaría con él.
Kara nos veía de un lado a otro como si fuera un partido de tenis, sonriendo con diversión.
—No lo es —respondí con aseveración, en voz baja para no interrumpir la conversación de mis padres y los de Ruby—. El apodo «Bizcochito» es perfecto para Ruby. Los bizcochitos son deliciosos, dulces por fuera y esponjosos por dentro.
A mi lado Ruby pareció dejar de comer con el tenedor suspendido muy cerca a sus labios. Cuando me miró, yo solo le guiñé el ojo y volví mi mirada a Kylan que parecía sorprendido también por mis palabras.
Kara habló para llenar el ambiente tenso.
—¿Realmente un gran apodo, eh?
—Eh, que lindo, gracias —murmuró Bizcochito con un tono de voz extremadamente alegre, como si quisiera convencerse de una felicidad inexistente—. Eso fue muy... dulce de tu parte.
¿Ella realmente acababa de decir eso?
—¿Lindo? —repetí confuso. ¿Solo eso, Bizcochito?—. ¿No querrás decir guapísimo, supersexi, el mejor chico que has conocido...?
—O sea, tú no —Kylan interrumpió sonriéndome con sorna—. Has dicho todo lo que no eres.
—Los celos no te pegan, Kylan.
Él alzó una ceja, luego miró a Ruby con una sonrisa coqueta de lado.
—Tu mamá cocina delicioso, Bizcochito —murmuró Ky sin dejar la sonrisa coqueta y haciendo un hincapié al apodo que solo yo tenía el derecho de llamar a Ruby, porque yo lo había creado solo para ella—. ¿Qué decías acerca de los celos, hermano?
Kara volvió a reír. Parecía ser la única divertida aquí, Ruby estaba seria, mirándonos de un lado a otro sin saber muy bien qué hacer. Precedió a ignorarnos y siguió comiendo, luego de unos segundos Ky y yo decidimos hacer lo mismo.
En ese momento de silencio tenso entre nosotros, mi mamá decidió involucrar a Bizcochito a la conversación.
—¿Qué deseas estudiar al terminar el colegio, Ruby? —preguntó.
Todos la miramos atentamente.
—Medicina —contestó con cordialidad.
Mis padres, mis hermanos y yo estábamos impresionados con la respuesta. No podía imaginarme a una Bizcochito doctora, pero apostaba a que sería una increíble médica.
—Interesante elección —susurré por lo bajo.
—¿Y a qué universidad deseas aplicar? —le preguntó papá.
Esas preguntas curiosas me hizo querer sonreír, le estaban haciendo preguntas que yo haría.
Intenté volver a tocar su rodilla, ella me miró de reojo mientras yo comía con la mano derecha. La izquierda estaba sobre el muslo de Ruby, tocando su delicada piel. Con unos toques se le había escarapelado todo el cuerpo. Podía notarlo con una sola mirada hacia abajo.
Rocé mis dedos, subiendo poco a poco por sus muslos. Antes de poder subir aún más, Ruby me quitó la mano de encima con mucho cuidado de que no se notara por encima de la mesa.
Ni por eso Ruby se escandalizó, le contestó a mi papá bajo una bonita sonrisa y sus mejillas sonrojadas tal y como me gustaban. Mis ganas de darle un beso en cada una de sus mejillas me embargaron hasta el punto de suspirar de anhelo.
—A la Universidad Estatal de Medicina —respondió ella con orgullo en su voz.
—Oh, qué increíble, hija —murmuró papá impresionado—. Aunque esa universidad está algo lejos, ¿no?
Lejos de aquí, a más de tres horas.
Y solo quedaba un año para eso.
—Sí —afirmó ella.
¿Sería capaz de conquistarla y estar con ella aun sabiendo que en un año se iría? Absolutamente sí, maldición. Ruby me gustaba, muchísimo, y quería hacer todo lo posible por estar con ella. Por merecerla.
Luego de eso la cena pasó entre conversaciones entre nuestros padres y algunas preguntas hacia nosotros. No volví a molestarla poniendo mi mano sobre su rodilla, cosa que ella parecía profundamente agradecida.
