Capítulo 31: Hacer las pases
Las semanas fueron pasando y casi todo volvió a la normalidad.
Mi hermano Kylan y yo hicimos las pases. No podíamos estar peleados para siempre, además, mamá y papá ya estaban empezando a notar la hostilidad entre nosotros, así que dejé mi orgullo de lado y decidí ser el primer en pedir perdón. Ky aceptó las disculpas y él mismo también pidió perdón por haberme dicho todas aquellas atrocidades que creía, confesó que las había dicho desde la cólera y los celos por Ruby. Por suerte se había dado cuenta a tiempo y terminó creyéndome nuevamente, acerca de lo que en realidad había sucedido el día de la Tragedia. Así lo llamaba al día que me había acercado al apartamento de Ada para hablar y había terminado desnudo en su cama, sin saber qué había sucedido.
Por otro lado, Ada y yo estábamos en mejores condiciones. No éramos mejores amigos, ni amigos cercanos o algo por el estilo, pero a raíz del aborto las cosas entre nosotros cambiaron. Hicimos las paces y decidimos dejar atrás el odio y resentimiento por mi parte, y ella dejó atrás el enamoramiento por mí, dándose cuenta por fin que nada podía suceder entre nosotros porque yo no estaba más interesado en ella. Fue algo que aprendió a las malas, pero por suerte lo hizo.
Mi hermana Kara era la única con un problema ahora. Sabía que tenía buenas intenciones, pero ella juraba y perjuraba que el embarazado de Ada había sido todo un espectáculo para retenerme. Incluso compartió esa teoría con mamá, quien rápidamente la desestimó diciéndole que leía demasiados libros de ficción.
Y Kiwi, seguía conmigo, a escondidas, claro. Aunque mamá estornudaba más de lo normal en casa, nunca sospechó que era porque tenía un perro en mi dormitorio. La mayor parte del tiempo lo tenía conmigo, pero en las raras ocaciones que salía, lo tenía que meter al baño ya que el balcón estaba tan frío que dejarlo ahí sería una aberración. Claro que solo lo hacía hasta que nuevamente el verano llegó, y con aquello la graduación de mi hermano por haber culminado con éxito su último año escolar en la secundaria.
Aquel día todos fuimos a acompañar a Kylan mientras él recibía su diploma vestido con su toga y birrete. Visualicé a Ruby de lejos, preciosa en la misma ropa que Kylan, pero solo la admiré de lejos. Noté alegría en su expresión y eso fui suficiente para que yo me alejara con una sonrisa y una paz que no sentía hace mucho en mi corazón.
Había empezado a perdonarme con el pasar de estos meses.
Había llegado a la conclusión de que aquel día de la Tragedia, nada había sido culpa mía. No podía controlar a Ada y todo lo que hacía. Tal vez si no hubiera ido ese día a su apartamento, nada de esto podría estar pasando, pero tal vez ella hubiera encontrado otra manera de drogarme. Lo que significaba que eso estaba fuera de mi alcance. Y por lo tanto, nada de eso era culpa mía.
Como tampoco lo era dañar a Ruby. Fue un efecto colateral de las acciones de Ada.
Lo pude aprender en todas las semanas que pasaron hasta aquel día. Es por es que ahora sentía paz cuando pensaba en Ruby, porque sabía que era feliz. Tal vez no a mi lado, pero al final y al cabo lo era y eso era más que suficiente para saber que todo iría bien a partir de ese día.
No fue una sorpresa cuando Ada se acercó al darse cuenta que yo también estaba en esta ceremonia de graduación. Ella acompañando a su hermana y yo al mío.
—Hola, Kem.
—Hola —murmuré desplazándome lejos de mis padres mientras ellos me miraban de reojo. Incluso Kylan, pero sabiamente nadie dijo nada. Todos estaban tomándose fotos, mi mamá insistía en posar junto a mi hermano y mi padre mientras Kara tomaba las fotos, casi rodando los ojos. Me fijé en Ada, notando que ya no estaba tan ojerosa como antes, pero sí tenía pequeñas bolsas bajo los ojos, como si no durmiera bien. No era tan insensible como para no preguntarle nada—. ¿Cómo estás?