Luego de la comida y el delicioso postre de tarta de fresas, mis padres conversaron con los suyos un poco antes que decidieran terminar con la cena. Todos se pusieron de pie y yo hice lo mismo, apenado con que la cena terminase.
Antes de despedirme, busqué a Ruby y me acerqué a ella. Le di un suave beso en la mejilla que me supo a gloria, y pegué mi boca en su oreja para susurrarle en voz baja.
—Deja tu puerta del balcón abierta.
—Sueña con ello —respondió rodando los ojos.
Sentí unos celos feos asomarse cuando Kylan me imitó y besó la misma mejilla que yo besé de Bizcochito. Le dijo algo también al oído, pero no rodó sus ojos cuando él le susurró, cosa que me supo fatal.
Mi familia y yo nos fuimos a nuestro piso y yo inmediatamente me encerré en mi habitación. Me quité los zapatos y bajé rápidamente por la escalera de emergencia hasta el piso de Bizcochito. No la vi por ningún lugar, así que decidí esperarla sobre el pequeño sofá que ella tenía ahí para leer.
Después de un momento noté movimiento desde dentro de su dormitorio, una puerta se abrió y emergió ella, caminando hacia su cama y sacando un pijama de debajo de la almohada.
No era tan idiota como para mirar sin permiso, no era un acosador.
Me di la vuelta y momento después escuché que abrían las mamparas de vidrio. Me escondí en un rincón detrás de las macetas de plantas y antes que Bizcochito diera otro paso, salté detrás de ella, tomé su brazo y la volteé.
Sus ojos azules se abrieron de más con miedo, pero cuando notó que era yo, se calmó.
—Hola, Bizcochito —susurré bajando mi mirada a su cuerpo. Se le veía menuda y muy hermosa, incluso en ropa para dormir. Sus mejillas habían adoptado nuevamente un tono rosado que me dio ternura. Tenía inmensas ganas de besarla, tantas ganas que no pude evitar murmurar lo siguiente—: Te dije que no cerraras la puerta. Ahora lidia con las consecuencias.
Su ceño se hizo grande.
—¿Qué consecuencias...? —preguntó confundida. No la dejé terminar.
Incliné mi cabeza en su cuello desnudo por la trenza de lado y el suave olor a vainilla combinada con canela absorbió todo de mí. Presioné mis labios con suavidad sobre su piel de porcelana, pero un estallido de risa me hizo detenerme por completo.
Fruncí el ceño confundido mientras la veía reírse a carcajadas.
—No entiendo qué es tan gracioso.
—Me dio cosquillas —admitió.
—Lo siento, Bizcochito. —No era mi intensión las cosquillas, yo solo quería probar su piel, pero decidí dejarlo ahí.
La vi irse hacia la barandilla del balcón y se apoyó en ella, me acerqué al ver que eso era lo que quería. Su rostro se puso serio, parecía pensar en algo porque su frente se arrugó.
—Kem... —Empezó a decir. Que dijera mi nombre lo puso todo más serio—. Nosotros no..., es decir...
No tenemos nada. Eso quería decir ella, ¿verdad?
—Lo sé. Somos amigos —respondí con sinceridad—. Aunque siempre estemos peleando quiero ser tu amigo, Ruby.
Eso y mucho más.
—¿Ya no soy «Bizcochito»?
Eso siempre.
—Lo sigues siendo. No te gusta que te llame así, por lo que solo será en mi mente.
—Puedes seguir llamándome de ese modo. —Sonrió, mostrándose sonrojada de nuevo—. Mientras seas solo tú.
Joder. En momentos como este ansiaba poder besarla y olvidar todo a nuestro alrededor mientras solo fuéramos nosotros, pero tenía que controlarme. Acababa de decirle que quería ser su amigo, no podía faltar a mi palabra y espantarla.
—No será de otra manera.
Le guiñé el ojo.
—Yo... —Señaló hacia su habitación—. Debo irme a dormir.
Asentí dándole la absoluta razón.
—Tienes razón, mañana tienes clases. —Decidí darle un suave beso a su mejilla y oler por última vez en el día el delicioso olor a vainilla y canela de su perfume. Quise cerrar los ojos al despedirme, para así mantener su figura en mi mente, pero solo la miré sonriendo con picardía—. Descansa, Bizcochito.
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