—Bien, mucho mejor que antes.
—Me alegra saberlo.
Vi que abrió la boca para decir algo más pero mamá me llamó.
—Kem, ven aquí para tomarnos fotos. —Se fijó en Ada, y le dedicó una sonrisa efusiva—. Hola, Ada cariño.
—Buenas tardes, señora Woods. —Inclinó la cabeza—. Hasta luego, Kem.
Se alejó, y yo nunca supe qué iba a decir.
Me volteé hacia mamá quien me hacía señas para que me uniera. Mientras me acercaba se acercó un sonriente Henry con Amber de la mano, ambos con togas y birretes en sus cabezas, recién graduados.
—Hoy hay fiesta en mi casa. —Fueron sus primeras palabras. Nos señaló a Kem y a mí—. Después del baile de graduación fiesta en mi casa. Los dos están invitados, no falten.
Luego se alejaron juntos, avisando a otro grupo de gente lo mismo.
—Kara, ven aquí, hay que tomarnos una selfie en familia.
Refunfuñé porque no me gustaban las fotos, mucho menos las selfies, pero por mi familia lo haría. Así que quité mi mala cara para posar ante la cámara mientras mi hermana tomaba fotos con el celular de mamá. Cuando todos nos alejamos, Ky se acercó a mí palmeando mi hombro.
—¿Irás a la fiesta?
Arqueé una ceja.
—Es tu fiesta de graduación, eres tú quien debería ir.
Me sonrió.
—Quiero que estés ahí, Kem, eres mi hermano mayor.
—Entonces iré.
Horas después ya estaba arrepintiéndome de aquella decisión.
Había decidido ir por Kylan, pero en cuanto llegamos a la casa de Henry se alejó de mí para saludar a sus amigos, quienes se verían esta noche por última vez antes de que todos se fueran en caminos separados. Me adentré en la casa, notando que era un lugar muy bonito y acogedor, con adornos minimalistas y pisos de mármol. Había serpentina por doquier y globos dorados que adornaban las paredes. La mayoría de chicos aquí estaban vestidos con vaqueros y camisetas, pero uno que otro vestía un traje como si acabaran de llegar de la fiesta de graduación.
Me acerqué a la mesa llena de licores preguntándome si los padres de Henry sabían de esta fiesta o no tenían idea. Me decanté por una gaseosa, no quería probar licor esta noche, no después de aquel día hace meses donde hice el ridículo frente a Ruby. No quería repetir aquella escena. Ni siquiera sabía si ella estaría aquí hoy.
No había venido aquí con esas intenciones.
Pero mentiría si no dijera que me moría por verla.
Volteé en redondo fijándome en los rostros, buscándola por doquier. Pero solo noté personas borrachas bailando en la improvisada pista del baile de la sala mientras otros pocos estaban frente al televisor de pantalla plana, jugando algún juego de carreras y varias personas rodeándolos. La mayoría de personas en los sillones estaban besándose con sus parejas, enrollándose en pleno lugar, a la vista de todos.
Aparté la mirada y busqué, pero no vi rastros de ella.
—¿La estás buscando, no es así? —Escuché la voz de Ky a mis espaldas. Me giré para verlo venir con un vaso rojo en la mano, solo que el suyo parecía contener licor pero no dije nada. Esta noche era suya, podía divertirse tanto como quisiera. Por eso había traído mi auto, para llevármelo cuando las cosas terminaran, sabía que él necesitaría un aventón a casa.
Tomé un largo trago de gaseosa que había servido en un vaso rojo para no tener que responder esa pregunta. Pero cuando no dije nada y su mirada me siguió, tuve que responder.
—Solo miraba quien está aquí.
—Henry la invitó, pero no sé si vendrá. —Hizo una mueca—. Si llega a venir, compórtate.
Rodé los ojos levantando el vaso rojo.
—No he bebido si ese es tu miedo. —Luego sonreí, soltando un suspiro—. Pero me comportaré como un verdadero caballero.
—Así se habla. —Señaló hacia atrás, al lugar donde dos chicos competían jugando en el Play Station de Henry—. ¿Te apetece una partida?
—¿Te apetece perder?
Ky rio.
—Muy bien, hermano, vamos a ver de qué estás hecho.
Por la siguiente hora me enfrasqué en la pantalla mientras Kylan y yo jugábamos carreras de autos en el Play. Muchos chicos y chicas se reunieron a nuestro alrededor, animando cuando era necesario y riendo cuando uno de nosotros ganaba y el otro perdía. Fue divertido y muy liberador estar ahí, compitiendo sanamente con Kylan mientras compartíamos tiempo juntos. Reíamos a carcajadas y fruncíamos el ceño cuando uno de nosotros perdía, pero fue tan divertido que nos quedamos ahí sentados en aquel sillón por lo que parecieron horas.
Hasta que nos cansamos y decidimos pasar al patio trasero para quitarnos este calor del demonio que hacía. La casa no tenía aire acondicionado y el calor de la primavera, casi verano, estaba cubriendo todo mi cuerpo. Sentía que mi cabeza iba a explotar por el inmenso calor. Kylan se adelantó y reunió con Amber y otros compañeros de su clase mientras yo me quedaba de pie a un lado, recibiendo el aire fresco de la noche. Aquí sí había corrientes de aire frío, no como adentro que hacía tanto calor que el sudor era parte de uno.
Me quedé de pie, mirando a la nada.
Una conocida voz sonó por toda la casa, impregnando el lugar con una canción de Taylor Swift.
Era Ruby.
Rápidamente entré a la sala buscándola con la mirada, encontrándola donde yo había estado hace unos instantes. Al lado del televisor con un micrófono en la mano mientras varias personas coreaban con ella la canción de Taylor. Por supuesto, su amiga Debie estaba frente a ella, mirándola con adoración y dulzura. Me alegraba saber que había encontrado una verdadera amiga en ella luego de perder a su mejor amiga de años.
Me fijé en Ruby y en el vestido blanco que llevaban, este le llegaba a la mitad de los muslos mostrando sus hermosas piernas cremosas al mundo. Era con tiras en los hombros, así que sus brazos también estaban libres. Tenía el cabello anudado en lo alto de su cabeza y unos preciosos pendientes en las orejas del mismo color azul de sus ojos.
Estaba más que preciosa.
Nunca me iba a cansar de admirar su belleza.
Caminé hacia allí deteniéndome a unos pasos de ella al darme cuenta que el Vocalista Idiota estaba ahí también. Se acercó a Ruby cuando ella terminó la canción, Bizcochito le tendió el micrófono que sostenía pero él negó.
Si iban a besarse, yo desaparecería. No podría soportar aquello.
Cuchichearon en voz baja, haciendo que mis manos se convirtieran en puños a cada lado de mi cuerpo, pero no hice nada más que mirarlos interactuar. Era obvio que Ruby no lo amaba, por lo menos no como me amó a mí.
Eso hizo que parte de mis celos se calmasen, pero solo el uno por ciento.
En vez de mirarlos, decidí ver la pantalla del televisor.
Una nueva canción apareció.
Everything has changed por Taylor Swift y Ed Sheeran.
Al parecer a Bizcochito le gustaba mucho Taylor Swift.
Los primeros acordes de la canción sonaron, una guitarra que se escuchó en toda la casa, luego la voz de Ruby llenó el lugar. Su suave voz aterciopelada que escuchaba muchas veces en las noches cuando cerraba los ojos.
La miré fijamente sin poder quitar mis ojos de ella mientras Allan se sumaba a la canción. Los ojos azules de mi Bizcochito parecían más iluminados, no sabía si era por la emoción o porque había tomado licor. No tenía idea porque recién la había visto, ¿había estado más tiempo en la fiesta y yo no me había dado cuenta? No tenía idea, pero no me gustó nada que estuviera borracha y que el Vocalista Idiota se aprovechase tomándola de la cintura y pegándola a su cuerpo
Cuando la canción finalizó, todos aplaudieron con fuerza.
Pero yo me quedé paralizado.
Ruby acercó su rostro al de él y al siguiente segundo ambos se besaron.
Me di la vuelta sin poder mirar más.
Salí de allí con el corazón latiéndome deprisa, sabiendo que ahora sí se había hecho realidad mi mayor pesadilla.
La había perdido.
Y tal vez para siempre.
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